Las recurrentes impugnaciones a la designación de Manuel Bartlett como futuro director de la Comisión Federal de Electricidad, por parte del presidente electo de México a partir del miércoles 8, no sólo es la constatación de la saludable presencia de los críticos de oficio y beneficio de Andrés Manuel López Obrador pese a los 30 millones de votos que obtuvo o precisamente por ello, sino también de la diversidad política después de los resultados catastróficos en las elecciones del 1 de julio para la mayoría de los partidos.

Para que unos y otros se expresen es preciso que exista materia sobre la cual pronunciarse y hechos que lo permitan. Por ello no es exacto que la derecha (como si fuera una sola) y los conservadores son los que están atrás de la campaña impugnadora. Las voces son disímbolas y numerosas en los medios y las redes sociales y cualquier explicación sustentada en la conspiración explica muy poco. Además, los meses y años por venir serán los de una disputa permanente.

Las críticas llegan al extremo de negarle conocimientos en el tema energético a Bartlett Díaz, cuando es coautor de El debate sobre la reforma eléctrica. El petróleo y Pemex, despojo a la nación, en coautoría con el experto Víctor Rodríguez Padilla; así como del volumen Reforma energética anticonstitucional, privatizadora y desnacionalizante, en dos tomos; también coordinó el libro colectivo Estrategia urgente en defensa de la nación. Política energética para que México sea potencia económica en el siglo XXI. Y es un tenaz opositor a los proyectos privatizadores del estratégico sector.

También es cierto que el exgobernador de Puebla nativo de Tabasco y exsecretario de Educación Pública no aprovecha el revuelo que aún levanta su desempeño como secretario de Gobernación en capítulos como la “caída del sistema” en 1988, frase que él atribuye al Diego Fernández de Cevallos, año en que la computación estaba en ciernes como para ser determinante en un fraude que 30 años después no acaba por demostrarse.

Lo cierto es que los políticos no saben, no quieren o no pueden, y Bartlett no es la excepción, aprovechar la adultez mayor, él tiene 82 años de edad, para clarificar capítulos polémicos de su trayectoria en el partido prácticamente único o al servicio de la Presidencia absolutista. Hacer corte de caja con un pasado en el que acataba directrices u órdenes de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, lo que por supuesto no lo exime de responsabilidad, pero sobran dedos de una mano para contar a los valientes que le dijeron “no” al titular del Ejecutivo federal.

En los políticos cuenta y mucho su trayectoria, pero es preciso que cuente más, sobre todo en tiempos que anuncian cambios y hasta transformaciones, dicen que la cuarta en la historia de México, no principalmente por de dónde vienen, sino hacia dónde van.

La vida al lado de los comunistas de 1966 a 1986, me dio la oportunidad de conocer y aprender de ejemplares luchadores sociales y políticos de la izquierda variopinta, donde algunos de ellos, unos cuantos por cierto, se embarcaron en el voto útil que promovió Jorge Castañeda para llevar a Vicente Fox a Los Pinos. Y cuando este empresario cocacolero hizo de las suyas, como dilapidar la renta petrolera y enriquecer a sus familiares, sus promotores se justificaban: “Nosotros lo ayudamos a ganar la Presidencia, lo que él hizo allí no es asunto nuestro”. Pero cerraron filas con Ricardo Anaya.

Importa más hacia dónde va un dirigente político que de dónde viene. Salvo su mejor opinión.

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