Discurso antineoliberal y políticas antineoliberales
- Opinión
Resulta imprescindible pasar de la retórica antineoliberal a acciones concretas que combatan y en lo posible destruyan las medidas de gobierno tomadas durante décadas en Argentina. En especial nos referimos a las decisiones de Estado tomadas en la década de 1990 ya que como veremos en otro artículo en preparación la gestión del Ing. Mauricio Macri se disfrazaba de neoliberal y asumía un discurso en esa línea para ocultar sus verdaderos propósitos neooligárquicos orientados a la destrucción del país. Estuvimos a ocho puntos de exponer a la patria a su desaparición.
Si el neoliberalismo es el verdadero enemigo a enfrentar y combatir, las políticas a implementar deben mantener coherencia con esa línea de acción. En los noventa se instaló en nuestro país un ortodoxo modelo neoliberal (ver Pequeña Historia del Neoliberalismo de David Harvey). La instalación de este modelo se concretó en una serie de medidas que encontraron su fundamento jurídico en dos leyes: La Ley de Reforma de Estado y la Ley de Emergencia del Estado las cuales junto con otra Leyes y Decretos dieron al gobierno la posibilidad de llevar adelante un sistemático proceso de destrucción de la República.
Hoy se puede ver y escuchar en los medios masivos una interminable discusión entre quienes defienden una mayor presión impositiva y a través de estas medidas aumentar la recaudación y los que sostienen la necesidad de producir una drástica disminución del gasto público. Ambas posiciones tiene su parte de razón y al mismo tiempo las dos posturas ocultan todo el nefasto, delictivo y macabro proceso de privatizaciones de Empresas y Servicios del Estado.
En primer lugar resulta fundamental desmentir terminantemente que se privatizaron las actividades del Estado “para la cual el Estado no está preparado”, por el contrario se privatizaron de manera escandalosa solamente los tramos rentables de los servicios ofrecidos. No se privatizó la red vial Nacional sino el diez por ciento de la red que representaba el setenta por ciento del tránsito (medido en TMDA). No se entregó en concesión la red ferroviaria sino solamente una reducida parte de la red de alto tráfico. Se transformó un fondo destinado a la inversión o a constituirse en contraparte de inversiones, en un subsidio operativo a las líneas de autotransporte urbano de pasajeros en concepto de subsidio directo por unidad y subsidios al combustible.
Se entregaron todos los puertos del país. Los Aeropuertos nacionales. Se privatizó la generación y la distribución eléctrica construyéndose a través del sistema adoptado cerrados monopolios. Con los mismos criterios se entregaron la distribución de gas y la de agua. Se cedieron escandalosamente industrias militares estratégicas. Se destruyeron Altos Hornos Zapla, Minera Sierra Grande, Yacimientos Carboníferos Fiscales y su principal fuente Río Turbio, Se entregó por un precio vil YPF se regaló Aerolíneas Argentinas.
Todas estas empresas bien administradas eran altamente rentables generando recursos para el fisco. Pero como la entrega escandalosa no alcanzaba el enorme apetito capitalista de sus beneficiarios, todas las privatizaciones fueron convenidas con altísimos y fraudulentos subsidios que aún se mantienen. Subsidios a las concesionarias de peajes, a las concesiones ferroviarias, a la empresa de transporte urbano, a las distribuidoras de electricidad, gas y agua, a Aerolíneas Argentina, a los puertos a los aeropuertos además de los subsidios indirectos a cientos a de actividades privadas
Conjuntamente con estas medidas se alentó un profundo proceso de concentración económica en todos los sectores de la economía que conllevaron la aparición de infinidad de situaciones monopólicas y oligopólicas. Estos sectores tal como lo recomiendan los manuales de neoliberalismo fueron también beneficiarios de subsidios. Estos subsidios representan anualmente cientos de miles de millones de dólares que se aplican a sectores diversos que representan, en muchos casos, ganancias superiores a las derivadas del propio cobro de tarifas. Las tarifas las paga el pueblo y los subsidios también los paga el pueblo.
El caso más paradigmático lo constituye el sistema de peajes en las Rutas: La gente paga tres veces el servicio: cuando pasa por la casilla de peaje; paga, cuando utiliza combustibles o lubricantes; paga, cuando el Estado les entrega subsidios.
Además de asumir un discurso antineoliberal llegó la hora de tomar medidas antineoliberales: Derogar las Leyes de Reforma del Estado y Emergencia, eliminar los subsidios, nacionalizar todas las empresas y servicios privatizados, nacionalizar el comercio exterior, poner una gran parte de los servicios de inteligencia a investigar el destino de los fondos argentinos depositados en el exterior y proponer formas de recuperarlos por las buenas por las malas, promover una vasta reforma agraria como solución capitalista al problema de la producción. Estas medidas que solo requieren de decisión y valor político generarán recursos sobrados para iniciar un ciclo virtuoso de la economía argentina, incrementar ostensiblemente los recursos del Estado y terminar con la retórica vacía.
Luis A. Yanes.
Profesor Titular UBA
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