Canadá va a elecciones el 21 de octubre
- Opinión
El 11 de septiembre Canadá entró en campaña electoral. La ex astronauta Julie Payette, representante de la reina de Inglaterra, ordenó la disolución del parlamento a petición del primer ministro Justin Trudeau. El 21 de octubre 25 millones de canadienses elegirán los 338 miembros del 43º parlamento federal en una campaña que durará sólo 40 días, en 2015 duró 78 días. Hace unos meses el Partido Liberal de Canadá (PLC) bogaba hacia un segundo gobierno mayoritario. Ahora, la pelea será peleada y, no faltan temas controvertidos, desde oleoductos ó impuesto al carbono, laicidad, perecuación, inmigración o las GAFAM, como voto de urna.
La compilación de encuestas Poll Tracker y 338canada indica empate entre el PLC y el Partido Conservador de Canadá (PCC) de Andrew Scheer. Mainstreet vaticinaba un gobierno minoritario. Varios analistas, entre otros, Michel David, coinciden. Andrew Coyne (National Post), cree posible una victoria de los Conservadores con su slogan de campaña: ahora usted debe beneficiar, prometiendo rebajas de impuestos sin reducción de programas sociales.
Aunque un gobierno mayoritario liberal sea lo más probable, la posibilidad de un gobierno minoritario por luchas regionales polarizadas marca la campaña.
Al balance del gobierno Trudeau, le penan sus contradicciones, las promesas incumplidas, el llamado escándalo de SNC-Lavalin y sucesivas “meteduras de pata”. Su slogan de campaña es, elegir avanzar, en lugar de retroceder a un gobierno conservador como el de Stephen Harper: una actualización del voto de urna nacional en 2015.
La posibilidad de un gobierno minoritario agudiza la disputa por el voto progresista entre el Nuevo partido Demócrata (NPD), con Jagmeet Singh que lucha por usted y; el Partido Verde (PVC), con Elizabeth May. Hasta Yves Blanchet, el nuevo jefe del Bloque quebequense (BQ) también lo sueña, con su Quebec somos nosotros. Veamos detalles de este análisis.
Las encuestas y la campaña electoral canadiense
Las encuestas, a pesar de no prever los resultados el día de las elecciones, siguen siendo clave en las elecciones canadienses. En primer lugar, ciertamente, no se han revelado un útil de predicción futura, pero son una fotografía instantánea del momento de las encuesta. Por ello, precisamente influencian las tácticas de los partidos políticos. Generalmente, el voto del día de la elección varía, generalmente, porque ellas han influenciado la campaña de los partidos políticos, que adaptan sus anuncios y lugares donde hacen campaña a esas encuestas. Ellas determinan las estrategias para imponer el llamado voto en la urna.
En segundo lugar, las encuestas también afectan el voto estratégico de los electores. Se trata de un segmento de electores que votan por el mal menor, o es influenciado por lo que aparece como el voto de la mayoría. También ello, ante un voto decidido, puede propiciar abstenerse de votar. Por ello los partidos buscan asegurar la participación de jóvenes y otros electores reacios y sacar el voto el día de la elección.
En las últimas elecciones de 2015, si las encuestas se equivocaron, fue porque no calcularon que el impacto del voto de la urna, del sentimiento “cualquiera menos Harper” en electores agotados de más de diez años de gobierno conservador. Al comienzo de la campaña, vaticinaban una victoria del NPD, de Thomas Mulcair, pero el tradicional partido de la alternancia federal, dirigido por el antiguo primer ministro Pierre Elliot Trudeau, Justin Trudeau, jefe del PLC, se impuso como alternativa de recambio.
Ello recuerda que, generalmente, son los partidos en el poder los que pierden las elecciones, no las gana el partido de oposición. Con cuatro años de gobierno, sería la primera vez desde Richard Bedford Bennett (1930-1935) que un partido que gana un primer gobierno mayoritario, pierde, pero si puede darse un gobierno minoritario.
¿Gobierno mayoritario / gobierno minoritario?
En enero, las encuestas anunciaban una victoria electoral de los liberales. Ello era antes de la crisis interna del partido Liberal, creada por las denuncias de presión indebida, de la Oficina del Primer Ministro, sobre la Ministra de Justicia Jody Wilson-Raybould. Estaba en cuestión, el abandono del juicio contra la multinacional quebequense SNC-Lavalin affair, acusada de sobornar el régimen Gadafi en Libia, para obtener contratos. La crisis fue un fuego amigo, cuyos efectos devastadores en el Canadá Inglés, se prolongaron durante meses y, volvieron a penar a Trudeau el mismo día de inicio de la campaña.
Las encuestadoras, Angus Reid, Ipsos, Forum, Léger, EKOS, Abacus Data, Campaign Research, Mainstreet y Nanos Research prevén un empate del voto popular. La compilación de encuestas el 11 de septiembre, de la CBC, Poll Tracker, le otorgan 34.4% al PCC y 34.1% al PLC.
Según 338canada el PLC no alcanza aún un gobierno mayoritario. El académico Drew Fagan, afirma que Trudeau no pudo transformar su glamor en resultados políticos. EL PLC está cerca de la mayoría, pero las revistas, L’Actualité y McLean’s coincidían en que todo depende de la campaña que recién comienza.
Andrew Scheer también enfrenta desafíos: Es su primera campaña electoral. Además, el 3% de intenciones de voto al Partido Popular de Maxime Bernier, a la derecha de los conservadores, puede quitarle preciosos votos en circunscripciones disputadas.
El NDP está en apuros. No amenaza los liberales como en 2015. Puede perder el estatus de partido con apenas 12.6% en las encuestas. Los Verdes, por la popularidad de la lucha contra el cambio climático, pueden ser el tercer partido y detentor de la balanza de poder en gobierno minoritario. En Quebec, Qc125 prevé que el BQ, con cerca del 20% de preferencias puede quitar circunscripciones al NPD apoyado en la CAQ.
La diversidad regional canadiense
En esta elección, la diversidad política regional canadiense marcará la elección.
Ciertamente, el sistema electoral uninominal por circunscripción canadiense de origen británico provoca una distorsión natural del voto popular. Y es que se elige un diputado en cada una de las 338 circunscripciones. Ello se traduce en la elección de un gobierno mayoritario que puede gobernar sin tapujos, con menos del 37% de los votos.
Es por ello que, en víspera de la campaña, la compilación de encuestas 338Canada vaticinaba un gobierno minoritario o mayoritario Liberal, pese a que empataban o tenían menos voto popular que los conservadores. Y es que el voto liberal está más repartido y fuerte en las provincias más pobladas (Ontario y Quebec). Los Conservadores concentran su votación en Alberta.
Recordemos que la creciente diversidad política de Canadá, desde los años noventa, aumentó el número de partidos con miembros en el parlamento. Al PLC, el PCC y el NPD, se han agregado, el PVC, el BQ y ahora el PPC. Ello no ha evitado la tradicional alternancia entre liberales y conservadores pero afecta la imposición de temas nacionales y la alienación regional.
La composición del parlamento saliente, confirma la ausencia de un partido pancanadiense. En 2015, los liberales, arrasaron en las provincias atlánticas, en Quebec y en Ontario, pero perdieron en Manitoba, Saskatchewan, Columbia Británica y casi fueron borrados de Alberta. Por demografía, las elecciones se ganan en Ontario, pero la mayoría se gana Quebec.
En la campaña, la diversidad regional canadiense hace que políticas acogidas favorablemente en las Praderas y Alberta, como la del corredor energético de los Conservadores, son impopulares en el Este. Inversamente, la laicidad (ley 21) muy popular en Quebec, es denostada en el resto de Canadá. Esto obliga a un cuidadoso ejercicio a los partidos para evitar alienarse votos cruciales.
Un balance liberal mitigado
Aunque el gobierno Trudeau rompió con la austeridad del gobierno conservador dirigido por Stephen Harper, el balance de su gobierno es mitigado, aparece como pura boca. Aunque se inscribe simbólicamente a la izquierda de otros gobiernos liberales del pasado, está falto en realizaciones.
Pretendió ser el campeón del Acuerdo de París, pero no ha creado las condiciones para que Canadá respete los objetivos de reducción de gases con efecto invernadero de ese Acuerdo. Su decisión favorable al Oleoducto Transmountain y el apoyo monetario a la industria petrolera echan por tierra su imagen de lucha por el cambio climático.
En política internacional su balance es también mitigado. Christia Freeland manejó correctamente la relación con el imprevisible arrendatario de la Casa Blanca; acordó el CETA, con Europa. A pesar de críticas, renegoció el ALENA, transformado en ACEUM pero este aún no es ratificado. Pero en lugar de desarrollar una política propia Canadá sigue alineado con Washington, como lo muestra la política hacia Venezuela y el arresto de la PDG de Huawei, por no respetar sanciones contra Irán de Washington, no suscritas por Canadá. Su política de puertas abiertas a los refugiados de Trump, se ha moderado y Canadá sigue sin asumir su rol en favorecer la paz mundial.
Además, los avances en la reconciliación con las primeras naciones, no se han traducido en la aplicación de las recomendaciones de la Comisión sobre las mujeres indígenas muertas y desaparecidas. Hay avances pero el multiculturalismo neoliberal, es más simbólico que real, las primeras naciones viven en condiciones indignas de un país desarrollado.
El gobierno Trudeau, benefició de un largo ciclo de crecimiento económico, con bajo desempleo. Rompió efectivamente con la austeridad conservadora, estimulando la economía con inversiones en infraestructuras. Pero tarda en atacar las crecientes disparidades sociales y económicas.
Promesas incumplidas y errores garrafales
Entre promesas incumplidas, destaquemos la reforma del sistema electoral. Se trataba de introducir niveles de proporcionalidad para un mayor respeto del voto popular y de la diversidad canadiense. Justin Trudeau había prometido en la campaña de 2015 que era la última que se realizaba bajo el sistema electoral actual. La reforma, cuya responsabilidad fue entregada a una Ministra sin experiencia, fue abandonada completamente.
Lo cierto que, aunque significó una clara ruptura con el estilo de los gobiernos conservadores, Trudeau no puede afirmar que hizo más transparente la política canadiense. A ello se agrega una serie de errores y defectos de su estilo de gobierno que hicieron perder el aura de novedad a Trudeau. Por un lado, sus debilidades frente a las prepotencias del presidente estadounidense Donald Trump. Por otro, los errores diplomáticos, como el cometido en el viaje a India, afectaron su imagen.
Además hubo problemas de gobernanza. Fue sancionado por la responsable de ética del parlamento por aceptar regalos del Aga Khan, que le colocaban en conflicto de interés.
A ello se agregó el principal escándalo de su gobierno. La denuncia desde su propio campo, de la ministro de la justicia Jodie Wilson-Raybould. Una estrella de su gobierno y que representaba el reconocimiento de su gobierno a las primeras naciones. Ella denunció que la oficina del primer ministro había intentado presionarla para darle un trato de favor a la multinacional basada en Montreal, SNC-Lavalin. El mal trato del expediente, llevó a la renuncia también de la ministra Jane Philpot y la expulsión de ambas del caucus liberal. Se agrega la renuncia de su consejero principal, Gerald Butts.
Lo cierto es que Trudeau termina su primer gobierno muy dañado. No funciona la imagen de un gobierno feminista, de reconciliación con las primeras naciones y de progresismo.
La batalla por el Voto de Urna
Los conservadores aparecen como la alternancia natural en el poder en estas elecciones. Pero la derrota de Stephen Harper en 2015 y la condena de su estilo siguen penando. Los liberales intentan imponer como voto de urna, no volver a los años Harper.
Los liberales se presentan como una centro-izquierda responsable cuyo objetivo es favorecer la clase media. Los conservadores también tratan de imponerse en ese tema, reviviendo promesas de reducción de impuestos. Los neodemócratas proponen luchar por reducir las desigualdades, subiendo los impuestos para las grandes fortunas y favoreciendo la gente común y corriente.
Los verdes buscan imponer la urgencia de la lucha contra el cambio climático. El problema de un enfoque centrado en la lucha contra el cambio climático es que no se liga a sus consecuencias en desigualdades sociales y económicas, según Aurélie Lanctót. Si imponen el tema, podrían transformarse en partido político y balanza de poder. Andrew Scheer reaccionó, esgrimiendo su escuálido Plan que se limita a estimular la economía verde y evitar cualquier impuesto al carbono o la industria contaminante. Pero es posible que la crisis climática no sea tema de urna, como en Quebec donde, a pesar de la popularidad del tema, ganó el partido menos abierto al tema.
Los conservadores buscan imponer el tema del déficit fiscal pero es difícil que en contexto de crecimiento económico ello pueda conseguir adherentes como tema de la urna. Su propuesta de corredor energético no despierta adeptos ni en el Oeste, que debiera recibir energía hidroeléctrica de Quebec, ni en Quebec que debiera favorecer la construcción de oleoductos para exportar el petróleo.
Los partidos tratan de imponer otros temas, pero es evidente que la larga campaña para las segundas elecciones federales con fecha preestablecida aún no define el tema ó los temas que definirán el escrutinio.
El factor imprevisto
Agreguemos por último, los imprevistos de la campaña.
Recordemos que el mismo día del comienzo de la campaña, el Globe&mail publicó que el RCMP había entrevistado Jody Wilson-Raybould, reactivando el affaire SNC-Lavalin. Un dolor de cabeza para Justin Trudeau, que pensaba haber dejado ese tema en el pasado.
Paradojalmente, a Trudeau no le afectó ausentarse del debate de Mclean’s y el estilo Harper de no responder preguntas. Pero, ese debate permitió que se diera a conocer el jefe del NPD, Jagmeet Singh, en desmedro de Elizabeth May. Falta ver el efecto de los debates del 2 de octubre en TVA (francés) y los organizados por la Comisión el 7 (inglés) y el 10 (francés). Una verdadera pesadilla para los Conservadores, porque la Comisión invitó también al ex Conservador Maxime Bernier del PPC.
La actitud de los partidos federales ante la Ley de laicidad en Quebec es ya, tema de campaña. La petición del Primer Ministro de Quebec, François Legault, de que acepten los derechos de la Nación Distinta, en inmigración y laicidad, solo benefician al BQ. Trudeau acepta, pero ha dejado la puerta abierta. Andrew Scheer, juega a la prudencia. Elizabeth May y Jagmeet Singh están contra, pero también la aceptan. ¿Se repetirá el impacto del niqab, que desplomó la votación del NPD en Quebec en 2015?
La amenaza de aumento del precio del petróleo por ataques en Arabia Saudita, reactiva el debate sobre la crisis energética, el rol de Canadá y el cambio climático en la campaña. También inciden temas valóricos, como el fallo de la Corte superior de Quebec, favorable a Nicole Gladu y Jean Truchon, que pide extender la ayuda médica a morir, obliga los partidos a pronunciarse. Además las ambigüedades de Andrew Scheer por declaraciones homofóbicas, islamofóbicas, anti-francófonas y contra el aborto de sus candidatos.
http://marcelosolervicens.org/2019/09/canada-va-a-elecciones-el-21-de-octubre/#more-1674
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