La economía de las tasas de interés ¿Quién se beneficia de ellas?
El problema es que un movimiento de la tasa de interés de referencia (la de Banxico) no garantiza movimientos en las tasas de interés de la Banca Privada.
- Opinión
Durante los últimos dos años, y hasta hace dos meses, el Banco de México ha estado haciendo reducciones en su tasa de interés (la llamada tasa de interés de referencia), después de un largo periodo en el que esta misma subía constantemente o permanecía en niveles muy altos, todo esto, en el marco de la política de inflación por objetivos. La forma de aplicación de la política cambió, pero la política misma no. La pregunta que queda aquí es ¿por qué es importante la tasa de interés a la que el Banco de México presta? ¿Qué significa para los mortales no inmersos en el mundo bancario y por qué se dice que ello estimula a la economía?
Tras las trepidantes subidas de precios de los años 80 y 90 la inflación se convirtió en una variable a controlar de suma importancia, sobre todo cuando se le considera un componente fundamental de la redistribución del ingreso entre las clases sociales del país. Altas inflaciones afectan el poder adquisitivo, sobre todo de los sectores con ingresos precarios. Es entonces cuando el llamado Nuevo Consenso Monetario generó la llamada Regla de Taylor, en la lucha del demonio de la inflación. La premisa de esta es simple: “el Banco de México debe decidir entre estimular altas inflaciones o dejar aumentar el desempleo”, y para ello el instrumento por excelencia es la Tasa de Interés de Referencia.
Una tasa de interés baja estimula el endeudamiento debido a la inversión y el consumo, y por tanto la demanda. Esto a su vez acelera el aumento de precios, es decir, la inflación; y además acelera las contrataciones por las empresas para cubrir la demanda creciente de productos. Por el lado contrario, aumentos de la tasa de interés funcionan como restricción al aumento de precios, pero también al crecimiento de los empleos.
Pero, el problema es que un movimiento de la tasa de interés de referencia (la de Banxico) no garantiza movimientos en las tasas de interés de la Banca Privada.
Si somos críticos, basta con ver la tasa de interés de nuestro último crédito para darnos cuenta de que, esta, la que negociamos con nuestro banco, no es sensible a los cambios que Banxico ha anunciado durante el periodo bajista. Tampoco los créditos hipotecarios o automotrices reflejan una tasa parecida a la que se ha ido bajando a lo largo de estos dos años. Su nombre lo dice: tasa de interés de “referencia”.
De igual manera, cabría señalar que las tasas de desempleo han sido más sensibles a los cambios estructurales sufridos en los últimos dos sexenios que a los cambios en la tasa de interés de referencia. Hasta donde yo lo veo, el motor de los cambios en la aplicación de la política monetaria tiene poco que ver con el fomento del empleo o el control de la inflación.
La pregunta sigue en el aire entonces: ¿A quién beneficia o perjudica el movimiento del instrumento de Banxico?
Para empezar, tomemos en cuenta la tasa libre de riesgo, al bajar la tasa de interés de referencia, los inversionistas reciben un menor rendimiento por invertir en instrumentos financiados por el gobierno. El primer efecto es entonces estimular el uso de instrumentos en el mercado financiero privado, con una expectativa de rendimiento más baja, puesto que la referencia bajó.
Luego, hablemos de las tasas de interés pasivas, las que se aplican a aquellos ahorradores que por tener su dinero guardado en alguna institución financiera privada tendrán menos dinero, pues estas son las tasas que regularmente la Banca Privada si ajusta a la baja.
Y, por el otro lado, los bancos si pueden obtener créditos más baratos que, en contextos como este, donde las expectativas de inversión productiva se encuentran por los suelos, lejos de estimularla, estos mismos alejan el dinero barato del circuito real y lo llevan al mercado de capitales, donde pueden obtener ganancias de corto plazo (rápidas), seguras, sin necesidad de arriesgar su dinero en la compra de Activos Fijos altamente depreciables y que conllevan mayores riesgos si la idea no se concreta en el mercado.
Mientras, en el otro sector, el del dinero real, la inversión no logra despegar, el aumento del consumo aún es muy tímido, no se logra atraer inversión, no se generan nuevos empleos y no parece llevarnos al crecimiento. En tanto que no abandonemos las explicaciones simples para guiar la política monetaria, no podremos cambiar la expectativa sombría del no crecimiento.
Aldo Hernández Calette. Maestrante en Economía. Instituto de Investigaciones Económicas.