Las luchas indígenas de los pueblos originarios en la Venezuela del siglo XXI

13/10/2020
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Foto: http://indigenaswayuu.blogspot.com/
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Nuestra sociedad moderna venezolana, se caracteriza por su atmósfera llena de hipocresía y de cinismo, donde quien se atreva a decir la verdad que todos piensan, pero nadie dice, será criticado y reprendido por su valiente atrevimiento, mientras quien se mantenga en sumisión y diga todas las mentiras que el Mundo quiere escuchar, será amado y respetado por su vil cobardía.

 

Un amigo español me dijo que, gracias a Cristóbal Colón, los latinoamericanos somos cristianos, sabemos leer, sabemos escribir, y podemos sonreír en la vida.

 

Pero yo le dije a mi amigo español, que, por culpa de Cristóbal Colón, los indígenas perdieron la fe, aprendieron a llorar, y viven en la extrema pobreza.

 

Cristóbal Colón, ¿Un amigo imaginario o un gran enemigo de América Latina?

 

La mayoría de los venezolanos nacimos y crecimos pensando que el 12 de octubre, se celebraba el Día de la Raza, y estudiamos en mundanos colegios tanto públicos como privados de Venezuela, donde se endiosaba y se homenajeaba a la racista travesía de Cristóbal Colón, mediante la realización de sucios trabajos escolares que poco a poco nos hicieron creer, que realmente San Cristóbal Colón había descubierto América, que realmente el 12 de octubre se celebraba el Día de la Raza, y que realmente había que discriminar la vida de cada Ser Humano, para saber por el color de su piel, si se justificaba su libertad o si merecía la esclavitud.

 

Sí mis hermanos, los escolarizados venezolanos nacimos, crecimos y morimos, entregando tantísimos informes, presentando tantísimos exámenes, y efectuando tantísimas comparsas en nuestras escuelas primarias de Venezuela, para que cada 12 de octubre se afianzara la discriminación racial en los corazones de niños y adolescentes, quienes en un abrir y cerrar de ojos, se convirtieron en xenofóbicos ciudadanos venezolanos por la obra y la gracia de maestras y profesores, que endiosaban las racistas páginas de aquellos recordados libros de historia y geografía venezolana, que nos hicieron olvidar a nuestras verdaderas raíces culturales, para endiosar a un salvaje proceso de transculturación.

 

Un salvaje proceso de transculturación afianzado en Venezuela, que jamás reconoció la patriótica insurrección del valiente cacique Guaicaipuro, que jamás reconoció el valiente pecho del cacique Mara, y que jamás reconoció la valiente osadía del cacique Yaracuy, porque entre las tribus, los conquistadores y las mulatas batallas ganadas y perdidas en territorio venezolano, sigue existiendo una gran brecha generacional que se niega a reconocer la gesta indígena criolla.

 

De hecho, yo soy un sobreviviente del agresivo proceso de transculturación sufrido en Venezuela, y aunque me duela reconocerlo, yo creo que durante los duros años de mi melancólica pubertad a finales del siglo XX, los recuerdos más simbólicos que sigo teniendo sobre la majestuosa pluma de la cultura aborigen, fueron las sangrientas flechas del mortífero guerrero llamado Nightwolf, quien era un ficticio nativo americano de la tribu Matoka que combatía en el videojuego Mortal Kombat III, y que con su hacha, con su arco y con su brillante flecha, el chamán se encargaba de matar a todos los enemigos que aparecían en la pantalla del televisor, y también se encargaba de ejecutar la adictiva fatalidad al final del violento combate virtual.

 

En pleno siglo XXI, los jóvenes venezolanos siguen consumiendo la basura de la transculturación, y muchas veces esa basura proviene de entornos comunicacionales, que nadie pensaría que también fabrican mentiras racistas.

 

Todavía recuerdo que, a principios del año 2018, yo estuve de visita en la casa de mis padres ubicada en Ciudad Ojeda, estado Zulia, y mientras cambiaba una y otra vez el dial de la radio FM, pues yo terminé escuchando un programa llamado “Tu Historia Preferida”, el cual estaba siendo transmitido a las tres y media de la tarde, por una emisora radial adventista del municipio Lagunillas.

 

La historia que se estaba contando en el mencionado programa radiofónico infantil de la emisora adventista, trataba sobre el épico viaje marítimo conllevado por Cristóbal Colón, para lograr el descubrimiento de América.

 

Sinceramente, mientras escuchaba con atención la narrativa de la historia infantil sobre el descubrimiento de América, yo sentí el deseo de vomitar por encima de la radio FM de mi casa, y también sentí el furioso deseo de golpear y de patear una y mil veces, a la embustera bocina de la racista radio adventista.

 

¡Qué barbaridad! El programa infantil de la radio adventista, endulzaba el genocida pensamiento del megalómano Cristóbal Colón, y dejaba entrever que Colón confiaba en Diosito para lograr financiar y realizar una dulce travesía, que aparentemente devendría en un noble y bendito proceso de colonización española, que con mucho amor cristianizaría a nuestros pueblos originarios.

 

Obviamente, yo soy un hombre tan educado como pacífico, por lo que simplemente apagué la radio FM sin golpearla y sin patearla, más sin embargo, yo sentí gran tristeza mientras escuchaba ese ficticio relato histórico, que soslayaba el genocidio, que rehusaba contar la impune verdad sobre el saqueo del oro aborigen por parte de los malhechores españoles, y que olvidaba la esclavitud sufrida por nuestros indígenas tras la llegada de Colón a América.

 

El hecho de que el programa radiofónico cristiano era de corte infantil, no justificaba que se ocultara el dolor que sufrieron nuestros esclavizados indígenas por culpa de la corona española, por lo que convertir la originaria tragedia en un tema tabú para no malograr la salud mental de los niños, termina siendo un obstáculo para nuestra sociedad que censura la realidad de su pueblo.

 

Si los jóvenes venezolanos siguen escuchando en pleno siglo XXI, el cuento chino sobre el ángel de paz llamado Cristóbal Colón, que confió en Diosito y que con amor descubrió a América, pues no hay resistencia indígena que pueda revertir a la mentira racista, que siguen consumiendo los chamos venezolanos.

 

En Venezuela, el mes de octubre no es el mes de la resistencia indígena, pues por el contrario, el mes de octubre es el mes de Halloween, y basta con salir a las calles venezolanas para demostrar que más allá de la terrible crisis de nuestro país, la lucrativa Noche de Brujas sigue siendo un negocio más rentable que la noble resistencia indígena, y la demoníaca calabaza te la siguen vendiendo en dólares americanos, o te la venden al cambio del día en bolívares soberanos.

 

Y es que cuando el tiempo de la Humanidad, se dividió en antes de Cristo y después de Cristo, debemos reconocer que la cruz del racismo en contra de los pueblos originarios del planeta Tierra, ya era un cáncer social que cotejaba la sociedad global.

 

Ahora que el tiempo de la Humanidad, se dividió en antes de Covid-19 y después de Covid-19, debemos reconocer que en pleno siglo XXI, sigue existiendo una planetaria discriminación racial en contra de todos los pueblos indígenas, lo cual nos permite vislumbrar el motivo por el cual, la Humanidad no ha podido encontrar la cura para el corrosivo cáncer espiritual del Mundo.

 

Si la Humanidad maldice a su propia cultura aborigen, pues es lógico que no podrá gozar ni de la sabiduría ni del conocimiento holístico, que se necesita para vencer el veneno de enfermedades hasta ahora incurables como el cáncer.

 

Para nadie es un secreto que el cáncer, es una enfermedad que va de la mano con la miseria espiritual de la sociedad moderna global, que aunque gasta miles de dólares para comprar los costosos medicamentos fabricados con la química de los laboratorios farmacéuticos capitalistas, pues al final de la fracasada quimioterapia en el lujoso hospital de Houston, será nada más y nada menos que la gratuita y humilde semilla de ajonjolí, parida por la Madre Tierra y sembrada por los pueblos originarios, el simple pero efectivo remedio que curará muchísimos males sufridos, por culpa del consumista modo de vida que deviene por el capitalismo del siglo XXI.

 

Como en todos los países latinoamericanos, en las calles y plazas de Venezuela existen estatuas, esculturas, y monumentos que conmemoran el heroísmo de la lucha indígena de nuestros antepasados, pero la realidad, es que la ciudadanía venezolana no respeta y no se identifica con el eterno sacrificio de sus propios pueblos indígenas, y si bien el proceso revolucionario conllevado en Venezuela por el socialismo del siglo XXI, viene intentando dignificar y valorar a nuestra sagrada cultura aborigen, pues el sol de la vida no se puede tapar con un dedo de la luna, por lo que todos los venezolanos siguen sabiendo qué significa Halloween, pero ningún ciudadano venezolano sabe qué significa Pachamama.

 

Como buena madre, la Pachamama llora los pecados por culpa de la transculturación venezolana, y si los venezolanos no pueden sentir las lágrimas de su progenitora, si no pueden sentir la víspera de todos los santos ecocidios, y si no pueden sentir los latidos de su verdadera idiosincrasia, pues será imposible que los venezolanos reconozcan el histórico legado de la resistencia indígena.

 

 

 

Para reconocer el histórico legado de la resistencia indígena, primero tenemos que enjuiciar la canallada del gilipollas Cristóbal Colón, luego tenemos que olvidar el tremendo paganismo de Halloween, después tenemos que quitarnos los zapatos Nike y caminar descalzos desde Pampatar, pasando por Carúpano, y llegando hasta las fértiles tierras de Barlovento.

 

Si caminamos descalzos desde Pampatar, pasando por Carúpano y llegando hasta Barlovento, es probable que el venezolano pueda reconocer el histórico legado de la resistencia indígena, es probable que los venezolanos sientan y resientan el trágico genocidio ocasionado por los colonizadores españoles en nuestro país, y es probable que el testarudo venezolano del siglo XXI, empiece a valorar cada gota de sangre derramada por nuestros aguerridos pueblos originarios.

 

Sangre derramada por los pueblos originarios venezolanos, sangre olvidada por la ciudadanía venezolana, que siempre recuerda la hollywoodense sangre de Freddy Krueger, porque como seguimos afirmando, la oligarca transculturación de los venezolanos, siempre ha elegido vivir presa en la pesadilla yanqui de la calle Elm, antes que vivir libre y con el resplandor verde azulado indígena de la Laguna de Sinamaica, del Roraima y del Mukumbarí.

 

Pero es que, para llegar a Carúpano, no tengo que caminar descalzo, tengo que nadar descalzo, y seguro que me ahogo en altamar, porque no sé nadar contra la corriente.

 

No sabemos caminar descalzos, no sabemos nadar contra la corriente, no sabemos soñar despiertos, no sabemos pedir perdón, no sabemos pilotear el avión de la vida.

 

La cosmovisión del indígena venezolano siempre ha sido desvalorizada, por la mediocre visión de la capitalista ciudadanía venezolana, y fuimos tan desgraciados, que hasta le vendimos la sagrada piedra Kueka a los alemanes, para que los ecocidios se comieran a la superficie del planeta Tierra.

 

De hecho, todos los venezolanos saben quién es el reguetonero Daddy Yankee, pero ningún venezolano sabe quién es el escultor Wolfgang von Schwarzenfeld.

 

¿Por qué los venezolanos conocen a Daddy Yankee, pero desconocen a Wolfgang von Schwarzenfeld?

 

Los medios de comunicación social privados de Venezuela, han torturado y crucificado a los derechos humanos de los pueblos originarios venezolanos, mediante la censura y la omisión de contenidos audiovisuales educativos, que, aunque ayudarían a rescatar la cultura indígena venezolana, siempre han sido contenidos desechados a la basura por los medios privados venezolanos, que simplemente se dedican a embrutecer con reguetón y transculturación a la gente.

 

 

 

Si bien los medios alternativos y públicos venezolanos, han intentado dignificar el legado cultural de nuestros pueblos originarios, lamentablemente, la gente venezolana siempre elige prender el televisor de su casa, y se dedica a consumir toda la basura transmitida por el canal privado llamado “Venevisión”, siendo el motivo por el cual los venezolanos saben quién es el famoso reguetonero Daddy Yankee, pero jamás sabrán quién es el vil bandido Wolfgang von Schwarzenfeld.

 

La ancestral piedra Kueka del pueblo originario Pemón, fue robada, violada, traficada, grafiteada, ultrajada, penetrada y agrietada, como si fuera otra sucia piedrita de las sucias carreteras de nuestro país, y que, por culpa de la cuarta república venezolana, la piedra Kueka fue vendida con la peluda mano derecha.

 

¿A usted le importó el martirio que sufrió la sagrada piedra Kueka?

 

No mi querido hermano lector, a usted no le importó, no le importa y jamás le importará, el destino blanco o el destino negro de la hermosa piedra Kueka.

 

Aunque si te roban la antena Wi-Fi de tu comunidad venezolana, pues seguro que hoy llamas a la CIA y al FBI, para denunciar el trágico crimen cometido.

 

Podemos vivir sin la piedra Kueka, no podemos vivir sin la antena Wi-Fi.

 

No nos importa la piedra Kueka, pero sí nos importa la antena Wi-Fi.

 

Por tal motivo, surge la inevitable pregunta, ¿Por qué nos importa tanto la antena Wi-Fi, pero nunca jamás nos dolerá el destino de la piedra Kueka?

 

Porque con la antena Wi-Fi, los venezolanos podemos realizar transferencias bancarias para comprar basura, podemos revisar la cotización del dólar para comprar más basura, podemos ser felices comiendo muchísima más basura.

 

El desarraigo cultural del venezolano, no solo ha viciado a su propia identidad mestiza, latina, afrodescendiente, sino que también ha generado un marcado rechazo social hacia el modo de vida de los pueblos originarios venezolanos, lo cual acrecienta el marco de injusticia e impunidad que castiga a las comunidades indígenas de nuestro país, que resisten el rechazo y subsisten sin antena Wi-Fi.

 

La antena Wi-Fi nos permite conectarnos a redes inalámbricas, para navegar en la red telemática Internet, para buscar información sobre la piedra Kueka en Google, para leer el artículo en Wikipedia sobre la piedra Kueka, y para compartir la excéntrica fotografía de la piedra en las populares redes sociales, más sin embargo, la antena Wi-Fi no puede comprender el holismo de los pueblos originarios venezolanos, y por ende, la ciudadanía venezolana no puede ser empática con la cultura indígena de su país, y no puede llegar a sensibilizarse ni tampoco a solidarizarse, en aras de defender el patrimonio material e inmaterial de sus ancestros.

 

Aunque en el pandémico año 2020, la sagrada piedra Kueka abandonó las tierras europeas de Alemania, y afortunadamente regresó a las tierras indígenas de Venezuela, y aunque reconocemos el esfuerzo socialista de nuestra revolución para reivindicar los ancestrales derechos humanos de nuestros pueblos originarios, pues también debemos reconocer que así como una persona violada por el Mundo, nunca jamás será la misma sonriente persona que era antes de ser violada por el Mundo, pues una piedra violada por el Mundo, nunca jamás será la misma sonriente piedra de la abuela, que era antes de ser violada por el caprichoso Mundo donde vivimos, donde combatimos, y donde hoy moriremos.

 

El hecho de que tuvieron que pasar más de 20 años, para que Venezuela finalmente recuperara a la sagrada piedra Kueka, nos demuestra el injusto clima de impunidad que perjudica a los pueblos originarios de Venezuela, porque si los alemanes se hubieran robado a la muñequita larense llamada Divina Pastora, si los alemanes se hubieran robado las luces navideñas de La Cruz del Ávila, y si los alemanes se hubieran robado al escultórico Oso Polar de la Cervecería Polar, pues estamos seguros que en menos de 24 horas, Venezuela hubiera recuperado a su atea muñequita, a su fugaz crucecita y a su ebrio osito polar.

 

Como dije al principio de mi artículo, yo sé que decir la incómoda verdad que todos los venezolanos conocen a cabalidad, pero que ningún venezolano se atreve a decir públicamente en Venezuela, pues es un riesgo que como periodista hoy voy a afrontar, y que con el favor de Dios, voy a usar mi percepción periodística para demostrar el maltrato que sufren los pueblos originarios venezolanos, por culpa del desarraigo cultural de nuestra ciudadanía.

 

Si hay un pueblo aborigen en Venezuela, que durante décadas ha sufrido la humillación y el ultraje social de los venezolanos, ha sido la etnia Wayú.

 

Aunque demográficamente el pueblo Wayú es la población indígena más numerosa de Venezuela, pues los guajiros vienen siendo maltratados y humillados en todo el territorio venezolano, especialmente en la geografía occidental del estado Zulia, donde se recrudece el venenoso ultraje inyectado por la ciudadanía zuliana en contra de los guajiros, quienes lamentablemente, se acostumbraron a ser menospreciados y denigrados como un execrado pueblo amerindio, que aunque sigue coexistiendo en los senderos de Venezuela, solo subsiste por amor a la vida, por amor a sus tierras, y por amor a su hermosa cultura aborigen.

 

Por siglos, la etnia Wayú ha sabido respetar los tesoros naturales de la Pachamama, manteniendo un armonioso equilibrio ecológico en sus arenosas tierras colombo-venezolanas, y el imponente Mar Caribe puede atestiguar que los guajiros jamás han perjudicado ambientalmente a sus soleados ecosistemas, llenos de fuertes ventiscas dentro de su árida península, por lo que la etnia Wayú ha podido aprovechar positivamente los recursos de sus territorios, para desarrollar y perfeccionar la artesanía, mediante vistosos trabajos textiles que en especial las guajiras artesanas, han sabido producir y lucir en sus vestimentas.

 

La etnia Wayú fue valiente y supo defender la soberanía de sus territorios zulianos, derramando gotas de sangre que inmortalizaron a la rebelión indígena.

 

Pero más allá de la valiente rebelión indígena, surge la inevitable pregunta:

 

¿Acaso la ciudadanía zuliana respeta el legado cultural de la etnia Wayú?

 

No mis hermanos, la ciudadanía zuliana no respeta a la cultura de la etnia Wayú.

 

Podemos percibir que en el estado Zulia, existe un total desconocimiento sobre el gran legado cultural y sobre el gran respeto ambiental que derrocha la etnia Wayú, y los tercermundistas zulianos del siglo XXI, siguen pensando que la historia viva de la región zuliana, se limita a expresiones socio-culturales contemporáneas como: la gaita, El Saladillo, la aparición de la Chinita en una tonta tablita, la construcción del puente sobre el Lago y la explotación petrolera.

 

Guajiro es usado como un término despectivo en el estado Zulia, como si fuera algo de mala calidad, algo chimbo, algo cochino, algo que huele mal, algo inferior a todo lo demás.

 

Yo recuerdo que durante mi etapa universitaria en La Universidad del Zulia (LUZ), había una secretaria en la Facultad de Humanidades que pertenecía a la etnia Wayú, y yo sigo recordando que cuando mis compañeros de clases pensaban que la secretaria había cometido un error en su trabajo que perjudicaba a sus carreras en LUZ, pues automáticamente, ellos descalificaban a la secretaria por el simple hecho de pertenecer a la etnia Wayú, y los muchachos se mofaban y criticaban a la secretaria indígena, diciendo perversas frases como: “Es que esa guajira no sirve”, “Tenía que ser guajira”, “Es que esa guajira es de lo peor”.

 

Muy lamentable que en una universidad venezolana, donde debería prevalecer la voz de la tolerancia, muy lamentable que dentro de una facultad de Humanidades, donde debería prevalecer la libertad del humanismo, y muy lamentable que dentro de los cerebros de jóvenes estudiantes zulianos, donde debería prevalecer el amor por sus hermanos indígenas, pues tristemente, se alimenta el racismo y se alienta la discriminación en contra de la etnia Wayú.

 

En el estado Zulia, los guajiros son usados como la más barata mano de obra que se puede manipular y comprar en las calles zulianas, y con frecuencia se escuchan frases como: “es que los guajiros son buenos cargando cosas”, y sin ningún tipo de seguridad laboral, los guajiros son laboralmente explotados y usados en el área de la construcción, porque los contratistas saben que con los guajiros no hay necesidad de firmar contratos legales, por lo que los desesperados guajiros por la necesidad de alimentar a sus pobres familias indígenas, terminarán trabajando sin derechos a prestaciones sociales, sin derechos a viáticos, sin pensiones por jubilaciones, sin derechos a indemnizaciones por despidos injustificados, y sin derechos a reclamar absolutamente nada.

 

Los guajiros no solo son maltratados con bloques y ladrillos de carga en el pescuezo del estado Zulia, sino que también, los guajiros son los mejores guachimanes usados por las astutas empresas de la región zuliana, que también se aprovechan de las pobrezas en las que viven inmersas muchísimas comunidades de la etnia Wayú en el territorio zuliano, para obligar a que los guajiros trabajen durante agotadores turnos laborales, con un mínimo de remuneración económica, y con frecuencia, los guajiros no son incluidos dentro de la nómina del personal contratado por las empresas zulianas, por lo que el pobre vigilante guajiro arriesga su cansada y miserable vida de madrugada a madrugada, sin derecho a pataleo, sin linterna de mano, sin funeral pagado.

 

La agresiva construcción de infraestructura capitalista en el estado Zulia, sumado al agresivo proceso de transculturación que sufren los zulianos, quienes juran que la ciudad de Maracaibo en Venezuela es la misma ciudad de Miami en Estados Unidos, ha hecho que la etnia Wayú pierda rápidamente la soberanía de sus ancestrales territorios indígenas, porque cuando los analfabetos inversionistas maracuchos deciden construir un nuevo centro comercial y deciden construir un nuevo complejo residencial, pues los guajiros se ven forzados a seguir cediendo la potestad de sus tierras, y lo más triste, es que esos mismos guajiros que fueron forzados a abandonar sus territorios zulianos, pues serán usados como la mejor y la más barata mano de obra, que construirá el nuevo centro comercial y que construirá el nuevo complejo residencial.

 

Sí mis queridos hermanos lectores, los mismos guajiros que fueron forzados a abandonar sus ancestrales territorios zulianos, pues serán usados como la mejor y la más barata mano de obra, que construirá el nuevo centro comercial y que construirá el nuevo complejo residencial en sus ancestrales territorios zulianos.

 

Mientras seguimos leyendo el artículo de opinión, nos preguntamos: ¿Por qué el arrecho empresario maracucho tiene más plata y vale más que el ecológico indígena Wayú?

 

A su vez, la mujer guajira es vista por la mayoría de los arrechos hombres zulianos, como una mujer sumisa, tonta y domesticable, como un objeto sexual que hará cualquier cosa que el arrecho maracucho le exija que haga, sin reclamo, sin oposición, sin denuncia, porque por miedo a terminar vagabundeando en cualquier esquina de cualquier calle zuliana, con tres carajitos sosteniendo en cada brazo lleno de orfandad, pues la preñada mujer guajira también venderá su dignidad humana, en absoluto silencio y por adentro de las sábanas.

 

La dignidad humana de la legendaria población guajira zuliana, terminó sucumbiendo ante la agresiva monarquía maracucha de la moderna ciudadanía zuliana, y aunque los gobiernos de turno saben maquillar el color racial y saben ocultar el olor a racismo de las calles maracaiberas, para también conseguir los votos de los sudados guajiros en las próximas elecciones del domingo, nosotros no debemos olvidar la incómoda verdad vetada por la colectividad zuliana.

 

En el estado Zulia, las señoras guajiras terminan siendo las mujeres, que con sus pies limpian la polvorienta mugre de las casas de las adineradas familias maracuchas, y los señores guajiros terminan siendo los hombres, que con sus manos destapan las hediondas pocetas de las adineradas familias maracuchas.

 

Yo sé que si lo leyó le sonó horrible, y créame que escribirlo sonó muchísimo peor, pero más allá de la infame acústica, simplemente decimos la verdad.

 

Recientemente, yo escribí un artículo titulado “El precio de tu teléfono, es el precio de tu vida”, y me enteré que un joven zuliano había muerto, porque se lanzó de una “chirrinchera” en marcha, para evitar que le robaran su preciado teléfono celular.

 

Sinceramente, yo desconocía el significado de la palabra chirrinchera, por lo que me puse a buscar en Google, y descubrí que chirrinchera significa lo siguiente:

 

“Camioneta pick-up acondicionada en su parte trasera para transportar a guajiros en gran cantidad”.

 

Me pareció bastante chocante y despectivo el significado de la palabra chirrinchera en el estado Zulia, porque parece que se trata de un medio de transporte usado para transportar a animales, como chivos, gallinas y puercos.

 

En el sitio Web tubabel.com un usuario apodado Charly, decía que en la ciudad venezolana llamada Ciudad Guayana, las chirrincheras eran llamadas “perreras”, siendo un verídico comentario que yo confirmé revisando otras fuentes informativas, por lo que sí existe un vínculo entre la chirrinchera y los animales.

 

Los guajiros zulianos no deberían usar humillantes medios de transportes como las chirrincheras o perreras, para viajar por los cuatro puntos cardinales del estado Zulia.

 

Si realmente los venezolanos reconociéramos el valor de la cultura aborigen de los pueblos originarios, pues los guajiros deberían viajar en los mejores autobuses ejecutivos, con sistemas de aires acondicionados y con acolchados asientos reclinables, pero lamentablemente, la denigración moral que sufre la etnia Wayú ha sido tan grande sobre el manto asfáltico del estado Zulia, que los guajiros se acostumbraron a usar la humillante chirrinchera como el mejor medio de transporte público, usado para trabajar y para sobrevivir bajo el inclemente sol maracaibero, sin reclamar nada, sin denunciar nada, sin sentir nada.

 

Tal vez la poderosa Ley Wayú siga siendo una poderosa ley en la Península de La Guajira, pero en las capitalistas calles del municipio Maracaibo del estado Zulia, la insignificante Ley Wayú es letra muerta, es tinta vencida, es inacción.

 

En el pasado venezolano, los indígenas de la etnia Wayú, pensaron que si protegían los tesoros naturales zulianos de la Pachamama, como por ejemplo la cristalina agua del Lago de Maracaibo, pues gozarían de un futuro lleno de porvenir para ellos mismos y para sus familias nativas, pero los guajiros no contaron con la astucia de los arrechos maracuchos del presente, que nacieron como plaga de hormigas, que se reprodujeron como plaga de ratas, y que jodieron todos los tesoros naturales de la bellísima Pachamama, porque el Lago de Maracaibo ya no tiene espacio en su boca para tragar más mundana basura zuliana, y porque hasta el Relámpago del Catatumbo se cansó, se desenchufó y se apagó, por tanta contaminación ambiental en el eléctrico firmamento zuliano.

 

Si la cultura de la etnia Wayú es desechada en el iracundo mapa zuliano, es por culpa de la ausencia de contenidos educativos en los colegios zulianos, que permitan que los niños y adolescentes de forma temprana y sistemática, aprendan a reconocer el valor de los pueblos originarios venezolanos, y también aprendan a interactuar con el ecológico modo de vida de los indígenas zulianos.

 

Pero el gran problema dentro del artístico susu, es que los arrechos maracuchos zulianos vestidos con sus sucios calzoncillos Calvin Klein, siempre vomitan sus cervezas sobre las telas de los tradicionales guayucos indígenas, y los arrechos y analfabetos maracuchos zulianos, no quieren aprender sobre la bellísima cultura de la etnia Wayú, porque los arrechos maracuchos solo quieren emborracharse con la transculturación del reguetón, del vallenato, de los dólares y de los pesos.

 

Recordemos que para respetar a una persona, primero hay que conocerla. No podemos respetar a gente que no conocemos. Para respetar a los indígenas de los pueblos originarios venezolanos, primero debemos convivir con ellos, para ir aprendiendo poco a poco sobre sus culturas aborígenes, y para naturalmente, empezar a sentir respeto y confraternidad por los indígenas de nuestro país.

 

Pero si los ciudadanos venezolanos por purita ignorancia se aíslan de nuestros pueblos originarios, y si los pueblos originarios se aíslan de los ciudadanos venezolanos, por miedo a perder sus sagrados territorios naturales, pues he allí la gran piedra de tropiezo multicultural, que nos aleja de nuestras raíces indígenas venezolanas, y que nos acerca a la gran indiferencia ciudadana.

 

La etnia Wayú no solamente es la población indígena más numerosa en Venezuela, ya que también, es la población indígena que tiene mayor interacción social con la ciudadanía de nuestras calles de Venezuela, por lo que haber demostrado el gran rechazo social, la gran denigración moral, y la gran explotación laboral que sufren los indígenas de la etnia Wayú en Venezuela, nos demuestra que aunque estamos viviendo en pleno año 2020 del siglo XXI, pues realmente, los venezolanos seguimos viviendo en el vil 12 de octubre de 1492.

 

La terrible crisis que sufren los pueblos originarios venezolanos, generalmente pasa desapercibida por el prójimo bolivariano de Venezuela, y mientras el 12 de octubre jamás será reconocido como el día de la resistencia indígena, pues Halloween seguirá siendo la noche de brujas que todos seguiremos celebrando durante el racista mes de octubre, para continuar olvidando los colores del susu.

 

¿Acaso hay futuro en la Tierra para los pueblos originarios de Venezuela?

 

Aunque dicen que el Universo es infinito, pues parece que no hay espacio en el Universo para tolerar las vidas de los pueblos originarios, y mientras la ciencia moderna del Mundo se obsesiona con colonizar la tierra marciana de Marte, se obsesiona con descubrir vida alienígena en excelsos exoplanetas, y se obsesiona con plantar la bandera estadounidense sobre el sol, nosotros vemos que los pueblos originarios de la Pachamama, deben resignarse a morir en el anonimato del planeta Tierra.

 

Pero todavía no es tiempo para profetizar el estrepitoso fracaso aborigen, porque si ya una perra soviética llegó al Espacio, porque si ya un chimpancé gringo también llegó al Espacio, pues tal vez en un futuro cercano, un guajiro venezolano también podría llegar al Espacio Exterior, por lo que no debemos tirar las toallas racistas y no debemos darnos por vencidos, en la lucha a favor de los derechos ancestrales de los pueblos originarios de Venezuela.

 

Mis queridos hermanos lectores, les pido que no me odien por decir la verdad que todos piensan, pero que nadie se atreve a decir, y aunque realmente no me importa si me llegan a odiar por decir la verdad, les pido que no me odien.

 

Yo solo les pido que se vean con los ojos bien abiertos frente al espejo, para que aprendan a reconocer el color del mestizaje social en sus venezolanísimas vidas.

 

Mi intención periodística es describir la realidad de la lucha indígena en la Venezuela del siglo XXI, pero si ustedes quieren seguir viviendo ciegos en las racistas mentiras del Mundo, y si ustedes quieren seguir consumiendo las basuras capitalistas que ofrece el Mundo, entonces yo también puedo publicar y compartir las mentiras noticiosas, sobre la realidad de los pueblos originarios.

 

El diseño Wayúu se abre paso en Nueva York y Los Ángeles.

 

“De la mano de la diseñadora estadounidense, Donna Karan, los productos artesanales de estas comunidades indígenas de La Guajira, podrían llegar a las tiendas de la marca Urban Zen, propiedad de la artista neoyorkina.

 

La artista, invitada por Looking for the Masters, participará en un taller de exploración colaborativa, con miras a la producción de una colección para la marca Urban Zen, de su propiedad, la cual tiene puntos de venta en Nueva York y Los Ángeles”.

 

Fuente: https://sostenibilidad.semana.com/actualidad/articulo/el-diseno-wayuu-se-abre-paso-en-nueva-york-y-los-angeles/44147}

 

La moda Wayúu sigue posicionándose. ¡Conoce esta tendencia!

 

“Si hablamos de tendencias que han tomado mucha fuerza y se han posicionado en pasarelas, sin dudarlo una sola vez, la Wayúu cumple perfectamente con esas características.

 

Las piezas artesanales colombo-venezolanas han revolucionado por completo el mundo de la moda. La maravilla de los bolsos Wayúu, es que son tan versátiles que puedes utilizarlos tanto para un día de playa, en el parque, o para una reunión especial.

 

Los bolsos no son la única tendencia Wayúu que se impone. Puedes encontrar también brazaletes, calzado, collares y pequeños accesorios para guardar tu teléfono móvil o dinero.

 

Si tienes un estilo más coqueto y atrevido, te contamos que la moda Wayúu viene recargada de muchas opciones. Disfruta de esta tendencia, que se está imponiendo no solo en las pasarelas nacionales, sino también internacionales”.

 

Fuente: https://co.emedemujer.com/moda/wayuu-moda-cultura-ropa/

 

Vimos que esas tontas noticias son las típicas cortinas de humos, usadas por los capitalistas medios de comunicación privados de América Latina, para ocultar los abusos sociales y los atropellos morales que sufren los pueblos originarios latinoamericanos, pero por desgracia, esas tontas noticias son las mentiras que la gente coqueta y atrevida como usted, quiere leer, quiere consumir, quiere saber y quiere defecar hasta el amanecer.

 

¿Vivir presos en la mentira o vivir libres en la verdad?

 

El pandémico año 2020 nos regaló una tremenda oportunidad de reflexión social llamada Covid-19, y yo creo que, entre muertes y desgracias, quienes seguimos vivos en el planeta Tierra, tenemos que empezar a meditar sobre nuestra forma de vivir la vida, porque cuando el veneno del capitalismo salvaje doblega a la espiritualidad de la Humanidad, pues lógicamente, también llegarán tragedias y pandemias que son las consecuencias físicas del mundano egoísmo del Mundo.

 

El santo racismo de Colón no ha muerto en Venezuela. La santa discriminación de Colón sigue vivita y coleando por las calles de Venezuela. La santa xenofobia de Colón no se puede erradicar ni con canciones, ni con artículos, ni con plegarias, ni con decretos, ni con cuarentenas, ni con cachivaches, ni con borracheras, ni con San Nicolás.

 

La única forma de extirpar el cancerígeno racismo de Colón en Venezuela, es visitando los territorios de alguna comunidad indígena ubicada cerca de nuestras ciudades, y cuando se produzca el intercambio cultural entre dos hermanos venezolanos, entonces el racismo de Colón empezará a desvanecerse como una ceniza en el viento, y la resistencia indígena volverá a brillar como una luz sin gravedad, que nos permitirá rescatar la empatía, la libertad y la tolerancia racial.

 

Yo quiero aconsejarles a los ciudadanos venezolanos del siglo XXI, que intenten reconciliarse con la sangre aborigen que brota en cada rincón del país.

 

Abya Yala, Pachamama, ecocidio, indigenismo, transculturación, cosmovisión, amerindio, arahuaco, misericordia.

 

Palabras tan desconocidas como pasivas para casi todos los venezolanos, lo cual produce una mayor apatía ciudadana, en contra de nuestros pueblos originarios.

 

No importa si eres más blanco que la nieve, no importa si eres más verde que la selva, no importa si eres más negro que el abismo, porque blancos, verdes o negros, todos los Seres Humanos somos iguales, y aunque la realidad del Mundo nos discrimina y nos hace pensar que no todos somos iguales, pues debemos creer en nuestras convicciones para no ahogarnos en el Zen urbano.

 

Antes de despedirme, le doy las gracias a Dios por haberme permitido usar mi percepción periodística para escribir sin miedo, sobre una grave problemática social venezolana, que nadie quiere denunciar por temor a represalias y a censuras, por lo que agradezco a Dios por cubrirme con sus alas de valentía.

 

Si rescatamos los autóctonos valores culturales, que realmente identifican a nuestras comunidades venezolanas, pues no habrá pandemia en la vida ni tragedia en el horizonte, que nos robe la capacidad de abrazar con devoción y de besar con pundonor, a la más bella dama indígena llamada Pachamama.

 

Ekologia.com.ve

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209301
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