Cambio y conversión van de la mano

10/06/2020
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Por todas partes voces se levantan para decirnos que “Después de esta pandemia del coronavirus no podemos vivir como antes”, porque es nuestra manera de vivir individual y colectivamente que la ha provocado o, a lo menos, que ha permitido que se diera y se multiplicara esta pandemia. Nos confirman que ya en 2,003 unos científicos avisaban que podía darse unas enfermedades catastróficas parecidas a la llamada “gripe española” de hace un siglo (1918), localizada primero en Estados Unidos, que duró 2 años y causó al nivel mundial más de 50 millones de muertos. En 2,015, el presidente norteamericano Barack Obama invitaba al ministerio de salud a investigar sobre posibles gripes que se podrían transformar en pandemia… Unas malas lenguas afirman que las grandes transnacionales farmacéuticas presionaran a los gobiernos para no hacer nada al respecto.

 

Recientemente el director de la OMS (Organización Mundial de la Salud) afirmó que la actual pandemia, que se ha extendido por todos los continentes, está en crecimiento en particular en América Latina y África. Las discusiones actuales giran, por una parte, en torno a una vacuna que detendría dicha gripe, pero con muchos interrogantes críticos. Por otra parte, está también la duración de dicha pandemia con los posibles rebrotes, tal como pasó con la gripe española que hubiera sido detectada en… 1914, o sea 4 años antes.

 

Frente a la situación de la pandemia actual, nos sentimos desprotegidos y muy vulnerables. Somos ‘vulnerables’, porque no sabemos cómo protegernos de dicha gripe y porque, si nos infecta, no tenemos a la mano medicamentos que la combaten eficazmente. Somos ‘desprotegidos’ porque nuestros gobiernos no se han preparado para enfrentar esta pandemia ‘anunciada’. Por otro lado, la privatización de los servicios de salud y el gran descuido para protegernos aumentan su propagación y sus consecuencias mortales: Ecuador es un caso ejemplar en este sentido. La actual organización neoliberal de la mayoría de nuestros países ha facilitado su propagación y sus consecuencias mortales: Estamos en un sistema que privilegia la acumulación de dinero en unas pocas manos y no la protección y el crecimiento sano de los ciudadanos. Una primera conclusión es: Si seguimos con este sistema neoliberal, estaremos preparando una nueva pandemia mucho más mortal que la actual. “¡Guerra avisada no mata!”

 

Digamos igualmente que, frente al coronavirus, somos ‘vulnerables y desprotegidos’, porque tenemos individualmente un modo de vivir que nos enferma y no nos prepara a enfrentar ni superar tal pandemia. Nos hemos acostumbrado a tener una manera de alimentarnos que debilita y destruye nuestra buena salud. También está la manera desenfrenada de vivir consumiendo todo lo que nos viene en gana sin ninguna reflexión ni límite: Obedecemos ciegamente las propagandas de los medios de comunicación que buscan que compremos desmesuradamente para los beneficios de las grandes multinacionales del consumo.

 

Por otra parte, no queremos darnos cuenta de que esta manera de vivir, comer y consumir provoca la destrucción acelerada del medio ambiente que es nuestro hogar común. Por todas partes se nos dice de parar estas maneras de vivir y actuar porque vamos al suicidio colectivo y a la desaparición de la vida en nuestro planeta… Pero bien poco caso hacemos de estas advertencias. Segunda conclusión: O cambiamos de manera de vivir o aceleramos nuestra propia desaparición… que, en caso de seguir como estamos, va a llegar en los próximos 30 años… ¡Paremos de hacer hijos si es para enviarles a la muerte segura y temprana!

 

“¡Y ahora!”… No nos queda más que una alternativa: Cambio de sistema social y conversión personal. Cada uno de nosotros y nosotras somos los autores o los cómplices del sistema social mortífero en el que nos encontramos. Hemos elegido a sus organizadores o los dejamos actuar como actúan. Tal vez nos sentimos impotentes frente a un sistema neoliberal mundializado, muy bien organizado, protegido y defendido hasta con las armas. Este sistema se vale de nuestra pasividad, indiferencia y complicidad. El cambio social vendrá de nuestra conversión personal: Al cambiar cada uno ya estamos cambiado la manera colectiva de vivir. La educación, la religión, nuestros gobernantes, los banqueros y los empresarios, los medios de comunicación comerciales, las grandes instituciones internacionales… nos dan pensando y actuando porque no quieren que ni cambiemos individualmente ni sobre todo que cambiemos el sistema neoliberal que para ellos hace del mundo un pequeño paraíso. Nos esperemos de ellos que las cosas mejoren para nosotros. Quieren que todo siga igual y mejor para ellos, sabiendo ellos y ahora nosotros que será y es peor para nosotros: desempleo masivo, pobreza creciente, migración forzada, represión mortal. Si no cambiamos, eso es lo que se nos viene encima y que ya palpamos.

 

‘Convertirnos’, todos lo podemos hacer si nos lo proponemos y si decidimos organizarnos. Depende de nosotros emprender el camino que queremos. Dios nos avisó en la Biblia, libro del Deuteronomio: “Pongo delante de ti la vida y la muerte… ¡Elige el camino de la vida y vivirás!”.  Lastimosamente, necios, ciegos, descuidados y degenerados, elegimos muchas veces el camino de la muerte y pasa lo que está pasando: pandemia y más pandemias. Conversión personal y cambio social van de la mano, de nuestras manos. Ya lo decía el sabio hindú Mahatma Gandhi: “¡Sé el cambio que quieres ver en el mundo!”… porque estamos en ‘alerta roja’.

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207148?language=en
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