Perú: Invisibles entre el verde dólar
- Opinión
La muerte en vida y esa exclusión histórica de nuestra población en mayor situación de exclusión, es un problema que mantenemos y arrastramos al negar los hechos que la cimentan.
Hoy enfrentan el COVID19 millones de peruanos, sin recibir sino limosnas de un Estado que permite que sus riquezas sean saqueadas una y mil veces. La vida misma no se defiende cuando la acumulación de poder es el centro de la política e interés económico de turno. Lo ha sido por siglos y su cuestionamiento ha sido acallado para seguir permitiendo que la democracia no pase de ser un juego electoral y no un proceso activo de ciudadanía.
Como en antaño, el peruano promedio no se reconoce como ciudadano, no entiende su capacidad y se siente un ser sometido, no reconoce su poder al ser el colectivo de quienes deben poder decidir, no solamente con un voto, sino, en el día a día, a dónde queremos que este país avance.
De este gran escenario, la Amazonia sigue siendo un “infierno verde”, uno de los mejores lugares de saqueo detrás del verde dólar, pero, el más olvidado, a pesar de representar más del 60% del territorio peruano.
Desde la Colonia, los dueños del país, aprovecharon a los pueblos indígenas como mano de obra y a la Amazonía como un espacio para la extracción de madera, medicinas, alimentos, entre otros. Llegada la República, las cosas no cambiaron mucho. La extracción del caucho para alimentar las guerras y el desarrollo de Occidente, trajo grandes desventuras para la mayoría y grandes oportunidades para los saqueadores de siempre.
Un hecho histórico para seguir recordando, está en las manos manchadas de sangre del entonces presidente F. Belaunde, historia que nos recuerda el antropólogo Stefano Varese:
"El presidente Belaunde ordenó personalmente a la Fuerza Aérea del Perú bombardear y ametrallar las aldeas de tres de los cuatro clanes de los indígenas mayoruna (matsés) del río Yaquerana. (…) El bombardeo de los indefensos hombres, mujeres y niños matsés fue presentado por la prensa nacional como un acto de heroísmo de los pilotos de la fuerza aérea peruana luchando contra los brutales salvajes que se oponían al progreso del país. La verdad detrás la propaganda de los medios era que los indígenas mayoruna estaban en el camino de algunas pocas compañías madereras nacionales y transnacionales" 1
Casi cincuenta años más tarde, en el llamado “Baguazo”, el entonces, también presidente del Perú, Alan García, defendiendo nuevos intereses para la extracción de recursos de la Amazonía, objetaba las protestas de la población indígena diciendo: “Ya está bueno, estas personas no tienen corona, no son ciudadanos de primera clase que puedan decirnos 400 mil nativos a 28 millones de peruanos, tú no tienes derecho de venir por aquí, de ninguna manera, eso es un error gravísimo y quien piense de esa manera quiere llevarnos a la irracionalidad y al retroceso primitivo”2
Hoy estas prácticas y discursos siguen presentes, mucho más soterradas en los medios de comunicación y las noticias. Finalmente, la información alrededor de los problemas del país, no son parte de la farándula de telenovela que le gusta vender a los dueños de estos medios.
Hoy por hoy, miles de familias indígenas siguen siendo desplazadas producto del acaparamiento y apropiación de tierras. Muchos defensores ambientales siguen siendo amenazados y aún muertos sin que sus casos se conozcan en ningún medio. Hace unos meses, el medio de periodismo alternativo “Ojo Público” registró en una nota que, desde el año 2012 a la fecha, 12 líderes indígenas, defensores del medio ambiente, han muerto. 3 Son héroes invisibilizados de la lucha por la vida, como lo es, recientemente, Roberto Carlos Pacheco Villanueva recientemente asesinado en Madre de Dios, el cuarto asesinato contabilizado públicamente, de un líder ambiental en lo que va de este tiempo de pandemia4.
Las familias indígenas que vienen sufriendo, no solamente las muertes sino, la pérdida progresiva de sus territorios y por lo mismo, de sus medios de sustento, va en cifras no estimadas por el Estado, o si las hay, están tan segmentadas y deficientes como las cifras de muertes indígenas por la defensa del medio ambiente o el propio COVID19 y por tantos otros problemas de acceso a su derecho a la salud, justicia y una oportunidad de subsistencia sostenible y digna.
Los mercaderes de medios, de la economía y la política ya salen a votar nuevas leyes de flexibilización del mercado de tierras. Ya los reactivadores de bolsillos a manos llenas van en búsqueda, cual gallinazos, de más recursos que depredar. Y ahí están quienes aún creen en la vida y defienden esa misma naturaleza que todos disfrutamos en alimentos, medicinas y recursos tan nuestros, pero tan ajenos desde hace tanto.
Jorge Arboccó
Antropólogo peruano
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