Racismo y violencia policial capitalista

06/06/2020
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En el capitalismo, la policía, al igual que el ejército y los servicios de seguridad, son agentes directos de la clase dominante, sin mediación de control popular alguno. Los tres, en sus áreas de responsabilidad, son los proveedores “legítimos” de violencia y pretenden tener el monopolio de ésta. Por mucho que los gobiernos aspiren a mantener y promover una imagen de consentimiento, las tres instituciones son el respaldo coercitivo a las amenazas de la élite. Mientras los gobernadores y alcaldes se suceden, ellos permanecen como vigilantes de los disturbios de la resistencia.

 

Históricamente, la población negra estadounidense ha sido la que ha ofrecido mayor resistencia colectiva a la clase dirigente. Su condición esclava anterior, su muy limitado disfrute de las normas básicas de la democracia burguesa y su continua segregación física y económica le han dado todas las razones para luchar -a menudo liderando la lucha- contra las injusticias del sistema capitalista. Esa tradición ha colocado a los afroamericanos en el punto de mira de la riqueza y los poderosos y de sus aparatos de seguridad. Por lo tanto, no es de extrañar que la policía ejerza su poder represivo de manera tan violenta contra los negros.

 

Así lo expone el comentarista y dirigente político marxista estadounidense Greg Godels en su más reciente columna de prensa partidista.

 

Por supuesto que esa perspectiva de comprensión del racismo basada en la clase social nunca es escuchada, y mucho menos comprendida por los medios convencionales de comunicación.

 

En cambio, los asesinatos policiales se atribuyen a manzanas podridas, mala formación profesional, engaño, ausencia de una policía de raza negra, la falta de la debida supervisión y mala interpretación del “racismo”, como si éste pudiera explicarse simplemente invocándolo con argumentos acuñados por los mismos racistas.

 

La violencia policial contra los afroamericanos es tan antigua y persistente como la historia de los primeros africanos traídos al Nuevo Mundo como esclavos.

 

Como nada ha cambiado en siglos, ciertamente los alcaldes y gobernadores tienen las manos manchadas de sangre. O bien han consentido asesinatos y linchamientos policiales o bien son impotentes o están demasiado asustados para evitarlos... sólo pretenden gobernar ellos la policía.

 

Esto es lo que se observa cuando los gobernadores y alcaldes no sueltan a la policía sobre la morralla derechista que invade las sedes de los gobiernos estaduales y de las administraciones de las ciudades.

 

En el capitalismo, la policía, al igual que el ejército y los servicios de seguridad, son agentes directos de la clase dominante, sin mediación del control popular. Los tres, en sus áreas de responsabilidad, son los proveedores "legítimos" de violencia y pretenden tener el monopolio de la violencia. Por mucho que los gobiernos aspiren a mantener y promover una imagen de consentimiento, las tres instituciones son el respaldo coercitivo a las amenazas al dominio de la élite.

 

Cuando la clase dirigente estadounidense se niega a abordar la difícil situación de la mayoría desfavorecida de los negros, la policía también recibe el mensaje de negligencia oficial, de desprecio. Los negros mueren por la pobreza, la mala atención médica, la infraestructura inadecuada y los servicios deficientes ante las pandemias y, por supuesto, la violencia policial. El mensaje enviado por la policía es un llamado a que no se resistan a la riqueza y al poder.

 

Del mismo modo, el “poder fuera de lugar” de la policía amenaza la vida y el bienestar de los afroamericanos, los pobres y los trabajadores. Al igual que los militares y los organismos de seguridad, el papel de la policía no puede separarse de su función central de proteger la riqueza y los privilegios. No puede separarse del sistema capitalista.

 

Las insurrecciones que se están levantando a lo largo del país son un signo notable de la amplitud y la profundidad del sentimiento antirracista. Son inclusivas de la mejor manera posible. Y han asustado a los Trumps, Cuomos, DeBlasios y los otros encargados de mantener el cumplimiento del sistema. Los medios capitalistas están haciendo todo lo posible para romper la unidad duramente ganada contra el racismo y contra la policía.

 

En la medida en que la policía es fundamental para mantener la legitimidad del capital, la rebelión actual es una rebelión contra el capitalismo, lo reconozcan o no sus participantes. “Debemos hacer todo lo posible para salvaguardar esa unidad y exponer la fuente del racismo y la violencia policial que no es otra que el capitalismo, reitera Greg Godels desde una óptica comunista y democrática.

 

Junio 5 de 2019.

 

Especial para el diario POR ESTO! de Mérida, México. http://manuelyepe.wordpress.com/

https://www.alainet.org/es/articulo/207064
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