Lo normal en un proceso de cambio

07/08/2020
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  • Opinión
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Que los adversarios de la Cuarta Transformación, inexistente para el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, magnifiquen el audio de casi seis minutos y grabado en marzo pasado, donde Víctor Manuel Toledo desarrolla su tesis, suena natural. Mas no lo es tanto cuando integrantes del proceso de cambio hecho gobierno lo magnifican para descalificar al ambientalista, impulsar a “sus” funcionarios, a Alfonso Romo como el hombre clave (sic) del triunfo arrollador de López Obrador en las urnas hace 25 meses, denunciar “caballos de Troya” o bien la existencia de “riesgos de parálisis” por los conflictos internos.

 

Opiniones respetables todas, por supuesto, mas sería pertinente no perder de vista que el presidente Andrés Manuel y su gobierno son producto de una coalición política que en la composición multipartidaria incluye a cuatro partidos, desde los marxistas-leninistas del PT, los evangélicos y hasta los impresentables pero necesarios del Verde; pasando por la pluralidad que en sí misma contiene Morena y que en buena medida explica el origen de las contiendas en su interior por la dirigencia del partido-movimiento.

 

También está el abanico de personalidades que incluye al empresario regiomontano, el ambientalismo con el doctor Toledo, Esteban Moctezuma Barragán que tiene como origen por lo menos laboral al segundo mexicano más rico, Ricardo Salinas Pliego. Y el Consejo Asesor integrado por magnates.

 

Con independencia de gustos o antipatías de todo orden –y aquí el “me cae gordo” forma legiones–, sin aquella convergencia pluriclasista, diversa en muchos sentidos, el actual gobierno de AMLO no sería dable.

 

Pero lo es y allí está con todas sus contradicciones e intereses individuales y grupales a veces contrapuestos, pero no antagónicos, con cambios de cuya naturaleza y alcance hablan muy a las claras las resistencias e impugnaciones beligerantes, incluso golpistas en sentido estricto, de lo que Obrador llama conservadurismo, concepto que quizá no sea exacto, pero permite englobar a todos y que entiendan muchos.

 

Por lo hasta aquí redactado, desde Cajeme, Sonora, AMLO se tomó el disenso de Toledo Manzur con toda naturalidad: “No he podido hablar con Víctor Manuel, pero esto es, yo diría, normal en un proceso de cambio, de transformación”. Y explicó por enésima ocasión a los que no lo escuchan, pero lo acusan “no escucha”: “En el Gabinete nuestro hay discrepancias, no hay pensamiento único, se da la libertad para que todos opinen, desde luego yo soy el responsable del resultado final, yo soy el que al final decido”.

 

Así de simple y sencillo, y lo respaldó con el hecho de que el Benemérito de las Américas tuvo 10 secretarios de Hacienda y el mejor gabinete de la historia de México, donde el debate y las renuncias fueron prácticas ordinarias “entre aquellos gigantes”.

 

En medio del escándalo por el audio con la crítica visión del ambientalista funcionario, pasó desapercibida una idea básica: “los quiero poner en la realidad, y ésta es que tenemos que ser muy inteligentes para plantear un plan B y aprovechar la situación de crisis global que hoy existe”. Es decir, Toledo no pierde de vista el realismo político (https://soundcloud.com/user-436744753/audio_vt).

 

Por eso suenan a llamados a misa los exhortos editoriales del respetable diario La Jornada: “Por el bien de la congruencia y la funcionalidad del gobierno, es necesario que los funcionarios que lo conforman se encuentren en sintonía y plenamente comprometidos con los planteamientos fundamentales que dieron vida a esta administración”.

 

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