Venezuela y la prepotencia de una Europa pusilánime
Y si alguno de nuestros gobiernos reacciona en legítima defensa, entonces la Unión Europea pone cara de resentido, con esa mezcla de impunidad y prepotencia que le distingue.
- Opinión
Es evidente el afán obsesivo de la Unión Europea (UE) de imponer su manera de pensar y decidir cómo deben hacerse las cosas en América Latina y el Caribe; como si todavía estuviéramos en la época de los grandes imperios ultramarinos; como si no hubieran ocurrido las guerras de liberación en este subcontinente en los siglos diez y nueve y veinte; como si el colonialismo fuera la norma y no la excepción en nuestras tierras. Y si alguno de nuestros gobiernos reacciona en legítima defensa, entonces la Unión Europea pone cara de resentido, con esa mezcla de impunidad y prepotencia que le distingue.
Han arremetido una vez más contra Venezuela Bolivariana, como si no tuvieran suficientes problemas que atender en sus países. Como el resultado de las elecciones legislativas celebradas en ese país el pasado 6 de diciembre no cuadra con sus intereses e insisten en legitimar a una oposición ilegítima, han “sancionado” a 19 funcionarios gubernamentales, con lo que ya suman 55 los “sancionados”.
¿Sancionados a cuenta de qué prerrogativa o poder para disponer contra el gobierno de un país soberano e independiente?, nos preguntamos.
¿Y que se supone que haga el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, resignarse, bajar la cabeza y pedir perdón?
Poniendo la dignidad ineludible por delante, la representante diplomática de la Unión Europea en Venezuela, Isabel Brilhante Pedrosa, ha sido expulsada fulminantemente del país. Como corresponde. Pero como para los señores de la Unión Europea—en eterno contubernio con el gobierno de Estados Unidos, dirigido por Biden o por quien sea, que a estos efectos da lo mismo—la soberana decisión venezolana resulta inadmisible, no tardaron en expulsar a la representante de Venezuela ante la UE, Claudia Salerno Caldera.
No conformes con esa medida punitiva, se dio la “incidental visita” de la Canciller de España, Arancha González Laya a Colombia, punta de lanza de la contrarrevolución y peón de la UE y Estados Unidos en la región. No sólo fue a Colombia la Canciller; además llegó hasta la frontera de ese país con Venezuela a cantarle loas al gobierno genocida de Iván Duque y Álvaro Uribe, en un abierto acto de desafío y arrogancia imperial. A dar lecciones y a pasar la mano vino la Canciller de ese país plagado de reyes corruptos, de políticos delincuentes y neofascistas y de camaleones socialdemócratas.
La respuesta inevitable del presidente Nicolás Maduro ha sido ordenar la revisión total de las relaciones entre Venezuela y España.
Mientras se sucedían estas flagrantes violaciones contra la soberanía nacional de Venezuela Bolivariana, la portavoz de la Unión Europea, Nabila Massrali, tuvo la desfachatez de decir que, “…la superación de la crisis venezolana pasa por negociación y diálogo .” (¡!)
Entre los países miembros de la Unión Europea, algunos se han distinguido por su beligerancia contra Venezuela; particularmente España, Francia, Alemania y los Países Bajos (Holanda). Llama la atención que tres de ellos tuvieron participación destacada en la repartición colonial-imperial de América. Incluso, en el caso de Francia y los Países Bajos al día de hoy mantienen posesiones coloniales en el Caribe y hasta han anexado algunas de ellas (Martinica, Guadalupe y la Guayana Francesa son departamentos de ultramar de Francia en el Caribe y América del Sur, el equivalente de Hawái para Estados Unidos en el Pacifico. Aunque parezca un exabrupto, Francia tiene frontera con Brasil).
El capital financiero, comercial e industrial europeo ha plantado bandera en muchos países de la región. Es decir, para esos gobiernos capitalistas América Latina y el Caribe son importantes, desde la perspectiva geoestratégica y económica. Por eso, sin el menor disimulo, intentan manipular todo cuanto pueda acontecer en nuestros pueblos, si le resulta inconveniente a sus intereses.
En ocasiones muestran un rostro filantrópico y pusilánime; siempre desde la altura, desde la superioridad del europeo blanco que domina al resto de la humanidad inferiorizada. En el fondo y desde esa lógica supremacista, el proceso revolucionario que se desarrolla en Venezuela desde finales del siglo XX constituye para la UE una insolencia mayor; como lo que ocurre en Nicaragua, Bolivia y ni se diga de Cuba, a la que no le ha quedado otro remedio que tragársela.
Visto desde esta perspectiva, no es solamente la soberanía venezolana la que la Unión Europea y Estados Unidos pretenden desconocer. No es al pueblo venezolano únicamente al que ofenden y ningunean. No es sólo a Venezuela a la que amenazan, maltratan y “sancionan”. Es a todos nuestros pueblos. Vuelcan toda su ira contra Venezuela para escarmentarnos, para que nos acobardemos, como queriendo retrotraernos al infame 12 de octubre de 1492.
Entonces, no nos queda de otra que fortalecer la solidaridad y la denuncia, el reclamo y la reafirmación de nuestra dignidad libertaria. Es el único lenguaje que entienden esos señores y señoras de Bruselas y Washington.
Julio A. Muriente Pérez
Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) de Puerto Rico
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