Guayaquil: falsas afirmaciones

20/04/2020
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Foto: La Tinta
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Guayaquil está soportando la emergencia provocada por el “coronavirus”, con especial crudeza. Son alarmantes las imágenes reales de los cadáveres en las calles, las interminables colas en los hospitales con pacientes probablemente contagiados con el virus y que no pueden ser atendidos, autoridades ausentes, desinformación, mentiras.

 

En este contexto algunos periodistas, ensayistas, cientistas sociales y tertulianos se han dedicado a identificar y describir las causas del caos sin la información suficiente (no todos) por lo que no siempre contribuyen con caracterizaciones y propuestas de solución adecuadas.

 

Voy a analizar 5 falsas afirmaciones, desde mi experiencia y con los datos necesarios, para contribuir a tener una mirada más objetiva, y para que las propuestas se ajusten de mejor manera a la realidad y a la percepción de los guayaquileños:

 

  1. La culpa es de los guayaquileños

 

“Somos indisciplinados, no cumplimos con las disposiciones de la autoridad, hemos causado la propagación del virus”. Analicemos el problema con rigor y responsabilidad, es mucho más complejo de lo que parece.

 

Según la Encuesta nacional de empleo, desempleo y subempleo del INEC, de septiembre de 2019, la tasa de empleo adecuado en Guayaquil, está entre el 49% (marzo 2019) y el 52,9 (septiembre 2019)[1]. La tasa de empleo adecuado es de entre 5 y 8 puntos porcentuales menor que en las demás ciudades del Ecuador.

 

La tasa de subempleo es del 21%[2] (más del doble que en otras ciudades del Ecuador), lo que quiere decir que hay aproximadamente 300 mil guayaquileños que trabajan informalmente en el comercio ambulante, consiguiendo diariamente el alimento para sus familias. Los guayaquileños, sino salimos al centro, no comemos.

 

No señores, la culpa es de quienes, en lugar de aprovechar la potencialidad de los trabajadores guayaquileños, prefieren importar y guardar sus fortunas en paraísos fiscales impidiendo nuestro desarrollo, nuestro bienestar, negándonos las oportunidades como potenciales emprendedores.

 

  1. La culpa es de los migrantes

 

En Guayaquil la mayoría somos migrantes de primera, segunda, o tercera generación. Guayaquil captó desde 1950 el mayor flujo de la migración del campo a la ciudad, en el proceso de urbanización del Ecuador, la tasa de crecimiento poblacional entre 1950 y 1962 fue del 7,9% anual. En 1982, del 1`200.000 habitantes que tenía la ciudad, más de 300.000 habían nacido en Manabí, Los Ríos, Azuay, Chimborazo y Esmeraldas[3]; en la actualidad más de 600.000 guayaquileños[4] se auto definen afro-descendientes, montubios o indígenas.

 

Algunos pseudohistoriadores y pseudoanalistas dice que el subempleo y la informalidad en Guayaquil es producto de la migración, esa afirmación es falsa. Desde el año 2000 la tasa de crecimiento poblacional de Guayaquil es de aproximadamente el 1,4%, es decir, 3 décimas menor que la tasa de crecimiento poblacional del Ecuador, lo que quiere decir que desde hace 20 años no tenemos incremento de población por migración.

 

No Señores, Guayaquil es la síntesis de nuestra nacionalidad, a su desarrollo hemos contribuido todos; los discursos racistas y excluyentes no tienen razón de ser, aquí vivimos, trabajamos y emprendemos todos, también los del páramo, que no necesitan permiso para venir, son guayaquileños que además invierten y crean empleo.

 

  1. En Guayaquil no ha existido planificación urbana

 

Guayaquil no es producto del azar[5]; los “técnicos” suelen decir que en nuestra ciudad no se ha planificado la ocupación del territorio, afirmación que no tiene sustento técnico ni político. La ocupación del territorio en Guayaquil no es producto del azar ni de la improvisación, tampoco de la urgencia, es producto de decisiones políticas que han sido determinantes.

 

El acuerdo entre el poder económico de la ciudad (el capital financiero dedicado a la promoción inmobiliaria, el sector de exportadores-importadores) y el poder político (el gobierno central que durante el siglo XX se encargó de las intervenciones urbanas y el débil gobierno municipal) ha sido determinante.

 

No es casualidad que desde 1930 se promoviera la ocupación de La Sabana, los pantanos del suroeste, de muy cara y difícil urbanización, con asentamientos populares con el objeto de proteger la tierras ubicadas al norte de los cerros Santa Ana y El Carmen, donde la urbanización era posible y más fácil, donde a partir de 1950 se ubicaron las ciudadelas URDESA, Miraflores y Los Ceibos, promovidas por el naciente capital inmobiliario. No es casualidad que en 1975 se promoviera la ocupación del Guasmo, también pantanos de difícil y costosa urbanización. No es casualidad que a partir de 1985 se promoviera la ocupación de la Isla Trinitaria, que con la construcción de la Vía Perimetral se incorporó a la trama urbana. Se incorporaron también los terrenos de la Vía a Samborondón, territorio exclusivo, donde nunca se permitió una ocupación, donde los promotores inmobiliarios han desarrollado su negocio; también los terrenos del noreste, entre el Terminal Terrestre, Pascuales, el Rio Daule y la vía a Daule, donde hay asentamientos populares y se desarrollaron programas habitacionales promovidos por una alianza entre los promotores inmobiliarios y el Municipio.

 

Otra afirmación recurrente es que en Guayaquil son desalojados los demandantes de vivienda, que se viola el derecho a la vivienda. Los que son desalojados una y otra vez en los nuevos asentamientos, son los lugartenientes del traficante de tierra, quien suele tener vínculos con el poder político y que luego venden solares con una pequeña construcción, cuando ya está consolidado el asentamiento, a los verdaderos demandantes de vivienda, estableciendo con ellos una relación de sometimiento durante años, que desaparece cuando el Estado se hace cargo del nuevo barrio[6].

 

No Señores, no es casualidad, hay decisiones políticas para promover el negocio del capital inmobiliario, vinculado a los grandes banqueros de este país.

 

  1. Guayaquil no tiene servicios básicos

 

En Guayaquil, a inicios de la década de los 90 la cobertura de servicios básicos era deficitaria. La cobertura de la red de agua potable era de apenas el 60% de la trama urbana, la cobertura de la red de alcantarillado era del 46%, el agua la vendían los tanqueros en condiciones insalubres; había apenas 19 camiones recolectores de basura en malas condiciones, de los que se robaban los repuestos; los trabajadores municipales del Departamento Municipal de Aseo de Calle protestaban vaciando la basura de los recolectores en las inmediaciones del Palacio Municipal.

 

La ciudad era un caos, vivíamos en una crisis urbana que ponía en riesgo la salud de los guayaquileños, producto del desgobierno de populistas y roldosistas.

 

Los sectores populares se movilizaban y exigían solución a los problemas, se organizaron los Comité Ejecutivos Pro Agua Potable para el Guasmo y para el Suburbio Oeste, que planteaban la explotación de los acuíferos de Chobo para la dotación del líquido vital a los barrios populares del sur y del suroeste de la ciudad y el Frente de Usuarios que instalaba piletas elevadas para la distribución del agua.

 

El Gobierno de Rodrigo Borja (1988-1992) tomó la decisión de solucionar definitivamente el problema del déficit de agua potable, entregó los recursos para duplicar la capacidad de potabilización de La Toma, duplicó la capacidad de conducción de la acometida desde La Toma hasta Guayaquil y promovió la creación de la Empresa Provincial de Agua Potable para la gestión del servicio[7].

 

En 1992 ganó la Alcaldía de Guayaquil León Febres Cordero. Durante su gestión como presidente (1984-1988) había construido en Guayaquil la obra pública del siglo, la Vía Perimetral, lo que creaba las condiciones para el desarrollo del negocio inmobiliario en la Vía a Samborondón.

 

Febres Cordero llegó al Municipio a solucionar el caos, los negocios de los promotores inmobiliarios no podían desarrollarse en una ciudad caotizada; ejecutó un modelo de gestión en el que convirtió los servicios en negocios, negocios que fueron concesionados a empresarios guayaquileños. Ejecutó la privatización de los servicios públicos impulsada por el Consejo Nacional de Modernización, que ningún otro Municipio había aplicado[8]. Cerró el Departamento de Aseo de Calles y el negocio lo asumió VALANGO, una empresa comercializadora de maquinaria, aparentemente una buena solución pues se recogía la basura.

 

Luego creó las fundaciones Malecón 2000 (que reconstruyó el Malecón Simón Bolívar, convirtiendo ese espacio público emblemático de la ciudad en un espacio privado), Guayaquil Siglo XXI (que se encargó de la regeneración Urbana), la Fundación Metro Vía, la Fundación Terminal Terrestre y concesionó a INTERAGUA el negocio, la gestión y la distribución del líquido vital y del alcantarillado en la ciudad. Competencias todas que, según la Constitución y el Código de Organización, Ordenamiento Territorial, Autonomía y Descentralización, son municipales. El Municipio de Guayaquil las concesionó, las convirtió en negocios privados.

 

Nebot presenta al Modelo Exitoso aquel donde el gasto corriente es el 15% del Presupuesto Municipal y el 85% es inversión, pero no informa que dentro de ese 85%, que dice que es inversión, está todo el gasto corriente de las fundaciones y de las empresas a las que han concesionado los servicios.

 

No hay Modelo Exitoso, hay negocios exitosos

 

El Modelo Exitoso no resolvió el déficit de servicios, lo solucionó el Gobierno de Rodrigo Borja, pero en el imaginario de los guayaquileños se ha posicionado que tienen agua gracias al Modelo Exitoso.

 

Pero a pesar de los problemas, hay cobertura de servicios básicos.

 

Según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo - ENEMDU, de marzo de 2019, la cobertura de agua potable en Guayaquil, es del 98,6%[9]; la de alcantarillado de aguas servidas debe ser de aproximadamente el 90% y de aproximadamente el 95% la de recolección de basura. Esos porcentajes de cobertura no corresponden a Monte Sinaí, donde viven aproximadamente 270.000 guayaquileños y donde los servicios básicos son deficitarios.

 

  1. Los guayaquileños sacan la basura cuando les da la gana

 

La Concesionaria del servicio de recolección dice que la ciudad está sucia porque sacamos la basura a la hora que nos da la gana, causando que en los barrios populares se acumule en los parterres de las vías principales. Una vez más la culpa es de los guayaquileños.

 

Pero la recolección de basura en Guayaquil está zonificada; en el centro de la ciudad la recolección es diaria y domiciliaria, en las ciudadelas la recolección es 3 veces a la semana y domiciliaria y en los barrios populares, donde viven poco menos de 2 millones de personas, la recolección es 3 veces a la semana por la vías principales, sin cumplir con un horario programado. Con el agravante de que, en caso de horario programado, este suele ser el mismo en el que las familias están en sus trabajos o estudios.

 

La zonificación para la recolección de basura excluye a los barrios populares de un servicio suficiente, técnico, oportuno y adecuado. No hay contenedores. No hay recolección selectiva.

 

El contrato de concesión que ha sido entregado en 3 ocasiones consecutivas a consorcios en los que participa la empresa guayaquileña VALANGO, para recoger 4.200 toneladas de basura diarias (casi el doble de las 2.200 que recoge Quito) a un precio de $ 3.200,- la tonelada, está orientado a garantizar una ganancia que en el 2018 fue 12 millones de dólares[10] y no a garantizar el servicio y la limpieza de la ciudad.

 

Guayaquil tiene otros graves problemas, como son la contaminación de los esteros y del Rio por la descarga de aguas servidas, el déficit de áreas verdes y de espacio público, el déficit de vivienda adecuada, la falta de un sistema de transporte público urbano que satisfaga la demanda (la metro-vía estaba encaminada a eso, pero lleva 10 años de retraso y ya es insuficiente), la jerarquización de vías para facilitar la circulación. La intención de este artículo es alertar sobre la necesidad de ser lo más riguroso posible a la hora de señalar los problemas de la ciudad.

 

A un morador del Guasmo, del Suburbio y de algunos barrios populares del norte, no le puedes decir que no tiene servicios básicos, muy probablemente si los tiene; no le puedes decir que el “Modelo Exitoso” no sirvió para nada, porque muy probablemente cree que tiene agua, gracias al “Modelos Exitoso” y es nuestro deber convencerle de que NO ES CULPABLE, de ser comerciante ambulante, ni de haber migrado, ni de botar la basura en horario equivocado.

 

Planteamos que aprendan a conocernos. Somos solidarios y trabajadores, esta ciudad la construimos a pulso, rellenando el pantano volqueta a volqueta, en los barrios cuando un vecino necesita algo organizamos un bingo para ayudarle, y para celebrar una fiesta popular.

 

Cuando reivindicamos nuestra rebeldía no estamos coincidiendo con el chauvinismo independentista y excluyente de la derecha.

 

Al “coronavirus” lo vamos a vencer entre todos. Con decisión y firmeza. Sabiendo que ni el Municipio ni el Gobierno han estado a la altura para enfrentar la emergencia.

 

 

[1] Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU). Indicadores Laborales. Septiembre 2019. INEC

[2] Banco Central del Ecuador. Reporte Trimestral De Mercado Laboral Dirección Nacional de Síntesis Macroeconómica Subgerencia de Programación y Regulación MARZO 2019. Lamina 25

[3] Población y Cambios Sociales. Diagnostico Sociodemográfico del Ecuador 1950-1982. Migración Interprovincial. Cuadro 6. Página 122.

[4] INEC. Censo de Población y Vivienda 2010.

[6] Sobre la ocupación del suburbio oeste, el historiador Julio Estrada dice: “en la que existe un “empresario” (promotor informal o traficante de tierras), que se pone de acuerdo con un político…, reúnen la poblada necesaria y dan a conocer el plan de ataque; se adquieren los materiales – estacas – suficientes para la fase final; en la noche escogida el “empresario” hace su primera y única inversión: aguardiente para fortalecer los ánimos y se lanza la invasión; cada invasor toma posesión de un terreno”       Estrada Ycaza, Julio. (Desarrollo histórico del Suburbio Guayaquileño. Revista del Archivo Histórico de Guayas nº 3. Página 24).

[7] Joiner, Emily. Agüita Amarilla. Una Mirada Crítica y Propositiva a la Privatización del Agua y Alcantarillado de Guayaquil. Página 19

[8] Ídem. Página 24.

https://www.alainet.org/es/articulo/206015
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