Economía, otra vez eje de la oposición mediática
- Opinión
Hitos periodísticos: los espías querían “cuidar” a Cristina y el “sedentarismo” de Alberto
La oposición mediática al Gobierno volvió al eje de la crisis económica, convirtiéndola en un problema causado solo por supuesta ineficacia, desconocimiento o negligencia presidencial, aunque cercada por impulsos de intervención estatal que, una vez más, desencadenan ataques editoriales a Cristina Kirchner. Esta estrategia política es recreada con esperanzas de rebelión social y renovada con menoscabos a Alberto Fernández: por una supuesta dualidad política, y hasta por su silueta.
La metralla contra el aislamiento es lanzada a discreción, al punto que hasta Horacio Rodríguez Larreta queda como blanco de algunas ráfagas. Asimismo, comprende una división artificial y forzada entre Ciudad de Buenos Aires y conurbano, con nuevas quejas por los bonaerenses que se atienden en la capital, una suerte de “capítulo coronavirus” de la guerra constante a los peronistas.
Otro esfuerzo central de las estrategias editoriales de Clarín y La Nación se basa en convertir la marcha avasalladora de algunas de las causas por el espionaje del macrismo a una maniobra de “venganza” de la Vicepresidenta. Este intento, desesperado y algo grotesco, llega al extremo de afirmar que las acciones contaron con aval judicial. Casi para el capítulo de humor queda la afirmación, el domingo en Clarín, de que el espionaje al Instituto Patria se hacía para cuidar a Cristina.
Los datos abundantes de la hecatombe económica mundial causada por el coronavirus son trastocados u ocultados para instalar la idea de que el problema es solo argentino y atribuible al Gobierno. Con ese fin fueron manipuladas las proyecciones del Fondo Monetario Internacional para gran cantidad de países: los que tendrán peores resultados que la Argentina, aun contando con economías más desarrolladas o fuertes, quedaron en la trastienda.
Está todo mal, no hay plan ni respuestas, abrió fuego Jacquelin, de La Nación, el lunes, escoltado por el “derrumbe histórico” apuntado en la tapa de Clarín el martes, y por la afirmación de que la cuarentena es lo único que sabe hacer el Gobierno, escribió Abascal en ese diario, el miércoles.
“Situación caótica” e “inmanejable descontrol” publicitó el viernes Bonelli en Clarín, aunque según dice son definiciones de Susan Segal, del Council of the Americas. Habla de un Estado inútil, de ministros “calienta sillas” y remata con el conocido estribillo de “desconfianza” en el exterior hacia Argentina, donde no se sabe -dice- quién gobierna.
Esta nota ofreció una singularidad: como el Gobierno “no tiene plan”, los empresarios quieren proponer uno y lo trabajan con Luis Barrionuevo. Ese mismo día y en el mismo diario, este inquietante dirigente había sido nombrado por el articulista González, como fuente para acusar al Gobierno de carecer de política económica.
Ya el domingo, el diario insiste con la caída económica “histórica” y, para completar el mensaje, le pone al lado un título sobre supuestas simpatías chavistas del Presidente.
Toda la información sobre la crisis de la empresa Vicentin es manejada en estas claves. González de Clarín y Pagni de La Nación publicitaron el mismo concepto, el martes: la empresa venía con unos problemitas, pero había diálogos y negociaciones. Todo empeoró al intervenir Cristina Kirchner, o el kirchnerismo, o La Cámpora, lo mismo da.
Clarín quiere cuidar a estos buenos emprendedores, acusados de trampear exportaciones para eludir al fisco, también de lavado de dinero y de tomar créditos abusivos de la banca estatal con la complicidad del presidente Macri.
Así, recurrió el jueves a una práctica ya frecuente: da una noticia que luego su propio artículo no incluye. “Confirman que Vicentin no será manejada por los interventores del Gobierno”, fue título de tapa. Pero luego, en el artículo firmado por Salinas, queda demostrado que el juez Lorenzini, aun siendo peón al servicio de los dueños de Vicentin, abrió plazos y pidió documentación para decidir sobre el pedido del gobernador Perotti para renovar la intervención estatal.
Vicentin es el eje de la enésima andanada contra Cristina Kirchner por el batallón que sargentean Van der Kooy y Moralés Solá. Están furiosos por la creación de la comisión que investigará los créditos estatales, y por eso se deslizan hacia la mera reproducción del relato de senadores opositores. El columnista de La Nación, además, resiste estoicamente toda revisión crítica del endeudamiento tomado por Macri, al punto de afirmar que Ella es la culpable, porque el bueno de Mau tomó créditos solo para pagar las deudas que heredó.
La embestida contra el aislamiento y la política sanitaria del Gobierno ante el coronavirus es ya total e indisimulada. Molestos porque no logran abatir el respaldo al Presidente y su gestión, a pesar del natural desgaste por el paso de las semanas, algunos redactores pierden de vista sus propios límites políticos. Es así que Roa, de Clarín, retorciéndose por los acuerdos entre Nación, Ciudad y Provincia, apunta a Rodríguez Larreta porque “como siempre opuso poco o nada de resistencia”.
La Nación sacó su ADN en la tapa del viernes, cuando se quejó de que el 25 por ciento de los pacientes atendidos en la Ciudad vienen del conurbano y, obvio, “la mayor cantidad” de La Matanza, el maldito distrito peronista. El domingo renueva la furia, cuando Sirvén reprocha al Presidente haberse quejado de los corredores (llamados “runners”, como toda persona cosmopolita debe decir) pero no de “los manteros de Moreno” ni de las ferias populares del conurbano. También el querido “Horacio” recibe una dosis, por no “plantarse” ante el Presidente y el Gobernador.
En trazo grueso, durante los primeros meses del gobierno gran parte de este batallón puso esmero en dar trato diferenciado, a veces hasta contrapuesto, entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Esa frontera está siendo borrada semana a semana. Ejemplos:
– El miércoles Van der Kooy de Clarín dedicó un par de párrafos a hacer notar que Rodríguez Larreta no responde a la crítica de Alberto Fernández a los corredores, crítica que “quizá responda a su incomprensión, por la vida sedentaria que ejercita con empeño”.
– Por millonésima vez, Kirschbaum pregunta el domingo si gobierna él o ella, mientras Van der Kooy le atribuye “divagues” al Presidente.
– “Trío cuarentena”, tecleó sin miramientos Liotti en La Nación, aunque el que está peor es el Presidente porque, dice, por primera vez siente que no controla la situación, mientras hay “riesgo de estallidos o reacciones populares significativas”. Pero si esto no ocurre, habrá al menos “pequeñas desobediencias individuales”. Algo es algo.
– Alberto Fernández reemplazó la “revolución permanente” de Trotsky por el “zigzagueo permanente, interminable”. Un zigzagueo, escribe Tenembaum en Infobae, “capaz de marear a cualquiera: tal vez incluso a él mismo”. Menos mal que practica el periodismo de “centro”.
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