Un granito de historia

13/02/2020
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Foto: CELAG
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México, como la Nueva España (1521-1821), contribuyó de manera decisiva a la modernidad capitalista. Si el descubrimiento de América, en 1492, significó la primera oleada de lo que sería la globalización –nuevos territorios para un mercado en expansión—, la llegada de los españoles en 1519 las abrió a la colonización, sinónimo de asentamiento, pero también de despojo y exterminio, esclavitud y explotación, dominación y subdesarrollo: todo lo que engloba la noción de colonialismo. Contribuyó, así, al periodo de la acumulación de capital, del que habla Marx. En El Capital observa: “El descubrimiento de oro y plata, la esclavitud y el entierro en las minas de la población aborigen señaló el amanecer rosado de la era de la producción capitalista”.

 

Cinco siglos después, el libre comercio y la historia, que incluye dos ocupaciones y el despojo de más de la mitad del territorio, además de la geografía, ligan a México con Estados Unidos, que se remacha hoy con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), que culmina un largo proceso, con el que la élite neoliberal –jóvenes mexicanos educados en universidades gringas, según el proyecto de Lansing, en 1923— con el objetivo de lograr nuestra subordinación a los intereses imperiales/imperialistas de EU. ¿México neocolonial?

 

Este proceso de integración parte de la idea de que con el nacionalismo revolucionario, es decir, la ideología de la Revolución Mexicana (1910), México miraba más hacia el sur, América Latina, de la que sentía más unida (a partir de la lengua y la religión), que hacia Estados Unidos, nuestro vecino y socio. De la simple geografía se pasó a la geoeconomía o, si se quiere, a la geopolítica, que nos recordó que México es parte de América del Norte. La premisa fue que la apertura económica nos llevaría, como dijo el presidente Carlos Salinas, a ser parte a las grandes ligas. El tiempo ha demostrado que únicamente como bateador emergente.

 

Nos adherimos a diferentes organismos, como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Sin embargo, entre una treintena de países, siempre ocupamos el último o penúltimo lugar en los índices de desarrollo humano y social (educación y salud). Tenemos suscritos más de una veintena de acuerdos y tratados comerciales, y entre el 85 y 90 por ciento del nuestro intercambio, según el producto o el servicio, es con un solo país: EU. El sello o la marca (hecho en) México es una entelequia. El capital transnacional es aplastantemente dominante. Es cierto que el mercado se ha vuelto más amplio y variado, con lo que se ha ensanchado la oferta, incluyendo nuestra dieta, pero los beneficios han recaído en unas cuantas personas (físicas y morales), modernizando la añeja la estructura oligopólica.

 

La adopción del tiempo de verano (siete meses de adelantar una hora nuestro horario), con el que se coordina la hora de apertura de la Bolsa Mexicana de Valores con la de Wall Street; el Buen Fin, que imita el Black Friday, un día después del Día de Acción de Gracias (el último jueves de noviembre), con la se inaugura la época de compras navideñas en EU, o los largos fines de semana, con los que las fechas conmemorativas, de descanso obligatorio, se pasan al lunes anterior (al igual que en EU), que instituyó el presidente Vicente Fox en 2006, que se mira para alentar el turismo.

 

Y ahora, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó, el 5 de febrero, aniversario 103 de la Constitución, que “es fundamental fortalecer nuestra memoria histórica”, para lo cual anunció que habrá cambios en el próximo ciclo escolar para que las fechas históricas se conmemoren en el día que son, pues ahora “los niños en las escuelas, hasta de secundaria, hablan de los puentes, pero no del por qué no asisten a la escuela”. La única fecha histórica que se respeta es la del 16 de septiembre, el inicio de la gesta de la Independencia (la primera transformación de la nación) Afortunadamente, este día 5 de febrero fue un miércoles, pero hay días festivos que han caído en jueves o viernes, y el común de la gente no sabe por qué el lunes anterior se suspenden actividades. Este cambio, reitera el presidente, es que no se nos olvide de dónde venimos y hacia dónde vamos. Pasado y futuro unidos por un presente crítico.

 

Aquí agregamos un granito de historia. Como dice Yara, La esclava de Juana Inés (Ignacio Casas, Premio de Novela Histórica Grijalbo-Claustro de Sor Juana): sólo se trata de “conocer en los libros los misterios de las cosas y los días”.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/204734

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