8M: Transformar el mundo

Circuló en estos días la propuesta de ir hacia una Internacional Feminista, que subraya el protagonismo de las mujeres en las iniciativas más significativas de confrontación al sistema y al avance de la extrema derecha.

15/03/2019
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Mapa paro de mujeres, 8 marzo 2019
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Por tercer año consecutivo, el paro convocado para conmemorar el Día Internacional de las Mujeres ha hecho historia. Los mapas mostraban ya una buena parte del globo terrestre con el pin indicativo de lugares que plegaron a este llamado. Los términos hito, multitudinaria, masiva, se repitieron para aludir a las movilizaciones e iniciativas en Argentina, Chile, Uruguay, España, entre otros.

 

La expansión geográfica va junto con la proyección de los alcances estratégicos del feminismo: se trata de transformar el mundo, de impulsar un cambio radical del sistema hegemónico, de salir de un capitalismo depredador, de dejar atrás el orden patriarcal y toda forma de dominación, explotación y violencia. Una transformación urgente ante la que las mujeres han tomado la delantera, movidas por un compromiso con la vida que, de diversas formas pero de manera continua, han sostenido a lo largo de la historia. Construir condiciones materiales desde una lógica del cuidado de la vida, luchar por igualdad y justicia, están en la base de experiencias que convierten ya al feminismo en solución para un mundo en crisis.

 

Aunque con distintas magnitudes de movilización, no quedó país en América Latina y El Caribe fuera de esta corriente poderosa. Las denuncias sobre injusticias y desigualdades se conjugaron con la valoración propia de los aportes cruciales de las mujeres en el trabajo, la economía y en todos los ámbitos. Desde sus realidades y coyunturas concretas, en cada país se enfatizó en temas diversos, pero conectados a una interpelación integral al sistema.

 

El grito contra la violencia machista en todas sus expresiones sonó con fuerza, aglutinó nuevamente generaciones y lenguajes político culturales.  Así también se alzaron las voces frente al retorno de un viejo enemigo, el ajuste neoliberal, con su nueva oleada de privatizaciones, concentración de la riqueza, empobrecimiento, desempleo, ataque a la producción y al bien común en favor de intereses corporativos. El ajuste es violencia, se dijo, y también compromete la democracia y la soberanía de nuestros países.

 

Reflejando estos alcances de movimiento y pensamiento, circuló en estos días la propuesta de ir hacia una Internacional Feminista. El manifiesto, suscrito entre otras por las destacadas Angela Davis y Nancy Fraser, subraya el protagonismo de las mujeres en las iniciativas más significativas de confrontación al sistema y al avance de la extrema derecha. Las mujeres están hoy al frente de estas luchas en el mundo, al tiempo que han desplegado campañas inéditas de denuncia a la violencia machista y de reivindicación de derechos sexuales y reproductivos. Es una fuerza que irradia desde el Sur global, es anticapitalista, antirracista y anticolonial. Convertir esa fuerza en algo más orgánico sería la propuesta

 

En este contexto, una expresión de la crisis del sistema y desafío para el movimiento feminista latinoamericano y global constituye la guerra híbrida que soporta Venezuela. Las mujeres atravesaron este 8 de marzo en medio de las graves dificultades generadas por el sabotaje eléctrico que sufrió el país. Este episodio, quizá el más crítico del ataque internacional contra la Revolución Bolivariana, implicó la total paralización del sistema de energía eléctrica, con consecuencias de similar alcance para el funcionamiento de servicios básicos como el de agua potable, transporte y salud.

 

Los términos hito y masivo se aplican, con connotaciones negativas, a semejante ataque a las condiciones básicas de vida de una población ya atormentada por el asedio constante contra el gobierno y el país, por la guerra económica. Como se viene denunciando de manera reiterada, las crecientes dificultades en la reproducción cotidiana de la vida suponen impactos críticos para las mujeres. En medio de esta emergencia, sus planes de movilización en este 8 M se vieron alterados, al tiempo que sus reclamos de paz y soberanía no pudieron irradiar hacia la esfera mundial en ese día como aspiraban.

 

La situación que se ha configurado en torno a la República Bolivariana de Venezuela condensa los grandes asuntos de la agenda feminista transformadora. Supone la acción directa de un poder imperial con rostros inocultablemente masculinos y blancos (Trump, Pompeo, Bolton, Rubio), la amenaza a la paz y el despliegue de estrategias militaristas de amplio espectro contra un pueblo. Evidencia el dominio de intereses corporativos del Norte por sobre la institucionalidad democrática y mecanismos internacionales acordados. Implica mecanismos colonialistas de despojo, a través del bloqueo financiero comercial y de la apropiación de depósitos y activos internacionales, así como los afanes de control del petróleo y las riquezas que alberga ese territorio.

 

Todo esto se traduce en un ataque directo a las condiciones de vida de un pueblo, a su autodeterminación, castigándolo por elegir y defender un proyecto de cambio. No queda fuera la distorsión y la invisibilidad del feminismo como parte de este proyecto. Anticipándose a la corriente actual, hace ya varios años el Presidente Hugo Chávez asumió que sin feminismo no puede haber verdaderas transformaciones; las iniciativas de política pública y de participación popular en ese sentido han sido pioneras.

 

La defensa y la construcción de la paz están en el origen mismo del movimiento feminista contemporáneo. La agresión intervencionista contra Venezuela, contra la vida de su pueblo, no sólo debería levantar solidaridad, sino una reacción de autodefensa. Es una causa que bien podría activar la primera iniciativa de la Internacional Feminista.

 

Magdalena León T., economista feminista ecuatoriana, integrante del GT Feminismos, resistencias y procesos emancipatorios de CLACSO.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/198733
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