Balance de la política económica y comercial exterior de la Argentina de Macri
- Análisis
Objetivos iniciales
Ni bien asumió el gobierno de Macri, la política económica comercial se enmarcó en la política exterior general, presentada como renovadora y bajo lemas como “integrarse al mundo”, “volver a los mercados” o desarrollar una “inserción inteligente”. A través del discurso y luego con hechos, se generó un contraste con los lineamientos seguidos por el gobierno de Cristina Fernández que tuvo un carácter integracionista, multipolar y autonomista.
Se desplegó un discurso en el que Argentina se iba a beneficiar en aspectos claves para el rumbo económico elegido desde diciembre de 2015: incremento de exportaciones, inversiones (la “lluvia”) y financiamiento externo para el desarrollo. Observaremos las principales áreas de inserción del país.
MERCOSUR
Al inicio se anunció un “firme compromiso con el MERCOSUR”, que era un “verdadero proyecto estratégico” y en otros momentos se habló del “MERCOSUR del siglo XXI”, pero diferente al de la década anterior.
Sin embargo, esta política se ha caracterizado por promover el aislamiento de Venezuela y en términos comerciales como plataforma para la negociación de otros acuerdos de libre comercio: profundizar TLC Unión Europea-MERCOSUR y acercarse a la Alianza del Pacífico (AP). Durante 2016 y 2017 se acompañó este discurso con propuestas de “flexibilizar”, “reacomodar” el bloque, y se habló de una vuelta al “regionalismo abierto”, pero sin precisión. En 2019, con la asunción de Bolsonaro en Brasil, ambos mandatarios se juntaron a delinear la transformación del MERCOSUR. Se propuso transformarlo de unión aduanera a zona de libre comercio, comprometiéndose a reducir el arancel externo común, pero en forma gradual y por etapas, cuestiones sobre las que no hay demasiada información.
Respecto a las negociaciones con la UE, éstas se retomaron durante los gobiernos anteriores, pero con Macri se ha demostrado mayor interés en avanzar en ellas, como Brasil. Luego de varios intercambios de ofertas, el bloque ofreció reducir niveles de apertura y negociar áreas estratégicas de servicios, compras gubernamentales, etc., a cambio de garantizar los rubros claves de exportaciones de la región (productos primarios, biodiesel, etc.). También, se introdujeron temas de las agendas actuales de los nuevos acuerdos globales como comercio electrónico, seguridad jurídica y financiera. Luego de varias concesiones y avances, no hubo acuerdo de parte de los europeos y el mismo fracasó a fines de 2017 en el marco de la cumbre de la OMC.
El acercamiento del gobierno de Macri a la AP fue presentado como un giro en la política exterior, económica y comercial. Se ponderó un acercamiento al bloque comercial teniéndolo como modelo o camino a seguir. Argentina se incorporó como miembro observador en 2016, pero esto no tiene implicancias económicas ni comerciales. Para ser miembro de la AP hay que tener TLC con todos sus miembros. Argentina tiene casi arancel cero con Chile, muy bajos aranceles con Perú y también con Colombia. Mientras que con México tiene aranceles de hasta el 30 % y, si bien desde hace tiempo, la reducción está en proceso de negociación, no hay acuerdos todavía que posibiliten llegar a un nivel cero, o cercano al mismo. La posibilidad concreta de ser miembro de la AP está lejos.
Estados Unidos
Durante la gestión de Macri se produjo un acercamiento a Estados Unidos para marcar diferencias con el gobierno anterior, que comenzó con la visita presidencial de Obama en marzo de 2016, quién también demostró intención de acercarse. No obstante, en la reconfiguración del vínculo bilateral se cometieron errores políticos como manifestarse públicamente ante la disputa demócratas-republicanos, con un resultado adverso al que se esperaba. Si bien hubo un incremento de las exportaciones argentinas a Estados Unidos durante 2016, quizás como premio por el acercamiento, continuaron las disputas comerciales habituales, por ejemplo los limones. Con Trump se prohibió el ingreso de limones que un año después fue destrabado. No obstante, no tiene un impacto significativo para el comercio argentino ya que implica entre USD 30 y 50 millones. Por el contrario, sí hay incidencias en la exportación de Biodiesel que implican comercio por USD 1.200 millones y donde hubo trabas de parte Washington. También se lanzaron amenazas de aranceles en acero y aluminio, pero las negociaciones lograron frenarlo, a cambio de concesiones en importaciones de cerdo a Estados Unidos. Se logró la vuelta de la exportación de carnes argentinas pero ésta se venía ordenando desde hace años mediante un reclamo ganado en la OMC por el gobierno anterior.
China
La relación con China continuó con altibajos. Al inicio de la gestión, se paralizaron las obras de represas y del ferrocarril Belgrano para reevaluar su impacto y revisar licitaciones. La construcción de las centrales nucleares se dio de baja. Durante ese primer año de acercamiento a Estados Unidos se puso un límite a la relación con China. Pero con Trump y la crisis económica más general se volvió a anunciar a China como aliado, aunque sin el discurso que enfatizó el gobierno ante otros destinos. En 2017 se retomaron negociaciones en el marco de un “Plan Quinquenal Integrado China-Argentina” donde varios de los anuncios fueron la reafirmación de acuerdos firmados por la gestión anterior o el relanzamiento de obras paradas. En julio de 2017 se renovó el swap de monedas por USD 10 mil millones. En torno a la reunión del G-20 se volvieron a rubricar acuerdos ya firmados y se abrieron nuevos mercados que se venían negociando desde 2013 como cerezas, carnes ovinas y caprinas.
Números del comercio exterior
El comercio exterior profundizó el déficit de la balanza comercial. La suba de las exportaciones (objetivo de la nueva etapa) entre 2016 y fines de 2018 fue escasa, si se tiene en cuenta la devaluación y la quita de retenciones a las exportaciones agropecuarias. Hubo una suba de las importaciones (productos industriales, autopartes y vehículos, bienes de capital y combustible), producto de la baja de aranceles y la quita de licencias no automáticas. El déficit de la balanza comercial es notable en todo el período 2016 tuvo algo de superávit, USD 2.124 millones, mientras que 2017 tuvo déficit de USD 8.471 millones y 2018 de USD 3.800 millones. Recién en septiembre de 2018 hubo superávit luego de 20 meses, producto de la devaluación de agosto que trajo una fuerte caída de las importaciones, no obstante la tendencia al déficit continúa. Los intercambios comerciales interanuales comparados entre 2017 y 2018 señalan la crisis del comercio exterior argentino: en septiembre un 13% inferior, en octubre un 9,5% inferior, en noviembre un 10 % inferior, en diciembre un 7,5% inferior, manteniendo los principales destinos de las exportaciones se mantuvieron sin grandes alteraciones.
Esta crisis de la política económica y comercial externa así como varios aspectos del modelo interno se sostuvieron con un mayor endeudamiento externo: acuerdo con los fondos buitres, otros organismos financieros y vuelta al FMI. El cambio de orientación de la política económica y comercial impulsada por Macri, no produjo los resultados esperados desde lo macroeconómico y se suma al fracaso de las políticas en el plano doméstico. Tampoco logró reorientar los principales destinos del comercio exterior argentino ni produjo una reorientación de fondo de la política exterior.
-Julián Kan, U. de Buenos Aires y de Quilmes
Este trabajo es parte del Boletín Integración regional. Una mirada crítica, N°4/5, mayo de 2019, editado por el Grupo de Trabajo Integración y Unidad Latinoamericana del Consejo Latinoamericano en Ciencias Sociales (CLACSO).
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