(A propósito del debate en torno al Aborto Legal y la movilización de adolescentes y escuelas secundarias)

Respuesta a un tuit con algunos caracteres más.

Medir la conciencia por una toma es propio de quien sabe de medidas pero poco de lo que pasa en las escuelas.

Medir la conciencia adolescente demonizando la toma y salpicando a todos ellos/as con el estigma es un ritual cotidiano de la corporación mediática, tapando la centralidad de sus reclamos, tanto el de este tuit como cuando han demostrado ser quienes más y mejor defendieron la escuela pública como derecho social , gritándole a funcionarias/os que solo monologan con la TV y a tanto adulto adormecido como a toda la sociedad que quieren estudiar en una secundaria pública como derecho social y no reducida a power point o una escuela como aplicación para bajarse en el celular y deterioro o disciplinamiento en la relación con el conocimiento y el mundo del trabajo.

La toma ha sido demonizada aunque también una manera más rápida e improvisada. Es una estrategia de lucha que debe evaluarse como límite extremo luego de tantas otras.¹ No es lo mismo cuando el reclamo es por la mejora de un buffet que si el Estado hace abandono de escuela, y se caen techos, no hay gas o vacantes, entre otras violencias institucionales.

El reclamo estudiantil para legalizar el aborto es indicio de conciencia ciudadana pública y un acto de justicia que requiere esta sociedad, legítima reivindicación hacia nuestros representantes parlamentarios. Mi opinión es que la toma no es pertinente, y podrían ser valiosas otras maneras de desparramar, en patios, recreos, clases y pasillos, esa ola verde de argumentos para crear conciencia y presionar al parlamento. Una oportunidad de estudiantes generando espacios con adultos, para debatir entre generaciones y fortalecer argumentos para hacer una democracia más democrática.

La lucha de tanto estudiantado no se mide por una toma, ni por cuatro, tampoco debe ser objeto de medición, sería bastante mejor fuera motivo de conversación, de respetable tensión, de un mundo adulto que se anime a dar discusión con la fuerza del argumento y con la educación pública como farol.

Medir la conciencia por una toma es una mirada tan limitada como quien pretende evaluar la calidad educativa solo con PISA y APRENDER desconociendo la desinversión y el ajuste público en educación.

Medir como obsesión es directamente proporcional a una educación que reduce al otro a objeto de control y legitima como buen ciudadano y vecino a un/a estudiante disciplinado como respondedor serial de evaluaciones estandarizadas. Docentes o voluntarios/as como meros aplicadores de preguntas hechas por otros, bien lejitos de ese peligroso lugar ( que tanto machacan y demonizan los medios) de docente como trabajador/a y sujeto que construye, sostiene y defiende una escuela pública como derecho social, que me resulta más claro y comprometido que derecho fundamental, que parece resbalarse a lo individual!

Hay que intentar debatir y quebrar esa lógica demonizante del zócalo o panelismo televisivo que refuerza la vecinocracia del otro como amenaza y la democracia como mercadería.

La “secundaria del futuro” del marketing mediático es inversamente proporcional a lo mejor de la tradición de la escuela pública argentina, que está ligada a la construcción de ciudadanía democrática.

11 de junio de 2018

Gabriel E. Brener

Lic. en Educación UBA, Especialista en Gestión y Conducción de Sistema Educativo por FLACSO y Profesor de Enseñanza Primaria por la Escuela Normal Nº 4. Es Profesor Adjunto Concursado de la Cátedra de “Conducción de las Instituciones Educativas” en la Licenciatura en Educación de Universidad Nacional de Hurlingham.