Lecciones alemanas de política energética para América Latina

18/08/2020
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Las normas relacionadas con la protección ambiental abordan gran parte del ámbito del derecho público, civil y penal. En la actualidad se ha integrado el tema de sustentabilidad (Brundtland, 1987), para referir todas las opciones de disminuir las consecuencias de nuestro patrón de consumo y producción sobre el medio ambiente, cuidando los intereses sociales y económicos. Con el fin de alcanzar los objetivos de Política Ambiental acordados en la Agenda 2030, se actúa con base en los principios claves de prevención, cautela, corrección en la fuente, quien contamina paga, integración y subsidiariedad.

 

El Protocolo de Kioto, firmado en 1997, representó el primer tratado internacional vinculante del mundo para contener el cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Los gobiernos pactaron una reducción de emisiones de GEI de por lo menos 5% en promedio de las emisiones de los gases de GEI respecto a los niveles de 1990 a ser alcanzada entre 2008 y 2012. El Protocolo de Kioto entró en vigor hasta 2005 y sus objetivos no fueron cumplidos.

 

Posteriormente, en 2015 se firmó el Acuerdo Climático de París con dos compromisos centrales. Se decidió, por una parte, mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C y las medidas de reducción de emisión de GEI no se restringió a los países industrializados. Por otra parte, se reconoció a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por la Asamblea General de la ONU en otoño de 2015, como universales. En adelante, los ODS se convirtieron el marco de referencia central de la llamada Agenda 2030, el cual debe orientar la política ambiental y de desarrollo internacional.

 

La política ambiental alemana ha sido, desde la década de los noventa, ejemplar en la búsqueda por alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de GEI. Desde 1994, la Constitución alemana establece la protección del medio ambiente como objetivo del Estado en beneficio de las generaciones futuras. La Ley Alemana de Información Ambiental otorga libertad de acceso a la información sobre el medio ambiente de forma gratuita, con el objetivo de aportar un mayor nivel de conocimiento y conciencia ambiental al ciudadano. Además, se adoptó una legislación relativa a la evaluación de impacto ambiental (EIA) en relación con los requisitos europeos.

 

Con el Acuerdo de París en 2015, Alemania también se comprometió a alcanzar ciertos objetivos climáticos, para ello se propusieron mecanismos como la reducción de fertilizantes en la agricultura, nuevas normas para el sector de construcción y la expansión de energías renovables. Para el año 2030 Alemania quiere reducir en un 55% sus emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con el año 1990 (Kioto) y al 2050 del 80 a 95% (Paris). Esto significa que la reducción anual debe ser del 1.37% durante el periodo de 40 años. De acuerdo con la siguiente gráfica, anualmente se redujo la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a 1.14% anual en promedio. Esto nos demuestra que Alemania puede cumplir su objetivo a largo plazo si continúa con la tendencia.

 

 

Alemania combina su dinámica económica con la protección ambiental como estrategia para una economía sostenible. La tecnología ambiental alemana es demandada en todo el mundo. Su gobierno junto con los fabricantes de automóviles persiguen el ambicioso objetivo de transformar a Alemania en el mercado líder en electromovilidad a nivel global y ganarle, así, a China. Para 2018, se registraron 177,070 autos eléctricos e híbridos en movimiento dentro de Alemania. En 2019 se exportaron 86,475 autos eléctricos principalmente a EEUU, China y Reino Unido. Durante 2020 se planeaba invertir 40 mil millones de euros en investigación y desarrollo, con el proyecto de sacar más de 100 modelos de coches eléctricos al mercado hacia el año 2030. El Gobierno apoya su venta en el país con bonificaciones, exoneraciones y subvenciones. Simultáneamente, aumentaron las inversiones en la investigación energética, particularmente en la técnica de baterías para autos eléctricos.

 

 

No obstante, los cambios no han sido automáticos. En 2019, por ejemplo, Alemania importó carbón (principalmente de Rusia y EEUU), petróleo crudo (principalmente de Rusia y Holanda), petróleo refinado (principalmente de Holanda y Bélgica) y gas natural (de Rusia a través de gasoductos) por más de 100 mil millones de euros en 2019. A pesar de considerarse a Alemania como un ejemplo de gobierno en vías de desarrollo ecológicamente sostenible, aún cuenta con un alto nivel de consumo de energía fósil.

 

El tema de cambio climático es un problema mundial. En los países en desarrollo, como sucede en América Latina, muchas de las decisiones en torno a los recursos naturales se han visto influenciadas por grupos con intereses económicos sin responsabilidad social o ambiental. Alemania ofrece la oportunidad de aprender de sus experiencias e intereses compartidos en los ámbitos energético y climático. Pero además, se requiere lograr una gobernanza real sobre los recursos naturales con base en la interacción efectiva de organismos gubernamentales, universidades, sociedad civil y el sector privado. Si además se aplican medidas de acuerdo con las características geológicas, hidrológicas y climáticas de cada región, la actualización político-ambiental y la transición energética en América Latina podrían continuar su camino con pasos acertados.

 

Num.20, Año 2020

17 de Agosto

 

 

- Oscar Ugarteche, Investigador titular “C”, IIEc-UNAM, Conacyt SNI III, Coordinador del proyecto obela.org

- Priscila Martínez Galeazzi, Facultad de Ciencias, UNAM, miembro del obela.org

 

https://www.alainet.org/es/articulo/208500
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