La disputa comercial capitalista por la vacuna
“Según un informe de la Oxfam, nueve de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la Covid 19 el próximo año”.
- Opinión
Ante la evidencia de que los países ricos del núcleo central del capitalismo tienen suficientes dosis para vacunar a todo el mundo casi tres veces mientras las naciones pobres no tienen siquiera vacunas para llegar a los trabajadores sanitarios y a las personas en situación de riesgo, la Organización Mundial de Comercio explora la forma en que la política comercial puede contribuir a asegurar su rápido despliegue
En la nota informativa “Desarrollo y distribución de vacunas contra la Covid 19 en todo el mundo”, la secretaria de la OMC analiza el comercio en relación con la producción, la fabricación y el despliegue de la vacuna contra la Covid 19
Parece obvio que ante semejante flagelo todos los avances científicos tienen que coordinarse, poniendo todas las estructuras de la ciencia y medicina a disposición, pero en realidad no es así. Estamos presenciando lo contrario, un ejemplo brutal de lo nocivo que es que la salud, incluida la investigación científica y producción de vacunas cuando están en manos privadas.
Y esto no es un asunto menor ya que las necesidades insatisfechas -a pesar de algunos avances-, las enfermedades prevenibles con vacunas siguen siendo una de las causas principales de morbilidad y mortalidad.
La adopción de nuevas vacunas por parte de los países con ingresos medianos y bajos (donde la carga por enfermedades suele ser la más alta) ha sido históricamente más lenta que en los países con ingresos altos.
En 67 países sólo se podrán vacunar al 10%
Según un informe de la Oxfam, nueve de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la Covid 19 el próximo año.
Cerca de 70 países pobres -67 para ser más preciso - solo podrán vacunar una de cada 10 personas, a menos que los gobiernos y la industria farmacéutica tomen medidas urgentes para asegurarse de que se produzcan suficientes dosis, advierte un grupo de organizaciones activistas.
Las naciones más ricas han comprado suficientes dosis para vacunar casi tres veces más de ,lo necesario a toda su población para finales de 2021 si se aprueba el uso de las vacunas. Canadá encabeza la clasificación con suficientes dosis para vacunar a cada canadiense cinco veces.
Los datos actuales muestran que los países ricos, que representan apenas el 14% de la población mundial, han adquirido el 53% de todas la vacunas más prometedoras. Organizaciones como Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global JusticeNow y Oxfam, forman parte de una alianza que reclama una vacuna universal.
Anna Marriott responsable de políticas de salud de Oxfam, afirma “que nadie debería quedarse sin vacuna que salva vidas por culpa del país en el que vive o por la cantidad de dinero que tiene en el bolsillo. A menos que algo cambie dramáticamente, miles de millones de personas en todo el mundo no recibirán vacuna segura y efectiva contra la Covid19 en los próximo años”
Por su parte, Heidi Chow, de Global Justice Now añade “todas las empresas farmacéuticas y las instituciones de investigación que trabajan en una vacuna deben compartir la ciencia, los conocimientos tecnológicos y la propiedad intelectual que subyacen a su vacuna para que puedan producir dosis seguras y eficaces. Los gobiernos también deben asegurarse de que la industria farmacéutica antepone la vida de las personas a sus propios beneficios”
Hasta ahora las dosis de Moderna y el 96% de Pfizer BioNTech han sido adquiridas por los paises ricos. En cambio, Oxford AstraZeneca se ha comprometido a proporcionar el 64% de sus dosis a las poblaciones de los países en desarrollo.
Los acuerdos de Oxford- AstraZeneca también se han suscrito en su mayoría con algunos de los grandes paises en desarrollo como China e India, mientras que la mayoría de los países en desarrollo no han hecho tratos y tienen que compartir el fondo común de vacunas Covax entre ellos.
Steve Cockurn, director de Justicia Económica y social de Amnistía Internacional, declaró que” El acaparamiento de vacunas socava activamente los esfuerzos mundiales para asegurar que todo el mundo, en todas partes, puedan estar protegido contra el Covid 19”.
“Los países ricos tienen claras obligaciones en materia de derechos humanos, no solo abstenerse de adoptar medidas que puedan perjudicar el acceso a las vacunas en otros lugares del mundo, sino también cooperar y prestar asistencia a los países que la necesiten. Al comprar la gran mayoría del suministro de vacunas del mundo , los países ricos incumplen sus obligaciones en materia de derechos humanos”, añadió.
Las vacunas desarrolladas por AstraZeneca- Oxford, Moderna y PfizerBioNTech han recibido más de cinco mil millones de dólares de financiación pública, lo que, según la Alianza, les confiere la responsabilidad de actuar en el interés público mundial.
Es evidente que los países ricos del núcleo central del capitalismo tienen suficientes dosis para vacunar a todo el mundo casi tres veces, mientras que los países pobres no tienen ni siquiera vacunas para llegar a los trabajadores sanitarios y a las personas en situación de riesgo.
El sistema actual, en el que las empresas farmacéuticas utilizan fondos gubernamentales para la investigación, retienen los derechos exclusivos y mantienen su tecnología en secreto para aumentar sus beneficios, muestra la miopía de una política que podría costar muchas vidas.
Varios líderes de alto nivel de la salud pública, organizaciones religiosas, de justicia racial y laboral tratan de crear los mecanismos para generar conciencia con el objetivo de apoyar una vacuna universal, que cuenta con el apoyo de algunas personalidades como Cyril Ramaphosa ,Imran Khan, Ellen Jhonson Sirleaf, Helen Clark, Mary Robinson, Joseph Stiglitz, o Thomas Piketty entre otros.
Los discursos de los gobernantes del mundo y el conjunto de los grandes medios de comunicación hablan todo el tiempo sobre el coronavirus y cómo enfrentarlo, pero es imprescindible identificaren primer lugar que estamos en manos de una siniestra cúpula política burguesa comandada por un núcleo de países industrializados, en asociación con corporaciones financieras.
La lógica cotidiana del sistema capitalista manifiesta un desprecio total por la vida humana, ya que esta ordenado por sus ganancias.
La cuestión de acceso a la vacuna tiene como telón de fondo la brutal guerra comercial que libran las principales potencias capitalistas del planeta para obtener una ventaja, en una carrera comercial y una disputa irracional entre potencias que adquiere dimensiones trágicas.
Eduardo Camín
Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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