Las marionetas
- Opinión
Después de años de controversias, la gran mayoría de las instituciones internacionales coinciden en afirmar que la agricultura campesina familiar es la mejor estrategia para asegurar la alimentación en el mundo y dejar atrás el crecimiento de las cifras del hambre.
En referencia a la eficiencia energética a la hora de producir alimentos, tampoco hay dudas respecto a las bondades de la agricultura campesina, más aún si las cifras las comparamos con las de la agricultura industrial, un sumatorio de barbacoa innecesaria de petróleo.
Por esta afición a quemar petróleo y a quemar bosques para ganar tierras, la agricultura industrial es un importante desencadenante de la crisis climática. En cambio, la agricultura campesina combinada virtuosamente con ganadería que pastorea en los alrededores y contribuye a fertilizar y abonar la tierra, no solo no contamina sino que, queda confirmado, es capaz de reducir la cifra de los gases con efecto invernadero de la atmósfera, “enfriando” nuestro planeta.
Academias, centros de investigación médica y de nutrición, los datos de la epidemiología … corroboran lo que el sentido común siempre había defendido, la agricultura campesina es la manera más sana y nutritiva de alimentarse, libre de pesticidas, transgénicos, aditivos y otros tóxicos.
La biología, botánica, zoología, entomología, ornitología, primatología, etc. tan preocupada por la desaparición de las golondrinas, luciérnagas, sapos o miles de variedades de semillas autóctonas, se postulan sin fisuras en favor de la agricultura campesina, y su capacidad de enriquecer los territorios allí donde se practica.
Incluso las ciencias de la economía están explicando abiertamente que una agricultura campesina a pequeña escala, multiplicada y reproducida por doquier, es la fórmula más inteligente de construir comunidades dinámicas, sostenibles y reproducibles.
Y como estas verdades son tan poderosas, los gobiernos del mundo – marionetas de las multinacionales de la agricultura y la alimentación – están decididos a hacer todo lo posible para acabar con ella, con la agricultura campesina, no vaya a ser que con su expansión se acaben los negocios de hambrear, calentar, enfermar y colapsar el Planeta.
Publicado en La Fertilidad de la Tierra, septiembre 2019.
Del mismo autor
- Renovables, ¿no, gracias? 04/03/2021
- ¿Otra revolución verde? (1/2) 26/01/2021
- Los holobiontes 16/12/2020
- Panfleto para la DesCivilización 01/12/2020
- Compra pública para ayudar, para transformar 23/10/2020
- El colapso de la soja (3/3) 07/10/2020
- Las fábricas de la soja (2/3) 29/09/2020
- Los trenes de la soja 23/09/2020
- España: Soberanía rural 30/07/2020
- La huertocracia 01/07/2020