A casi un mes de la elección presidencial que todo indica marcará un antes y un después en el país, los tres grandes del sistema de partidos que tronaron como ejotes en las urnas, ni Acción Nacional ni el Revolucionario Institucional atinan a plantarse frente a los nuevos retos que tienen para trascender y no quedar relegados a la oposición por sistema y menos todavía a la testimonial.

Y el De la Revolución Democrática permanece en su obsesivo ejercicio de demonizar al candidato presidencial triunfante, Andrés Manuel López Obrador, como causa y origen de todos sus males en el último lustro, y que lo sitúan junto al PRI, como potenciales grupos marginales si no acaban de ponerse las pilas para que su mirada trascienda los árboles y muestren aptitud para ver al bosque, sobre todo los muy desacreditados e incluso repudiados Chuchos, a quienes analistas “liberales” del oligopolio mediático presentaban como “la izquierda moderna”. Hoy fingen demencia María Amparo Casar y Leonardo Curzio, entre muchos.

El principal partido de la oposición en términos de los escaños federales y locales, gubernaturas y alcaldías que ocupan, el PAN se encuentra atareado en la disputa por la coordinación de los grupos parlamentarios en las dos cámaras del Congreso. Para la cámara que sesiona en Reforma e Insurgentes están en plena campaña para coordinar a 24 senadores –14 menos que los que tiene ahora y menos de la mitad frente a los 55 del Movimiento Regeneración Nacional como tal, pues cuenta con otros en los dos partidos aliados, a partir del 30 de agosto–: Gustavo Madero, Damián Zepeda y Josefina Vázquez Mota, entre otros. Disputan un cargo sólo para ocuparlo dos meses, pues cuando el PAN elija a su nuevo presidente, éste de manera ejemplarmente “democrática” designará a los coordinadores, tal y como lo establecen sus estatutos.

Tan no entienden las 11 familias o grupos que administran al PAN hace décadas, que Ricardo Anaya permanece en condición de damnificado político y no aparece por ninguna parte, mientras que su “estratega” Jorge Germán Castañeda volvió como si nada a sus tareas de analista. Y en un exceso de cinismo o de no entender nada de lo que sucedió el primer domingo de julio, el actual presidente en funciones del panismo aspira a coordinar a los senadores. Actúan como pequeños burócratas de la política que anteponen los intereses personales a los del PAN.

El partido tricolor no canta mal las rancheras. Ya designó a Miguel Ángel Osorio para coordinar a sus 13 senadores y a René Juárez para encabezar a los 44 diputados, los grupos parlamentarios más pequeños en la octogenaria historia del PRI.

Pero los números no amilanan al expresidente del priismo después de la monumental derrota política que le propinó la ciudadanía, Morena y AMLO, pues el grupo priista en San Lázaro “será pequeño en términos numéricos, pero muy grande en argumentos, ideas, experiencia, convicción”. Además de que el guerrerense promete que se convertirán en una oposición con dignidad y congruencia que actuará sin cerrazón ni sumisión. En tanto que Claudia Ruiz Salinas, la presidenta en funciones, asegura que será “una oposición responsable, que anteponga el interés de México, pero que también anteponga y abandere las causas sociales de la gente, en particular las de menores recursos”.

Si las promesas políticas de Juárez Cisneros y de la sobrina de Carlos Salinas, tuviesen respaldo en la trayectoria de los dirigentes del PRI, no a lo largo de 80 años sino en los últimos seis, permanecerían como partido mayoritario.

Utopía 1998. 30-VII-18

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