Desafío a los evangélicos, ¡Bendición o maldición!
- Opinión
Muchos sectores de evangélicos en América Latina, de varias denominaciones, deben sentirse triunfantes, al ver que han ascendido al poder político en varios países de nuestra América y la oportunidad de seguir en esta línea; mujeres y hombres, en cargos como: presidentes, vicepresidentes, candidatos a varias responsabilidades, senadores, diputados, gobernadores, alcaldes, entre otros. Aunque no sé si estarán al tanto de las implicaciones que ello conlleva.
Deseamos hacer unas reflexiones en torno al tremendo reto de los evangélicos, para tratar de deslastrarse de tantos errores políticos y de gestión, ingenuidades, deslices estratégicos y tácticos, así como comentarios y declaraciones absurdas, incoherentes y hasta sinsentido.
Por ejemplo, el hermano evangélico, Jair Messias Bolsonaro, escaló al poder en el país suramericano más grande e importante de América Latina, Brasil, país en desarrollo y visto como referencia en términos económicos, políticos, ambientales, entre otros.
Aunque hay otros líderes políticos evangélicos, o que fueron llevados al poder por éstos, o muy cercanos a ellos, o que empatizan con ellos, como Donald Trump de USA, con influencia en la región, existe el rumor que Iván Duque es evangélico de Colombia, Fabricio Alvarado de Costa Rica, Jimmy Morales de Guatemala, Javier Bertucci en Venezuela, entre otros. Así como la influencia de los hermanos evangélicos en países como: Perú, Ecuador, Argentina, Panamá, Honduras, Nicaragua, entre otros.
Hay un artículo reciente en las redes, titulado “La responsabilidad de los evangélicos en la destrucción de la Amazonia”, del biólogo Ferney Rodríguez, que refiriendo al hermano Jair señala: Nunca antes la ignorancia, la anti ciencia, el fanatismo religioso, y el conservadurismo habían estado tan unidos, al menos no desde los tiempos de la Inquisición. Además, de los calificativos “ignorante”, “fanático”, se agregan los de “machista, homófobo, racista, violento y sin amor por la selva amazónica”, señalados en el artículo, el cual fue apoyado para llegar al poder por “evangélicos, pentecostales y carismáticos”.
Surge la pregunta ¿sí así es el presidente de Brasil, igual serán sus seguidores, quienes lo apoyan y lo llevaron al poder? Es obvio que conocemos muchos evangélicos con estas características, pero los defensores evangélicos dirán: “es que Bolsonaro no es evangélico o cristiano, el ha usado a los hermanos”. Pero lo que es noticia cierta, es que Bolsonaro se bautizó en el rito evangélico más significativo de la fe evangélica, para decidir si es “convertido” al Evangelio. El problema no es si Bolsonaro utilizó a los evangélicos o no, es que obviamente, se declara fiel a la fe evangélica, se bautiza y proclama su adhesión. Y sus actos y palabras dejan mucho que desear. No es el modelo idóneo de evangélico convertido al Señor.
Otro problema significativo, es que la política y las declaraciones de Bolsonaro en torno a la Amazonia, son anti evangélicas, ¿cómo es que no se percatan los hermanos brasileños y latinoamericanos, que la selva amazónica es un don de Dios, para beneficio de la humanidad? Y que si se destruye, tendremos que dar cuenta de ello. Es más bien, una responsabilidad que en un país, con un presidente evangélico, debemos ser buenos administradores de algo que se nos entregó para protegerlo y conservarlo, en beneficio del ser humano.
Cómo deslastrarnos, que ante un tema tan crucial, significativo y de tal envergadura, como el cuido de la naturaleza y el ambiente, no pudimos manejarlo con la seriedad, importancia y acorde a las exigencias del Evangelio.
No tardaran muchos otros artículos y textos, dónde se nos acuse de malos dirigentes, más cuando algunos de nosotros, nos hemos ofrecido como los aptos para regir los destinos de nuestros países. Seamos conscientes de esto, pongamos los pies en tierra y obremos con responsabilidad, ética y disciplina.
En cierto, que es un verdadero reto y desafío, ver cómo corregimos tal actitud, ya que no pasamos el examen, ante un tema tan pertinente para la humanidad. Las autoridades evangélicas de otros países, deben ver en el ejemplo del hermano Bolsonaro, de lo que no se debe hacer en materia de gestión política y otros menesteres.
Recalcamos la propuesta que hiciéramos en otro artículo, de convocar a una Cumbre Evangélica por países, para evaluar y corregir tantos entuertos, y para que no se nos etiquete por siempre, como malos políticos y malos evangélicos. No debemos permitir que este asunto llegue hasta que seamos estigmatizados. A su vez, encarar un proceso de formación sociopolítica seria, que nos brinde herramientas para la gestión pública.
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