Analizando la Era Trump (II)

El desafío estadounidense: recomponer hacia adentro su tejido social

20/10/2020
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Foto: https://www.lavozdelsandinismo.com
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Estados Unidos acomete este nuevo milenio con una sociedad que se desgarra psico-socialmente, esa deflagración se expresa como crisis de valores, traducida en una desafectación de carácter axiológica, siendo una de sus manifestaciones más alarmantes la correspondiente a la intolerancia con el otro. Esta negación de la otredad se expresa en acciones de maltratos o agresiones contra todo aquello que despectivamente llaman: negros, amarillos, árabes, latinos, chicanos, gitanos, sudacas, africanos, desplazados, etc., es decir, una conducta de segregación racial y exclusión social que retoma el supremacismo blanco-colonial de procedencia anglosajona en la deleznable figura del Ku Klux Klan (KKK o servidores de dios), fundado el 24 de diciembre de 1865 en Pulaski (Tennessee), por ex-combatientes del ejército confederado, los sudistas, durante la Guerra de Secesión (1861-1865). El nombre de este grupo responde a la onomatopeya del sonido de una carabina que al armarse suena: Ku Klux Klan.

 

Esta organización, constituida por milicianos y militantes de la limpieza étnica, nació para combatir las ideas y movimientos pro-abolición de la esclavitud de los afroamericanos en EE.UU. Precedido inicialmente por un organismo denominado los Klansmen (Hombres del Clan) confeccionados en torno al concepto del WASP (White, Anglo-Saxon, and Protestant), cuyo pensamiento equivale a sostener que cualquier poblador que no sea de procedencia anglosajona, es indigno de vivir en Estados Unidos. Ese axioma se fortificó con la publicación en 1890 del libro de Charles Carroll: “El negro, una bestia”, quien planteó que los afroamericanos “carecían de alma”. De modo que “no hay lugar para la otredad”.1

 

De manera tal, que este movimiento sintetiza una de las máximas expresiones no sólo de la segregación racial-colonial en los EE.UU., sino que es la mayor elaboración de un constructo que desintegra la posibilidad de convivencia humana, y se comporta como hostilidad social arraigada en las entrañas de la sociedad norteamericana.

 

De hecho en su declaración de principios, el KKK señala que “se debe creer en los mandamientos de la religión cristiana, la mantención de la supremacía blanca, la práctica de la honorabilidad y los principios del americanismo puro”. Ese credo segregacionista y conservador apareció en las primeras oleadas de inmigrantes ingleses protestantes-puritanos conocidos como los peregrinos, quienes establecieron colonias en Plymouth en 1620. En los posteriores viajes desde el Atlántico se instalaron en Boston para 1630, Connecticut en 1635 y así sucesivamente, predicando que sus viajes formaban parte de un plan divino para proclamar la tierra prometida en suelo estadounidense.2

 

La inoculación de esa fractura racial se conecta en los nuevos tiempos con los quiebres económicos-financieros que experimenta la sociedad norteamericana desde finales del siglo XX y durante el nuevo milenio. Este fenómeno se ha exteriorizado en una multiplicidad de tristezas, dolores y frustraciones acumuladas, fruto de esa cultura de la violencia sajona impuesta sobre los nativos de color (marcado por su procedencia del sur esclavista), la población de origen hispano, latinoamericanos, africanos, asiáticos, árabes, caribeños, gitanos y todo aquello considerado desde el punto de vista étnico-geográfico, de aquellos originarios del sur global, o los no cristianos-occidentales.

 

Vale acotar que, durante las décadas de los 50, 60 y 70; tomaron auge los movimientos contestatarios en defensas de los derechos civiles de las denominadas “minorías sociales” (equivalente a ciudadanos con libertades restringidas). Sus crecientes manifestaciones de calle contra la violencia racial en Estados Unidos y la supresión contra los pueblos como Vietnam y el sureste de Asia (por proclamar su autodeterminación del coloniaje eurocéntrico), así como su rechazo a la proliferación de armas de destrucción masiva en el mundo, lograron disminuir la beligerancia del KKK, siendo determinante la presencia de movimientos como: The Black Panters, The Black Power, y una extensa gama de expresiones del teatro, Rock, artes plásticas, pacifistas, etc.

 

También fue significativa la presencia del liderazgo de figuras como: Malcolm Littler (1925-1965) convertido al islamismo con el nombre de El-Halick El-Shabazz, conocido como Malcolm X, asesinado el 21 de febrero de 1965; Martin Luther King (1929-1068), también asesinado el 4 de abril de 1968, así como el papel desempeñado por la filósofa y profesora, Angela Yvonne Davis (1944), activista afroamericana, antirracista y feminista, liderazgos que encabezaron una emergencia liberadora en suelo estadounidense.

 

La beligerancia de este nuevo activismo por los derechos civiles de los excluidos sociales fue determinante para el logro del dictamen de un tribunal de este país, el cual declaró culpable a un miembro del KKK, de nombre James Ford Seale (un ex-policía), por asesinar dos ciudadanos afroamericanos, Henry Hezekiah Dee y Charles Eddie Moore, en 1964 en el Estado de Mississippi. Este crimen inspiró la película: “Mississippi Burning”, rodada en 1988.

 

Pese a todos estos reconocimientos sobre lo impresentable que encierran las distintas ideologías de exclusión social, ese perverso germen de la discriminación racial adquiere otras mutaciones, inoculándose en los distintos cuerpos policiales y en los estratos conservadores de la Sociedad Profunda, dado que jurídicamente en ésta compleja nación la segregación humana está validada. De hecho, “La primera enmienda de la constitución estadounidense permite y protege el uso de la simbología del KKK, así como los uniformes o la iluminación de la cruz. Además, sus miembros son fervientes seguidores de la segunda enmienda, la misma que les da potestad para portar armas de fuego. (…) Armas más odio…una peligrosísima mezcla que está detrás de recientes matanzas en instituciones. (…) La américa del odio está mucho más cerca de lo que pensamos”.3

 

La impotencia de reconstruir la confianza interior desde la convivencia social, provoca una profunda brecha entre institucionalidad y la realización del American Dream. Dicha imposibilidad es sustituida por aglutinamientos en distintas redes, configurando enclaves de refugios subterráneos, donde suelen practicarse rituales religiosos y satánicos, donde al mismo tiempo se desahogan y experimentan cierto sosiego las victimas alucinadas por la transgresión colectiva: es decir las zonas más grises de la antipolítica norteamericana.

 

Tales refugios propician modos de vida aisladas, con distintos credos como: los “Branch Davidians o Davidianos” secta surgida en 1934 producto de una escisión de los Adventistas del Séptimo Día, dirigida posteriormente por el autoproclamado mesías, David Koresh (1959), recordado en el mundo por la masacre del 19 de abril de 1993, donde se encontraban reunidos en la localidad de Waco, Monte Carmelo, Texas con 95 de sus miembros practicando sus usuales rituales.

 

Los Davidians, fueron interrumpidos por el Buró Federal de Investigaciones (FBI), principal agencia de investigación criminal del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que los conminó a interrumpir su ritual y abandonar el lugar. Ante su resistencia, a las 05:55 am, este organismo de seguridad del Estado procedió a realizar una serie de agujeros en las paredes del rancho por donde introducen gases lacrimógenos, acompañado de tanques M-728, acción que derivó en tres grandes incendios muriendo 86 integrantes de esa congregación de manera dantesca, siendo 21 de ellos niños.4

 

Esta tragedia sólo es superada por otras masacres ocurridas en EEUU como el tristemente célebre suicido colectivo el 18 de noviembre de 1978, dirigido por el reverendo fundamentalista norteamericano Jim Jones (1931-1978), fundador del Templo del Pueblo, así como la masacre de Beslán (Osetia del Norte) en 2004, ejecutada por un grupo terrorista secesionista que pugna por la desafiliación de Chechenia como parte del territorio Ruso, quienes secuestraron una escuela que albergaba más de 1000 personas utilizándolas como rehenes y, ante la imposibilidad de materializar su propósito, asesinaron a 334 personas, de las cuales 186 eran niños.5

 

En sinergia con lo anterior, la industria cultural estadounidense ha posicionado una intoxicación psíquica resultante de los masivos Videojuegos los cuales han confeccionado el tejido recreacional-emocional que absorbe el tiempo real de los niños y adolescentes estructurando una simpatía por el terror y la muerte divulgada a través de programas digitalizados como: Grand Theft Auto IV, Death Race, Mortal Kombart, Doom, Sillent Hill, The Postal Dude, Madworld, Bioshock, Cal of Duty y Bulletstorm. La devoción que han generado los Video juegos es de dimensiones inconmensurables. Una demostración extrema de ello se constata tras conocerse que un yihadistas francés era un fanático de estos juegos bélicos y que el Estado Islámico (ISIS) los usa para la captación y entrenamiento de terroristas.

 

Los terroristas Islamistas, (…) utilizan los Videos juegos bélicos para reclutar a través de plataformas online. Los chats privados de estos juegos sirven para organizar entrenamientos virtuales. Es sólo una herramienta más en su estrategia de su proselitismo internacional, junto con una fuerte presencia en redes sociales, páginas web propagandísticas y foros que idealizan y glorifican la yihadista. Así fue el caso de Michael Dos Santos, uno de los terroristas occidentales que aparecen en el Video de la última decapitación difundida por el Estado Islámico”.6

 

En correspondencia con esas exóticas manifestaciones pertenecientes a la civilización posmoderna de occidente liderada por EE.UU., principal centro del capital global, aguas adentro cabalga un colapso en su convivencia humana, el cual responde a la imposibilidad que transitan sus habitantes para materializar el “hiperconsumo como felicidad”, extraviado por las limitaciones de la tarjeta de crédito, objetivando una enorme frustración que deriva en una vaciedad existencial, que extraña toda sensibilidad en relación a sus otros semejantes, conduciendo sus sentidos a un estado de permanente desencuentro generador de un masivo grado de estrés, neurosis, histeria colectiva, esquizofrenia, paranoia, ansiedad, desasosiego, angustias, etc.

 

Ese arrinconamiento desarma de manera especial a la población juvenil, colocándola en un grado de contracción psíquica que se manifiesta en pronunciadas desaprensiones y autoflagelaciones, hecho que sumerge a la sociedad estadounidense en un agudo vacío de respuestas sobre las incertidumbres cotidianas, situación que a su vez ha dado paso a la proliferación de congregaciones sociales que promocionan extravagantes rituales y arquetipos distópicos, negadores de toda iniciativa colectiva como requisito fundamental del desarrollo humano, generando conductas anómicas que veneran el caos y la desesperanza, mirando con agrado el desenlace de una guerra civil o la muerte misma en tanto resolución divina para liberar a los seres humanos de su infausta vida en la tierra.

 

La incapacidad recurrente en éste país para responder sobre estos desequilibrios internos ha dado pie a una percepción generalizada de que el Estado Profundo (The Deep State), se comporta de manera indiferente y permisivo ante el surgimiento de esa variedad de movimientos sociales con prácticas esquizoides o psicóticas que profundizan la desintegración del frágil tejido social constituido históricamente a partir de marcadas diferencias dicotómicas como; Blanco/negro, Bueno/malo, Macho/hembra, Norte/sur, Centro/periferia, transversalizado en la lógica entre el Bien vs el mal: Estas dualidades han desencadenado en desgarradores impactos emocionales que le declaran “la guerra a todo”. Al final del día, es una resignación fratricida del status quo que devela, ausencia de respuestas por parte del Estado profundo.

 

Ante esa amenaza in crescendo, la industria cultural estadounidense se ha limitado a fortalecer la simpatía por lo individual y lo íntimo, con el propósito de magnificar de manera abierta y sublime el sentido del desapego por el gran relato de las utopías como manifestación del “fin de las ideologías”, legitimando la distopía.

 

En consecuencia, la oferta del establishment para la sociedad estadounidense se concentra en el desvelo por la seducción del espectáculo, revelando una dantesca incapacidad para subsanar las heridas acumuladas que ha generado la segregación, las cuales han propiciado el surgimiento de refugios con prácticas desquiciantes e inconfesables realizadas por agrupaciones como: El Templo Satánico, La Orden del Templo Solar, La Orden Misantrópica de Lucifer, La Iglesia de la Eutanasia, La Comunidad de los Amigos, El Nuwanbianismo, La Cienciología, El Movimiento Raeliano, El Satanismo de Alaska, etc.

 

Esas congregaciones despiertan y desatan conductas esquizofrénicas en todas las esferas sociales, provocando un crecimiento exponencial del suicidio, de la mano de un consumo de sustancias sicotrópicas como escape para reconfortar su tiempo de vida atribulada por su déficit de optimismo, ante un modelo de sociedad que lo subsume en un laberinto de impotencias, que coloca a este país emocionalmente en un estado de terapia intensiva, simbolizado de manera dramática con el denominado “Blue Whale Challenge” (El Desafío de la Ballena Azul), en el cual los niños y adolescentes son “invitados” a superar pruebas de sacrificio con su cuerpo durante cincuenta días con tutoriales localizados en Facebook y divulgados por intermedio de redes sociales y grupos de WhatsApp.

 

Una radiografía reveladora del callejón sin salida que balcaniza a este tipo de sociedad, es alertada crudamente por quien fuera jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, el general Jhon Francis Kelly (1950), quien en una “conferencia Internacional contra las Drogas” que tuvo lugar en Colombia en junio de 2015 señaló lo siguiente: “Soy el primer norteamericano en admitir que el problema son las sociedades consumidoras. Mi país es el principal, Brasil el número dos, y Europa y Asia”. Cuando se refiere a la diversificación de las redes de tráfico agrega: “Pueden movilizar lo que quieran: cocaína, heroína, precursores químicos, metanfetaminas, farmacéuticos, armas pequeñas o de alcance militar, oro –que es devastador-, madera, metales preciosos y raros que son necesarios para producir dispositivos electrónicos, tráfico de personas para ser esclavos sexuales o esclavos agrícolas”.7

 

Si ese galopante deterioro del tejido social estadounidense no se convierte en la agenda inmediata de la governance, y en su lugar se recurre a los artilugios de buscar enemigos externos (China y el denominado eje del mal) para correr la desatención de ese complejo desafío humano (cargado de rémoras históricas) producto de una civilización de la exclusión, entonces podemos avizorar una era de violencia generalizada por todos los puntos cardinales de la geografía estadounidense, con tendencia a refugiarse en argumentos secesionistas sobre su territorio, como por ejemplo la creciente demanda californiana de separación del Estado de la Unión.

 

Carlos A. San Vicente R.

Sociólogo, con Especialización en Política y Comercio Petrolero Internacional, Maestría en Economía y Administración de los Hidrocarburos. Candidato a doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Profesor de la Escuela de Sociología de la UCV, donde imparte la cátedra "Sistemas y Procesos Históricos Contemporáneos", así como electivas y talleres de investigación sobre geopolítica de la energía y crisis sistémica del capitalismo.

sanvicentec@gmail.com

 

 

1 Es un grupo extremadamente derechista, creado en Estados Unidos en el siglo XIX para promover la xenofobia, la superioridad de la raza nórdica, la homofobia, el antisemitismo, anticatolicismo, racismo y el anticomunismo. Esta organización fue fundada a finales de 1865 por veteranos de la guerra de Secesión (desde 1861 hasta 1965), siendo una de sus características: La diferencia radical entre las colonias del Norte y las del Sur, tanto en la economía como en la manera de ser de cada una de ellas. Para entonces los Estados del Norte tenían una economía diversificada (agricultura, ganadería, industria y comercio), preferencia por la mano de obra europea y por las formas democráticas y burguesas; los Estados del Sur, en cambio poseían una economía basada en la agricultura (cultivo del algodón, la caña de azúcar y el tabaco), una mano de obra formada por esclavos negros y una inclinación a las formas aristocráticas.

Véase: https://www.mihistoriauniversal.com/edad-contemporanea/guerra-de.secesion/

2 Su fundamentalismo se basó en el hecho de que el vocablo “sajón”, aplicado a los habitantes de Europa del Este, deviene del término “Isaac´s Son (Saxon, en Inglés). Según este movimiento, las dos tribus cruzaron las montañas del Cáucaso 975 años antes del nacimiento de Jesús y se asentaron en Britania. Hasta allí habrían llegado las tribus de Efraín, cuyos descendientes eran los creadores de la “Comunidad de Naciones” (o el British Commonwealth; y la Manaseh, cuyos hijos serían los formadores de la gran nación, vale decir, Estados Unidos. Ver. Interferencia: “El origen y desarrollo del Ku Klux Klan u otros supremacistas blancos en los EE.UU.”. Disponible en: https://interferencia.cl/articulos/el-origen-y-desarrollo-del-ku-klux-klan-y-otros-grupos-supremacistas-blancos-en-los-eeuu

3 Pampliega, Antonio: “El renacer del Ku Klux Klan”. Disponible en: https://www.elindependiente.com/sociedad/2019/03/14/renacer-del-ku-kulx-klan/

4 El Periódico: “20 años de la tragedia de Waco y 18 del atentado de Oklahoma”. Disponible en: www.elperiódico.com/es/internacional/20130418/aniversario-matanza-waco-atentado-oklahoma-2366870

5 Se dice que el comando terrorista estaba formado por individuos tanto chechenos como oriundos de la República de Ingushetia, la cual formaba parte de Chechenia hasta su incorporación a Rusia como República Autónoma. En cualquier caso eran integristas islamistas chechenos que practicaban el terrorismo yihadista como arma de presión contra el Gobierno ruso lo que todavía hoy siguen haciendo, de hecho los dirigentes tanto del Emirato del Cáucaso como de la República Chechena de Ichkeria están incluidos en las listas internacionales de organizaciones terroristas.

Disponible en: https://cies.wordpress.com/2013/04/05/711/

6 Cano, Luis: “De la guerra en los Videojuegos a la yihad”. ABC Internacional. Disponible en: www.abc.es/internacional/20141127/abci-violencia-videojuegos-terrorismo-guerra-201411262047.html

7 Resumen: “Jefe del Comando Sur admite responsabilidad de EEUU en consumo de drogas”.

Disponible en: www.resumenlatinoamericano.org/2015/06/04/jefe-del-comando-sur-admite-responsabilidad-de.eeuu-en-consumo-de-drogas/

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209402
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