La finalización del Gobierno del presidente Mauricio Macri en la Argentina se ve muy complicada, fundamentalmente por la incapacidad personal y de su equipo para gobernar un país que es muy importante como referente de América. Por si esto fuera poco, el huracán Dorian ha metido sus fuertes corrientes de aire en el asunto y hace unos días no pudieron despegar desde Miami algunos aviones y entre ellos uno que traía dólares para que el Banco Central argentino interviniera en el mercado cambiario.

A esta altura del partido, diría un futbolero, ya no hay mucho que comentar. Macri y su proyecto es cosa del pasado y además un ejemplo de ineficiencia en una gestión.

De todas maneras pienso que hay dos factores que se deben destacar y recordar. De cada actividad de la vida debemos tratar de sacar una enseñanza y está ligada estrechamente al futuro de los pueblos de la región y del mundo.

El primer componente que debemos tener en cuenta es que este fue un Gobierno destinado a favorecer a las grandes corporaciones económicas, que son la base y el alma del sistema capitalista. Desde un primer momento fueron estructurando las condiciones para favorecer al gran capital, especialmente extranjero, de manera que pudiera recoger los mayores beneficios de un país rico como la Argentina. El pago a los llamados Fondos Buitres les aseguró a los “inversores” extranjeros que sus capitales “golondrinas” serían respetados y pagados con altos intereses. A los gobernantes argentinos le interesaba un trato “casi” de iguales con los “grandes”.

No interesaba que hubiera un Papa argentino que predica la teología de la liberación y la Opción por los Pobres, lo que valía la pena conseguir era que Donald Trump pareciera un buen amigo de Macri. Hicieron todo lo que debían hacer para ello. No podemos negar que lo hicieron tan bien, que hasta hace pocos días todavía el buen Donald se jugaba por ellos a través del FMI.

Desde el primer día de Gobierno mostraron su absoluta adhesión al sistema capitalista y, por ejemplo, pusieron de Ministro de Energía al señor Juan José Aranguren, ingeniero químico que “casualmente” desde 2003 era presidente de la Shell Argentina y cuyos capitales personales estaban todos en el extranjero, igual que los de su colega de Hacienda Nicolás Dujovne que asumió en 2017.

Ya no es muy útil repasar todas las medidas que durante el transcurso del Gobierno tomaron para beneficiar a sus asociados y patrones de las grandes corporaciones, como las petroleras y otras similares. No es necesario porque el resultado está a la vista y es el colapso de la economía Argentina, país que quizá cuando estés leyendo este articulo ya haya sido declarado en Default, ya que por culpa del huracán no tiene dinero para pagar sus deudas.

Ese es el otro factor, el huracán. En realidad el gobierno de Mauricio Macri y sus amigos, en complicidad con las beneficiadas corporaciones económicas, han sido más devastadores que un huracán grado 5.

Lo trágico de este hecho es que es el resultado de una “aventura” de “niños ricos” que decidieron jugar a gobernar un país, para lo que lógicamente fueron alentados por quienes podrían sacar –y sacaron-, suculentas utilidades de la aventura.

Jamás tuvieron un programa de Gobiernos y un plan económico, salvo algunos de ellos que asumieron sus ministerios con el fin de beneficiar a sus “patrones” en la vida real.

Nunca previeron fracasar y menos tan rotundamente. Entonces aún no saben qué hacer para lograr completar su periodo. Seguirán culpando al pasado y a la oposición que ganó las PASO antes de que ellos fijaran la “formas senas” de terminar su gestión.

Pero esto debe dejar una gran lección especialmente a los pueblos de la región. Para castigar el mal desempeños o ineficiente gestión de sus representantes deben buscar, crear formas de control y “castigo” Pero no pueden, como hicieron en la Argentina, Chile, Ecuador o Colombia, entregar el país a los enemigos de los pobres y marginados.