Debate y diálogo o bloqueo

22/03/2019
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Que se abra un debate dentro del magisterio para consolidar una posición, pidió el presidente Andrés Manuel en la mañanera del jueves 21, tras la imposibilidad de que sesionen las Comisiones Unidas de Educación y Puntos Constitucionales para presentar un dictamen para la reforma constitucional en materia educativa, ya que la sede de la Cámara de Diputados permanece bloqueada desde el lunes y los sitios alternos a los que se dirigen los legisladores para deliberar son automáticamente obstruidos los accesos por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, lo que Luis Hernández Navarro definió como “una probadita” de lo que tiene preparado la CNTE (Julio Astillero, Radio Centro, 97.7 de FM, 20-III-19). Aprovecho para felicitar tardíamente al conductor del noticiero meridiano.

 

Más allá de las baladronadas y beligerancias características de este combativo movimiento social y político agrupado en torno a la CNTE desde hace 40 años, no pareciera mucho pedir que López Obrador les sugiera a los dirigentes (y asesores) que no dan muestras de unidad y cohesión alrededor de la toma de los exteriores de San Lázaro –en donde ya se habla de “radicales” (sic por la raíz de los problemas) y “moderados”– que hagan el enorme favor de dialogar (en lugar de bloquear) con Olga Sánchez Cordero y Esteban Moctezuma Barragán.

 

“Estamos abiertos al diálogo” y que “integren sus comisiones para dialogar” fueron ideas que transmitió AMLO horas antes de partir a Guelatao, Oaxaca, para asistir al acto por el 213 aniversario del natalicio de Benito Pablo Juárez García, adonde llamaron a los afiliados a la Sección 22 a movilizarse para presionar, en lo que son experimentados, para respaldar sus exigencias, que al parecer son: “No a las evaluaciones de ingreso al servicio docente; pase automático a normalistas, y que los ascensos los decida el sindicato”. Al parecer, porque en dependencia del dirigente y sección (siete, nueve, 10, 11, 14, 18 y 22) varían los acentos que se ponen en las exigencias.

 

Si a lo anterior se añade la división entre los actores de la movilización capitalina, como la exhibió el bloqueo de vías férreas en Michoacán, donde un grupúsculo se negó a acatar el convenio firmado por los dirigentes, pues el asunto se complica. Y más aún si no se omite la debilidad de la CNTE en la Ciudad de México y la baja simpatía con que cuenta entre una ciudadanía harta de bloqueos y “tomas” de espacios públicos.

 

AMLO insiste en que “se deje de manifiesto, con toda claridad, que siempre hemos cumplido y vamos a seguir cumpliendo con nuestros compromisos. Siempre dije que no estaba de acuerdo con la mal llamada reforma educativa y defendí a los maestros cuando querían defender esta reforma, cuando inclusive querían imponer con violencia, con el uso de la fuerza”. Lo anterior en referencia al reclamo que señala “la eliminación total de los aspectos laborales en la redacción del artículo tercero constitucional y, en un sentido más amplio, el cumplimiento de los compromisos de campaña (…), según los cuales la reforma de 2013 sería derogada por completo y la nueva propuesta en la materia sería discutida y consensuada con la plena participación del magisterio” (editorial de La Jornada, 21-III-19).

 

Imposible consensuar una propuesta en materia educativa, constitucional y reglamentaria, sin contemplar a todas las organizaciones de los trabajadores de la educación, gusten o no, y que la CNTE ni por mucho representa. Y menos aún es viable una reforma legislativa constitucional sin negociarla con todas las fracciones parlamentarias del Senado para lograr la indispensable mayoría calificada.

 

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