Las TICS y el desafío del comercio electrónico

04/10/2018
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La acelerada concentración de empresas que brindan servicios en tecnologías de informática y comunicaciones ha obligado a muchos analistas de la economía capitalista a plantearse el estudio respecto a las nuevas realidades que están surgiendo en la actualidad y que, de un u otra manera, cambiarán totalmente el panorama mundial.

 

Respecto a este tema, algo que escapa a la comprensión de mucha gente alrededor del planeta es que los algoritmos utilizados por las principales corporaciones globales que acaparan la tecnología digital de una forma casi monopólica (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft), están diseñados para alinear y automatizar las decisiones de todos aquellos que recurren a ellas en búsqueda de información, lo que contribuye a cimentar una visión sesgada de la realidad y, por tanto, del conocimiento (lo cual implicaría una limitación enorme de nuestra capacidad de pensar por cuenta propia) en favor de quienes -así suene a ciencia ficción- pretenden ejercer un dominio incuestionable del mundo. En tal caso, los datos suministrados voluntariamente por los usuarios pasan a ser productos de estas grandes corporaciones, las cuales le darán el uso mercantil que sea necesario para incrementar sus elevadas ganancias.

 

“Estas corporaciones -explica Alfredo Moreno en su artículo Las TICs. El debate: politizar o asumir el colonialismo digital’- cuentan con plataformas tecnológicas basadas en software que han logrado penetrar en la intimidad de cada ciudadano y ser el centro del deseo de pertenecer a la comunidad digital organizada. Las plataformas Uber, Airbnb, WhatsApp, Facebook, Instagram, Alibaba, etc. han empoderado a las empresas más ricas del planeta. Solamente con crear un ámbito para intermediar la conexión de personas y servicios pagos para los usuarios (ciudadanos) de las redes sociales y servicios TICs, nos integraron a un ecosistema donde no tenemos ni voz, ni voto. Si aceptas, perteneces y pasas a ser ‘usuario’, sino te quedas afuera”.

 

Como muchos ya lo advierten, abriendo una brecha en medio de la cartelización creciente de la información, las tecnologías digitales y la automatización han provocado una serie de realidades que tienen un impacto profundo en la vida íntima de muchas personas, así como en todo el conjunto social. Cuestión que también tendrá sus repercusiones en las estructuras de la gobernabilidad, a tal punto que algunos analistas anticipan (en el mejor de los casos) que éstas podrían caracterizarse por una racionalidad, una transparencia, una efectividad y una democracia mayores a las actualmente existentes; de evitarse el control social que otros perciben mediante el uso de las redes sociales.

 

En su análisis Comercio electrónico y la agenda de las transnacionales”, la periodista británica-ecuatoriana Sally Burch previene que “cualquier acuerdo comercial que regule (o desregule) el ‘comercio electrónico’ estaría de hecho sentando las bases globales para el conjunto de la nueva economía digital, hacia la cual estamos transitando velozmente, con enormes implicaciones para el modelo económico, el empleo, el desarrollo, la dependencia o soberanía nacional e incluso los derechos humanos”. El entendimiento de esta nueva realidad bajo el capitalismo debiera incitar el debate, la elaboración y la puesta en práctica de un vasto proyecto transformador y rupturista que abarque todos los elementos que conforman la realidad inmediata del sistema-mundo en que se halla la humanidad entera. Éste es uno de los desafíos ineludibles que nos impone a todos la economía digital. Su superación supone la construcción de un mundo menos desigual donde la autogestión y la independencia de toda dominación (interna y externa) sean sus principales elementos constitutivos.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/195721
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