La información y opiniones que circulan a partir de que el Consejo General del Instituto Nacional Electoral impuso una multa de 197 millones de pesos al Movimiento Regeneración Nacional por la operación del fideicomiso Por los demás, coloca en primer plano el tema de las formas, los estilos personales de gobernar del presidente, y en este caso del candidato triunfante en las urnas el 1 de julio, por una mayoría sin precedente en la historia electoral mexicana.

Se dice en nueve palabras, pero de él se deriva un capital político sumamente valioso, con el que ningún presidente contó y, por ello, cuidarlo y defenderlo es una tarea de primer orden, sobre todo cuando las apuestas por “el fin de la luna de miel” pujan por ser ordinarias para unos. Y para otros, “muchos” de los que votaron (30 millones 113 mil 483) por López Obrador “ya se arrepintieron”.

Apenas cumplió tres semanas “don Andrés Manuel”, como le llaman algunos encandilados por el poder que antes lo apodaban Peje, y las solicitudes, peticiones y demandas se concentran en la calle Chihuahua de la colonia Roma, mientras Los Pinos pasa a un segundo plano, aunque Enrique Peña Nieto anuncia un “cierre a tambor batiente” de su gobierno que pregonó “Mover a México”, que ahora está muchísimo más endeudado, con más paisanos en la pobreza, la inseguridad pública desatada y la corrupción generalizada.

Capital político forjado en la conexión entre el hartazgo ciudadano y social con un liderazgo político y una propuesta de cambio que reconstruyó a lo largo de 18 años las esperanzas de muchos mexicanos.

Lo hasta aquí sólo enunciado, explica la reacción de AMLO ante la decisión, atinada o no, apegada a derecho o “vil venganza”, o bien a medias una u otra porque las verdades absolutas no existen más que en las religiones y sus autoridades tarde pero también cambian, de 10 de los 11 consejeros del INE para multar a Morena, salvo lo que en última instancia decida el Tribunal Electoral del Poder Judicial.

“Vil venganza” que levantó ámpula y los conductores de noticieros no atinaban a explicar. “¿Venganza de qué?”, preguntaron, como si su trabajo fuera formular preguntas a la audiencia y no responderlas.

Un extorsionador de políticos desde un semanario hidrocálido afirmaba que duele mucho más una patada al bolsillo que una a los testículos. Y para miles de funcionarios de la “burocracia dorada”, la que acaba de recibir aumento de sueldo por disposición de Hacienda, las líneas de acción de AMLO en materia salarial les cambiarán la vida para mal, cuando su modus vivendi estaba perfectamente armado, incluidos los consejeros del INE y su primer círculo.

En todo caso Obrador tiene pleno derecho a defenderse de las imputaciones al parecer poco sólidas y transparentes del INE. Y por supuesto que lo hace en su estilo directo y franco que lo caracteriza. Pedirle que se apegue a los estilos y métodos de la política de la simulación que domina y tanto daño hace a México y su democracia, que sea “políticamente correcto”, es pedirle peras al almo y, en el fondo, también es buscar que todo siga igual, para que el cambio sea básicamente de nombres, siglas y funcionarios, como en los últimos 36 años.

La realidad mexicana ya no es posible leerla y menos interpretarla con los códigos y formas de lo “políticamente correcto”, entre otras cosas porque el sistema de partidos sufrió un durísimo revés de la ciudadanía y emergió una fuerza inexistente hace un lustro, y los siguientes años fue subestimada hasta la calumnia y sin tener ninguna consideración con la terca realidad.

Utopía 1995. 23-VII-18.

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