El trueno del silencio

Internas presidenciales en la Argentina

08/08/2019
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  • Análisis
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Palacios en Bría, robada en 2010 del Teatro Argentino de La Plata
Imagen: Obra de Xul Solar (1887-1963)
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“Si hubiera un poco más de silencio,

tal vez podríamos entender algo”

Federico Fellini

 

 

Durante tres jornadas consecutivas se acaban las palabras, los cortos televisivos que no atraen a nadie, los actos y los reportajes. El domingo a medianoche se escuchará el estruendo de la decisión popular y ese estallido dará comienzo a la segunda, definitiva, etapa del camino hacia la continuidad de un gobierno o al desembarco de su contrario; de la permanencia del mercado gobernando, con sus consecuencias de fuerte impacto en la diaria nacional o de un nuevo intento de instalación de un modelo productivo, con inclusión y ampliación integral de derechos.

 

Con menos elegancia, la decisión va a decidirse en la disyuntiva “los voto a pesar de todo, porque estamos muertos de hambre” y “aunque me muera de hambre, a esos ´chorros´ no los voto”. Yendo más allá, la heladera vacía, o semivacía, de gran cantidad de hogares argentinos, solo va a inclinar la balanza de las primarias presidenciales si el kirchnerismo, sobre todo su lideresa, Cristina Fernández de Kirchner, lograron el “indulto” de una franja minoritaria pero decisiva en el resultado del 2015.

 

El lunes 12 se pondrá en marcha otra maquinaria electoral, mucho más despiadada que la actual. Los 6 puntos o más de diferencia en favor del “Frente de Todxs” pondrá patas para arriba desde el precio del dólar, hasta la consolidación de las posibilidades presidenciales de Alberto Fernández; la reducción de esa ventaja a 5 puntos o menos, le dará aire al intento reeleccionista de un Mauricio Macri, que llegó más que golpeado al final de esta “interna”, convertida en una virtual primera vuelta de los comicios que decidirán mucho más que el nombre de quienes gobiernen a la Argentina durante los próximos cuatro años.
 

En las urnas habla la ciudadanía y silencia dichos, especulaciones, informaciones y operaciones. Al igual que el proceso que termina, el que arranca en los bunkers de ganadorxs y perdedorxs el domingo mismo a la noche recorrerá la línea que traza ese extraño mapa de espejos invertidos que construyen las imágenes de uno y otro sector.

 

Es el duelo entre gigantes golpeados que transitan en medio de un relato diseñado en el palacio, alejado de la realidad y opuesto a aquel otro que el propio macrismo descalificaba desde el llano; desarrollado a través de las características actuales de un gobierno, opuestas a las políticas del anterior, y esquivando las denuncias de una “corrupción k”, fogoneada desde los medios aún antes de la victoria macrista, contrapuesta a la “corrupción M”, documentada en un centenar de causas judiciales que involucran al Presidente, su grupo económico y sus funcionarios por una suma de $11.000 millones.

 

Ese laberinto está calzado en un calendario que enfrenta al pasado y el futuro de los que habla el oficialismo en un ejercicio permanente de negación de un presente del que es responsable y, precisamente, esa actualidad descarnada sobre la que remachan una y otra vez Los Fernández y Axel Kicillof, el aspirante bonaerense que pelea “con la más fea”, a pesar de la armonía del rostro de María Eugenia Vidal.

 

Relatores

 

El macrismo opositor vivió una docena de años afirmando que la versión de país que planteó el kirchnerismo durante sus tres mandatos nacionales era un “relato”, apenas una forma de significar que era una “mentira”. Ya instalado en la Casa Rosada, a través de un aceitado mecanismo propio de comunicación y microcomunicación y de la tolerancia y la decisión editorial de los grupos de medios más importantes del país, hizo exactamente lo que criticaba, con el agravante de que tres años y medio después, los que contradicen sus afirmaciones son los indicadores, tanto de gestión como del deterioro socioeconómico sufrido por el país y sus habitantes. El único argumento defensivo que esbozan es que “ahora se dice la verdad”, y la verdad apabulla… y lo hace en su contra.

 

Los “semestres” pasaron y el gobierno se vio obligado a desprenderse de la excusa de la “pesada herencia” -que solo retomaría ante la inminencia de las urnas-, para aferrarse a las metáforas climatológicas con las que trata de eludir la referencia a una crisis autogenerada. De acuerdo a esta narración, argentinas y argentinos sufrieron “tormentas”, “tormentas de frente”, alguna que “nos pegó fuerte”, “meses más fríos y tormentosos” o “turbulencias”. Sobre el final de la campaña la creatividad sin límites del laboratorio del PRO ubicó la situación “en el medio del río” y pidió ayuda para “llegar a la otra orilla”.

 

Pasado y futuro Vs presente

 

Un capítulo interesante de la campaña, tanto la que termina como la que arranca, es el tiempo en que cada espacio apoya la punta del compás de su despliegue. El gobierno trae a primer plano el “pasado” kirchnerista, al que tiñe de “corrupto”, “ineficaz”, “populista” y “autoritario”; saltea un “presente” de tres años y medio, que en realidad le corresponden, y desembarca en la promesa de un “futuro” de dudosa ventura, si se tiene en cuenta que su “propuesta” es hacer “lo mismo pero en menos tiempo”.

 

A pesar de su esfuerzo por evitar que la economía aparezca en los primeros planos de la actualidad, uno de los piedrazos del final de campaña se lo dio el dólar, que abandonó la “plancha” en la que lo instalaron u$s 16.000 millones arrojados al fuego de la fuga para atravesar la semana de las primarias con nuevas alzas que lo llevaron arriba de los $46,50 por cada billete verde. Los inversores de Wall Street hicieron lo propio al calcular que el riesgo de operar en el país de Macri -en función de la dudosa capacidad de pago de sus obligaciones externas- está por encima de los 900 puntos, es decir que el crédito se encarecería unos 9 puntos por encima de la cualquier tasa “normal”. Aunque como siempre los responsables son otros, en este caso los devaluadores chinos, que no son culpables de que sus decisiones impacten con estruendo en la economía “más vulnerable del mundo”.

 

La oposición peronista, frentista y multisectorial, apela con saña al presente y apunta sus reflectores hacia las penurias populares. Quien mejor lo hace es Cristina Kirchner en sus presentaciones de “Sinceramente” en las que habla del frío que se siente en los hogares, del hambre no reflejado en las encuestas. Y ella sí, remite al pasado, el de su gobierno, para actualizar aquellas “alegrías” del “gusto” de comerse una pizza o la “emoción” de tomarse “vacaciones".
 

La campaña de Todxs, recogió el conjunto de las denuncias que expresaron las calles del país a lo largo de los últimos tres años, a través de las protestas de las organizaciones populares, los gremios, las ollas populares, las marchas contra los tarifazos, las concentraciones como las realizadas en reclamo de la aparición de Santiago Maldonado, desaparecido y luego encontrado ya sin vida, o en repudio del intento de la Corte Suprema de reducir las penas de los militares condenados por haber cometido delitos de lesa humanidad.

 

Alberto Fernández y Axel Kicillof repiquetearon con los temas económicos, a partir del deterioro del poder de compra de salarios, jubilaciones, pensiones y asignaciones únicas por hijo, inflación del doble de la existente en el gobierno anterior, pobreza superior en el primer trimestre al 34,1% de la población (más de 15 millones de personas), con el 7,1% hundido en la indigencia (3.200.000 personas), y de una desocupación “oficial” de 10,1% (más de 2 millones de personas) que trepa por encima del 27% (cerca de 6 millones) si se agregan subocupados y a quienes sus tareas no alcanzan para resolver sus necesidades materiales básicas.

 

El manual de campaña del PRO, prohibió a sus candidatos referirse a temas económicos y funcionó a la perfección hasta que Fernández logró instalar en el centro del ring al déficit fiscal y el endeudamiento externo de la actual gestión y, después, a las cifras astronómicas que paga el Banco Central en intereses de las letras con que aspira pesos. Remató con la explicación del redireccionamiento que haría desde el Gobierno para pagar los remedios a los jubilados y aumentar un 20% sus remuneraciones y los ministros de Economía, Nicolás Dujovne, y de Producción y Trabajo, Dante Sica, y hasta el mismísimo Fondo Monetario Internacional tuvieron que salir a responder. La oposición había logrado su objetivo.

 

Vergüenza debiera darte

 

Para ilustrar el clima que se vivió durante los últimos días de campaña macrista sirven dos situaciones, una filtrada, otra publicada por el propio Presidente. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, operó a través de los medios que replican hasta sus suspiros, y adelantó la consigna, tan grosera como resignada, “Puteame pero votame” que, horas después pulirían las redes de Macri con su “No se necesitan argumentos, no es necesario dar explicaciones”, al reclamar el respaldo de sus seguidores.

 

Los equipos comandados por Jaime Durán Barba, a contrapelo de lo que vocifera la mayoría de los encuestadores, además de darle más puntos a Alberto Fernández que a su jefe en las PASO, llegaron a la conclusión de que el “voto vergonzante” puede extenderse y favorecería más a Todxs que a la fórmula del Cambio ya que, como lo expresan los consultores que trabajan para el ecuatoriano, genera más pudor “votar a ladrones” que hacerlo por “malos gobernantes”.

 

Fuera de esa lógica puede agregarse que, para el sector de bajos recursos que en 2015 acompañaron las promesas de Cambiemos y hoy viven mucho peor, es difícil reconocer públicamente que regresarían al redil de alguien al que calificaron de “yegua”, “chorra”, o de peores cosas ante sus vecinos.

 

Numerología final

 

La “cartografía” electoral presentada una semana atrás no manifiesta cambios en las vísperas del apagón de los medios tradicionales y los blogs y periódicos digitales, a diferencia de las redes llamadas “sociales” como Facebook, Twitter o Instagram, a través de las cuales los distintos espacios seguirán tratando de empujar a sus figuras incluso a lo largo de todo el domingo. Como siempre que hay comicios, las portadas de los diarios de mayor peso en la agenda nacional aterrizan en los kioscos de esa jornada con los números de las encuestas escogidas en función de su línea editorial.

 

Al igual que en las últimas seis semanas, el “anuncio” es el del “achicamiento” de la diferencia entre el Frente de Todxs y Juntos por el Cambio. Sin embargo, vale señalar una inconsistencia que llama la atención de los analistas serios y es la diferencia entre el escenario de una supuesta brecha corta en la sumatoria nacional y los guarismos que resultan de reunir los resultados de estudios provinciales y municipales, donde Alberto Fernández lograba varios cuerpos de ventaja hasta el día en que se permitió difundir encuestas.

 

Esa ecuación baila al mismo ritmo que los territorios en los que supuestamente el espacio peronista acorta las ventajas de Cambiemos en 2015 y aumenta las obtenidas por quien lo representó en aquel momento: Córdoba y Santa Fe (donde incluso daba vuelta los resultados previos) para el primer caso, Provincia de Buenos Aires para el segundo, con un Conurbano que, en los papeles, estallaba en votos fernandistas. En ciudades importantes como La Plata y Mar del Plata, empapeladas de amarillo hace cuatro años, Alberto y Cristina figuraban arriba por varios puntos o achicando mucho la distancia, como en Bahía Blanca.

 

Ese panorama se compadece con un raid de 10 victorias provinciales que tuvo el peronismo a lo largo de la primera mitad del año, a las que debe agregarse el triunfo en Misiones del Frente Renovador de la Victoria Oscar, un antecedente de la unidad sellada entre el kirchnerismo y la Renovación de Sergio Massa, contra la solitaria victoria oficialista en la Jujuy de Gerardo Morales. El palco del cierre rosarino de Alberto Fernández y Cristina Kirchner junto a todos los mandatarios provinciales, intentó plasmar esa imagen de ola federal.

 

Durante diez horas las urnas estarán abiertas en todo el país, para que argentinas y argentinos confirmen o dejen fuera de carrera -si no obtienen el 1,5% de los votos- a las ocho fórmulas presidenciales, siete de ellas encabezadas por hombres, junto a la única postulación femenina al cargo, la de Manuela Castañeira por el Nuevo MAS. La escasísima representación de género en tiempos de fuerte disputa feminista, se completa con la cantidad de aspirantes a la vicepresidencia, apenas Cristina Kirchner que secunda a Alberto Fernández, y Romina del Plá, que acompaña a Nicolás del Caño en la fórmula del Frente de Izquierda-Unidad, integrado por el PTS, el Partido Obrero, la Izquierda Socialista y el MST.

 

Cada espacio intentará mostrar su realidad, con el marco de un cierre de campaña en la que el oficialismo trató de intimidar a las y los votantes, acusó a sus rivales de “autoritarismo”, apeló incluso a los muertos de una tragedia ferroviaria y terminó imitando al “Topo Gigio de Riquelme”, tal vez sin recordar que el gesto fue una crítica directa hacia su propia persona por parte del ídolo boquense.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/201483
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