Europa, del siglo de las luces, a la penumbra de una comunidad de chamanes
Europa, una de las regiones con los estándares sanitarios más consolidados, es donde menos se confía en las vacunas.
- Opinión
La Organización Mundial de la Salud (OMS) criticó la lentitud "inaceptable" de la vacunación contra el covid-19 en Europa, continente que padece la situación epidémica "más preocupante" desde hace meses. Esta queja coincide con el hecho de que el 1 de abril Europa había alcanzado la cifra de 750.000 muertos por coronavirus desde que empezó la pandemia.
"El ritmo lento de la vacunación prolonga la pandemia", lamenta la sección europea de la OMS en un comunicado, en el que subraya que el número de nuevos casos en Europa ha progresado con fuerza en las últimas cinco semanas.
“Las vacunas son nuestra mejor manera de salir de la pandemia. No solo funcionan, sino que también son muy efectivas para limitar las infecciones. Sin embargo, el despliegue de estas vacunas es inaceptablemente lento", aseguró el director regional para Europa de la OMS, Hans Henri Kluge.
Europa es la segunda región con más casos de coronavirus. El número total de positivos desde que empezó la pandemia ronda los 45 millones y la cifra de fallecidos se acerca al millón, según cifras de la OMS. Un total de cincuenta países de la región han indicado ya que la variante B.1.1.7, detectada inicialmente en el Reino Unido, es la predominante en sus territorios.
Por ello, la OMS ha pedido que se acelere el proceso de vacunación "aumentando la producción, reduciendo las barreras para la entrega de vacunas y utilizando cualquier dosis" que se tenga en existencia, porque señala que "la lentitud en la vacunación prolonga la epidemia".
Un total de 27 países europeos aplican actualmente restricciones de distinta intensidad, de los que 21 han impuesto toques de queda. En las últimas dos semanas 23 estados han endurecidos sus medidas para frenar la propagación de la pandemia, mientras 13 han relajado las restricciones. Según Kluge, "ahora no es el momento para relajar las medidas".
Las críticas y opiniones en contra de las vacunas son tan antiguas como la propia existencia de estas: desde la experiencia de la epidemia de viruela en Boston en los inicios del siglo XIX, donde surgió un movimiento en contra de la vacunación por su “obligatoriedad” y “abuso de poder”, hasta el manifiesto realizado por médicos alemanes en contra de la vacuna de la viruela.
Sin embargo, en la historia de la medicina, posiblemente pocas actividades han conseguido tantos resultados en la prevención de las enfermedades como la aplicación sistemática y masiva de vacunas a la población general, y probablemente ninguna otra actividad biomédica haya salvado más vidas.
Desde esta perspectiva, las vacunas se han configurado en unos de los útiles más eficaces, efectivas y eficientes con las que cuenta el sistema sanitario. Así, junto a las mejores condiciones de vida, la aparición de los antibióticos, de las medidas de desinfección, desinsectación y desratización, etcétera, las vacunas han contribuido decisivamente al cambio del patrón epidemiológico de presentación de las enfermedades en los países desarrollados.
Aunque víctimas del mal desarrollo, siguen siendo una asignatura pendiente en los territorios más desfavorecidos.
Sin dudas, las vacunas suponen una de las medidas preventivas más eficaces y eficientes que han contribuido a la erradicación de enfermedades o la minimización de los efectos deletéreos de otras, sin embargo, no se ocultan voces en contra de la necesidad de seguir vacunando y se plantean cuestiones sobre la seguridad, asociación con determinadas enfermedades y los efectos secundarios de las mismas.
Cualquier pequeño efecto secundario que puedan presentar estos productos, que suelen ser escasos y leves, se tornan socialmente inaceptables.
La negativa a la vacunación es de diferente gradación: desde grupos con rechazo frontal a las mismas hasta otros que rechazan alguna vacuna o algún aspecto concreto sea por la obligatoriedad en algunos países, o el simple rechazo a alguna vacuna por los adyuvantes que tiene.
Esta oposición a las vacunas es universal, estable y está alcanzando amplia difusión facilitada por el acceso a las nuevas tecnologías de la información; fundamentalmente en las redes sociales, pero además n la telefonía móvil, prensa “on line”, prensa y televisión.
Tanto para la población general como para muchos profesionales de la salud, la vacunación se asocia a calendarios oficiales que al ser aplicados rutinariamente no son visualizados como una actividad preventiva de alto valor. Esto incluso tiene un reflejo en cómo se maneja la información.
Para la población, la vacunación incluida en los calendarios vacunales oficiales se asume de una manera casi natural, mientras que las políticas neoliberales aplicadas al sistema sanitario las considera en ocasiones como un gasto que hay que controlar y del que hay que demostrar muy bien sus bondades antes de su introducción y su financiación.
La incorporación de los programas nacionales de vacunación en todo el mundo ha representado, por tanto, uno de los avances más importantes en el control de las enfermedades infecciosas.
Y así llegamos a la curiosa paradoja de que parte de los pequeños fracasos de las vacunas residen en su propio éxito. El hecho de que no existan ya la mayoría de las enfermedades frente a las cuales vacunamos hace que de alguna manera sectores de la población, afortunadamente escasos, bajen la guardia con esta actividad preventiva.
El recelo frente a las vacunas, un problema de países ricos y sanos
La mayoría de los grupos o asociaciones antivacunas se sitúan en Norteamérica y Australia. En Europa, el primer grupo crítico nació en 1954 en Francia; no obstante, Europa es la región en la que más se duda sobre la seguridad de la inmunización.
A pesar de que las vacunas salvan millones de vidas, no están viviendo su mejor momento en lo que se refiere a la opinión pública. Para entender el recelo de determinadas personas, se está estudiando con detalle el verdadero alcance de estas dudas y el panorama es peculiar.
Europa, una de las regiones con los estándares sanitarios más consolidados, es donde menos se confía en las vacunas. En el otro extremo del globo, Bangladés, Indonesia, Pakistán, Ghana y Nigeria lideran la tabla con una casi unánime defensa de la valía de la inmunización.
Aunque el sentimiento generalizado es positivo en todo el planeta, sorprende la gran variabilidad dependiendo de las regiones y países. Los países menos desarrollados y los mayores de 65 años muestran un sentimiento mucho más positivo hacia las vacunas
Un estudio realizado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres señala a un país por encima de todos: Francia se destaca sobremanera ya que el 41% de los encuestados duda de que las vacunas sean seguras, casi treinta puntos por encima del 12% de media mundial. Bosnia, Rusia e Italia también muestran importantes dudas. En general, la región europea es en la que más se recela de su seguridad (el 17%)
. Además, en Europa el 8% niega su importancia y el 11% su efectividad. En Europa, España está entre los que menos desconfía de su seguridad (9%), importancia (6%) y efectividad (7%). “Los países con altos niveles de educación y un buen acceso a servicios de salud se asocian con menores tasas de sentimiento positivo, lo que apunta a una emergente relación inversa entre los sentimientos que provocan las vacunas y la situación socioeconómica”, concluyen los autores del trabajo, realizado en 67 países con 66.000 encuestados.
Muchos especialistas creen que en estas regiones ricas se estarían olvidando los terribles efectos de enfermedades como la polio.
Llama la atención de que en un mundo interconectado donde las creencias y preocupaciones acerca de las vacunas se pueden compartir en un instante, no hay que subestimar la influencia que esto puede tener en otros países de todo el mundo.
Francia destaca mucho como el país más receloso, en el preciso momento en que su gobierno ha iniciado una revisión de su sistema de vacunación obligatorio. Pero el caso de Francia demuestra que las motivaciones de este sentimiento son muy complejas. Como reconocen los autores del estudio, allí se encuentran en pleno debate sobre la política de inmunización y las dudas sobre la eficacia de las vacunas contra la hepatitis B y el virus del papiloma humano.
La ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, lanzó en enero un plan para renovar el calendario francés de vacunación. Allí la inmunización frente a la polio, la difteria y el tétanos es obligatoria, pero no el resto, lo que según Touraine genera confusión en la población. Curiosamente, los países que más recelan de las vacunas en esta encuesta, como los de Europa del Este, Grecia, Italia y Francia, son también los que obligan por ley a vacunar.
A principios de 2021, el director general de la OMS hizo un llamado a los todos los países para que trabajasen juntos en garantizar que la vacunación empezara en todas las naciones y rincones del planeta dentro de los primeros 100 días del año.
Resultado: Los acuerdos bilaterales, las prohibiciones de exportación, el nacionalismo y la diplomacia de las vacunas están provocando distorsiones en el mercado, con grandes desigualdades en la oferta y la demanda, asegura la OMS, agencia de la ONU que vela por la salud mundial, cuyo mecanismo para un reparto equitativo deja mucho que desear.
Pero de lo que estamos convencidos es de que un lado está la evidencia científica, y al otro, la opinión inadecuada para especular sobre la salud y la enfermedad.
El viejo continente sufre de una esclerosis sistémica… del siglo de las luces a prácticas de chamanes de cuarta categoría, en plena epidemia del Covid-19.
Eduardo Camin
Periodista uruguayo acreditado en la ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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