Trump bueno, Trump malo

19/06/2020
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Artículos recientes como los de Meyssan en la Red Voltaire y Peláez en Sputnik podrían dar la impresión de que algunos analistas reconocidos de tendencia contra hegemónica están defendiendo a Donald Trump, colocando al Presidente de EEUU como el “bueno” o incluso la víctima en el juego de poder que se libra en los Estados Unidos y que algunos ya califican como una nueva guerra civil; obviamente que esta no es la intención de los autores referidos, pero hace necesario profundizar en el tema para que no caer en la dicotomía simplista del bueno y el malo; quizás no sea quien escribe el más indicado para hacer el trabajo, empero eso no impide que haga un aporte al respecto.

 

La argumentación, aparentemente a contracorriente de Meyssan y Peláez, se basa en el hecho de que Trump representa una corriente nacionalista de extrema derecha que busca retomar a los EEUU como potencia industrial manufacturera, con un área de influencia sólida y exclusiva, que lidere y tenga al resto del mundo como cliente y mercado cautivo, que es lo que él llama hacer grande a América de nuevo; esta postura que Meyssan llama Jacksonniana, pues parte de los postulados aplicados por el Presidente Andrew Jackson; se opone a la corriente de los globalistas, que se apoya en el sector financiero que creó y pretende sostener un sistema neoliberal mundial con EEUU como gendarme, con una presencia militar global y una política de guerra permanente sobre la base de la doctrina Rumsfeld-Cebrowski de destrucción de los Estados de una amplia franja del planeta.

 

Los globalistas, con todo el apoyo del partido demócrata, el sector financiero mundial y un grupo de multimillonarios de Estados Unidos y Europa, estarían detrás de la campaña por destituir a Trump, lo cual ya se intentó con el impeachment, o impedir su reelección en las próximas elecciones, para lo cual estarían aprovechando las manifestaciones nacionales por el asesinato del afroamericano Gorge Floyd, en las cuales estarían financiando a un grupo desestabilizador que promueve actos violentos aprovechando las movilizaciones populares, para complicar la imagen de Trump, ya deteriorada por el manejo de la pandemia; otro factor importante es esta dirección es la posición beligerante que están asumiendo el alto mando del Pentágono y ex oficiales de primer rango en clara oposición al Presidente Trump, comprometiendo aún más su situación política interna; sumando a ello la publicación del libro de Bolton que estaría dejando muy mal parado a Trump. Ahora bien, esto no quiere decir, como acota María Alejandra Díaz, que Trump sea bueno o una pobre víctima, pero si deja en claro que en los EEUU se libra una guerra interna de amplio espectro con incidencias en el escenario global.

 

En todo caso las motivaciones de Trump no son precisamente revolucionarias, ni altruistas, él es un empresario de la vieja escuela, fiel creyente del destino manifiesto y seguidor de la doctrina Monroe, un supremacista blanco, al que le es difícil ocultar su desprecio hacia las grandes mayorías excluidas del mundo, a los olvidados de la tierra; su interés principal es que su país sea el primero y más poderoso, el más rico y reconocido por todo el planeta como superior; es un hombre que representa sin filtro alguno el ser estadounidense, él no disimula diplomáticamente lo que siempre han creído en EEUU, como por ejemplo el hecho de que no tienen aliados, para ellos sólo existen los estados vasallos, que deben plegarse a sus intereses y pagar por su protección y “favores”, algo que está descubriendo la vieja y pretensiosa Europa, la llamada angloesfera y los tigres asiáticos.

 

Trump acepta, sin confesarlo, que su proyecto implica reconocer una redistribución del poder mundial en áreas de influencia con otras potencias, siempre y cuando sean potencias secundarias, regionales y más débiles, incapaces de amenazar realmente la supremacía de EEUU, por eso promueve la retirada de las tropas de escenarios lejanos y ajenos, justificando la presencia en el terreno exclusivamente dónde se puedan obtener beneficios económicos del control de una zona, como en el caso de la región petrolera de Siria, para todos los demás, o pagan por su protección (como hace la mafia organizada) o que paguen comprando las armas del complejo militar industrial de Estados Unidos, mercado que piensa garantizar a través de la imposición de sus equipos a sus “socios”, el debilitamiento deliberado del complejo militar de Europa y la competencia desleal contra la industria militar rusa y china a través de la ley extraterritorial CAATSA. Este planteamiento habla de lo que los Rusos llaman el verdadero tamaño de los EEUU que ya traté en un trabajo anterior.

 

Aparentemente este escenario puede ser bueno para Asia occidental y buena parte del resto del mundo, Trump Bueno, el problema aquí es para nosotros en América Latina, y es que como ya se dijo para el presidente Trump el verdadero tamaño de Estados Unidos incluye medio mundo, representado por el atlántico norte, la mayor parte del océano Pacífico y todo el continente americano como dicta la doctrina Monroe, por lo cual asume que nuestra tierra es por mandato divino no más que su patio trasero, frase que encierra mucho significado pues por una parte indica que forma parte de la propiedad del dueño de casa, y por otro lado, se trata de la parte trasera, donde se hace lo que quiere lejos de la vista de los vecinos, incluso donde se abusa o se guardan la basura y cachivaches; es decir no es el jardín o el porche que debe permanecer bonito y presentable para guardar las apariencias, un papel que en este caso le corresponde a Europa, Canadá y demás socios “civilizados” de la angloesfera, preferiblemente sociedades mayoritariamente blancas, cristianas y capitalistas; una parte de la propiedad más elegante, pero propiedad al fin y al cabo. En otras palabras, en el proyecto geopolítico de Trump, como lo revela Bolton en su libro, nosotros seguimos siendo parte de EEUU, su patio trasero, más que naciones soberanas algo así como una comunidad de estados libres asociados en el mejor estilo neocolonial, Trump Malo.

 

Lo más importante es entender que el análisis sobre Trump no se puede simplificar en exceso, en primer lugar porque el hombre no es ningún orate, idiota, bruto o torpe sin ninguna idea del mundo político; el señor Trump es un peligroso y astuto empresario, megalómano, un supremacista perverso con absoluta claridad en su proyecto político y que está dispuesto a todo para lograrlo, es un Presidente que no va a renunciar a su patio trasero y eso son malas noticias para nosotros; aun así, eso no quiere decir que la campaña desatada en contra de ese señor por los globalistas representen buenas perspectivas en el caso de su hipotética salida del poder por derrota electoral. El asunto es que Trump es un dique de resistencia contra los globalistas, el sector financiero mundial y los militares políticos del Pentágono que proponen la destrucción de todos los estados de la cuenca del Caribe, en una forma parecida a lo que hicieron con Irak y Libia, y esta es precisamente la opción electoral de Biden, que no será más que un instrumento de tales intereses.

 

Finalmente no se trata de cuál es la mejor opción entre ser patio trasero o terreno baldío, se trata de entender que debemos defender nuestro propio proyecto, en primera instancia para que pueda sobrevivir a semejantes fuerzas, en segundo lugar para hacerlo renacer en forma soberana, a través de la crítica y autocrítica, corrigiendo lo que sea necesario y retomando los procesos internos de consolidación de un poder popular cada vez más autónomo y participe en el proceso de toma de decisiones y gestión pública; de igual forma deben rescatarse los procesos de integración de la patria grande nuestro americana. Escapar de las perversas opciones que nos presentan las facciones rivales del imperio, implica una mayor integración Sur-Sur, que sea social, política, económica, comercial y de defensa integral; como también de establecer las alianzas necesarias con los poderes emergentes del mundo para buscar el equilibrio de fuerzas, siempre y cuando sea una relación ganar – ganar que no implique ceder soberanía y autodeterminación. No se trata de Trump bueno o Trump malo, se trata de nuestra voluntad y resolución de ser libres.

 

Oswaldo Espinoza

Pltgo. Msc.

Prof. UBV-CEPEC.

Inv. Colaborador CIM

 

https://tableroordenmundial.blogspot.com/

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207358
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