Desastre ko Marito

30/11/2020
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  • Opinión
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Foto: http://usparaguaychamber.org
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El 18 de noviembre de 2020, el diario Última Hora titula con un textual del presidente del Paraguay: “(Mario) Abdo tilda de haraganes a los que piden impuestos a la producción”. También criticó “a sectores que buscan castigar y aplicar más tributos a la producción como la soja”.

 

Claro, su conducta en los niveles nacional e internacional es invariable. Notoriamente favorece a las grandes empresas y solo le interesa que ellas ganen. No habla mucho del desarrollo del país y de la superación de los males crónicos que éste tiene. A principios de 2019 fue a Davos, al Foro Económico Mundial y dijo: “Paraguay tiene, después de los países del Golfo, la menor presión tributaria del mundo, del 10 por ciento. Es casi un paraíso fiscal”, afirmó sin ruborizarse durante el panel “Un nuevo día en América Latina”.

 

Los ricos son más ricos porque las leyes los favorecen”

 

Como se sabe, el Foro Económico Mundial, también conocido como Foro de Davos porque se reúne en esa localidad suiza, es el encuentro de los ejecutivos de las empresas más grandes del mundo y las personas más ricas del planeta con los políticos de todo el orbe con el único objetivo de que el poder económico influya y dicte pautas en la política mundial y de cada uno de los países. Comenzó a reunirse en 1970, acompañando paso a paso la proyección del neoliberalismo como receta económica y la liberalización de los flujos de capitales y del comercio como dogmas de la buena gobernanza mundial. Abdo Benítez fue allá a ofrecer facilidades para que las empresas ricas se hicieran más ricas en Paraguay, porque, como dijo Jeffrey Sachs, uno de los tres economistas vivos más importantes del mundo: las empresas y las personas no necesariamente se enriquecen más porque trabajan más, sino porque las leyes las favorecen más. Por eso, afirma Sachs, por lo menos deben pagar impuestos (28 de noviembre de 2019, discurso en la OIT sobre cómo financiar los Objetivos de Desarrollo Sostenible).

 

Según el diario Última Hora, Abdo Benítez fue mucho más allá. Dijo que “los que hablan de castigar a la producción, de la lucha de clases, son los que menos trabajan, que nunca trabajaron en su vida, que no saben lo que significa pagar impuestos. Esos son los que piden más impuestos a la producción, más impuestos a la soja, porque ellos nunca trabajan”.

 

¿Acaso en Paraguay no se sabe lo que significa pagar impuestos? Claro que sí, la ciudadanía común los paga todos los días cuando hace la más mínima compra porque la principal recaudación del fisco proviene de los impuestos indirectos, mientras el Presidente ofrece el país a las empresas extranjeras como un “casi paraíso fiscal”. ¡Pero que bajo es promocionar a tu país como guarida opaca, Marito! Para él, quienes exigen que los sojeros paguen impuestos, son haraganes, no quieren trabajar. Para Abdo Benítez, los pobres son culpables de su pobreza, porque no quieren trabajar. Los privilegios de unos pocos y la postergación de los derechos de los trabajadores urbanos y rurales no tienen nada que ver con la extensión de la pobreza, piensa Marito.

 

Lo que el presidente de Paraguay trata de evitar con todas estas acusaciones es el debate real sobre la mala distribución de la riqueza en el país que, mientras es promocionado como cueva fiscal para el capital transnacional se convierte cada vez más en infierno para los pobres, que son la creciente mayoría. La presión tributaria, según lo confiesa él mismo, es de solamente el 10 por ciento, mientras que en Argentina y Brasil es de más del 30 por ciento. Al ver esos datos entendemos por qué miles de nuestros compatriotas van a mendigar atención médica en hospitales de diversas ciudades de los países vecinos.

 

¿Realmente nos sirve que el Paraguay sea el cuarto país exportador de soja del mundo? ¿Cuántos puestos de trabajo crea este sector? En un informe de la WWF (World Wildlife Funde) sobre la soja en Paraguay leemos que una sola persona basta para atender 200 hectáreas de plantaciones de este producto. Así, favoreciendo las grandes inversiones extranjeras para soja, están haciendo crecer las filas de desempleados, sin mencionar los daños ecológicos y las consecuencias sociales y alimentarias. Por lo demás, no se entiende por qué se favorece solamente la inversión extranjera si la propia CEPAL dice que por cada millón de dólares de Inversión Extranjera Directa se crean solamente de uno a seis puestos de trabajo y que, en su conjunto, las pequeñas y medianas empresas crean, en América Latina y el Caribe, el 60 por ciento de los puestos de trabajo. Si realmente queremos crear fuentes de trabajo, promovamos pequeñas y medianas empresas con políticas fiscales y crediticias correctas y alejemos a los pequeños y medianos emprendedores de las fauces de los tiburones financieros.

 

FMI exige subir recaudación fiscal

 

Si Abdo Benítez verdaderamente cree que va a crear más puestos de trabajo no cobrándoles impuestos a esas empresas y a los ricos, hay muchos ejemplos en la historia reciente para demostrarle que está muy equivocado. Uno de ellos es la retención a la soja en Argentina que se cobraba durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Se dejó de cobrar durante gran parte del gobierno Mauricio Macri y ese mismo presidente tuvo que volver atrás. El otro ejemplo es el del gobierno de Donald Trump, quien recortó masivamente los impuestos corporativos y eso no incrementó las inversiones.

 

Pero aún hay más, la Misión Art. IV del FMI del 2020 acaba de liberar su informe sobre Paraguay, donde reconoce que la pandemia ha afectado en forma desproporcionada a la población de bajos ingresos, a las mujeres y a quienes trabajan en el sector informal. Llama a hacer esfuerzos para reducir la desigualdad y obtener progresos en la educación. Dice también, literalmente, que los ingresos fiscales deben subir.

 

Sabemos que el FMI tampoco es amigo de los pobres. Desde 2008 viene insistiendo en que se debe elevar la presión tributaria en Paraguay. Dada la política de los sucesivos gobiernos paraguayos (casi sin excepciones) de enriquecer más y más a los sojeros y cargar más y más a los pobres, es probable esperar incrementos en el IVA y recortes de los salarios en el sector público, dos recetas clásicas de gobiernos de derechas como el de Abdo Benítez para “consolidar” las cuentas nacionales.

 

Mientras tanto, en Argentina, la Cámara de Diputados ya aprobó un impuesto extraordinario a las mayores fortunas de ese país, de un dos por ciento, que recogerá el equivalente a más de 3 mil millones de dólares que serán utilizados para combatir la pandemia y se invertirán en la recuperación económica. Falta la aprobación de los Senadores, pero ya hay votos suficientes también allí, al parecer.

 

Otra perla de la cita de Abdo Benítez es que los que hablan de lucha de clases “son los que menos trabajan, los que nunca trabajaron en su vida”. Lo que me llevó a pensar inmediatamente en alguien a quien Marito debe conocer muy bien: el multimillonario norteamericano Warren Buffet, quien dijo que “la lucha de clases sigue existiendo y es la mía, la de los ricos, la que va ganando”.

 

Me pregunto, además, si el Presidente cree que fue el amor al trabajo el que impulsó a la dictadura de Alfredo Stroessner a prohibir por ley la lucha de clases en Paraguay. Pero no, utiliza esas expresiones para asustar a la gente, tratando de acallar el creciente clamor para que los sojeros contribuyan con el desarrollo del país.

 

A Buffet le podemos decir que, en política, hoy se gana y mañana se puede perder. A Abdo Benítez solamente se le puede responder con una frase que ha popularizado la ciudadanía sobre su gestión: “¡Desastre ko Marito!” (1)

 

Nota

 

(1)Significa “Desastre este Marito” en guaraní.

 

-Víctor Báez Mosqueira es secretario adjunto de la Confederación Sindical Internacional (CSI)

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209978
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