Región mesoamericana: en la encrucijada del resurgimiento o el hundimiento

20/06/2019
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
protesta_america_central.jpg
-A +A

Conforme se asientan los actuales escenarios políticos y sociales de la región (sin obviar por supuesto, sus propias características y matices), en algunos aspectos la presente crisis se parece cada vez más a la surgida en la dramática década de los ochentas.

 

Pese a que los actores han mutado, la guerra en estas tierras sigue siendo una constante cotidiana. “La democracia de baja intensidad” que intenta maquillar una terrible realidad, no da para ocultar una incesante violencia multifacética, con sus bajas predilectas: víctimas que tienen el denominador común de ser pobres y vulnerables, condición que no es más que la otra cara de otro tipo de violencia, la de tipo estructural.

 

A diferencia del escenario bélico que ensombrecía y ensangrentaba a casi toda la región en los ochentas, hoy en día los bandos en pugna no solo se han difuminado, sino también se han multiplicado.

 

Por otra parte, las élites aparecen ahora “acomodadas” a esta situación que no merma sus negocios, y por el contrario, parece que los incrementa. De otra manera, si los afectara en algo como en la guerra del pasado reciente, hoy estarían haciendo lobby en Washington, para que esta situación asoladora cambiase de rumbo.

 

Y no es que hoy las élites de la región no estén haciendo lobby en Washington. Claro que lo están haciendo, pero para convencer a Trump y a los republicanos para que la lucha contra la corrupción se detenga.

 

Claros ejemplos de ello lo vemos en Guatemala, con la expulsión abrupta de la CICIG y en Honduras, con todas las “zancadillas” que allí las élites le han propinado a los esfuerzos locales e internacionales en contra de la impunidad.

 

Digámoslo de una sola vez: el proceso de transición a la democracia iniciado en la región a mediados de los ochenta y principios de los noventa, se ha descarrilado. Al igual que aquel otro fatídico tren (conocido en el sur de México como “La Bestia”), este descarrilamiento está dejando una dolorosa cauda de llanto, sangre y muerte.

 

Y para empeorar las cosas, nunca antes se había necesitado tanto de las instancias supranacionales forjadas durante décadas en la región, y paradójicamente, nunca antes estas instituciones han estado tan desprestigiadas por los pueblos mesoamericanos, que no ven en ellas ningún provecho.

 

Nunca antes ha sido tan necesario y urgente el desarrollo y profundización de la integración regional (incluyendo el sureste mexicano y Panamá), y sin embargo, nunca antes las pequeñas “parcelas” han estado tan absortas dentro de sí, peleando sus propias batallas intestinas.

 

El caso más dramático se vive desde hace más de un año en Nicaragua, en donde, empleando el lenguaje del escritor Salman Rusdhie, “la revolución – o al menos, los líderes que se apropiaron de ella-, se trasformó en el tigre que empezó a devorar a sus hijos”.

 

Honduras y Guatemala, por su parte, están hundidas en el fango de una obscena y larga dictadura oligárquica, en cuya génesis, desarrollo y preservación encontramos a los EEUU., aupándolas y alentándolas desde mediados del siglo pasado. Aquí puntualmente hay elecciones, y puntualmente nunca cambia nada.

 

El Salvador, por su parte, no está muy lejos de la misma situación que Honduras y Guatemala; una pequeña nación que desde la guerra de los ochenta no ha cesado de vomitar pobres hacia el exterior, con un puñado de familias ultra-ricas que no encuentran mayores obstáculos para sostener la acumulación, salvo las bruscas fluctuaciones en los precios internacionales de sus productos agrícolas de exportación.

 

Con sus matices y propios problemas, solo Costa Rica y Panamá parecieran escapar a la debacle social y política de la región. Pero el “distanciamiento” también tiene límites, los límites fronterizos que anuncian una inevitable vecindad.

 

El panorama desolador de la región mesoamericana se acrecienta con la incorporación de nuevos factores a la ecuación: los drásticos efectos sociales y medioambientales del cambio climático y la desertificación, y por si ello fuese poco, ahora, el “taponamiento” de la tradicional “válvula de escape” que durante décadas aliviaba la creciente presión de esta ardiente “olla”. De momento, a nuestro querido amigo AMLO le han “doblado el brazo”.

 

Como se sabe, durante mucho tiempo la inestabilidad social y política de la región ha sido atenuada por la alternativa del “Norte”. Pero ahora que literalmente empieza a cerrarse esa vía de escape, será solo cuestión de tiempo para que esos enormes “bolsones de pobreza” existentes al sur de la frontera mexicana, comiencen a elevar las presiones sobre sus respectivas élites, a fin de que repartan y compartan algo de lo mucho que ahora gozan.

 

Si ante esta situación se busca la gobernabilidad por vías democráticas, tendrían necesariamente que producirse nuevos pactos y acuerdos de nación. Pero si las élites deciden seguir indiferentes como siempre, la única manera que encontraran de mantener la gobernabilidad en la región, será por la vía violenta de la represión, como en el pasado.

 

¿Hay alternativas?

 

Por supuesto que sí. Pero ello requiere de voluntad política de los principales actores políticos y sociales de la región, y de vientos más favorables desde EEUU. En mi modesta perspectiva, nuestras pequeñas “parcelas” centroamericanas y sus Estados nacionales han sido desbordados y fragilizados por la presente realidad.

 

Por ello, será muy difícil salir adelante cada uno por su propio lado. Se necesitan con urgencia nuevos acuerdos locales y regionales; se necesita un “Esquipulas Social”; un “mini Plan Marshall” para toda la región (en lugar de migajas de supuestos “planes para la “prosperidad”); y se requiere mucha más pro-actividad de entes con clara solvencia y competencia técnica, científica y social como la CEPAL.

 

Y todo ello sin renunciar a la lucha contra la impunidad, a la defensa inclaudicable de los Derechos Humanos y a las transformaciones estructurales largamente postergadas en la región.

 

-Sergio Barrios Escalante es investigador social, escritor, editor de la revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y juventud en el Proyecto ADINA.

 

https://revistatulum.wordpress.com/

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/200540
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS