Venezuela: calles “de diseño” USA contra el movimiento obrero
- Análisis
"Armados o no, saldremos a las calles este primero de mayo para luchar contra la usurpación". Así se expresaron en la sesión del 23 de abril, los diputados de la Asamblea Nacional (AN), el Parlamento venezolano. El segundo poder del Estado (de los cinco que conforman la institución), fruto de las elecciones legislativas de 2015 dirigido por la derecha, ha incurrido en numerosas violaciones del orden establecido y ha sido declarado “en desacato” por el órgano superior de control, el Tribunal Supremo de Justicia.
La nueva amenaza contra el gobierno de Nicolás Maduro se conoció durante la discusión para "desarmar a los colectivos" con una campaña de odio similar a la que se llevó a cabo contra los círculos bolivarianos después del golpe de 2002. Vale la pena recordar que los colectivos son asociaciones territoriales, integradas por campesinos, estudiantes, artistas, feministas, obreros, fundamentados en la historia de Venezuela, y constituyen la primera barrera a la invasión de mafias y fascismos en los barrios.
Sin embargo, el objetivo de la derecha venezolana, que tiene como referencia la "legalidad" imperialista decidida por Trump y sus socios fuera del país, es proporcionar un nuevo pretexto para la invasión armada de Venezuela, previamente votada por el Parlamento, y solicitada también en esta etapa. Después del ataque a las Torres Gemelas de los Estados Unidos en 2001, la "lucha contra el terrorismo" ha sido de hecho el pretexto fundamental para invadir o sancionar a los países no bienvistos por los Estados Unidos. Y así, los derechistas presionan a Trump para que declare a los colectivos o a la milicia (que es parte de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas) "terroristas", como hizo recientemente con los "Guardianes de la revolución" en Irán.
La derecha ha prometido que el 1° de mayo lanzará la ofensiva final contra el gobierno de Maduro, marchando hacia el palacio de Miraflores. E incluso si el refrán pronunciado en varias ocasiones por el autoproclamado "presidente interino" Juan Guaidó sobre el "cese de la usurpación" es ahora una broma en las redes sociales, nadie subestima el peligro que representa esta derecha golpista en Venezuela.
La estrategia del "caos controlado" decidida por el Pentágono contra Venezuela prevé en esta fase ataques a las estructuras vitales de la nación, y ya ha encontrado aplicación en el tremendo sabotaje de la red eléctrica. En los periódicos colombianos, donde la información se dirige a crear alarmas y cortinas de humo, ya se ha previsto un esquema catastrófico que contempla un nuevo ataque a las estructuras restauradas o aún en funcionamiento parcial.
Según un artículo de El Espectador, la tecnología que permitiría reemplazar equipos dañados está en manos de compañías que aplican las sanciones de los EEUU. Un nuevo ataque, ya planeado, haría que el país se ponga de rodillas, porque reemplazar toda la infraestructura con tecnología de marca china y rusa llevaría más de un mes. Por su parte, Freddy Bernal, coordinador nacional de la red de suministro subsidiado por el gobierno, el CLAP, declaró con claridad y realismo que, luego de los daños sufridos, el país tiene como máximo un año de autonomía productiva para alimentar a los sectores populares. De hecho, el gobierno no posee en cantidad suficiente tanques ni camiones para la distribución de agua y alimentos, que las empresas privadas utilizan de manera especulativa. No por casualidad el autoproclamado, haciéndose eco de sus padrinos norteamericanos ha prometido infligir al pueblo "el sufrimiento nunca visto en 200 años", con el cual planea provocar un golpe de Estado contra el gobierno de Maduro.
Como explican los informes del Comando Sur, cuyos representantes estuvieron presentes en una reunión para decidir sobre la invasión armada de Venezuela, denunciada por algunos periódicos de los Estados Unidos, la fase de sabotaje tiene una alta ventaja con respecto a los costos e ingresos: uso limitado de hombres y resultados sorprendentes. Sobornar a las personas adecuadas o pilotar acciones a distancia requiere dinero y habilidades y casi ninguna pérdida, excepto por el "trabajo" local del cual el cliente tiene poca importancia.
Además, al contar con un aparato mediático unidireccional a nivel global, es posible difundir una versión destinada a desacreditar y ridiculizar la provista por el gobierno bolivariano, ocultando la realidad de los hechos. Lo vimos después del magnicidio en grado de frustración organizado con drones explosivos el 4 de agosto de 2018, que se suponía debía decapitar al chavismo, y lo vimos durante el sabotaje eléctrico.
Para un sistema mundial tan desplegado del lado del gran capital internacional, de hecho, es creíble que Estados Unidos levante un alboroto contra Cuba, acusándolo de usar impulsos electrónicos contra el personal de su embajada, es aceptable que los Estados Unidos impongan sanciones y condenas por presuntos sabotajes de varios tipos, pero cualquier investigación del poder judicial venezolano con respecto al sabotaje sufrido no es confiable: excepto, entonces, que algunos medios norteamericanos confirmen esos resultados unos meses más tarde.
Y así, la denuncia detallada presentada ahora por el ministro de Comunicación de Venezuela, Jorge Rodríguez, sobre los responsables del sabotaje del sistema eléctrico, pasó desapercibida para los medios hegemónicos occidentales. También es necesario evaluar otra noticia difundida por los medios de comunicación colombianos, en relación con los "desertores" militares que han cruzado la frontera. La mayoría de ellos publican entrevistas con resentimiento tanto con el gobierno colombiano como con el autoproclamado, quienes los habrían enviado a través de la frontera sin asistencia y sin pagar la suma acordada.
Se sabe que una de las instituciones internacionales, construida artificialmente para desmantelar la integración latinoamericana y las relaciones sur-sur, el Prosur, ha dispuesto el envío de un cierto número de traidores a Chile a cargo de Sebastián Piñera, quien, con la Argentina de Macri y Ecuador de Lenin Moreno, decidió abandonar UNASUR. Sin embargo, en las intenciones del imperialismo, esos traidores deberían constituir el primer núcleo de un "ejército paralelo" que se insertará para dar consistencia al gobierno paralelo del autoproclamado basado en el modelo sirio.
Y, mientras tanto, como admitió Guaidó durante un mitin, los grupos paramilitares ya están en el país y otros están listos para entrar en las fronteras. De hecho, uno de los escenarios previstos por el Pentágono contempla la "balcanización" de Venezuela mediante la “ocupación” de regiones fronterizas ricas en recursos como el estado de Zulia, donde, en estos días ha habido enfrentamientos entre la FANB y los grupos criminales liderados por el paramilitarismo colombiano.
Planes denunciados por el embajador de Venezuela ante la ONU Samuel Moncada, quien ilustró las diversas opciones imaginadas por Trump para invadir el país bolivariano. Planes que, como siempre, subestiman la fuerza del pueblo organizado, decidido a defender su soberanía. El pueblo bolivariano tomará nuevamente las calles el 27 de abril para celebrar la salida de Venezuela de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Un organismo que, gracias a la acción de los gobiernos progresistas elegidos en América Latina después de la victoria de Chávez, había cambiado de imagen, pero que ha vuelto a ser ese "ministerio de las colonias" denunciado por Fidel Castro, cuando otro traidor de la izquierda latinoamericana, el uruguayo Luis Almagro, se puso a la orden del imperialismo.
En la OEA, el autoproclamado envió a uno de los suyos, enérgicamente cuestionado por varios países presentes. Incluso en los Estados Unidos, los movimientos de solidaridad ocuparon la embajada venezolana para impedir la llegada del enviado de Guaidó, quien continuó su pantomima al nombrar al "primer ministro de su gobierno encargado" en el Parlamento.
Ejercicio de gobierno virtual con miras al Primero de Mayo, el día en que las calles “de diseño” USA, las calles de la burguesía decidieron desafiar a las trabajadores y a los trabajadores de Venezuela, y del mundo
Revisión Gabriela Pereira
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