México: Pero qué necesidad

29/05/2020
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Hoy por la noche (28-V) quedará autorizado el permiso sanitario para que el presidente Andrés Manuel viaje a ciudades y poblados de cinco estados del sureste de México para dar el banderazo al inicio de las obras del Tren Maya en cuatro tramos; supervisar la que será refinería de Dos Bocas y que sus adversarios soñaron con cancelarla con motivo de la emergencia sanitaria y la escasez de recursos para rescatar a los privilegiados de siempre; así como la visita al “tren de refinación” en Cangrejera; y la supervisión de la ampliación del puerto de Coatzacoalcos.

 

De la importancia de volver a lo que el lugar común llama nueva normalidad, pero nadie alcanza a describirla satisfactoriamente, quizá no cabe duda porque como dice el “jefe de la nación” (Lord Molécula, dixit, como durante el priato Francisco Cárdenas Cruz los denominaba “jefe de las instituciones nacionales”), significa la creación de muchos empleos.

 

Recordemos que López Obrador fue el último del gobierno federal en incorporarse con la fuerza de su liderazgo a la Jornada Nacional de Sana Distancia, pues a fines de marzo realizó la última gira. Y todavía hoy se toca la cara y se frota la nariz ante millones de mexicanos, mientras que Hugo López-Gatell exige al común no hacerlo y este redactor se despierta para frenar el intento de desobedecer.

 

El gran comunicador que es Hugo perdió una oportunidad para como epidemiólogo brillante –aparte de la virulencia con que lo trató en el Senado Dante Delgado para defender a su gastalón Enrique Alfaro–, para frenar a su jefe institucional cuando a pregunta de una colega contestó en la mañanera: “La fuerza moral del presidente no es de contagio”. Todavía lo explica, “Mi comentario era técnico y se prestó a que fuera comidilla y pólvora política. Nunca dije que (el presidente) fuera el mesías y que no se pudiera infectar. Dije que tiene fuerza moral, no fuerza de contagio. Técnicamente significa: la fuerza moral es el poder de convocatoria que él tiene. No es fuerza de contagio, pues en un mitin de 100 mil personas, si besara a mil, tal vez contagia a 30, lo mismo que cualquier otra persona que esté en el mismo sitio. Lo dije así y los políticos lo usaron políticamente.” Con esas 30 es suficiente y si AMLO no respeta ejemplarmente las indicaciones que exigen a 128 millones de mexicanos la fuerza moral puede convertirse en su contrario.

 

En el caso que nos ocupa de la reanudación de las giras, existen elementos informativos desaseados, contradictorios. Al comenzar la exposición del miércoles en Palacio Nacional, Obrador refirió una reunión del gabinete de salud y seguridad nacional para dirimir la pertinencia de la gira al sureste, minutos más tarde presentó con lujo de detalles el calendario, los horarios y los actos.

 

Y al concluir la mañanera, fuera de micrófono una colega le pregunto: “¿Aún no le han dado permiso para la gira entonces?” Y la respuesta acompañada de la típica sonrisa que sus adversarios perciben como burla, fue: “Ya está en trámite”. La tarde del mismo día López-Gatell dio la gira por hecho.

 

La pregunta es ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? O mejor aún, para citar al divo de Juárez que admira AMLO: Pero qué necesidad de regalarle municiones a sus adversarios para que lo critiquen “haga lo que haga”, dice él.

 

Menos aún es comprensible ese obsesivo afán de proporcionar tantos detalles sobre las giras de trabajo, viajes por avión y tramos por carretera. México no es la pacífica y civilizada Suecia y sacrificaron a Olof Palme, el 28 de febrero de 1986.

 

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