Pichetto-Macri, un Chernobyl político

14/06/2019
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Foto: CELAG
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¿Quién es y cómo juega el peronista Miguel Ángel Pichetto en la fórmula que lo instala como el candidato a vicepresidente del “antiperonista” Mauricio Macri?

 

A la astucia de CFK le siguió el inteligente realismo matemático del macrismo. Miguel Pichetto se sumó como candidato a vicepresidente de Mauricio Macri. La disputa que vendrá será potente y vertiginosa. La escena ha quedado mayoritariamente dividida en dos y los peronismos, con distinta intensidad y alineamiento, juegan con el actual presidente y con Cristina. E inclusive, si extendemos la mirada, existen peronismos en Consenso 2030 de Roberto Lavagna y de su candidato a vicepresidente, el actual gobernador de Salta, Juan Uturbey. Pichetto abre un posible libro de pases del peronismo antikirchnerista a la estrategia del oficialismo para la primera, la segunda vuelta o para un probable Gobierno de Macri.

 

El escenario está abierto, especialmente si todo termina en balotaje, donde la opción que propone el oficialismo hoy parece muy competitiva. Pichetto intentó ascender por todos lados. Se afirmó, durante el Gobierno de Macri con una crítica a los inmigrantes, al Gobierno de Maduro y en la defensa de un peronismo institucionalista y “antipopulista” que corresponde a una imaginación muy cercana a las lógicas hegemónicas del capitalismo y la democracia global. Se granjeó el apoyo del Fondo Monetario Internacional y se presentó como un garante frente a éste. Cualquier funcionario sensato del FMI cree más, en términos generales, en un peronista que en cualquier radical que ocupe el binomio presidencial. Apoyó el derecho al aborto y se manifestó contrario a las prisiones preventivas.

 

Tiene una carrera sólida en el poder político provincial y nacional. Viene de la provincia de Rio Negro, del sur del país, como los Kirchner. Se recibió de abogado en la misma universidad en que se graduaron, también, los Kirchner. Fue intendente de Sierra Grande (1985-1987), muy cerca de Viedma, provincia de Rio Negro. Esa ciudad donde el presidente radical Ricardo Alfonsín pretendió trasladar la capital de Argentina. Fue diputado provincial (1987-1993) y nacional (1993-2001) por el peronismo. Se alió a Menem, Duhalde y a Kirchner. Se fue distanciando de CFK durante el conflicto del campo, como lo hizo Alberto Fernández. Continuó en cada peronismo en el poder. Logró ser elegido como senador en 2001 y desde 2002 es el jefe del bloque de senadores del peronismo. También cosechó durante años tanto vínculos con gobernadores como cargos en el partido justicialista. 2008 fue un detonante, y ese año empujó trayectorias que impactaron más de lo que se cree en el peronismo.

 

I

 

CFK impulsó la construcción de una planta atómica en Sierra Grande, localidad donde Pichetto fue intendente. Un proyecto que fue apoyado por el jefe del bloque de senadores peronistas, por ese municipio y por capitales chinos. Luego, tras un referéndum y protestas ambientalistas, el gobernador Weretilneck (2017) hizo aprobar una ley que prohíbe la instalación de una planta nuclear en la provincia. Pese a esto, Macri insistió en la construcción de dicha planta. Esa “conexión nuclear” une al presidente y Pichetto, que no es otra cosa que una mirada sobre la inversión de capitales globales y el “desarrollo” en energía e infraestructura. Hay una mirada común sobre un capitalismo para Argentina. Anida en las promesas de Vaca Muerta, de su petróleo y gas. Vaca Muerta es eso, el lugar donde la clase política argentina imagina el paraíso del desarrollo y la distribución. Es la Normandía soñada donde empieza el futuro de la Argentina.

 

La producción de esa conexión Pichetto-Macri fue trabajada por Rogelio Frigerio (ministro del Interior) y Emilio Monzó (presidente de la Cámara de Diputados), quienes rompieron el cerco de la pureza del PRO con cierto apoyo de los dirigentes radicales Ernesto Sanz y Alfredo Cornejo (gobernador de Mendoza). Pero, al final de cuentas, los peronistas de Cambiemos fueron los que más festejaron. Así Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio, se transformó en el lugar de un peronismo revisado. Donde los emprendedores parecen tener mayor vitalidad discursiva que las trabajadoras y trabajadores sindicalizadas. Otra vitalidad discursiva es la “oralidad Pichetto”. Es lo mejor que el peronismo ha dado a un macrismo en el que poco destacan las grandes oratorias.

 

II

 

Pichetto, es un hombre del sur, surfeó en todos los peronismos e hizo un camino individual de la mano de una eficiente administración de la relación entre los senadores y la Casa Rosada. Logró para el macrismo, en su jefatura del bloque de senadores peronistas, algunos apoyos a sus leyes. Demostró capacidad de gobierno legislativo. Entre las cosas a las que nunca contribuyó fue el desafuero de CFK. Quiso que le quede resto con algún peronismo a futuro y eso le salió bien. Es la primera vez en la historia que un presidente de bloque de senadores peronistas y con cargos partidarios termina de vicepresidente de un espacio que articula sectores que indican que los problemas argentinos deben buscarse en el “peronismo”.

 

Durante el macrismo, Pichetto instaló, conjuntamente con Juan Schiaretti (gobernador de Córdoba) y Juan Manuel Uturbey (gobernador de Salta) ese artificio llamado “peronismo racional”: una posición del peronismo que fue metabolizada como parte del universo antikirchnerista y que puede ser aceptada por la audiencia cambiemita. Por esto, Pichetto irá por ese pastel de la adhesión de este peronismo que representa, en el caso de la provincia de Córdoba, casi el 9% del padrón nacional; una porción de votos necesaria como el agua para cualquier triunfo.

 

Estamos ante un laboratorio de coaliciones que desactiva cualquier idea de lealtad partidaria en el peronismo, cosa que fue iniciada por el propio kirchnerismo y que hoy se puede ver en todo su esplendor. 2001 y 2008 son los años críticos que más explican y dotan de comprensión las articulaciones actuales. Kirchnerismo y macrismo han reformulado todo a partir de esas grandes crisis.

 

III

 

El candidato a vicepresidente por el oficialismo parece ser un candidato de la “apertura”, que tanto reclamaban los socios radicales de Cambiemos; como un candidato de la segunda vuelta que pareció eclipsar las declaraciones del acuerdo entre Alberto Fernández y Sergio Massa (Frente Renovador) y la fotito de  éste con Luis Gioja. También su incorporación a la candidatura es parte del “engorde” de la polarización política donde la lucha por el centro será implacable. Y, por qué no, tiene como propósito la afirmación “peronista” de la figura del presidente. Un presidencialismo reclamado por algunos sectores del hoy exCambiemos.

 

En un posible balotaje, Macri piensa que los votos del espacio de Roberto Lavagna o de José Luis Espert (Frente Despertar) y de algunos gobiernos provinciales (como el de Rio Negro) ponen al novedoso Juntos por el Cambio (antes Cambiemos) en un lugar muy competitivo y preocupante para la fórmula Fernández-Fernández. Ahora queda por esperar si el acuerdo con Sergio Massa introduce un plus político a esta respuesta del Gobierno que inició a partir de la “movida Alberto”. También queda por ver cómo esto impacta en la provincia de Buenos Aires; que sucederá con los heridos que dejen las negociaciones que iniciaron Alberto Fernández y Sergio Massa y los resquemores que puede causar la figura de Axel Kicillof. Hay un peronismo antikirchnerista bonaerense flotante que puede lograr circular entre opciones que terminen beneficiando a Macri. Todo está abierto. La política es astucia, cálculo y disputa. Nadie se suicida en vísperas del cierre de listas.

 

- Esteban De Gori es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA)

 

https://www.celag.org/pichetto-macri-un-chernobyl-politico/

https://www.alainet.org/es/articulo/200440
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