La ayuda gringa
- Opinión
Hace pocos días el presidente de Estados Unidos de América, Donald J. Trump, amenazó con suspender la ayuda a Honduras.
"Si la enorme caravana de personas que se dirige a Estados Unidos no es detenida y enviada de regreso a Honduras, no habrá más dinero o ayudas a Honduras, con efecto inmediato" (Tweet de Trump traducido por El Economista [1])
La caravana es un éxodo masivo de personas, quienes se dirigen hacia la frontera sur de la Unión Americana, huyendo de Honduras en un intento por sobrevivir la miseria y violencia.
La amenaza -sin duda- resultó preocupante para el régimen de Juan Orlando Hernández, engendro del golpe de Estado, que ha secuestrado al Gobierno de Honduras mediante la fuerza de las armas. JOH inmediatamente cerró las fronteras y convirtió nuestro país en un inmenso campo de concentración.
La gente huye más que nunca. Huyen muchas personas más desde que se produjo el último episodio en la guerra del régimen contra la población: el robo de las elecciones, la represión brutal entre diciembre de 2017 y enero de 2018, cuando luego de un conteo altamente cuestionado por la comunidad internacional, miles de personas salieron a protestar a las calles. El recuento de los votos fue “supervisado” por la “coronela” Heide Fulton, Encargada de Negocios de la Embajada de EE.UU. finalmente el dictador fue impuesto como “regalo de navidad”. El robo de las elecciones fue “bendecido” por un comunicado del Departamento de Estado el 22 de diciembre.
Esa fue la ayuda gringa más reciente a la dictadura en Honduras, dejando más claro que nunca que seguimos manteniendo una relación subordinada neocolonial, seguimos siendo aquella “República Bananera”. Unas semanas antes, a inicios de diciembre, mientras el régimen reprimía salvajemente a la población que ejercía su derecho constitucional a la rebelión [2], el gobierno de EE.UU. dio otra ayudita: la certificación por “buen desempeño” en materia de protección a los Derechos Humanos [3]. Esta certificación garantizó la entrada de más fondos para sostener a la dictadura.
También en 2009 fue una gran ayuda que el Departamento de Estado no calificara del Golpe de Estado la crisis política y eventos del 28 de junio, Hillary Clinton -Demócrata por cierto- fue pieza clave para impedir la restitución del gobierno constitucional de Zelaya. Se impuso así, con ayuda gringa, la solución electoral custodiada por los mismos militares que dieron el golpe y reprimieron a la resistencia.
Los últimos diez años de ayuda gringa han consolidado una dictadura en Honduras. Es el último capítulo de una larga historia de “ayudas” que han moldeado la actual situación de miseria, crisis humanitaria, violencia generalizada, maras (pandillas), narco-Estado, militarización de la seguridad y represión.
La historia de nuestras relaciones subordinadas data de más de un siglo. No pretendo ir tan atrás, aunque a veces es importante mirar al pasado para entender. Invito a ver algunos elementos de la década de 1980, cuando Honduras se convirtió en el portaaviones norteamericano (‘USS Honduras’ al decir de Philip Shepherd [4]).
Se podría decir que es en ese momento que -gracias a la ayuda de los EE.UU.- se sientan las bases de la tragedia actual. Es el momento de la guerra en nuestra región: Guatemala y El Salvador tienen procesos armados al interior, mientras Nicaragua revolucionaria es atacada por diversos frentes. En este escenario regional, Honduras se convirtió en la “punta de lanza de la estrategia de despliegue rápido norteamericana” pues nuestra ubicación geográfica resultaba “idónea para los planes de guerra norteamericanos, pues colinda con los tres países más conflictivos para Estados Unidos: Nicaragua, El Salvador y Guatemala” [5].
A partir de 1983 Honduras se convirtió un país ocupado militarmente por EE.UU. Con la ayuda norteamericana nuestro país se volvió el más militarizado del continente en relación al tamaño del territorio [6], era en una verdadera plataforma de intervención en el istmo. Fluyeron millones de dólares hacia Honduras, para financiar la guerra de Reagan en Centro América. Entre 1983-1984 nuestro territorio estuvo inundado por miles [7] de tropas norteamericanas realizando “maniobras de entrenamiento”, la presencia fue continua durante toda la década.
El gobierno de Honduras ofreció el territorio a cambio de fondos que permitieran sortear la situación de bancarrota del Estado. La prostitución de nuestra soberanía es manifiesta en la misiva presidencial girada por Suazo a Reagan, en ella apuntaba que: “Intereses estratégicos de Estados Unidos también están siendo protegidos a muy bajo costo para su país "[8]. Emisarios ofertaron abiertamente a la Comisión Kissinger la posibilidad de convertir al país en un Estado Libre Asociado [9] y manifestaron la disposición de iniciar la guerra contra Nicaragua [10] (en cuanto Washington lo ordenase).
El Departamento de Defensa de EE.UU. estableció en agosto de 1983 la base de operaciones de la Fuerza de Tarea Conjunta 11[11] (ahora Fuerza de Tarea Conjunta Bravo) en la base “Soto Cano” conocida como Palmerola. Esa base militar continúa ocupada hasta hoy por militares norteamericanos (le costó caro al gobierno de Zelaya haber insinuado que ya no necesitábamos esa “ayuda” y que el Estado buscaría recuperar la soberanía).
La militarización y los millones de la guerra generaron diversos efectos a lo interno del país, entre ellos el enriquecimiento de unos pocos, la corrupción y la profundización de la desigualdad. Además, en este período se estrecharon las ya existentes relaciones entre militares y narcos [12].
La guerra en Centroamérica mató a miles de personas e hizo que miles más huyeran hacia Estados Unidos, en especial desde El Salvador, que se desangraba por la guerra civil (con ayuda gringa). Muchos jóvenes salvadoreños y centroamericanos se verían enfrentados a la violencia de las pandillas norteamericanas en Los Ángeles y conformaron su propia pandilla de “autodefensa”: La Mara Salvatrucha (Si sr. Trump, la MS13 es gringa, ciudadana por nacimiento). Al ser deportados, los jóvenes pandilleros se reinsertaron en nuestro territorio y reprodujeron la violencia, que se multiplicó y tropicalizó en la pobreza de nuestros barrios.
Y luego se desató otra guerra de EE.UU. en nuestra región: la guerra contra las drogas. En las últimas dos décadas esta nueva guerra hizo que el centro de operaciones de muchos carteles inundara nuestra región, cobrado la vida de miles de personas. Esto ha generado una espiral de violencia que ha justificado la remilitarización de la seguridad con la ayuda, por supuesto, de los gringos. Fluyen las ayudas para combatir un flagelo que tiene como principal causa el consumo en EE.UU., fluyen los millones para sostener narco-regímenes represivos dictatoriales, dizque porque son “aliados” en la lucha contra los carteles de drogas (los otros carteles).
Vivimos una gran tragedia y es en gran parte gracias a la ayuda de Estados Unidos. Es cierto que también el imperio ha realizado otro tipo de asistencias de carácter más paliativo, sin embargo, en comparación con el daño causado, éstas son como curitas sobre grandes machetazos… Y los corruptos se roban una gran parte (como acertadamente dijo el mismo Trump).
Será necesario hacer un balance y confrontar con datos numéricos. Sin embargo, sigo pensando que no hay “ayuda” que pueda pagar los golpes recibidos y la sangre derramada.
#YouGoHome
Notas
[1] “Trump amenaza con quitar financiamiento a Honduras si no frena caravana”, nota publicada en la versión digital de El Economista, 16 de octubre de 2018. Disponible en https://www.eleconomista.com.mx/internacionales/Trumpamenaza-con-quitar-financiamiento-a-Honduras-si-no-frena-caravana-20181016-0056.html
[2] Artículo 3 de la Constitución de la República de Honduras: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que esta Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional”.
[3] “EEUU aplaude a Honduras en materia de derechos humanos”, en Resumen Latinoamericano del 8 de diciembre de 2017. Disponible en http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/12/08/eeuu-aplaude-a-honduras-en-materia-de-derechos-humanos/
[4] En su artículo ‘USS Honduras’ put in harm’s way, publicado en el Miami Herald el 25 de febrero de 1985.
[5] Bermúdez, Lilia. Guerra de Baja Intensidad: Reagan contra Centro América. México, Siglo XXI: 1ra Ed. 1987. P 66.
[6] Ibid. P 67.
[7] Solo en los ejercicios “Pino Alto II” participaron unos 5,000 efectivos de la fuerza militar de EE.UU., de acuerdo a la Sub-Comisión del Senado norteamericano encargada de indagar respecto a los presupuestos usados para construcción de instalaciones militares por la administración Reagan en Honduras. “SENATE STUDY QUESTIONS A B UILDUP BY PENTAGON IN HONDURAS” aparecido originalmente en el New York Times, 02 de febrero de 1984 y disponible en https://www.nytimes.com/1984/02/02/world/senate-study-questions-a-buildup-by-pentagon-in-honduras.html
[8] “Honduras: militarización y desnacionalización”. En Revista Envío. No. 35, Mayo de 1984. Versión electrónica disponible en http://www.envio.org.ni/articulo/2653 Consultado el 12 de noviembre de 2018.
[9] “Honduras, Estado libre asociado de EE UU si los sandinistas se afianzan en Nicaragua”, versión digital del artículo aparecido en la edición impresa de El País, el sábado, 29 de octubre de 1983. Disponible en https://elpais.com/diario/1983/10/29/internacional/436230008_850215.html Consultado el 12 de noviembre de 2018.
[10] “New Regional Question Marks, New Military Offensive, New push for Contadora” en Revista Envío, No. 34, abril 1984. Versión electrónica disponible en http://www.envio.org.ni/articulo/3849 Consultado el 12 de noviembre de 2018.
13 noviembre de 2018
Del mismo autor
- La ayuda gringa 14/11/2018