Hacer la paz

25/01/2019
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Este jueves 24 de enero, les escribo en medio de un momento extremadamente peligroso para Venezuela y en general, para todos los cimientos del Derecho de los pueblos. Para Venezuela porque volvemos a estar en la mira de muchos organismos internacionales y en el centro de la política estadounidense donde los voceros han reeditado sus discursos sobre Libia. Para el Derecho de los pueblos porque estamos ante una confrontación muy sencilla, se trata de mantener o erradicar el principio que son los pueblos los que nombran a sus Presidentes.

 

Estamos en una hora tan terrible como cuando durante la Independencia americana países como Francia condicionaron reconocer al gobierno de Haití a un pago de indemnizaciones tan absurdas que determinaron que ese primer pueblo libre naciera pobre y desvalido.

 

Ahora bien, para el análisis de cada hecho hemos dedicado varias notas previas y pienso que es necesario intentar trascender esa visión en caliente. Me siento en la necesidad de mirar más allá, de sentirme como se puede sentir alguien que joven todavía no se imagina ni vivir en otro país ni que lo que venga sea el fin de su propio país.

 

Así, hace una semana escribíamos que presenciábamos la intención de vaciar el concepto de Estado de Derecho que resumiremos en el deber de todos, gobierno y pueblo, de seguir unas reglas de juego. Ayer esto alcanzó su punto más álgido cuando un diputado, en una concentración simuló juramentarse como Presidente interino.

 

¿Por qué simuló? Porque la falta absoluta no existe, porque si existiera debería haberse declarado en una sesión de la Asamblea Nacional y siendo Nicolás Maduro Moros un Presidente reelecto, la falta tendría que ser asumida por el Vicepresidente Ejecutivo de acuerdo con la jurisprudencia del año 2013 de la Sala Constitucional.

 

Adicionalmente, para jugar además judicialmente a ser inocente aquél sujeto no juró cumplir la ley como le corresponde a quien inicia un cargo sino que juró que asumiría las competencias. De modo que incluso lo que dijo no es lo que se supone que se dijo.

 

También hemos sostenido que estamos ante un riesgo inédito para todas las formas de soberanía que puede conocer un país. Una soberanía popular que reposa en el valor de los votos y en que haya decisiones que tan sólo pueden votarse; así como la soberanía territorial la vemos amenazada en nuestra Guyana. Recordemos que hay un juicio que quieren forzar ante la Corte Internacional de Justicia, que en diciembre hubo una incursión en nuestras aguas, que este era el contenido del artículo 9 de la Declaración del Grupo de Lima y entonces veamos que hoy Estados Unidos dijo que inició conversaciones con Guyana sobre este territorio.

 

Al pensar que avanza sobre Venezuela un esquema que se aplicó en Siria y en Libia es inevitable darnos cuenta que ha existido un sector de la oposición que ha tomado como tarea entregar el país y que ha trabajado para convertir en indeseables a nuestros hermanos y nuestras ideas fundadoras.

 

¿Ecuador dictando una orden presidencial de formar brigadas contra los venezolanos? ¿Duque diciendo que nos fundaron los estadounidenses? ¿Bolsonaro diciendo que el continente dejará de ser bolivariano? Es esta la perspectiva que quiero que tengamos. Esto no es un problema de los chavistas ni una promesa de un gobierno que traerá mejoría económica, esto es una situación que nos compromete totalmente, incluso a quienes tienen la perspectiva más crítica que pueda existir sobre el gobierno venezolano. Es así y sólo así que encuentra sentido esa terrible afirmación de unos profesores de la UCV que decían con júbilo que en enero “se acababa la República”.

 

Pero describir, relacionar y alertar eventos tiene sólo un sentido parcial. Parece imperioso pasar a pensar juntos qué formas existen respetando el derecho y al otro, de salir de un escenario que sólo hace salivar a los enemigos de la humanidad porque pensémoslo un momento, incluso si usted detesta a los venezolanos, una intervención es un escenario que matará a miles y que llenará ahora sí, de refugiados el continente y con ellos esparcirá hambre y conflictos. Esto no puede desearlo nadie que aprecie los mínimos límites de la convivencia entre los humanos y menos, un latinoamericano.

 

El problema es que ni la locura crea derecho ni la malacrianza proclama Presidentes. Entonces al renunciar la oposición a las elecciones del 2018 se encuentran con el único escenario que puede ocurrir: una Presidencia chavista hasta el 2025. Con el único deber que tiene un demócrata ante esa situación: soportar a un gobierno con el que no está de acuerdo, ser oposición activándose en redes, calles, medios y buscando espacios políticos mientras que surge una forma que, constitucionalmente, le permita cambiarlo o se acabe el período.

 

¿Es posible cambiar al Presidente de Venezuela una vez que fue votado, proclamado, juramentado y está en funciones? Si. Es posible en alguna de las formas constitucionales que existen. La fundamental es el referendo revocatorio que los lleva a esperar la mitad del mandato y les pone el reto de obtener más votos que aquellos que le dieron el triunfo a Nicolás Maduro Moros.

 

Pero esta no es la única forma. Recordemos que en Venezuela está activo el Poder Constituyente que, pese a su rechazo por la oposición, es la vía idónea por medio de la cual puede haber negociaciones y pueden llamarse a elecciones que ratifiquen los mandatos. Evidentemente, este es el punto más álgido porque, para los sectores radicales, no se trata de negar la existencia de la Constituyente ni la legitimidad de Maduro sino de la construcción de un relato donde el pueblo chavista no existe.

 

¿Qué consecuencia puede tener que el otro no exista? ¿Qué consecuencia puede tener que un diputado votado bajo las mismas leyes que el Presidente existe y éste último no? Es esto la aplicación de la teoría de la pelea de perros que se arma antes de invadir un país. Un estado de total confusión que paraliza y abre la puerta a que otros vengan a aprovecharse.

 

Cuando digo esto es porque estoy plenamente convencida que esa gente que piensa así no es la totalidad de la oposición, mucho menos de mi país, ni de mi Continente.

 

Es porque creo que el derecho es una herramienta para la paz y la política el arte de la solución de los problemas. Podemos avanzar por otros caminos, donde reconozcamos que oposición y gobierno, derecha e izquierda, chavismo oficialista y chavismo descontento, somos quienes integramos este país y quienes todo perderíamos.

 

Por eso en estas líneas, marcadas por el orgullo que sentí escuchando a Vladimir Padrino, como militar bolivariano llamar al dialogo y sostener que la Fuerza Armada Bolivariana no está dispuesta a la guerra.

 

Por eso quiero ayudar a que recordemos que sí es posible que nosotros detengamos con el dialogo, con las leyes, con la razón y la memoria detengamos un apocalipsis que además suena terriblemente democrático en sus consecuencias.

 

Son muchas las cosas que tenemos que defender y tantas las que tenemos que detener. Hay detalles, como que Estados Unidos ahora en su máximo esplendor nos ofrece 20 millones de dólares de ayuda humanitaria y eso no es ni un mes de lo que se gastaba Cadivi en la época del esplendor económico venezolano; que es verdad, nuestros indicadores sociales están retrocediendo y nosotros le debemos a esos chamos que nosotros somos la generación más alta, más sana y más formada que ha tenido este país. Además una que aunque hemos vivido momentos tensos, nosotros sólo hemos conocido la paz y sólo podemos dejarle a nuestros connacionales, un país soberano y en paz.

 

Si, es esta una nota emocional pero es también una invitación. Juntos podemos cambiar las cosas y no dejar que nadie profane esta Patria, que nadie nos quite un pedazo ni el derecho a escoger qué futuro queremos.

https://www.alainet.org/es/articulo/197762
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