Félix Aragón Fuentes: “Las naciones ya no compiten solas, sino regionalmente”

11/03/2020
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Félix Aragón Fuentes
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Entrevista con el Maestro Félix Aragón Fuentes, especialista en Negocios Internacionales

 

 -La lucha geopolítica entre China y Estados Unidos es por el control del Pacífico asiático

 

-Ante la amenaza del coronavirus, cada Estado tiende a cerrarse

 

-México ha cometido un grave error: no le ha dado la importancia a su potencial marítimo

 

 Félix Aragón Fuentes (El Espinal, Oaxaca, México), profesor-investigador de Negocios Internacionales en la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), previene que, en el devenir, como tendencia irreversible, los países podrán competir a nivel internacional, si y solo si conforman bloques comerciales regionales. Estratégicamente no defenderán sus intereses en solitario, sino como parte de alianzas con otros Estados. En consecuencia, la disputa por la hegemonía mundial estará centrada en una lucha entre regiones.

 

"Llegó la hora de concebir la historia de otra manera. Entender, por ejemplo, la importancia de América del Norte. Es cierto que nuestra relación ha sido compleja, pero si no hay diálogo en un sentido positivo con Estados Unidos y Canadá, México estará desperdiciando un potencial importante como miembro fundamental de la región”, ha dicho Aragón Fuentes en entrevista, a propósito de la presentación de su nuevo libro Norteamérica: regionalismo y la geopolítica del liderazgo (IPN, México, 2019).

 

“¿Por qué, pese a las amenazas de abandonar el TLCAN, Donald Trump no lo hizo?”, se cuestionó. “Porque México es importante", justificó. "Nos necesitan y los necesitamos. Vale la pena reflexionar sobre la importancia de México en América del Norte que permitiría recuperar muchas cosas que hemos perdido frente al vecino. Es un mercado que no pocos países quisieran desde la perspectiva de los negocios internacionales. Otros retos son pensar en los mexicanos que viven en Estados Unidos, los norteamericanos establecidos en México y evaluar, con mayor detenimiento, el papel de Canadá”.

 

“Nos guste o no”, sostuvo el también autor de Norteamérica por competencias (Trillas, México, 2012), “el gobierno que se elija en Estados Unidos —el 3 de noviembre próximo— será con el que tendremos que negociar, platicar o dialogar. La de México-Estados Unidos es una relación de conflicto, pero eso no implica que no haya cooperación. Somos vecinos y nos necesitamos”.

 

¿Qué entiende por regionalización?

 

—Habría que verlo en tres etapas: la región geográfica ya existe: América del Norte. Lo que marcó fronteras fue la historia. Luego, la globalización lo que trajo fue un movimiento de regionalismo como tendencia. Dividió al mundo en regiones económicas. El proceso de ese regionalismo es la regionalización que implica, por ejemplo, consolidar los acuerdos de libre comercio, como en el caso de la Unión Europea. La caída del muro de Berlín trajo la fuerte tendencia al regionalismo. El curso de la regionalización desde una perspectiva comercial, política, de seguridad, marca ya no una competencia entre países a nivel mundial, sino entre regiones.

 

En su libro se habla de un viejo y un nuevo regionalismo, ¿a qué se refiere con ello?

 

—En el caso del viejo regionalismo, habría que verlo desde el enfoque de la Guerra Fría; cuando el mundo estaba dividido en dos bloques: el que lideraba Estados Unidos y el encabezado por la ex Unión Soviética. Ese viejo regionalismo evidentemente era cerrado e ideológico. Por lo que se refiere al nuevo regionalismo, implicaba abrir todas las estructuras de comercio al mundo. Puedo asegurar que los países comunistas, como China, adoptaron un modelo capitalismo para promover su imagen internacional desde una perspectiva comercial. Entonces, cuando el viejo regionalismo es cerrado, el nuevo regionalismo es abierto.

 

Igualmente se incluyen ítems sobre regionalismo hegemónico y regionalismo equilibrado. ¿Cómo se interpretan?

 

—El regionalismo hegemónico evidentemente se trata de qué región del mundo quiere dirigir este proceso. América del Norte, por ejemplo, busca convertirse en el centro del comercio mundial y ejercer una hegemonía. Ya muy difícilmente los países compiten solos. Tienen que conformar alianzas comerciales que pretenden equilibrar el poder con otras regiones. La Unión Europea es una región hegemónica. Si se analiza el caso de China, allí hay otra hegemonía. Lo que las regiones buscan es liderar el mundo.

 

¿La regionalización evoluciona hacia una institucionalización?

 

—Las regiones tienden a crear instituciones. Es un proceso complejo, tardado, pero que avanza, creo, en la dirección correcta. Una gran institucionalización de América del Norte, sin duda, es el TLCAN; ahora T-MEC. En el caso de la Unión Europea, las instituciones tienen una mayor profundidad, quién sabe si mayor alcance.

 

Si algo ha integrado la región de América del Norte es que tenemos intereses comunes entre los tres países. Está en camino una integración regional irreversible. Es decir, con o sin acuerdo de libre comercio, la intensidad del intercambio de bienes y servicios cada día aumenta, al grado de que hoy, México se ha convertido en el principal socio comercial de Estados Unidos. Esto hay que contemplarlo a la luz del enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China, que obedece a la disputa del liderazgo entre ambos países. Sin embargo, allí no solo está en juego el papel de la Unión Americana como país, sino de América del Norte como región.

 

En el proceso de integración, ¿qué pasa con la figura tradicional del Estado-nación?

 

—Tomo como ejemplo la Unión Europea, que en su integración alcanzó la unión aduanera; sin embargo, no difuminó al Estado-nación. Italia sigue siendo Italia; Inglaterra, el Reino Unido; Alemania, Alemania; Francia sigue siendo Francia. La integración no desapareció al Estado-nación. Ahora ante la amenaza del coronavirus, cada Estado tiende a cerrarse.

 

¿En qué consiste la geopolítica?

 

—Es un método de análisis. Para explicarlo de una manera sencilla es la acción de la política sobre la geografía. Implica el poderío de una nación para proyectar sus intereses, en términos de su situación geográfica, recursos naturales y el potencial de población. Son componentes del poder que se utilizan para enrumbar una visión del mundo y luchar por sus intereses.

 

En el contexto actual, la lucha geopolítica entre China y Estados Unidos es por el control del Pacífico asiático. La misma zona donde se definió la Segunda Guerra Mundial.

 

Vista la geopolítica como método de análisis, ¿qué actividades científicas comprende?

 

—Confluyen diferentes ciencias en el análisis geopolítico. La geografía, la historia, las relaciones internacionales, el mismo concepto militar. Son disciplinas que se entrelazan. El término surge como una necesidad de dominio por parte del Estado alemán. El líder de la Alemania nazi funda el concepto del espacio vital; o sea, el ámbito que el Estado necesita para dominar a otras naciones. En ese sentido, el territorio es muy importante. La geografía es una ciencia que no se ha terminado de estudiar. Desde luego, tiene que ver con los conceptos militares, económicos, comerciales, de seguridad nacional e internacional. La importancia de la geopolítica salta a la vista, por señalar un caso, cuando una nación tiene un desabasto de alimentos.

 

¿Qué países han impulsado el desarrollo de la geopolítica?

 

—El término evidentemente tiene un origen en la escuela alemana de geopolítica. Son quienes desarrollan el concepto. También la escuela francesa es muy importante con Yves Lacoste a la cabeza. Lo mismo la escuela norteamericana con Nicholas Spykman. Estas serían las tres grandes escuelas de la geopolítica: la alemana, la francesa y la estadounidense.

 

En América Latina, los argentinos, los brasileños, la han desarrollado. México tiene de manera incipiente su escuela geopolítica.

 

Pero hay que ser muy puntal: el término geopolítica se ha distorsionado.

 

¿Por qué se ha distorsionado?

 

—Hay que tener mucho cuidado con el análisis geopolítico, porque no se trata solamente de la imposición del más poderoso o infringirle una derrota al enemigo, sino que tiene otras funciones.

 

¿A quiénes considera como padres fundadores de la geopolítica?

 

—Está Ratzel, que es un geógrafo por excelencia. Tenía un concepto muy claro de la geografía. Decía que la historia pesa; pero pesa más la vecindad. Karl Haushofer, geopolítico del Führer, que hace desarrollos en términos de dominación. Y a Spykman, por supuesto, que en America’s strategy in world politics ubica a los Estados Unidos en un contexto mundial.

 

¿Dice que México empieza a desarrollar sus propios análisis de geopolítica?

 

—Los estudios han avanzado bastante. La referencia más fuerte la tiene el Centro de Estudios Superiores Navales de la Secretaría de Marina-Armada de México. Ellos imparten una Maestría en Geopolítica indudablemente vinculada con los estudios en seguridad nacional.

 

¿Hasta qué punto se contemplan esos aportes a la hora de la toma de decisiones?

 

—En México, no existe la tradición de ligar gobierno con academia, como si la hay en Estados Unidos y Canadá. Allá existe una fuerte conexión entre academia y administración. Aquí tenemos muchos especialistas olvidados en las universidades. Las grandes potencias, ante todo, recurren a sus academias.

 

¿Qué importancia tienen los mares para México?

 

—El mar está jugando un papel fundamental en la definición de las relaciones del mundo. Lo que los griegos conocían como la talasocracia, el poder marítimo.

 

México tiene un potencial marítimo impresionante. En materia de comercio, posee oferta exportable, pero carece de logística marítima. Tenemos una gran riqueza alimenticia en nuestros mares; sin embargo, no se explota como debe ser. El mar representa un concepto geoestratégico importante. Es fuente de proteínas alimenticias, de defensa y transporte comercial.

 

Aquí hay que rescatar y resaltar los esfuerzos que está haciendo la Secretaría de Marina-Armada de México para recuperar la importancia del poder marítimo mexicano frente al mundo, y particularmente, en América del Norte.

 

Con sus nuevas atribuciones, la Secretaría de Marina está haciendo un gran esfuerzo ecológico de cuidar la limpieza de nuestros mares y, desde luego, al ocuparse del asunto de las aduanas.

 

En resumen, México ha cometido un grave error: no le ha dado la importancia a su potencial marítimo. Tenemos salida al Pacífico, al Atlántico, a la Cuenca del Caribe, al Golfo de México. Lo que falta es infraestructura para potenciar nuestro comercio con el mundo.

 

¿A qué liderazgo podría aspirar México en la zona de América del Norte?

 

—América del Norte tiene un contenido geográfico y económico con proyección mundial. México debe aprovechar las fronteras geográficas que representa la vecindad con Estados Unidos. Nadie puede negar que Estados Unidos es un país líder, pero las naciones ya no compiten solas, sino regionalmente. En ese sentido, México es un país importantísimo en la relación de Estados Unidos con el resto del mundo. No solo se trata de ser parte de ese liderazgo, como también de competir con el mundo.

 

El liderazgo de Estados Unidos lejos de ser un valladar para México, es una gran oportunidad para proyectarse como región y como país.

 

El comercio ya no es un acto de comprar y vender mercancías. El comercio tiene una concepción más amplia. Se habla de seguridad, corrupción, compras gubernamentales, derechos humanos. Abarca una gama de aspectos que pueden, en un sentido positivo, potenciar a México y su liderazgo.

 

El liderazgo se entiende como un ejercicio regional que beneficia no solo a una nación, sino a las tres.

 

No se puede estudiar de la misma manera el regionalismo europeo, el de Asia-Pacífico, que el de América del Norte. Este tiene componentes distintos.

 

¿México es líder en América Latina?

 

—México tiene un liderazgo comercial en América Latina. El ejemplo más claro es la Alianza del Pacífico: el acuerdo comercial entre Perú, Chile, Colombia y México. Sin embargo, México ha apostado más a su integración con América del Norte que con América Latina. Y creo que hay que ver el asunto desde un enfoque ideológico, que ha sido un impedimento para su integración total y real. Qué tipo de gobierno ha tenido Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador; es decir, los países que conformaron el eje bolivariano contra los países que no comulgaban con ese eje. Hay una división. Pero en términos ideológicos América del Norte tiene una uniformidad, como sea que jueguen, lo hacen en democracia, en la proyección del capitalismo y el comercio. Por otro lado, muchas naciones de América Latina tienen vocación al Atlántico y otras tienen vocación al Pacífico. Eso divide. Mientras si se analiza la región de América del Norte, las tres naciones tienen vocación al Pacífico y al Atlántico. Naturalmente, con América Latina nos une un pasado histórico de conquista, colonización, de cultura en el idioma; pero habría que pensar si eso es suficiente para integrar una región con diferentes vocaciones.

 

¿Se habla de que México ha perdido la oportunidad de diversificar su comercio?

 

—Ese es un mito enorme. En mi opinión es mentira. México tiene firmados 12 acuerdos de libre comercio. Véase solo el de la Unión Europea, que a la vez abarca a 27 países, menos Gran Bretaña que está en proceso de abandono.

 

¿Qué propósito fundamental tiene su nuevo libro?

 

—Lo que pretendo con este libro es tratar de acercarle un texto a los jóvenes, a los que no son expertos en negocios internacionales, a fin de que potencien su habilidad en el análisis. Estoy proponiendo a muchos autores y ejercicios para que los lectores tengan la oportunidad de escribir algo sobre estos temas. Además, un joven que se prepara en la materia, ya debe abandonar la carga sentimental hacia Estados Unidos y Canadá, y entender que son negocios. Nos guste o no, son los socios mexicanos por excelencia. 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/205190
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