“Argentina ha delegado la defensa nacional en manos del Comando Sur”

17/10/2018
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Elsa Bruzzone
Foto: FARCO
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 535: Paz y NoViolencia: Rebeldía a un sistema violento 17/09/2018

Diálogo con Elsa Bruzzone, especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional, secretaria del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida) y asesora ad honorem del Congreso sobre recursos naturales estratégicos.

 

- El presidente argentino Mauricio Macri anunció el uso de las fuerzas militares en operativos de seguridad interior y todos nos agarramos la cabeza.  Presupusimos que al tratarse de un mandato fuera de la ley, eso sólo se quedaría en una de las tantas declaraciones fallidas del presidente.  Sin embargo, se anunció el plan Frontera Norte y una parte del ejército quedará bajo la órbita de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich y se ha puesto en marcha un plan de reubicación de los efectivos.  ¿Cómo hay que entender esta reorganización, Elsa?

 

Esto obedece a dos razones.  Razones internas y razones externas.  Las razones externas es el pedido sistemático del Comando Sur, del comando militar creado por Estados Unidos para todo lo que es el continente americano, el primer comando militar fue creado en 1953, que es el brazo armado de la famosa Organización de Estados Americanos (OEA), creada en 1948.  Desde hace unos años, insistentemente han venido presionando sobre los gobiernos de la región que tengan una línea divisoria entre seguridad y defensa nacional, para que esta línea sea rota e implicar a las fuerzas armadas en la lucha contra las hipótesis de conflicto que ellos dicen que son: el narcotráfico, el terrorismo, las armas de destrucción masiva, las migraciones y los desastres naturales.  Pero también el control social sobre la población, la vigilancia sobre la población que pueda mostrarse esquiva o que puede generar inestabilidad, como le llaman ellos, a las políticas económicas impuestas desde Washington.

 

Y, por otra razón, a órdenes internos; que como este modelo social y económico sin represión no cierra, y ante la posibilidad de que las fuerzas de seguridad sean sobrepasadas por la movilización popular, por la resistencia de nuestro pueblo, implican a las fuerzas armadas en la seguridad interior.  Ahora, en realidad, esto es violatorio de las leyes de defensa y de seguridad interior, que solamente pueden ser modificadas por el Congreso de la Nación y es el Congreso el único autorizado para decidir cuál es el papel que van a tener las fuerzas armadas; pero apunta, sobre todo, a la destrucción ya final de lo que son las fuerzas armadas de un país.  Todas las fuerzas armadas, en cualquier país del mundo, tienen por misión la defensa del territorio ante un enemigo estatal externo y, a veces, como en el caso de lo que le ha pasado a Irak y a Siria o le está pasando a Yemen, la creación de fuerzas mercenarias por parte de Estados Unidos, de la OTAN, de Israel y los países del Golfo Pérsico, en estos países, donde han creado verdaderos ejércitos mercenarios que son los grupos terroristas que azotan estos países.

 

¿Y cómo se está llevando adelante este proceso?

 

Entonces, como la Argentina ha delegado la defensa nacional en manos del Comando Sur, ya no necesita las fuerzas armadas, entonces, hay que transformarlas en fuerzas de seguridad; hay planes de mandar 3.000 efectivos del ejército a gendarmería, transformarlos en gendarmes.  Por eso se ha destruido todo lo que es la economía de producción para la defensa, que es la que a uno le da autonomía en materia de defensa.  Por eso la destrucción de Fabricaciones Militares, la fábrica de aviones, de tanques medianos, los astilleros Tandanor, Astilleros Río Santiago…  Se le ha dicho a las fuerzas armadas que van a recibir equipamiento, lo cual es falso, porque el equipamiento que se ha comprado tiene 30 y 50 años de antigüedad y está totalmente reciclado.  En el caso de la fuerza aérea, los aviones que compraron les sirven para entrenamiento, pero no para hacer frente a una agresión aérea externa y se los vuelve a implicar en la doctrina de la seguridad nacional, marcándoles que el enemigo es su propia población.

 

Estamos viviendo una suerte de ofensiva en nuestro territorio latinoamericano, en una disputa entre los intereses económicos y geoestratégicos militares de los Estados Unidos, también con los de la otra gran potencia actual, que sería China.  Hay una reconversión de todo ese eje y una lucha por prevalecer con un unilateralismo muy belicoso de parte de los Estados Unidos y está enmarcando un posicionamiento muy claro alrededor de puntos clave de recursos naturales como son el acuífero Guaraní, en Neuquén, cerca de Vaca Muerta y de la base aeroespacial china y ahora también esto que se habla de Jujuy, el litio y esto de presentar a Bolivia como un posible enemigo.  ¿Qué están queriendo generar?

 

El tema es que en la nueva estrategia de seguridad de Estados Unidos, figuran como sus enemigos principales China, Rusia e Irán, pero también están Venezuela y Bolivia, porque son dos gobiernos que no aceptan los condicionamientos, ni se ponen de rodillas como sí lo hacen el resto de los gobiernos de la región.  Entonces, como son sus enemigos y están muy preocupados por los acuerdos que se firman con China, pero también los acuerdos que se firman con Rusia, la presencia de las empresas chinas, las empresas rusas también en el continente y la posibilidad de acuerdos con Irán que tienen algunos países, como Venezuela y Bolivia.  Eso hace que haya una ofensiva por recuperar el terreno perdido.  Nunca dejamos de importarles a los Estados Unidos, pareció que miraban para otro lado, pero no significaba que no nos tuvieran en cuenta.  Ahora la ofensiva se ha instalado con todo y de una manera que gobiernos que surgieron por el voto popular han hecho una alineación incondicional con los objetivos y los intereses de los Estados Unidos y en el caso de Argentina, también con Gran Bretaña y el Estado de Israel.  Unas relaciones carnales que no son ya las de la década del 90, sino que se han dado varias vueltas de tuerca y podríamos decir que están recargadas.

 

Me imagino que eso debe generar mucho malestar dentro del ejército, es algo que atenta contra los valores que mueven a la gente que se acerca al ejército.  Es una afrenta.

 

Hay mucho malestar, primero y principalmente, porque los componentes actuales de las fuerzas armadas y del ejército ya no son más integrantes de lo que fueron en su momento las oligarquías locales, sino que son ciudadanos de clase media, clase media baja, clases populares, donde los planes de estudio son democráticos, donde los profesores también son democráticos, donde ellos son formados en democracia; y en el caso del ejército, ya desde el año 2006, elaboró un proyecto que se llama “El ejército argentino en el horizonte 2025” donde determina que el país podía ser víctima de una agresión extrarregional, que alude sin nombrar a Gran Bretaña, a la OTAN y a Estados Unidos, por sus recursos naturales, y en función de ello, determina que habría que hacer toda una reestructuración, enviar los regimientos, todo el personal a aquellas zonas donde están los recursos naturales para actuar para preservarlos, pero también de disuasión ante un ataque estatal externo.  Entonces, ellos tienen muy claro que la hipótesis de conflicto real del país son los recursos naturales, pero son también las Malvinas, las islas del Atlántico Sur, la Antártida, el Mar Argentino, los espacios vacíos de población.  Hay que tener en cuenta que desde hace 40 años hay un proyecto elaborado por Estados Unidos, por Gran Bretaña y por Francia, en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de que aquellos países que tengan en su territorio vacío de población, hay que desmembrarlos, transformarlos en protectorados de Naciones Unidas para llevar a ellos los refugiados ambientales, que son los habitantes de los países islas y de los países costeros, que por el aumento del nivel del mar van a desaparecer.

 

Entonces, tienen muy claro cuáles son las hipótesis de conflicto del país y ahora ven que ya no se habla de esas hipótesis, que les quieren imponer las que marca Estados Unidos, ven que han desguazado toda la producción para la defensa y ven que se los está transformando en fuerzas de seguridad, en un regreso a las doctrinas de seguridad nacional, donde está totalmente desvirtuado lo que es el rol de las fuerzas armadas.  Hacia el interior hay un gran descontento, además del regreso a las relaciones carnales, porque si hay algo que el ejército no olvida es Malvinas y no olvida la ayuda prestada por Estados Unidos a Gran Bretaña, cuando en realidad nos debería haber defendido a nosotros por el Tratado Interamericano de Defensa Recíproca.

 

También se busca conformar una fuerza de intervención suramericana, a la cual se sumaría también Panamá, formada por Brasil, Argentina, Perú, Colombia, a la cual podría sumarse en algún momento Chile, con el objetivo de una intervención militar en Venezuela, objetivo permanente de Obama y ahora también de la administración Trump.

 

Uno entiende, que el ejército se debe en obediencia a su comandante en jefe que es el presidente.

 

Exactamente, no van a dar un golpe de estado.  Se subordinan.

 

Pero, ¿puede ser que se resistan a cumplir según qué órdenes?

 

Sí, pueden resistirse, pero entonces tienen que pedir el retiro o pedir la baja.

 

Uno no puede esperar ahí una acción revolucionaria de parte de los militares.

 

De ninguna manera.  Esto es un debate que nosotros venimos sosteniendo, se lo tiene que dar nuestro pueblo, porque si queremos un verdadero proyecto de liberación nacional en todos los sentidos y se va a necesitar que las fuerzas armadas se involucren en ese proyecto, se va a necesitar una unión cívico-militar, que es el concepto del pueblo o nación en armas, que fue con el que hicimos la independencia, que es lo que les está posibilitando, por ejemplo, a Venezuela, resistir a los enemigos de adentro y a los de afuera.  Esta conjunción va a tener que lograrse, pero esto es un debate que debemos darnos nosotros como sociedad y volver a las raíces nuestras.  Hay que volver a las raíces de la independencia y se tiene que debatir el proyecto y cómo lo vamos a llevar a cabo.  Tenemos que prepararnos para resistir.  Es algo que nos debemos todos si un día queremos ser realmente independientes, libres, autónomos y soberanos.  Debemos retomar el camino de la Revolución de Mayo.

 

Y pienso que es muy importante este diálogo con interlocutores que puedan ir surgiendo desde las fuerzas armadas, de las organizaciones que tienen que ver con el ejército, la Marina…

 

Yo te voy a comentar algo que siempre me decía mi esposo, el coronel retirado José Luis García.  Si el General Perón, en sus dos primeros gobiernos, hubiera involucrado realmente a las fuerzas armadas en el proyecto y no dejarlas apolíticas, no hubiera habido un junio, ni un septiembre de 1955, no hubiera habido el golpe.  Él me explicaba que a ellos venían la derecha y las oligarquías y hablaban libremente con ellos y les llenaban la cabeza.  Cuando Perón volvió, nos lo reconoció, me decía mi esposo, pero ya era tarde, porque las fuerzas armadas ya estaban aficionadas con la doctrina de la seguridad nacional.  Pero Perón reconoció que el error había sido no involucrarlas en el proyecto.  Y al no involucrarlas, dejó el campo libre para los que estaban en contra del proyecto para que la oligarquía y la embajada norteamericana les comieran la cabeza y los transformara en lo que después fueron, dando golpes cívicos-militares derrocando a los gobiernos constitucionales.

 

Mariano Quiroga es periodista popular; parte del equipo informativo de la radio Pichincha Universal (Ecuador), director artístico de Radio Hache en Buenos Aires y editor internacional de Pressenza.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/195982
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