Si la guerra es una industria, ¿cómo puede haber paz en un mundo capitalista?

26/04/2019
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Guernica, 1937
Pablo Picasso
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El 26 de abril de 1937, doce bombarderos de la Legión Cóndor alemana y de la Aviación Legionaria italiana sobrevolaron el País Vasco en España en medio de la Guerra Civil Española (1936-1939). Derribaron el pequeño pueblo de Guernica, sobre el que soltaron su arsenal incendiario. Casi dos mil personas murieron en este pueblo indefenso. Noel Monk del Daily Express (Londres) fue uno de los primeros reporteros en entrar al pueblo, horas después de que los bombarderos abandonaran su misión. En Testigo (Eyewitness, en inglés, 1955) Monk escribió “Una imagen que me rondó por semanas fue la de los cuerpos calcinados de varias mujeres y niñxs acurrucadxs juntos en lo que había sido el sótano de una casa. Había sido un refugio”. Pablo Picasso, el artista, se conmovió tanto con las noticias del bombardeo fascista sobre este pueblo que pintó su obra más poderosa: Guernica (1937), la que ahora cuelga en el Museo Reina Sofía de Madrid.


En la entrada del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en Nueva York cuelga un tapiz del Guernica de Picasso que fue hecho por la tejedora Jacqueline de la Baume Dürrbach en 1955. Cuando el secretario de Estado de los Estados Unidos, Colin Powell, fue a la ONU a comienzos de 2003 para hacer —falsos— comentarios sobre armas de destrucción masiva en Irak, el personal de la ONU cubrió el tapiz con un paño azul. En 1923, Picasso dijo a Marius de Zayas “el arte es una mentira que nos hace comprender la verdad”. Las mentiras que llevaron a la guerra de Estados Unidos contra Irak no podían decirse con el Guernica como telón de fondo.

 

 The Arrivals [Las llegadas], 2016

Khadim Ali

 

 

Las mentiras conducen a la guerra y luego se necesitan mentiras para ocultar los horrores de la guerra. Durante los últimos años, la Corte Penal Internacional (CPI) ha comenzado a investigar diligentemente crímenes de guerra en Afganistán cometidos por las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América, Afganistán y el Talibán. El fiscal especial de la CPI Fatou Bensouda estaba convencido de que hay evidencia suficiente para que la CPI haga avanzar la investigación (incluyendo evidencia facilitada por WikiLeaks de varias investigaciones secretas de la armada de EE. UU.). Pero la administración de Trump, mafiosamente, puso una enorme presión sobre la CPI. Primero, el asesor de seguridad nacional de EE. UU., John Bolton, amenazó con sancionar a los jueces y abogados de la Corte y luego el secretario de Estado, Mike Pompeo, negó a Bensouda una visa para ir a la ciudad de Nueva York a entregar su informe al Consejo de Seguridad de la ONU. El 12 de abril, entonces, un tribunal de primera instancia de la CPI decidió detener la investigación. Dijeron que una investigación sobre los crímenes de guerra de EE.UU. en Afganistán “no serviría a los intereses de la justicia” (para más información por favor vean mi informe). Y así va todo.

 

Se ha vuelto imposible hacer responsables a los estados. La CPI no puede avanzar con los estados poderosos, como Estados Unidos y sus aliados (especialmente Israel). Ninguna otra vía permanece abierta a las víctimas de guerras permanentes. Marcharán por justicia, pero recibirán poca atención. En 2011, el hijo de Haji Bismillah fue asesinado por un ataque de un helicóptero estadounidense en Nangalam (Afganistán). “La cabeza de mi hijo Wahidullah se perdió”, dijo con gran tristeza. “Solo lo reconozco por sus ropas”.

 

El gasto militar mundial supera los 2 billones de dólares, con Estados Unidos gastando por sí solo casi la mitad de esta cantidad. El gasto militar total de EE. UU. actualmente es de 989.000 millones de dólares. Esta cifra incluye no solo los costos formales del ejército, sino también el gasto en la Administración de Veteranos, el Departamento de Energía, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, el componente de ciberseguridad del Departamento de Justicia, Seguridad Nacional y los ámbitos militares del Departamento de Estado. No incluye el enorme presupuesto secreto de la Agencia de Seguridad Nacional y de la Agencia Central de Inteligencia. Si sumamos todo esto el presupuesto militar estadounidense supera el billón de dólares, como descubrieron nuestros amigos de Monthly Review en 2007. Estados Unidos tiene más gastos militares que los siguientes nueve países que más gastan juntos: China, Arabia Saudita, Rusia, India, Francia, Reino Unido, Japón, Alemania y Corea del Sur. La “seguridad” o la “disuasión” no son los objetivos principales de semejante gasto militar. Un mundo inundado de armas lleva a tragedias, como la reciente masacre en Sri Lanka, en la que explosivos de nivel militar fueron usados en el terrible asesinato de más de trescientas cincuenta personas inocentes.

 

El enfoque en la industria armamentística es esporádico, con el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación sobre la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés) y otros similares solos en su trabajo. Los informes recientes de SIPRI muestran que el volumen de las transferencias de armas —una parte importante del negocio del comercio de armas— ha aumentado a lo largo de los años, con Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania y China como los mayores exportadores de armas (representan el 75% de todas las ventas de armas en el mundo). El Reino Unido, por sí solo, vende el 36% de las armas del mundo, centrándose en aviones de combate, misiles crucero de corto alcance, misiles balísticos y bombas guiadas. Las 10 compañías más grandes de venta de armas en el mundo son:

 

  1. Lockheed Martin (USD 44.900 millones) [EE.UU.]

  2. Boeing (USD 26.900 millones) [EE. UU.]

  3. Raytheon (USD 23.900 millones) [EE. UU.]

  4. BAE Systems (USD 22.900 millones) [R.U.]

  5. Northrop Grumman (USD 22.400 millones) [EE. UU.]

  6. General Dynamics (USD 19.500 millones) [EE. UU.]

  7. Airbus Group (USD 11.300 millones) [Europa]

  8. Thales (USD 9.000 millones) [Francia]

  9. Leonardo (USD 8.900 millones) [Italia]

  10. Almaz-Antey (USD 8.600 millones) [Rusia]

 

¿Por qué los gobiernos gastan una cantidad tan obscena en armas? En su monumental Grundrisse (1857), Karl Marx comentó de pasada, pero certeramente “El impacto de la guerra es evidente, ya que económicamente es exactamente como si la nación dejara caer una parte de su capital al océano”. Una economía de guerra permanente es un desperdicio, incluso si hay ganancias gigantescas por parte de estas empresas bélicas. Tanto se puede hacer con 2 billones de dólares: apenas 30.000 millones por año para acabar con el hambre en el mundo, como sostuvo en 2008 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El año pasado, la ONU comenzó una campaña para recaudar 10.000 millones de dólares para erradicar el analfabetismo. Pero incluso estos escasos fondos han sido imposibles de reunir, la promesa de “miles de millones a billones” de las tan anunciadas asociaciones público-privadas se ha derrumbado. Siempre hay dinero para la guerra, pero nunca hay suficiente para construir el andamiaje para la paz.

 

Siempre está la ilusión de que el gasto militar es para seguridad, cuando parece ser más bien por el lucro. Toda la industria está lubricada con sobornos. Joe Roeber de Transparencia Internacional dijo que el comercio de armas está “programado para la corrupción”. “En 1997, me dijeron en Washington que un informe de la CIA de mediados de los noventa había concluido”, escribió, que “la corrupción del comercio armamentístico representaba el 40-45% del total de corrupción en el comercio mundial”. El argumento de la seguridad nacional, sugirió Roeber, “arroja un velo de secretismo en torno a los negocios de armas”, cuya escala es tan grande que incluso pequeños porcentajes de los sobornos se traducen en grandes cantidades de dinero. El soborno es normal, los tratos que se han revelado son impactantes: sobornos que van desde los 300 millones de dólares (el acuerdo Sudáfrica-BAE de 1997-98) a los 8.000 millones (el acuerdo Arabia Saudita-BAE de 1985-2007).

 

Hace algunos días, me uní a un grupo de iraquíes (como las escritoras Haifa Zangana y Thuraiya Muhammed de Tadhamun: solidaridad de mujeres iraquíes), periodistas que cubrieron la guerra de Irak y aquellos que dirigieron campañas de solidaridad por los iraquíes firmando la siguiente nota:

Gracias, Julian Assange. Gracias, Chelsea Manning,

Por exponer las violaciones a los derechos humanos, la criminalidad y los horrores de la guerra de Estados Unidos contra Irak.

Por WikiLeaks que nos dijo la verdad sobre lo que realmente estaba pasando.

Por entregarnos los Registros de la Guerra de Irak que nos ayudarán, en el futuro cercano, a considerar como criminales de guerra a aquellos responsables de iniciar la guerra de agresión contra Irak.

 

Teníamos en mente el terrible bombardeo a la sociedad y civilización iraquí. Teníamos en mente a Chelsea Manning, sentada en una celda, negándose a testificar contra Julian Assange. Teníamos en mente a Julian Assange, que está en la cárcel de Belmarsh, a 20 kilómetros de la sede de los sistemas BAE (el principal comerciante de armas de Gran Bretaña).

 

Y teníamos en mente a Ola Bini, quien está en la cárcel El Inca en Quito (Ecuador), quien no tuvo ningún rol en nada de esto pero parece ser daño colateral por la frustración de las elites gobernantes por el hecho de que sus mentiras fueran reveladas en los Registros de la Guerra de Irak y en tantas otras filtraciones.

 

No es lo que está en esos registros lo que molesta a los poderosos, cuya indignación está reservada para aquellas personas valientes que exponen sus crímenes y los llaman a rendir cuentas.

 

Un oficial de la Gestapo entró al departamento de Picasso en París. Había una fotografía del Guernica en la pared. El oficial de la Gestapo le preguntó a Picasso si había hecho la pintura. “No”, respondió Picasso. “Ustedes la hicieron”.

 

Cordialmente,

Vijay.

 

Instituto Tricontinental de Investigación Social

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/199539
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