Magnicidio contra Maduro
- Opinión
El magnicidio es el asesinato de un jefe de Estado, habiendo sido los últimos más graves cometidos en las Américas cuando el presidente estadounidense John Kennedy en 1963 o Salvador Allende en 1973.
La idea de preservar la vida de todos los gobernantes del mundo, especialmente los electos por sus respectivas poblaciones, ha sido uno de los pilares del actual orden mundial.
Ciertamente que diversos servicios secretos han asesinado rivales políticos, pero solo la CIA ha querido atentar contra la vida de Fidel Castro y otros “rojos” durante la guerra fría.
Sin embargo, en pleno tercer milenio, aquel donde se habla del imperio de la democracia, los derechos humanos y el respeto de la ley internacional, el mayor intento de magnicidio es aquel que se ha venido dando contra el presidente Nicolás Maduro.
Un hecho que no ha venido siendo muy comentado es que recientemente en Aragua (no lejos de Caracas) nueve soldados, entre ellos un general, fueron emboscados y muertos por un grupo armado desconocido, lo cual puede ser algo hecho por un grupo criminal o por uno paramilitar, o por uno con ambas características.
Pocos días después se cayó en un municipio de Caracas (El Hatillo) el helicóptero presidencial muriendo sus 7 tripulantes uniformados.
Según el periodista Jaime Baily desde Miami esta última acción fue un atentado para matar a Maduro. Baily afirma que sus fuentes son seguras y antes él dijo haber participado en una reunión para preparar el envío de drones bombas que explosionaron en un desfile militar presidido por Maduro el 4 de agosto del 2018, cuando toda la comunidad internacional entonces le reconocía como mandatario constitucional.
Con este sería el segundo intento de asesinato a Maduro en un continente en el cual no se ha producido ningún magnicidio en lo que va de este milenio.
Cuando hace 9 meses el presidente constitucional de Venezuela se libró de ser muerto solamente acogió la solidaridad de gobernantes amigos, pero no recibió mayores gestos de apoyo de parte de EEUU o de los integrantes del Grupo de Lima compuesto por unas 14 naciones americanas que llamaban a desconocer un eventual segundo mandato suyo. Todo esto, pese a la gravedad de los hechos y a que se pudieran sembrar precedentes para que eso vuelva a pasar en otras repúblicas. Un magnicidio en Venezuela podría animar a que otros opositores al brasileño Jair Bolsonaro o al colombiano Iván Duque, por ejemplo, puedan querer hacer atentados contra ellos.
Cabe señalar que la guerrilla colombiana o peruana, pese a ser tipificada como terrorista, nunca apuntó a matar a ninguno de los presidentes que les perseguían.
Mientras Marco Rubio ha twitteado la foto del ex presidente libio pro-chavista Muamar Gadafi linchado junto con sus amenazas de hacer lo mismo con Maduro. Un general estadounidense abiertamente ha postulado resolver el problema venezolano eliminando a su mandatario. Varios programas hispanos en Miami llaman libre y abiertamente a matar al presidente de Venezuela, pero si hicieran lo mismo con respecto a su propio presidente, a la reina británica o a un mandatario de una potencia occidental, bien podrían ser encarcelados o procesados por incitar al terrorismo.
Si Maduro muere él sería reemplazado por su vicepresidenta Delcy Rodríguez quien, a su vez, debería llamar en un plazo de 30 días a nuevas elecciones presidenciales, según manda la carta magna venezolana. Debido a la simpatía que habría hacia el mandatario asesinado, ella muy probablemente ganaría estos comicios y la oposición de derecha, a diferencia de lo que pasa ahora, no podría llamar al boicot y estaría obligada a aceptar estas y sus resultados, con lo cual se acabaría este actual intento de poder paralelo durante un sexenio.
Sin embargo, el cálculo de los que postulan el magnicidio es el de generar una gran confusión y caos que termine luego provocando una violencia como la que se dio en Colombia tras que en Abril 1948 fue asesinado el líder liberal Gaitán, y ello podría servir de pretexto para una fuerza multinacional que intervenga para “pacificar”.
La hipocresía con que se viene manejando el tema venezolano es muy grande. Las mismas voces que instan a asesinar al mandatario venezolano reciben un buen trato en EEUU, pero si esos mismos interlocutores llamasen a ejecutar a Trump o a presidentes amigos, entonces sí les caería una fuerte represalia.
- Isaac Bigio es politólogo economista e historiador formado en la London School of Economics donde enseñó política venezolana y latinoamericana
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