Lugo: ¿progresismo político en el Paraguay?

28/03/2018
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Fernando Lugo
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¿Fue el gobierno de Fernando Lugo una singularidad, una anomalía, o un accidente histórico? Considerando sus compromisos, gestiones y acciones, ¿se lo puede calificar como «progresista»? ¿Tuvo alguna proposición de cambio más significativo para un Paraguay hasta ahora casi siempre gobernado por grupos políticos afines a sus élites oligárquicas? En este breve texto, nos proponemos aproximarnos a entender qué representó el gobierno del ex obispo católico (2008-2012) en la historia reciente del Paraguay.

 

La condición histórica del Paraguay se refleja principalmente en la vigencia del sistema clientelista, con la hegemonía del Partido Colorado (Asociación Nacional Republicana, ANR) en el poder desde 1948, incluyendo 34 años de dictadura de Stroessner y 23 de los 28 años de la era actual de democracia liberal. También en el breve período que tuvo el Ejecutivo, de junio de 2012 a agosto de 2013 con la renuncia forzada de Lugo, el principal partido opositor (Partido Liberal Radical Auténtico, PLRA) sostuvo las mismas prácticas y esquemas, con lo que la afirmación inicial sobre el sistema clientelista puede confirmarse para ambos partidos «tradicionales».1 Y durante sus más de 200 años de historia independiente, el país tuvo en gran mayoría gobiernos representativos de sus clases dominantes, que se caracterizaron por las disputas entre facciones, especialmente desde la guerra contra la triple alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) y casi desaparición del país, en 1870.2

 

Lugo tomó el mando presidencial de este esquema de gobierno, estableció un gabinete mixto en el que las principales autoridades económicas fueron miembros o cercanos al PLRA o de otros signos conservadores, y en el área social los nombrados fueron principalmente de grupos o partidos de izquierda. En sus pocas y parciales definiciones de su propia posición política, Lugo decía que él pretendía estar en el medio del abanico político, utilizando la imagen de que su posición era «mbytétepe, poncho jurúicha».3

 

En sus casi cuatro años de gobierno, las modificaciones al esquema de gobierno paraguayo fueron en su mayoría superficiales y muchas veces inconsistentes, y algunas innovaciones vinieron casi siempre como adiciones a los esquemas clientelistas vigentes, no como cambios de fondo.

 

Legado de Stroessner

 

El dictador Alfredo Stroessner (1954-1989) instauró el dogma, básico pero eficaz, de «democracia sin comunismo», que combinó con la práctica de la «represión preventiva», con el fin de abortar cualquier intento de oposición más radical en su propia génesis.4 A esta aplicación rigurosa de la «doctrina de seguridad nacional» se le agregaba una práctica clientelista amplia, con la estructura del Partido Colorado presente en todo el país a través de sus «seccionales», desde las que se gestionaban los diversos servicios estatales a los miles de miembros del partido oficial.

 

Adicionalmente, las mismas estructuras y un complejo sistema de relaciones personales y grupales servían de «agencia de empleos» informal en las que se lograba acceso a puestos estatales para familiares y amigos de los colorados. Se llegó a la formalización de este esquema, de modo que nadie podía ingresar a la función pública, ni al ejército o a la policía, si no tenía su «afiliación» a la ANR.

 

La caída de Stroessner no implicó un cambio sustancial de sistema de poder, más bien se le incorporó una «epidermis democrática» al sustrato autoritario.5 Luego de casi tres décadas de vigencia de este esquema, la epidermis ha tenido su evolución en algunos aspectos y ámbitos, pero sobre todo el sustrato tiende a ejercer su determinación «en última instancia», como se puede decir específicamente de la unión de grupos y voluntades que se dio para el «jaque mate» a Lugo.

 

Para ello, se tuvo un sostenido proceso de «construcción del enemigo»6 desde el momento en que Lugo ascendió a la presidencia, con la presencia enervante de Hugo Chávez…, y la participación de figuras reconocidas de la izquierda paraguaya en el gabinete del ex obispo católico. Para darle perspectiva histórica a los hechos, se debe considerar que la ocasión anterior en la que hubo presencia de la izquierda en el marco político legal paraguayo fue 52 años antes, en 1946, durante la llamada «primavera democrática».7

 

En aquel momento, la breve apertura política concluyó con una represión contra todas las fuerzas recientemente admitidas al escenario político, seguida de una guerra civil (enero-agosto de 1947), en la que se estima que murieron violentamente unas 30 000 personas entre militares, militantes de partidos y movimientos y víctimas de ocasión.

 

Se interpreta aquel momento histórico en el continente sudamericano planteando que las masas —trabajadores, campesinos y estudiantes— accedieron a la arena política en el espacio abierto para detener el avance fascista y nazista. Al concluir la guerra, se inició un reacomodamiento en la esfera de influencia de Estados Unidos, con el claro propósito de contener el avance de la Unión Soviética.8 En el Paraguay, es claramente aplicable el concepto de los investigadores estadounidenses citados, de que «el compromiso de las élites latinoamericanas (y de las clases medias) con la democracia, en la medida que existía más allá de la pura forma retórica, de ningún modo implicaba la aceptación de una amplia participación popular en el proceso». A nuestro criterio, esa explicación referida al período inmediato a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial todavía se ajusta en buena medida a la situación paraguaya actual.

 

Al final de la década de 1950 e inicio de la siguiente, luego del período de mayor violencia e inestabilidad, finalmente el poder militar y la principal fuerza política, el Partido Colorado, comulgan intereses en el ascenso al poder del general Alfredo Stroessner. Su larga dictadura (1954-1989) marcó y sigue definiendo muchos aspectos de la formación social paraguaya.

 

Período pos‑Stroessner

 

Una simple secuencia de hechos iniciales en el paso de la dictadura de Stroessner a la democracia liberal sirve de inventario:

 

  • En 1988, se inició una crisis palaciega, entre el general presidente dictador y su consuegro general Andrés Rodríguez, alimentada por contradicciones entre sus intereses comerciales y detonada por la evidencia de que Stroessner priorizaría a su hijo mayor, también militar, para sucederle en el poder.

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  • Rodríguez articuló la conspiración militar con algún soporte civil colorado, que resultó en el golpe de estado organizado por las principales autoridades militares y del Partido Colorado, excluyendo a los «fieles» a Stroessner pero no a la mayoría de los privilegiados por el poder dictatorial vigente hasta ese momento.

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  • La resolución del conflicto se dio con la reasignación de propiedades empresariales, inmobiliarias y otras actividades económicas, y una apertura democrática en cuanto al juego electoral, libertad de prensa y corrección de distorsiones en las reglas de mercado.

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  • En lo formal y fundamental, el gobierno siguió siendo colorado. Al asumir el nuevo gobierno tras el derrocamiento de Stroessner, viendo una imagen del equipo de gobierno del general Rodríguez, se dice que el ex dictador comentó: «ahí solo falto yo…»9

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El nuevo liderazgo instaurado en y desde el Partido Colorado realizó una reingeniería política en el Paraguay, como parte de su recomposición hegemónica, con iniciativas como la nueva Constitución de 1991, que movió el balance entre poderes dando mayor relevancia al Legislativo. Se aseguró una libertad de expresión que abrió los espacios de opinión pública. En el gobierno de Nicanor Duarte Frutos (2003-2008) se dio la aprobación de diversas leyes sociales para paliar la pobreza y exclusión, y se inició una apertura hacia ideas «progresistas», incluyendo una cercanía del Paraguay a las nuevas iniciativas integracionistas latinoamericanas.10

 

Pero la evolución colorada siempre fue compleja, contradictoria, como se puede notar en el análisis publicado en 2006:

 

El presidente de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos, pertenece a una generación de nuevos líderes populistas progresistas de América Latina, cuyos rasgos son sorprendentes. Su partido, la Asociación Nacional Republicana (el Partido Colorado), es un empecinado «peronismo» rural, capaz de gobernar cueste lo que cueste, incluso al costo de no resolver ningún problema. La diplomacia de Nicanor es una incógnita. Se trata de una nueva política pendular, que ya no oscila entre Brasil y Argentina, los países que permiten o impiden que el país acceda al exterior, sino entre el Mercosur y el ALCA: es decir, entre los gobiernos progresistas del Cono Sur latinoamericano, que paradójicamente bloquean el desarrollo de Paraguay, y el presidente George W. Bush, el «americano malo» del Norte, que sin embargo puede tirar un balón de oxígeno a una sociedad que se está asfixiando.11

 

El gobierno de Duarte Frutos concluyó con la derrota electoral colorada en 2008 ante la Alianza Patriótica para el Cambio, dando lugar a la primera transición a otro signo político sin violencia en la historia independiente paraguaya, al asumir Fernando Lugo la presidencia del país. Pero en ese tránsito, se fijaron desde las élites económicas y políticas también los límites de maniobra del sistema de poder, sobretodo de la medida en que sería viable «poner a los más humildes como sujetos de política y no meros objetos de ella».12

 

En el gobierno de Lugo, así como en el anterior de Nicanor Duarte Frutos, se produjo una reducción importante en los niveles de pobreza en el Paraguay, principalmente en función de programas de «transferencias monetarias condicionadas» a la población más pobre. Estos esquemas asistenciales, sin embargo, tienen la característica de reducir los niveles de pobreza sin efectuar una transformación en la actividad laboral o productiva de los pobres, generalmente dejándoles en condición de «vulnerabilidad».

 

Como se puede ver en el gráfico, el gobierno colorado de Duarte Frutos (2003-2008) tuvo un período inicial de ajuste de las cuentas del país, que había quedado en 2002 en situación de «default selectivo». En su fase media y final, se dio un «énfasis social» que inició la tendencia a la baja del índice de pobreza. En el gobierno de Fernando Lugo (2008-2012) y en el breve de Federico Franco, luego de la destitución de Lugo (2012-2013), se mantiene el impacto positivo de la gestión social, y se llega a 28% de pobres, 21 puntos menos que el pico del año 2006. Los inicios del gobierno colorado conservador de Horacio Cartes enfatizan los mismos programas sociales, inclusive los amplían, pero los sectores rurales con más población pobre no tienen prioridad y su actividad productiva no logra generar un mínimo de ingresos genuinos, con lo que los niveles de pobreza vuelven a aumentar.

 

 

Fuente: Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos, Paraguay.13

 

Se puede decir que la política de Lugo fue poco clara en cuanto a la transformación productiva y social, dando señales equívocas, en algunos casos con acento «progresista» y en otros momentos complaciendo a los sectores conservadores, especialmente a los vinculados a la producción primaria, que constituyen el 41% del PIB paraguayo y el 43% de las exportaciones del país.

 

Otro sector fundamental para la reproducción de la economía paraguaya opera fuera de la legalidad y la fiscalidad del país. Se trata de la «economía subterránea», cuyo movimiento y dinamismo marcan claramente el rumbo económico del país. Según un estudio reciente, el tamaño de la «economía subterránea» equivale a casi el 40% del Producto Interno Bruto del Paraguay, estimándose un valor anual de más de US$ 11 000 millones.14

 

 

 

 

Fuente: Economía subterránea, 2016, p. 48.

 

El escenario en el cual debió operar Lugo y sus aliados era, según estos datos, especialmente adverso para iniciar un proceso reformista, así ya lo había experimentado en carne propia su antecesor Duarte Frutos cuando intentó encaminar medidas levemente progresistas. Adicionalmente, la confluencia de los poderes económicos, tanto formales (legales) como subterráneos, permitía anticipar una actitud de resistencia a cualquier intento de abrir la agenda política hacia la izquierda.

 

Un cronista que fue parte del entorno luguista presenta el siguiente escenario inicial del gobierno Lugo:

 

Altísimos niveles de corrupción en la administración pública, con mafias de narcotraficantes y contrabandistas —que alquilan jueces y fiscales cuando las circunstancias lo requieren— que financian a ciertos sectores de los partidos políticos tradicionales, en medio de una arrolladora e impune expansión de las multinacionales de los agronegocios a expensas del campesinado pobre y el medio ambiente, fueron los elementos que alfombraron el sendero de bienvenida al gobierno de Fernando Lugo.15

 

Méndez formula algunas ideas de lo que pudo ser la construcción de una hegemonía alternativa en aquel momento de la historia paraguaya:

 

El ex obispo católico, apenas asumió la responsabilidad gubernamental, debió implementar de inmediato dos tareas fundamentales:

 

  1. Construcción de una alianza más o menos fiable dentro del Congreso que le permitiera cierta gobernabilidad. Demolición del antiguo régimen corrupto y criminal.

 

  1. La realización del primer punto dependía de la habilidad política de Lugo y sus colaboradores, aun cuando eran perfectamente previsibles las tremendas dificultades para avanzar hacia acuerdos mínimos con un Congreso ultra conservador y corrupto. El Partido Colorado, el UNACE del general Oviedo y algunos componentes de la ultraderecha liberal y del neoliberal Patria Querida, constituyen una inmensa mayoría en el Congreso, capaz de aplastar cualquier atisbo democrático con acento en la justicia social y de combate a la corrupción. No obstante, Lugo fue sorteando a los tumbos esta tremenda dificultad.16

 

Lo que describe Méndez Grimaldi sintetiza bien el abordaje político que predominó el gobierno de Lugo:

 

[...] el presidente dudó (y seguía dudando mientras se escribían estas líneas) para combatir frontalmente la corrupción y el crimen organizado. A pesar de su promesa electoral, no ordenó ninguna auditoría general de la administración del Estado y por lo tanto cargó con todo el bagaje de corrupción de la administración colorada, como mínimo de los últimos 19 años pos-stronistas.17

 

Pero la evidente tendencia de Lugo a no definir posiciones, a «dejar estar», no significó que la acción gubernamental no tuviera un signo y un sentido. El predominio de las tendencias conservadoras dentro de su equipo de gobierno se fue notando a medida que transcurría su administración, y aunque no diera a sus aliados liberales el protagonismo político que le requerían (en especial su vicepresidente liberal, Federico Franco) en cuanto a la agenda económica se tuvo una continuidad en lo fundamental, comenzando por el nombramiento en el ministerio de Hacienda de Dionisio Borda, que ya había ocupado este puesto en la fase inicial del gobierno de Duarte Frutos. En el ámbito de las obras públicas, el ministro liberal Efraín Alegre gestionaba proyectos con vistas a una mayor participación del capital privado, anticipando una priorización de proyectos de «alianzas público privadas» que los referentes de izquierda en el gobierno de Lugo rechazaban abiertamente. Un caso especialmente revelador se dio cuando el ministro Alegre y el presidente Lugo impulsaron un proyecto de concesión del aeropuerto de Asunción que, luego de aprobado por el Congreso, fue vetado por Lugo.18

 

El gobierno Lugo fue expresión de una amplia alianza de actores políticos y sociales, en un abanico que iba desde la izquierda hasta la derecha. En la práctica, se tuvo un discurso más progresista, hablando de la necesidad de «grandes reformas» y la «recuperación de la soberanía del país». Pero ya en el gabinete de Lugo quedaba clara la división de posiciones. El gabinete económico (Hacienda, Agricultura y Ganadería, Obras Públicas, etc.) fue para liberales y moderados, mientras que ministerios y secretarías con funciones «sociales» fueron ocupados por la izquierda (Ministerio de Salud, Secretaría de Acción Social, etc.). En el balance, y desde la coyuntura electoral en la que la mayoría de votos de Lugo fueron aportados por el conservador Partido Liberal, en los momentos decisivos, en las acciones (no en el discurso), la gestión de Lugo tuvo el sentido de «custodiar el sistema», más que de intentar transformarlo.

 

En cuanto a los gestos y acciones orientados a ampliar su base de apoyo popular, se pudo registrar un conjunto de iniciativas de carácter más bien simbólico, que los sectores conservadores supieron coartar sin mayor dificultad, operando en el Congreso y en la justicia paraguaya.

 

En el balance, se puede indicar que Lugo no amplió la base de apoyo social y político de manera significativa durante su gestión presidencial, más bien dejó estar y hacer, con lo que se pudo afirmar que «sigue prisionero del viejo esquema corrupto y criminal…»19

 

La habilidad de los sectores conservadores de imponer su agenda y posiciones puntuales en relación a cualquier intento de reforma significativa fue suficiente para:

 

… marcar la cancha a la neófita conducción gubernamental, indicándole por y hasta dónde podía moverse en materia de política económica. Las políticas insinuadas tanto por Lugo como por algunos ministros al principio del mandato, sobre la inclusión de un impuesto a la exportación de materias primas para aumentar la bajísima presión tributaria del país, así como las relacionadas con la bandera electoral de reforma agraria integral, fueron en la práctica, dejadas de lado, porque estas medidas según la teoría neoliberal, repetida hasta el hartazgo por la prensa paraguaya, afectarían las ganancias de las empresas perjudicando el clima de negocios, lo que reduciría la inversión privada. Así, la opción preferencial por los pobres de la corriente teológica mencionada, fue sustituida por la opción preferencial por los ricos y la defensa de sus negocios y privilegios…20

 

En lo concreto, los sectores populares que podrían haber dado un margen de maniobra y espacio político distintos a Lugo más bien vieron al ejecutivo luguista adoptar medidas de acento conservador para enfrentar la coyuntura del momento: un plan de mitigación de los efectos de la crisis financiera, dedicación prioritaria a obtener financiamiento externo, antes que intentar mejorar la recaudación tributaria, propuestas de concesiones de obras públicas, y un esquema de presupuesto nacional sin gran cambio en relación al gobierno anterior.

 

A la vez, claramente ausentes estuvieron las propuestas de reformas estructurales —agraria, tributaria, etc. — que al menos iniciaran el camino hacia un nuevo modo de desarrollo.

 

En un área que se dio un cambio de enfoque importante, las relaciones exteriores, el gobierno de Lugo obtuvo resultados notables. Específicamente con el socio principal y dominante del Paraguay, Brasil, se dio una negociación que llevó al «acuerdo Lula-Lugo» de 01 de septiembre de 2009.21 En dicho acuerdo, se modifican puntos del tratado binacional bajo el cual se construyó la hidroeléctrica de Itaipú, firmado en 1973 por los dictadores Garrastazu Medici y Stroessner. Las condiciones subordinadas de Paraguay al Brasil se expresaron en toda su amplitud en dicho tratado, que le dio a Brasil los principales beneficios de la represa hidroeléctrica, hasta hoy la de mayor producción de electricidad en el mundo. En lo que fue el primer cambio significativo en ese marco legal binacional, el gobierno de Lugo logró que el Brasil aceptara la modificación del tratado de Itaipú, con lo que el Paraguay pasó a recibir 300% más de ingresos, de USD 120 millones a USD 360 millones anuales.

 

Contrariamente, el área de política pública en la que más se esperaba «algo diferente» de Lugo era la política agraria, reconociendo que la tenencia y uso de la tierra rural constituye el elemento principal en el complejo conservador «oligárquico» dominante durante toda la historia nacional del país. Sin embargo, el equipo de Lugo nunca osó incidir en esa área, más allá de lo simbólico. Esto por la oposición que generaba a priori cualquier noción de cambio. Comenzando por el Congreso que, como indica el analista:

 

[...] ya se sabía, pero uno hubiera esperado que el escaso margen de maniobra que le quedaba al Ejecutivo pudiera haber sido aprovechado por Lugo para obtener ciertos avances. Tener el poder administrativo no es poca cosa cuando las ideas están claras. Sin embargo, la gran heterogeneidad de los integrantes de la APC y del propio gabinete que conformó el presidente, fue otro factor que creó desasosiego en los sectores que esperaban ver avances en un país en el que la distribución de la tierra es la más injusta del mundo. Desde el ya aludido partido Liberal en el extremo derecho del espectro político, hasta sectores que se autoproclaman de izquierda «dura», pasando por variadas formas de socialdemocracia-progresismo, crearon un ambiente de contradicciones en materia de políticas públicas que produjeron como resultado la neutralización de acciones. El gabinete, igual, desde obedientes discípulos del neoliberalismo en Hacienda, pasando por aprendices de represores en Interior, hasta supinos ignorantes de la materia en Agricultura y Ganadería, o bien pensantes ex-militantes en carteras sociales, se logró lo que se tenía que lograr; desconcierto primero y desilusión después. Sin proyectos claros, con notables contradicciones en su accionar, la reforma agraria prometida se empantanó en una ciénaga de imputaciones, amenazas, y cloacales laberintos judiciales.22

 

Paralelamente, se fue «construyendo al enemigo» en el sentido de Eco, con un creciente accionar mediático y político, no dedicado a lo que hacía o decía Lugo, sino a lo que podría ocurrir de proyectarse al futuro su liderazgo. El «fantasma del comunismo» resurgió en la rutina de la opinión pública, alertando a una población generalmente conservadora y poco educada, despertando temores y presagios.23

 

Mientras tanto, los sectores populares paraguayos tuvieron poca capacidad de propuesta, lo que describe la investigadora del siguiente modo:

 

Había un consenso en la necesidad de unidad de todos los sectores para «estironear» a Lugo hacia los sectores populares, para respaldarlo en el cumplimiento de sus propuestas electorales. Se sentía un clima en que el nuevo escenario político era más propicio para avanzar, tanto en las luchas como en los procesos unitarios. Una vez más, la realidad demostró que las buenas voluntades no bastan, que los procesos —lastimosamente— son más complejos y que las visiones y lecturas políticas, así como logran importantes momentos de unidad, también son las que nos llevan por atajos distintos.24

 

Poco más de un año en el gobierno de Lugo, Marielle Palau sintetiza el pensamiento de los líderes populares paraguayos:

 

Los sectores populares asumen que el escenario futuro y las conquistas que se puedan alcanzar dependen de la propia fuerza de las organizaciones. De no superarse el fraccionamiento del campo popular, la correlación de fuerzas no va a permitir enfrentar a los sectores conservadores y una vez más se dejará pasar una histórica oportunidad para avanzar en la construcción de una alternativa emancipatoria, anticapitalista y antipatriarcal. Las próximas elecciones municipales darán la oportunidad para que la izquierda paraguaya —tanto social como política— demuestre que aprendió la lección de las pasadas elecciones nacionales: dispersa en innumerables listas, sólo le hace un favor a la derecha.25

 

Y... todo indica que siguieron haciéndole favores a los sectores conservadores, gobernando de manera errática, sin un proyecto claro y una hoja de ruta consistente de políticas públicas. La producción de propuestas de políticas26 se daba pero sin una clara manifestación de opciones del ex obispo presidente, para entonces acosado por la aparición de hijos procreados durante su gestión como sacerdote y obispo, generando una importante «batalla secundaria» que desvió recursos políticos debilitando la posición de liderazgo del presidente.

 

El episodio final del gobierno Lugo constituyó un buen ejemplo de la manera inconsistente y poco eficaz de construir poder desde el Poder Ejecutivo. Ante la masacre de campesinos en Curuguaty, Lugo cambió al ministro del Interior por un colorado, esperando con ello desmovilizar la conspiración entonces en marcha, uniendo a los dos partidos principales y algunos menores con representación en el Congreso. Ante la inminencia del desenlace adverso, Lugo no convocó apoyo popular y la gestión de UNASUR en defensa de su gobierno no tuvo efecto interno, a pesar de la correlación de fuerzas favorable en América del Sur en aquel momento. El presidente paraguayo aceptó un procedimiento legislativo claramente arbitrario y casuístico y fue destituido en un juicio político «express», en el que los acusadores ni siquiera se preocuparon por argumentar jurídicamente las razones para enjuiciarlo.

 

Actualidad y perspectiva

 

En las elecciones de 2013, que señalaron el regreso al poder del Partido Colorado, Lugo encabezó la lista de senadores del Frente Guazú, que eligió 5 senadores (del total de 45). Los elegidos son personalidades que vienen del gobierno de Lugo, y representan a grupos variados del progresismo y la izquierda, sin un proyecto político unificador. Lugo ejerció su liderazgo incuestionado en el limitado campo de la izquierda durante los años del gobierno de Cartes, aunque en la fase reciente aceptó aliarse al presidente colorado conservador en un intento de revisar la constitución para permitir la reelección presidencial, que fue frenado por un conjunto de fuerzas políticas y sociales que rechazaron la evidente ilegalidad de la maniobra.

 

Para la elección presidencial del 2018, Lugo vuelve a encabezar la lista senatorial, con los mismos electos en 2013, a pesar de la evidencia del desgaste político resultante de la alianza con un gobierno en retirada y con resultado negativo para las mayorías pobres del país.

 

Más allá del resultado electoral que puedan lograr, la falta de renovación en las candidaturas hace que el Frente Guazú con Lugo a la cabeza tenga un perfil similar al de los partidos tradicionales, que también van a la elección con renovación casi nula en sus cuadros legislativos.

 

Así como en el 2008, en esta elección de 2018 la izquierda vuelve a aliarse con el Partido Liberal, esta vez con un candidato presidencial de dicho partido y un candidato a vicepresidente propuesto por el Frente Guazú. La plataforma política sobre la que proponen estas candidaturas menciona apenas vaguedades y expresiones de deseos para dar respuesta a la iniquidad social vigente en el Paraguay. Parafraseando a Marx, la historia puede repetirse, pero la segunda vez no como tragedia sino como farsa.27

 

Roberto Codas es un periodista y economista paraguayo, formado en comunicación social en la Universidad de São Paulo, y con curso de doctorado en la New School for Social Research de Nueva York. Su producción reciente incluye el ensayo "Assessing Paraguay´s possible futures" (in: Paraguay and Peru, political, social and environmental issues. Nova Science Publishers, New York, USA, 2017); y los análisis mensuales de tendencias sobre Paraguay ("Claves y Tendencias", DESA, Paraguay, www.desa.com.py).

 

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Este artículo fue publicado en la antología Los gobiernos progresistas y de izquierda en América Latina, Roberto Regalado (compilador), Partido del Trabajo de México, Ciudad de México, 2018.

 

 

1 El Partido Colorado (Asociación Nacional Republicana, ANR), con 2,3 millones de afiliados, y el Liberal Radical Auténtico (PLRA) con 1,3 millones de miembros, suman así 60% del padrón electoral paraguayo, dejando para todo el resto de fuerzas políticas organizadas y votos independientes la diferencia. (El 60% constituye el número consolidado de afiliados a los dos grandes partidos, ya que existe casi 30% de afiliaciones múltiples).

2 Reseñas de la historia del país, con bases teóricas diferentes, se pueden revisar en las obras de Blas Garay http://es.scribd.com/doc/79211770/Breve-Resumen-de-La-Historia-Del-Paraguay-Blas-Garay-Portal-Guarani; Efraín Cardoso, http://portalguarani.com/586_efraim_cardozo/1095_breve_historia_del_paraguay_1994_porefraim cardozo.html ; Oscar Creydt, http://portalguarani.com/595_oscar_adalberto_creydt/1250_formacion historica_de_la_nacion_paraguaya__por_oscar_adalberto_creydt.html y; Hugo Richer https://www.scribd.com/document/63151388/N%C2%BA-123-Paraguay-fin-de-un-periodo-historico-Hugo-Richer-PortalGuarani

Sobre la etapa formativa de la nación paraguaya, sigue siendo referencia el trabajo de Sergio Guerra Villaboy, Paraguay: de la independencia a la dominación imperialista. 1811-1870, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana (1991).

3 En guaraní, «en el medio, como la boca del poncho», expresión que se utiliza para indicar el centrismo. Aunque la interpretación que se dio, «post facto», es que en realidad Lugo acostumbra manejarse de manera individual, sin darle mayor relevancia a las dinámicas de los grupos o estructuras políticas con las que opera. http://osvaldozayas.blogspot.com/2014/10/del-poncho-juru-la-carretilla.html

4 El régimen de Stroesssner realizaba con regularidad todo el ritual de la democracia representativa, con elecciones cada 5 años, un Congreso activo con dominio colorado y una minoría opositora dócil. En la lógica de la «represión preventiva», mantenía vigente el estado de sitio que solamente se suspendía el día de las elecciones presidenciales.

5 Esta premisa tiene su fundamento en el análisis de Jorge Lara Castro, quien en varios artículos publicados durante una década ha explicado la dinámica y vigencia del estado post stronista. Entre sus escritos, sirven de referencia los siguientes: Lara Castro, Jorge (1994). «Problemas de la democracia en el capitalismo atrasado». Revista Acción, Abril-Mayo 1994, y Lara Castro, Jorge (2006). «El límite de la dictadura perfecta». Revista Acción, Junio 2006.

6 Eco, Umberto. Construir al enemigo, Lumen, Argentina, 2013. «[...] cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo». Así como a Eco en su ensayo citado, a nosotros nos interesa principalmente «el proceso de producción y demonización del enemigo». Eco lo define así:

«se construyen como enemigos no tanto a los que son diferentes y que nos amenazan directamente [...] sino a aquellos que alguien tiene interés en representar como amenazadores aunque no nos amenacen directamente, de modo que lo que ponga de relieve su diversidad no sea su carácter de amenaza, sino que sea su diversidad misma la que se convierta en señal de amenaza». Op. cit., p. 16.

7 «La agenda inconclusa de la primavera democrática», Carlos Gómez Florentín, 2012, http://www.ultimahora.com/la-agenda-inconclusa-la-primavera-democratica-n998987.html.

8 «El desenlace de la coyuntura de la posguerra en América Latina puede ser explicado principalmente por la continuidad del poder de las clases dominantes, rurales y urbanas, y de los militares. Estos no fueron debilitados, mucho menos, destruidos, por la Segunda Guerra Mundial como en muchas otras partes del mundo. Fueron apenas forzados temporalmente a adoptar una posición defensiva al final de la guerra y después de su conclusión estaban determinados a restaurar el control político y social amenazado por la movilización política de las “clases peligrosas”, la militancia sindical, el avance de la izquierda y, tal vez, por la misma democracia. El compromiso de las élites latinoamericanas (y de las clases medias) con la democracia, en la medida que existía más allá de la pura forma retórica, de ningún modo implicaba la aceptación de una amplia participación popular en el proceso democrático…». Leslie Bethell e Ian Roxborough, Latin America between the Second World War and the Cold War, 1944-1948, Cambridge University Press, 1997, p. 19.

9 Una descripción más completa de la secuencia de gobiernos en este período democrático se puede leer en Codas, Roberto. «Assessing Paraguay’s Possible Futures», en Paraguay and Peru: Political, Social and Environmental Issues, Editor: Karla Santiago, 2017, Nova Science Publishers, New York, p. 161 y ss.

10 El momento culminante de esta nueva actitud paraguaya se dio durante la conferencia de Mar del Plata, en que George W. Bush vino a intentar imponer el ALCA. En la ocasión, sorprendió el discurso del presidente Duarte Frutos, tomando posición clara con los países progresistas de la región. El momento histórico está registrado en el documental «Al Carajo», de Martín Granovsky. https://www.youtube.com/watch?v=mXc_bnGGwK4

11 Rodríguez, José Carlos. «Entre el Mercosur y el ALCA», Nueva Sociedad, Mayo-Junio 2006.

12 Aharonian, Aram, El progresismo en su laberinto. Del acceso al gobierno a la toma del poder. Ediciones Ciccus, Buenos Aires, Argentina, 2017.


 

13 DGEEC, Boletín de Pobreza, 2016.

14 Economía Subterránea. Asociación PRO Desarrollo Paraguay, Asunción 2016. El reporte señala que «la Economía Subterránea encierra mucho más que el comercio fronterizo; implica además lavado de dólares, tráfico de drogas prohibidas, piratería, etc.», p.52. Este submundo criminal, con inserción en el poder político del país, tiene vigencia cada vez más evidente en la actualidad, aunque opera hace varios años dominado por organizaciones criminales brasileñas, principalmente el Primer Comando Capital. http://epoca.globo.com/brasil/noticia/2017/06/o-violento-plano-de-expansao-no-paraguai-da-maior-faccao-brasileira.html


 

15 Méndez Grimaldi, Idilio. «Batalla contra el imperialismo, la oligarquía y la corrupción», en Gobierno Lugo. Herencia, Gestión y Desafíos. BASE IS, Asunción 2009, p. 29.

16 Ídem, p. 30.

17 Idem, p. 30.

19 Ídem, p. 35.

20 Rojas Villagra, Luís. « ¿Quiénes y cómo definen la política económica de la era Lugo?». En BASE-IS, Op. cit., p. 51.

22 Palau Viladesau, Tomás, «La cuestión agraria. Principal espacio de acumulación del capital en el Paraguay», En: BASE-IS, Op. cit., p. 67.

23 «El documento que se utilizó para juzgar a Lugo planteó una circularidad en las acusaciones: algunos de las causales de enjuiciamiento se sostenían en las otras, y entre ellas sostenían una “culpabilidad” que no fue acompañada por ninguna evidencia. Los argumentos utilizados fueron una clara prolongación de horizontes de sentido stronistas, o discursos hegemonizados durante la dictadura, que volvieron para justificar el juicio». López, Magdalena, «La presencia de la “Guerra contra la Triple Alianza” en las narrativas en torno al juicio político a Fernando Lugo Méndez en Paraguay (2012)», Estudios Paraguayos - Vol. XXXIV, Nº 1 - 2016, p 10.

24 Palau, Marielle, «Gobierno de Lugo: ¿escenario de construcción de alternativas?». En BASE-IS, Op. cit., p. 125.

25 Palau, Marielle, Idem, p. 128. El resultado de las elecciones municipales mostró que los partidos conservadores mantenían el número de municipalidades con 95% intendentes de su signo político. Las candidaturas no tradicionales sumaron menos del 5% de los intendentes.

26 El gobierno de Lugo tuvo dos documentos estratégicos, resaltando así la dualidad interna en su gabinete: el ministro de Hacienda Dionisio Borda lanzó su «Plan Estratégico Económico y Social, PEES» http://www.portalguarani.com/2036_fernando_armindo_lugo_mendez/19155_plan_
estrategico economico_y_social_pees_2008-2013__presidencia_de_fernando_lugo.html
y el jefe de gabinete, Miguel López Perito, presentó su «Política Pública para el Desarrollo Social Paraguay para Todos y Todas» (http://www.portalguarani.com/detalles_museos_otras_obras.php?id=27&id_obras=2088&id_otras=302, sin que se intentara tener una coherencia estratégica entre ambos.

27 Marx, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte: «Hegel dice en alguna parte que la historia se repite dos veces. Le faltó agregar: primero como tragedia y después como farsa».

https://www.alainet.org/es/articulo/191895?language=es

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