La Cultura del Encuentro: verdadero anticuerpo en la post pandemia

04/05/2020
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“Entonces todos los hombres de la tierra,

le rodearon, les vio el cadáver triste, emocionado;

incorpórese lentamente,

abrazó al primer hombre; hechóse a andar

(De: “Masa”, Cesar Vallejo)

 

I.Una pandemia que afecta y mata el tejido social

 

La pandemia del COVID-19 corroe todo el cuerpo de nuestra América Latina y del mundo entero. En el Perú, la cifra de los infectados y fallecidos aumenta dramáticamente; los hospitales públicos comienzan a saturarse y ser incapaces de responder a la alta demanda de atenciones. La pandemia comienza a seleccionar y fagocitar a la población más vulnerable: los pobres y excluidos. La OMS debería agregar a los grupos en riesgo (hipertensos, diabéticos, obesidad mórbida, pacientes oncológicos y con cardiopatías) a los que sobreviven en la pobreza, a los migrantes, al sector informal que diariamente debe salir y luchar para llevar el sustento diario a sus familias. Miles de peruanos, entre ancianos, niños, gestantes, jóvenes, se ubican en las principales calles de Lima, durmiendo en plena vía pública, pidiendo a las autoridades volver a sus zonas de origen. Sin trabajo, sin poder pagar el alquiler de una “vivienda”, sin una historia compartida, en una ciudad y un país que sienten ajeno y lejano.

 

La pandemia nos muestra un país que no veíamos o no queríamos ver, un país que irrumpe en medio de la pandemia y nos exige construir nuevas relaciones de justicia y equidad. Podríamos preguntarnos: ¿Qué es lo que da cohesión social a una sociedad? ¿Qué es lo que nos da pertenencia y nos hace convivir como iguales? ¿Qué puentes éticos y culturales unen a los diferentes segmentos sociales en el Perú? O quizás el Perú de “todas las sangres” sea sangre de diversos cuerpos, tan distantes como desconocidos.  Los débiles puentes que sostenían la convivencia social se han roto y necesitamos construir otros. La pandemia es una oportunidad para hacerlo.

 

II. Hacia una cultura del Encuentro, sostenida por la justicia y la inclusión social

 

El aislamiento social, la cuarentena en casa y el autocuidado individual son fundamentales para evitar la propagación de la pandemia. ¿Cuál es el impacto cultural y social en un país como el Perú donde la cercanía física, los abrazos y los besos como saludos tienen carnet de ciudadanía? En realidad, nadie es independiente. Somos un mundo totalmente interdependiente. El COVID-19 ha cambiado completamente esta verdad fundamental del convivir humano. La interdependencia, la convivencia e interacción humana, nuestra propia naturaleza social, el vivir como con-vivir con el otro nos exige sobre todo en este tiempo de la pandemia, una renovada y creativa colaboración mutua. La solidaridad como expresión mínima de esta convivencia y la justicia social como horizonte mayor.

 

Si la cultura del descarte ocasionaba que los pobres quedaran excluidos del desarrollo social y económico, la pandemia puede ser una ocasión para que esta realidad se agudice y aumente. La pandemia ha destruido demasiadas vidas y se han roto la “normalidad” de instituciones fundamentales de la sociedad. Lo normal a lo que nos acostumbramos, ya no existe. La nueva normalidad será notablemente diferente, sin embargo, no tiene que ser una distopía social; la historia está en nuestras manos, podemos y debemos construirla. Existe una gran oportunidad para construir una nueva convivencia social. La colaboración y la participación de todos para construir una nueva normalidad es el mejor mecanismo para crear un cambio duradero y sostenido.

 

Ante tanta perturbación y crisis económica en las familias y en la sociedad, la colaboración solidaria y responsable pueden ser los mecanismos para restaurar la justicia social y la reconstrucción de vidas financieramente devastadas. Esta acción multisectoriales debe incluir a las iglesias, al gobierno, las micro y macro empresas, la sociedad civil, las organizaciones vecinales, campesinas, el mundo académico... a todos sin distinción alguna. Esta unión, debe ser más que un tokenismo, una formalidad solo para la foto, para dar una falsa idea de participación. Debe ser sustantiva y duradera. Nos preguntamos cómo podría ser en el campo sanitario, la democratización de la gestión en salud con la participación de la población y las organizaciones de pacientes.

 

Estamos en un momento único en nuestra historia donde tenemos la oportunidad de rehacer con otros criterios y valores la sociedad. Esta es una gran oportunidad. Sin embargo, también es una oportunidad fugaz. Si no actuamos pronto, los profundos cambios que han surgido de la pandemia mundial se plantarán en el corazón de las sociedades y se introducirán de manera insidiosa en cada aspecto de las culturas y la convivencia social.

 

Es el momento de una asociación vital y profunda, de pequeños y grandes movimientos de solidaridad, que posibiliten que cada persona y cada comunidad, tengan la oportunidad de construir su propio camino hacia una forma de vida superior y de acuerdo a su dignidad de personas. Debemos ser los puentes de encuentro humano que el mundo usará para rehacerse. Puentes que permitan encontrarnos, unirnos, valorarnos, aceptarnos. El mundo necesita una nueva normalidad. La cultura del encuentro será el verdadero anticuerpo social en el post coronavirus.

 

Dr. Wayne Anthony Centrone

Médico y Presidente de Health Bridges International, organización que trabaja hace más de 25 años en comunidades pobres del Perú.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206341
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