Ecuador: Al final, la vida sigue igual
- Análisis
Llegar al poder a como dé lugar. Esa parece ser la meta de los candidatos finalistas Jaime Nebot y Abdala Bucaram que disputarán la Presidencia de la República en las elecciones del 7 de julio de 1996.
Pero gane quien gane, la suerte del país está echada: el esquema que aplicarán no se saldrá de los parámetros neoliberales, y quien gane asumirá el gobierno con altos grados de desprestigio y falta de credibilidad, en parte debido a la propia campaña negativa que han impulsado los propios candidatos.
Los resultados definitivos de las elecciones primarias del 19 de mayo arrojaron un 22.87% para el derechista Jaime Nebot del Partido Social Cristiano y el 22.11% para el populista Abdala Bucaram, del Partido Roldosista Ecuatoriano, de un total de 4525.882 votos válidos. El candidato Freddy Ehlers del recientemente creado Movimiento Unidad Plurinacional Pachakútic Nuevo País (expresión de los movimientos indígenas y otros movimientos sociales) obtuvo el 17.34%, además de 8 escaños en el congreso unicameral.
La escasa diferencia entre los dos finalistas (34.030 votos) ha determinado una disputa, palmo a palmo, del electorado. En contraste con la primera ronda, los dos candidatos han recurrido a una campaña negativa, con la que buscan desprestigiar al rival, sacando a relucir su pasado violento, arbitrario e irregular. Uno de los spots muestra al ex—diputado Jacobo Bucaram, hermano de Abdala, golpeando al actual alcalde de Quito, Jamil Mahuad, mientras otro presenta a un Nebot que lanza insultos y furibundas amenazas contra sus adversarios políticos en la época en que era legislador.
Lo peor de todo, es que las imágenes que se presentan no son montajes, sino que corresponden a la descarnada y cruel realidad. Así han sido y eso son los candidatos. Y aunque ambos se defiendan señalando que esos son errores del pasado, y que han cambiado y madurado, no logran convencer a una ciudadanía que se muestra escéptica, hastiada y sin mayores opciones y esperanzas.
Cualquiera que gane las elecciones del 7 de julio va a entrar con graves problemas de desprestigio, ilegitimidad y falta de credibilidad, que con seguridad limitarán su capacidad de maniobra.
En busca de apoyo
Los dos candidatos han buscado afanosamente ganar aliados en el espectro de los partidos de centro e izquierda, y especialmente en los movimientos sociales. Como los dos candidatos pertenecen a una misma región (la Costa) ha concentrado su atención para captar el electorado de la Sierra, que será el que incline la balanza.
En el propósito de captar la votación que se inclinó por Pachakútic—Nuevo País, los dos candidatos, sin mayores reparos, han asumido los planteamientos indígenas de convocar a una asamblea constitucional para reformar la Carta Política, de viabilizar el planteamiento del Estado plurinacional e incluso han ofertado puestos burocráticos: Bucaram ha prometido crear el Ministerio Indígena, y el Partido Social Cristiano de Nebot ha ofrecido la presidencia del Congreso para Luis Macas, el diputado nacional electo en representación de Pachakútic- Nuevo País.
Bucaram ha demostrado mayor capacidad de concretar acuerdos con partidos pequeños, poderes locales y organizaciones sociales y sindicales. En cambio Nebot solo ha logrado la adhesión de algunos líderes sociales y políticos que no pertenecen a su entorno inmediato. En uno u otro caso, cuando ejerzan el poder se verán obligados a responder por los compromisos adquiridos.
En el campo económico y social, Bucaram y Nebot exhiben más semejanzas que diferencias. Los dos aceptan el marco impuesto por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Ambos se muestran partidarios de crear las condiciones para captar la inversión extranjera, han prometido eliminar las alzas mensuales de la gasolina, han dicho que comprarán pagarés en el mercado secundario para reducir la deuda externa, han expresado que darán prioridad a la inversión social, que recurrirán a medidas drásticas, como la prisión, para combatir la evasión tributaria y el contrabando.
Por lo demás, el panorama del país que les tocará enfrentar es muy poco alentador: un déficit que según Bucaram será del 1% del PIB; una fuerte recesión económica, derivada en gran parte de las elevadas tasas de interés que superan el 70% y que constituye un factor de desaliento para cualquier actividad productiva; niveles de pobreza y extrema pobreza alarmantes que, según el Banco Mundial, se ubican en el 35% de la población; corrupción generalizada; desigualdades sociales y regionales; inseguridad y delincuencia.
En estas condiciones, la pregunta que surge es ¿podrán cumplir las abundantes y generosas ofertas de campaña?
Publicado en el Servicio Informativo Nº 235, ALAI, 27-06-1996, Quito
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