Donald Trump no será reelegido

21/10/2020
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El actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump no será reelegido por los ciudadanos estadounidenses el próximo 3 de noviembre. Terminó siendo víctima de la Covid-19. En una tormenta perfecta, se conjugan contra Trump, su pésima gestión de la pandemia de la Covid-19, la crisis económica y el aumento de las desigualdades; el aumento de tensiones raciales y el agotamiento ciudadano ante su matonismo y sus verdades paralelas. El aumento de la participación electoral asegura su derrota.

 

A pesar de las trabas al voto ciudadano, propio de la imperfecta democracia liberal estadounidense, el evidente aumento de la participación electoral, tradicionalmente baja, transformó la elección en un plebiscito contra los efectos en Estados Unidos de los años Trump.

 

Las encuestas prevén una derrota de Trump en Estados claves. Cada vez más republicanos como los senadores Ted Cruz (Texas) Ben Sasse (Nebraska), Lindsey Graham (South Caroline), entre otros, temen la derrota de Trump. Que ella se traduzca en avalancha a favor del Partido Demócrata y contra los senadores y representantes Republicanos.

 

El candidato del partido republicano, Donald Trump sería el primer presidente en casi treinta años que no consigue ser reelegido para un segundo mandato. Por ello, muchos esperan una derrota sin lugar a dudas para evitar que Trump no conceda la victoria y llame sus partidarios a la violencia invocando un fraude por el voto por correspondencia.

 

No está en juego la política internacional estadounidense o el famoso eslogan “Make America Great Again”. Ello a pesar del interés por las elecciones estadounidenses en el mundo por el peso que conserva un declinante imperio, que se reveló como una democracia restringida que no se debe imitar. Por ello, los efectos del cambio en la Casa Blanca, para América latina, serán solo de estilo y tono como señalábamos en otro comentario.

 

Una crisis económica sin precedentes

 

La crisis económica provocada por la pandemia de la COVID.19 echó por tierra el argumento clave del balance de los años Trump. A tres semanas de su reelección, los efectos de la crisis económica en millones de estadounidenses son el principal argumento contra su reelección.

 

La economía estadounidense sufrió la peor recesión desde la depresión de los años 30 del siglo pasado. El déficit sobrepasa 3 billones de dólares; el triple de la recesión de 2008. El desempleo alcanzó hasta treinta millones de estadounidenses y aún no se ha recuperado. Ello afectó duramente su promesa de traer de vuelta los empleos, de su consigna Make America Great Again. Todo indica que la economía estadounidense será frágil durante meses.

 

El balance de su Guerra Comercial contra China es mucho ruido y pocas nueces: El déficit comercial de 346 billones con China es casi igual al de 2016. Ciertamente, impuso el nuevo Acuerdo Canadá, Estados Unidos y México (ACEUM), en remplazo del TLCAN, pero sin los dramáticos cambios prometidos. El multilateralismo se impone en las relaciones internacionales, apuntando a que en lugar del Make America Great Again, Trump reveló la declinación del imperio estadounidense y el surgimiento de nuevos actores internacionales.

 

En un gesto vindicativo, Trump suspendió y después reactivó las negociaciones con los demócratas, sobre un paquete de estímulo económico de 1,8 billones de dólares: Perdió la oportunidad de ganar puntos mostrando empatía.

 

La importancia del tema económico no es nueva. Recuérdese que la victoria del Bill Clinton contra Bush (padre) en 1992 estuvo ligada al famoso slogan de campaña: “es la economía, estúpido”. De acuerdo a KFF, el 32% de los electores inscritos consideran el estado de la economía como el tema más importante de la campaña presidencial. Otras encuestas afirman que es el tratamiento de la pandemia del coronavirus.

 

La COVID-19: derrota al presidente Trump

 

EE.UU. cuenta más de 218 mil víctimas de la Covid-19 y más de 8 millones de casos (John Hopkins Institute). Pese a tener solo 4% de la población mundial, cuenta con más del 20% de los muertos. 56% de los electores desaprueban la catastrófica gestión de la pandemia del COVID-19 por la administración Trump. Al ser la principal preocupación de muchos electores, ello afecta de manera devastadora la popularidad de Donald Trump (FiveThirtyEight).

 

Trump trató y sigue tratando la pandemia de la Covid-19, con mentiras y afirmaciones absurdas. Su contagio, y el de su entorno, no le hicieron cambiar de discurso. Pese a que se sindica el no uso de máscaras para la presentación de su candidata a la Corte Suprema como causante de contagios en la Casa Blanca.

 

Las grabaciones del famoso periodista de investigación del caso “Watergate”, Bob Woodward, con entrevistas donde Trump reconoce la grave amenaza de la pandemia del Covid-19, mientras que la negaba en público, fueron abundantemente explotadas por la campaña demócrata: fueron para muchos, la gota que rebalsó el vaso.

 

Los efectos de la pandemia sobre la campaña son innegables. Por un lado, obligó realizar las convenciones para definir el candidato presidencial de manera virtual. Por otro, actualizó la necesidad de mantener el Obamacare, que permitió el acceso al sistema de salud a 20 millones de estadounidenses y que Trump quiere abolir imponiendo una jueza que votaría en contra en la Corte Suprema.

 

Además, afectó al propio Trump en un momento clave de su campaña, obligándole a suspender sus asambleas en Estados claves como Minnesota, Pennsylvania, Virginia, Georgia, Florida y North Carolina. A pesar de su contagio, sigue sin mostrar empatía hacia las víctimas de la pandemia. Ello pone en contra suya entre otros, a los adultos mayores, que le eligieron en 2016.

 

Aumento de tensiones raciales y el agotamiento del estilo Trump

 

El asesinato de George Floyd galvanizó el movimiento Black Lives Matter, recordando la persistencia del racismo sistémico, la discriminación y las desigualdades sociales en EUA.

 

Donald Trump optó por un discurso de Ley y el Orden contra masivas movilizaciones sociales. Aunque profundizó su Wedge politics (política de división), no consiguió que ello deviniera tema central. Ello se agregó al fallido intento de usar los migrantes como enemigos y su fracaso en la expansión del muro con México. Además, su abierto apoyo a supremacistas blancos, reiterado en el debate con Biden, solo sirvió para consolidar su base electoral extremista.

 

El tema de la Ley y el Orden, no se impuso como tema principal. Paradojalmente, su política de división fue la que incita a millones de electores, que tradicionalmente no votan, a votar contra él.

 

Por otro lado, en tiempos de pandemia, el estilo Trump terminó por agotar al electorado: Sus famosas fake news, o realidades alternativas que caracterizan su presidencia. Son tantas las falsas afirmaciones del presidente estadounidense, repertoriados por Politifact; Washington Post; The Atlantic, FactCheck, que perdió toda credibilidad.

 

Hasta su medio de comunicación predilecto, (Twitter), optó por retirar ó calificar de engañosos, varios de sus gorjeos. Hasta Facebook abandono su reticencia inicial, y optó por advertir que sus declaraciones desinformaban ó eran manipulaciones sesgadas.

 

A diferencia de 2016, la Campaña de Donald Trump no consiguió imponer los temas de la campaña electoral. No logró imponer el tema de la Ley y el Orden, contra el movimiento Black Lives Matter. Tampoco consiguió imponer como tema de que la economía está mejor desde que él llegó a la presidencia. No consiguió dejar en segundo plano los catastróficos efectos de la pandemia de la Covid-19. Estos tres principales temas de la campaña hundieron las posibilidades de reelección de Trump.

 

Una elección sin temas internacionales

 

La campaña presidencial no ha incorporado temas internacionales. Donald Trump no consiguió marcarla con su principal tema internacional: La “guerra comercial con China”. Ni siquiera se trataron temas internacionales en el único debate, hasta ahora, entre los dos candidatos.

 

Una victoria de Trump significaría un poco más de lo mismo. Una política internacional marcada sin tapujos, por el “América First”, por los intereses estadounidenses en el mundo. A lo más con medidas que plazcan su base de apoyo; como en el caso de la política hacia Israel, contra Cuba ó la Republica Bolivariana de Venezuela. El tono seguiría marcado por la confrontación con aliados y enemigos.

 

Fuera de restablecer la llamada doctrina Monroe hacia América latina y el Caribe y, particularmente en su entorno geopolítico centroamericano, no hay una doctrina Trump en política internacional. Donald Trump terminó acelerando la declinación estadounidense en el mundo.

 

Por su parte, Joe Biden deja vislumbrar un retorno a la política internacional de los años Obama. El periódico británico Guardian prevé un retorno de Washington a acuerdos como el de Paris sobre el cambio climático. También, a instituciones internacionales que el imperio mismo impuso después de la segunda guerra mundial y del fin del conflicto Oeste-Este. Entre ellos, la Organización Mundial de Comercio (OMC), la OTAN, la OMS. Retorno también a una política más diplomática para controlar la proliferación nuclear, con Irán, con Corea del Norte y con Rusia.

 

Trump remozó la doctrina Monroe hacia América Latina. Biden cambiará de estilo pero no hará grandes cambios según The Intercept, entre otros (Michel Schifter). Tiene un enfoque de continuidad hacia Centroamérica como zona privilegiada de EUA (seguridad y prosperidad) y fuera del estilo y el tono no se esperan cambios de fondo respecto de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

 

Donald Trump no será reelegido

 

Algunos no se atreven a prever la derrota de Trump; se equivocaron en 2016. Esta vez las encuestas indican una diferencia de hasta 14 puntos. En la mayor parte de los Estados decisivos perderá Donald Trump. Biden ganaría en Pensilvania; Wisconsin; North Carolina y Arizona. Incluso en Florida. Una victoria de Trump aparece difícil: FiveThirtyEight otorga 87% a la probabilidad de una victoria de Joe Biden.

 

¿Aceptará Donald Trump su derrota ó presidirá una ola de violencia vindicativa ante una derrota que el Colegio Electoral solo validará oficialmente el primer lunes siguiente al segundo miércoles de Diciembre?

 

Luego de ser ejemplo de democracia a imitar, después de la segunda guerra mundial y luego del desplome del llamado socialismo real, la administración Trump terminó revelando, como nunca antes, la imperfecta democracia estadounidense. La democracia restringida estadounidense confiere estabilidad y alternancia a dos grandes coaliciones elitistas: Es una plutocracia según varios analistas.

 

Por un lado, no prima el voto popular: Hay un vetusto sistema de elección de un Colegio Electoral de 538 grandes electores. La elección indirecta favorece una sobrerrepresentación de pequeños Estados en desmedro de Estados populosos, lo que distorsiona el voto popular.

 

Además las reglas varían según los Estados. Por ejemplo, los republicanos imponen a afroamericanos y latinos ominosas limitaciones para votar. Está además, el llamado gerrymandering, que permite manipular los resultados por distrito, acomodando su geografía al a características demográficas, económicas y políticas de los potenciales electores. Esta vez  se agregan intentos de desincentivar el voto por correspondencia ó disminuir los locales de votación.

 

El sistema electoral desincentiva la participación. Apenas votó el 55% de los electores en 2016. Si afirmamos que Donald Trump no será reelegido; es porque esta vez se espera una participación electoral hasta un 65%, lo que favorecerá a los demócratas.

 

https://marcelosolervicens.org/2020/10/donald-trump-no-sera-reelegido/#more-1917

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209429
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