Mali: Las dunas del terror
- Análisis
Entre el martes y miércoles de la semana pasada presuntos muyahidines atacaron en motocicletas, diferentes campamentos nómadas tuaregs de la tribu daoussahaks, dejando cuarenta y siete muertos en la región de Gao, cerca de Menaka, al norte de Mali, específicamente entre Tin-Abaw y Tabangut-Tissalatatene.
Hasta ahora ninguna de las organizaciones terroristas se ha adjudicado el ataque, al tiempo que las autoridades malíes, no han dado más detalles del hecho. La información se conoció a través de una comunicación oficial del Movimiento Azawad para la Salvación (MAPA). Según las autoridades de la región, no podían dar una cifra exacta de muertos ya que, para cuando llegó el ejército, los grupos de autodefensa del MSA ya habían enterrado los cuerpos, aunque sí se pudieron confirmar dos heridos. Según se informó, los atacantes huyeron hacia la frontera con Nigeria, donde “reina” Boko Haram, para cubrir su retirada generaron una serie de incendios forestales.
Los daoussahaks, la sub-tribu más numerosa y rica de los tuareg, combaten a los terroristas, apoyando al ejército de Malí y a las fuerzas francesas de la operación Barkhane.
El ataque podría provocar una nueva ola de enfrentamientos, que a lo largo del año ya han dejado unos 100 muertos. En septiembre pasado, motociclistas habían atacado otro campamento, en la línea fronteriza de Malí con Níger, asesinando a otros quince tuaregs. La posibilidad que estos enfrentamientos que parecen ser político-religiosos, podrían estar enmascarando un ajuste de cuenta entre narcotraficantes.
Las autoridades de Bamako anunciaron la semana pasada la detención de cuatro militantes, dos burkineses y malíes, que planeaban una serie de ataques en los últimos días del año, cuyo objetivo serían tres capitales de África Occidental: Abidja, (Costa de Marfil) Bamako (Mali) y Ouagadougou (Burkina Faso). La célula detenida en Koutiala, al sureste de Mali, en la frontera con Burkina Faso, liderada por el burkinés Adama Konaté, de 31 años, estaría relacionada con el secuestro de la monja colombiana, Gloria Cecilia Narváez desaparecida desde febrero de 2017 y otros atentados en la ciudad de Ouagadougou.
Desde la crisis de 2012, el norte de Mali se ha precipitado a un constante torbellino de violencia que no solo desestabiliza el país, sino a toda la región del Sahel (Ver Sahelistán del Nilo al Atlántico).
La operación de las fuerzas armadas francesas Barkhane (Duna Movediza) con más de 4500 efectivos y con una inversión anual de 700 millones de euros, que suplantó a la misión Serval en 2014, y que cuenta con el apoyo de tropas de los Estados Unidos y Reino Unido, además de otras muchas naciones como Alemania, Noruega, Canadá y España, en el marco de MINUSMA (Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí), no han logrado estabilizar la región desde entonces.
Controlar el norte de Mali, al igual que el occidente de Níger, para Francia es vital ya que en el sector fronterizo de Agadez, entre Mali y Níger se ubican las minas ricas de uranio, Arlit y Akouta, explotadas por la estatal francesa Areva. Cabe indicar que la matriz energética francesa está basada en sus cincuenta y nueve centrales nucleares, que proveen casi el 80 % de la electricidad utilizada en el país europeo.
Tras la sublevación tuareg de 2012, en reclamó de Azawad, su ancestral territorio, fueron alentados por la inteligencia occidental diferentes grupos integristas musulmanes, para que las reivindicaciones tuareg fueran asociadas al terrorismo.
Desde entonces, un número importante de organizaciones wahabitas se estableció en la región, fortalecido por la caída de Coronel libio Mohamed Gadaffi, quien tenía controlada sus actividades.
La estrategia, alentada por las potencias occidentales para justificar la represión a los históricos reclamos de la nación tuareg, se les ha salido de su cauce y hoy, prácticamente en toda la franja del Sahel, un territorio de poco más de 3 millones de kilómetros cuadrados y con más de 170 millones de habitantes, que corre desde el Indico al Atlántico, pululan diferentes organizaciones que juegan tanto para el Daesh, como para al-Qaeda, ejecutando de manera permanente diferentes ataques contra objetivos militares y civiles. De todas ellas, la más importante es al-qadiana, Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes, JNIM), una organización emergida de la unión de media docena de organizaciones que se unificaron en marzo de 2017. Estas organizaciones controlan el flujo de refugiados hacia los descontrolados puertos libios y manejan el narcotráfico (hachís, cocaína, opio y heroína), desde el Atlántico y el Índico, y buscan el camino al Mediterráneo para ingresar en los mercados europeos. Estas dos “actividades” son las fuentes de financiamiento más importantes, aunque se conoce que también Arabia Saudita y otras monarquías del Golfo Pérsico, han colaborado con los terroristas desde el inicio de sus operaciones.
La muerte de un líder
El pasado 23 de noviembre fuentes francesas informaron que en una operación conjunta de hombres de la Barkhane y el ejército malí, en la noche anterior, tras haber podido infiltrar con hombres de la inteligencia local varios meses antes la organización Khatiba (brigada) Massina, pudieron localizar la posición de su emir Amadou Kouffa, de entre 55 y 60 años, un veterano predicador wahabita de la tribu fulani, y lo eliminaron, junto a cuarenta de sus hombres, entre ellos Djourétou, el jefe de personal, Bobala, el jefe operaciones. El emir se encontraba a unos cincuenta kilómetros al noroeste de Mopti, en Massina, centro de Malí, donde se concentra el 40% de las acciones terroristas. La operación se inició con un ataque aéreo, para luego ingresar al campamento con tropas terrestre trasportadas en helicópteros.
El lunes 11 de diciembre, el grupo AQIM (al-Qaeda para el Magreb Islámico) dio a conocer un audio negando la muerte del emir Koufa y denunciando la política expansionista francesa. A través de una grabación en árabe y francés, transmitida por la agencia de noticias privada mauritana Alakhbar, sospechada de estar relacionada con los grupos terroristas, también negaron las muertes de los milicianos. El comunicado leído por Abdelmalek Droukdel, otro veterano líder de AQMI, desmiente la comunicación oficial, de la ministra francesa de las Fuerzas Armadas, Florence Parly, que confirmó dichas muertes ante su Parlamento.
Respecto a la noticia “falsa” emitida por las autoridades francesas, según el comunicado de Droukdel, habría sido implementada para demostrar ante la ciudadanía francesa algún éxito del gobierno de Emanuel Macron, acorralado por las revueltas de los gilets jaunes. El Eliseo, todavía no ha respondido al comunicado de AQMI,
Khatiba Massina, durante casi 4 años, ha estribado entre la “guerra” religiosa y los conflictos tribales entre los agricultores de la etnia Dogon y los pastores de la Peul en Massina, que ya han provocado 1200 muertos.
Sin duda, la posible muerte de Hamadoun Kouffa, será confirmada o no con el tiempo, ya que el veterano predicador salafista, tiene cierta compulsión a expresarse por los medios.
Desde febrero, la Barkhane ha concentrado sus operaciones en la región de Liptako, en la frontera entre Malí y Níger, en busca de militantes en un área de 600 kilómetros cuadrados, en las cercanías Tongo-Tongo (Níger) donde se produjo la emboscada a una patrulla en octubre de 2017, en la que murieron cuatro boinas verdes norteamericanos, por parte del Daesh para la Gran Sahara, dejando al descubierto la presencia no declarada del Pentágono en ese sector de Níger, que opera junto a la Barkhane ahogando en sangre a los pueblos del Sahel.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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