El coronavirus y los nacionalismos
- Opinión
El COVID-19, y su difusión rápida a nivel planetario, nos está demostrando que establecer políticas económicas y sociales de corte nacionalista, se encuentran en total contradicción con la realidad socio-económica actual. Esta pandemia ha hecho volar en mil pedazos sentimientos y políticas nacionalistas. Es demasiado tarde, retrógrado, alimentar nacionalismos basados en la identidad, la piel, la región geográfica, la religión, la lengua, etc.
Se impone entonces la pregunta, ¿porqué, en estos tiempos, toda política nacionalista está destinada al fracaso? ¿Por qué todo acto nacionalista, aun cuando fuera con la mejor de las intenciones, será refutado por la realidad circundante a nivel mundial? ¿Por qué, los actos y los partidos políticos nacionalista, en lugar de hacernos avanzar, nos hacen retroceder?
Es bueno saber que, desde unos seis siglos, aproximadamente, se ha impuesto a nivel planetario una forma de trabajar, producir, comercializar y consumir que se funda en los intercambios en base a precios expresados en unidades monetarias. Intercambios de bienes económicos y de personas que ya no tienen límites locales, nacionales o regionales.
Para esta forma de trabajar, producir, comercializar y consumir, que en general la llamamos “economía de mercado”, no existen fronteras. Y la “globalización”, de estas últimas décadas, lo que ha hecho es simplemente profundizar y alcanzar los últimos eslabones perdidos. Se ha construido un espacio económico único e indivisible a nivel mundial.
Ya nadie, ni persona ni país, es capaz de “aislarse” de los unos y los otros. La interrelación ya no tiene ni límites ni fronteras. Y es bueno saber también que las fronteras nacionales actualmente existentes han sido y son impuestas manu militari.
Otra consecuencia igualmente importante por extraer de la evidencia que nos ha traído el COVID-19 es que, tanto el modelo socio-económico actualmente imperante como el nuevo a instalar, son de validez universal. Ya no tienen cabida las políticas nacionalistas. Si se instala una política socio-económica válida en resolver los problemas esenciales de un país, como la pobreza y el desempleo, esta política será igualmente válida para cualquier otro país del planeta Tierra.
Hemos llegado, en la evolución de las formas de trabajar y de vivir, en donde las fronteras territoriales ya no tienen ni validez ni justificación. Hemos ingresado, y desde hace varios siglos, a una economía-mundo y a una sociedad-mundo. Cerrar nuestros ojos ante esta evidencia, es simplemente querer tapar la inmensidad del bosque con un dedo.
De tal manera que, cualquier ensayo de transformación en un país, deberá ejecutarse dentro de una economía abierta a nivel mundial, en términos de una economía de mercado, sin ninguna distinción de religión, piel, lengua o etnia.
Lima, 30 de marzo del 2020
Dr. Hugo Salinas
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