Byung-Chul Han, un filósofo popular
Byung-Chul Han está consciente de que los paradigmas son fortuitos, a saber, no son eternos y que, con el paso del tiempo, se fosilizan por lo que se torna ineludible la implementación de nuevos paradigmas.
- Opinión
Byung-Chul Han se me presenta como un filósofo extremadamente encantador. Se puede decir, sin duda, que encarna la simplicidad cartesiana, la complejidad hegeliana, la criticidad marxiana y el desbordado embrujo de la prosa rousseauniana. Su pensamiento, que ha bebido y se ha alimentado de varios pensadores medulares del universo de la filosofía, es una síntesis de lo mejor que ha producido occidente recientemente en el terreno de la filosofía continental. Por favor: no se haga una valoración apresurada típica de nuestra época sintética y frívola: lo que digo no debe ser descifrado como una sobrevaloración gratuita de su filosofía, pues sus trabajos han demostrado su talante filosófico y su gran capacidad de abstracción.
Por ejemplo, en La Sociedad del Cansancio se puede evidenciar meridianamente lo que digo; en esa obra se puede apreciar cómo es capaz de abstraer las determinaciones abstractas y contemplarlas dentro de una totalidad teórica, a saber, abstrae las determinaciones sensibles de la realidad social, abstractas, y las contempla a la luz de la totalidad concreta. Como Hegel y Marx, parte de lo abstracto a lo concreto. En los análisis plenamente filosóficos, sociológicos y éticos poco valor o relevancia cobra la posesión de un potente microscopio. Es el que tiene mayor capacidad de abstracción el que ve más lejos, y en este tiempo este filósofo ha visto muchas cosas que son enteramente filosóficas y que, debido a su relevancia intrínseca, generan debate.
Ahora bien, antes de embarcarnos en algunas de sus ideas más interesantes y provocativas es menester decir algo sobre Marx, a quien Byung-Chul Han respeta pero cuestiona y pone en crisis.
Un comentario forzoso sobre Marx
El mundo moderno, en el que yo y usted amigo lector habitamos, es mucho más violento de lo que uno conjetura, no positivamente pero sí negativamente. Alguien puede decir, “en este siglo nuestra sociedad es menos salvaje, asesina, agresiva y peligrosa que hace unos cuantos siglos”. Positivamente, muchas cosas se han superado, pero negativamente esta sociedad sigue siendo en extremo malévola y violenta. Esta aseveración puede causar risa a un lector somero, de esos que abundan por doquier, pero un hombre lo suficientemente honrado moral e intelectualmente asentará que lo que digo no es una desfiguración de la realidad en sus aspectos más objetivos, sino una verdad de naturaleza apodíctica. Veamos cómo justifico esta afirmación.
En la sociedad esclavista, cuya totalidad de sentido consistía en la naturalización de la superstición que la corporalidad viviente del trabajador le pertenecía completa e íntegramente al amo, se maltrataba su cuerpo, se le destruía. Durante la época feudal la dominación se volvió más profunda pues al feudo se le extraía su excedente, era robado de forma pública y aquello se podía constatar y apreciar manifiestamente, pero la nobleza lo justificaba mediante mitos, en todo caso la dominación era, por más justificaciones metafísicas y delirantes que hicieran, evidente; en esa fase de la historia, la clase dominante, es decir la más violenta y salvaje, ya no solo se posee corporalmente al obrero sino que además lo despoja de su excedente y se le quita las tierras y la posibilidad de gozar de mayor autonomía.
La violencia positiva y negativa
Sin embargo, en este periodo histórico lo que existe es una dominación de naturaleza positiva, pues es visible no solo para el sujeto-objeto sino que para todo mundo. Ahora bien, con la irrupción e implementación del capitalismo, entendido este en su forma más general, aquella dominación positiva no se terminó sino que se profundizó con mayor ferocidad, fue debido a esa dominación tan notoria que Marx le hace una crítica atroz a este sistema; pues bien fue a partir de dicha crítica que surge la posibilidad no remota ni imposible de ser suplantado por otro sistema político, cultural y económico. Pero el capitalismo al reconocer que estaba siguiendo los pasos errados de los antiguos sistemas ya superados, se reestructura, y en vez de dominar positivamente al obrero, como lo hicieron la mayoría de sistemas anteriores a su irrupción positiva, lo domina negativamente.
Marx, cuya crítica a dicho estado de cosas fue letal y acertada, no contaba con la astucia del sistema capitalista, este se dio cuenta que la dominación positiva no era, en términos generales, beneficiosa para su consolidación y naturalización, si seguía la misma línea de los antiguos sistemas a la postre aquello lo llevaría a su ruina total, por lo tanto era necesario implementar una metodología más efectiva y menos dispendiosa.
Controlar grandes extensiones de tierras y poblaciones no era en realidad algo extremadamente complicado pero implicaba, cierto gasto de materia y desgaste ideológico, y las rebeliones multitudinarias podían fácilmente debilitarlo. Por tanto, cuando la ciencia y la tecnología comienzan a despuntar, aquellas debían desarrollarse no para beneficiar al mundo sino para controlarlo, el surgimiento de la tecnología no se debe a la razón sino a la irracionalidad inherente al ser humano.
Hume vio claramente que la razón es siempre una esclava de la pasión. La tecnología es el resultado del capitalismo y no el capitalismo de la tecnología. Gracias a las modernas invenciones realizadas por los diferentes científicos se le hizo relativamente fácil controlar con mayor facilidad al obrero, y anuló por completo a su posible antítesis.
La violencia negativa, término capital en mi línea de pensamiento, consiste básicamente en un ataque sistemático al espíritu ya que si se conquista espiritualmente a una sociedad, por sí sola pondrá las manos para llevar con gusto sus cadenas, hoy nadie quiere una revolución sincera, quien quiere desprenderse, como hoja seca de un árbol, de todos los artefactos que nos han dado para distraernos, excepto unos cuantos trotskistas trasnochados, que creen que quieren una revolución. Las tecnologías no es que por sí mismas sean malas simplemente han sido subsumidas por un criterio fetichista, ajeno al bien común y plagado de defectos irracionales, que pone como centro no a un ser humano sino a una cosa abstracta: la obtención de dinero.
Marx se equivocó no porque su análisis fuera falso, sino más bien que él, como lo hicieron sus posteriores discípulos, supuso que el capitalismo seguiría con la misma táctica de los sistemas anteriores que aplicaban la violencia positiva; mas al aplicar la violencia negativa conquistó no solo la corporalidad y las tierras del obrero sino que además su espíritu; el mundo se le hizo pequeño ya a es te sistema.
Y, por lo que se vislumbra en el horizonte de interpretación, no podrá ser derrocado jamás por los métodos que propusieron Marx y el marxismo posterior, porque no están atacando de raíz al sistema. Los pueblos dominados, pueden hacer un millón de revoluciones y el capitalismo le venderá y suministrará las armas. Pueden protestar día y noche y el capitalismo hasta les ofrecerá sitios webs para que sean conocidas sus causas y sus luchas.
Esta reflexión es solo un mero bosquejo de un posible futuro trabajo que pretendo realizar, por tanto pido un poco de consideración al lector, no pretendo convencer a nadie solo expongo las categorías que a mi juicio considero como más adecuadas para leer el actual contexto. Como le he hecho una crítica a Marx, me veo obligado dar una respuesta lacónica de lo que deben hacer los marxistas contemporáneos si quieren obtener conquistas reales y duraderas y no efímeras en sus luchas. Pues bien, tienen que, mediante la lucha teórica, hacer que el capital revele su verdadero rostro, su verdadera naturaleza, la violencia positiva. Tienen que descubrirlo, exponerlo a la luz del medio día, desnudarlo y lapidarlo públicamente como lo hizo la ilustración con la religión dogmática. Solo así se podrán tener éxito.
La violencia negativa: una forma sutil de violencia por parte de los que gestionan el poder político positivo fetichista en desfavor de la comunidad política.
Esta forma de violencia es negativa pues no reprime, domina o persigue de manera explícita a la comunidad política o al pueblo, no es algo que se pueda percibir viéndolo así someramente; es preciso, a mi juicio, algún tipo de abstracción para poder contemplarla como es. Es una violencia que se ejerce desde las instituciones y de manera legal muchas veces, no legítima; es una violencia que el poder político positivo fetichista inflige a los miembros que conforman el pueblo causándoles, sin que ellos sean plenamente conscientes de ello, serios daños.
Es curioso acercarse a los libros de historia, en ellos se narran toda clase de barbaries realizadas por algunos hombres con el telos único de lograr poder y dominio sobre los demás. Es normal que una persona se sienta feliz, pues estos episodios tan tristes y lamentables, por lo menos no en forma habitual, no ocurren entre nosotros. Se suele pensar en la violencia de la Antigua Roma, violencia extremadamente cruel sólo por mantener el poder positivo fetichista, este imperio, considerado como uno de los más feroces que ha existido, infligió a los que dominaba toda clase de sufrimientos físicos y psicológicos por una simple razón: porque quería dominar y acumular más poder positivo fetichista.
Y el que abraza ese tipo de poder será incapaz, aunque quiera, de ayudar al pueblo, pues el ser de ese poder es el no ser del pueblo. Emperadores tiranos como Calígula, Nerón, Domiciano, Cómodo, Caracalla, Heliogábalo, Máximo, Galieno, Constantino, Juliano y Teodosio eran unos cobardes que lo único que tenían era poder para dominar, reprimir y matar a la gente que se oponía a su idolatría y megalomanía. Ese tipo de poder es anti poder. El nazismo, un fenómeno más reciente pero de indecible crueldad, por lúgubre y nefasto que sea, es un episodio lamentable, una muestra hasta donde puede ser capaz de llegar el odio racial y la envidia en contra del prójimo; muchos alemanes estuvieron, producto de la histeria colectiva que se proliferó entre las masas de una forma definitivamente irracional, dispuestos a matar a cuanto judío pudieran; fue una violencia, en todos sus aspectos positiva, descarada.
¿Por qué no se manifiesta el poder positivo fetichista en su forma más radical?
Sin embargo, en nuestro tiempo parece que la violencia explícita ha sido superada gracias al grado de racionalidad que ha alcanzado el ser humano. Pero, sin ánimos de echar por los suelos el triunfalismo de algunos filósofos modernos y cientificistas, la violencia sí, guste o no, existe; es menos feroz evidentemente. La razón de ello tal vez esté relacionado con el gran avance experimentado por la humanidad en casi todos los campos; hay más concentración de poder; esto hace más fácil que el poder positivo fetichista político tenga, con mucha más facilidad que antes, control de la comunidad política o el pueblo.
La violencia positiva e irracional de antaño, de la que leemos en los manuales de historia, no aparece o no se manifiesta en toda su densidad por la siguiente y simple razón: porque el poder positivo político fetichista no se ve en peligro, tiene las cosas bajo control, mantiene el orden; pero si, por algún caso, percibiera que su poder y sus ídolos se ven amenazados por algún ente externo a su totalidad será capaz de externar la más brutal de las violencias en contra de lo que pone en jaque y desafía su ser.
El poder fetichista, del que están emborrachados la mayoría de los presidentes de los países más desarrollados, no le gusta a parecer, se esconde, y nadie sabe dónde está; pero si alguien, de manera resuelta y valiente, decide, como de hecho lo hicieron los más eminentes sujetos, que son ejemplos de dignidad y orgullo, desafiarlo pagará cara su insolencia; los finales fatídicos no fueron obstáculos serios para detener el espíritu crítico de los hombres y mujeres inconformes con el estado de cosas de su respectivas épocas.
El capital no despliega la violencia positiva, que es el último recurso al que recurrirá si se siente atacado, porque no se siente amenazado por la clase proletaria. La primera victoria tendrá que ser necesariamente teórica. Pero cuando se realice tal acción, la de revelar la verdadera naturaleza del capitalismo, habrá que estar preparados porque la masacre y la represión será espantosa. Honestamente, la respuesta que yo doy para superar al capitalismo no me convence, es una posibilidad, no digo que vaya a ser así; yo no creo tener la respuesta definitiva a cerca de este problema; supongo que los futuros marxistas deberán tener un mayor alcance que yo para que puedan descifrar esa forma de hacer que el capitalismo se revele en su integridad a la humanidad. Lo que sí puedo asegurar es que es la violencia negativa la que le está permitiendo a este sistema puerco y nefasto seguir sosteniéndose en pie a pesar de todos sus orificios.
En todo caso, éste actualmente está tan confiado en su conquista que ya no le interesa dominar más al ser humano, ya lo tiene vencido. Ha dominado las tierras, las consciencias, el espacio y el tiempo gracias a las tecnologías, por eso ahora están tan interesados en colonizar Marte y la Luna. Las más doradas ambiciones del capitalismo ya no se encuentran en la tierra, sino fuera de ella y si logran verdaderas conquistas espaciales, nunca estarán conformes pues el ser humano por naturaleza nunca está completamente conforme con lo que tiene. Es tarea del marxismo futuro hacer una lectura seria y largamente meditada sobre la naturaleza repugnante de este sistema.
La violencia positiva: la violencia de los antiguos
En el pasado se quemaban cuerpos, se mataba la positividad del hombre, pero no su negatividad. Sus ideas salían la mayor parte de veces victoriosas. Cuántos hombres y mujeres ofrendaron secularmente su corporalidad viviente para hacer posible una idea, tuvieron éxito, la idea de libertad, está construida sobre ríos de sangre, pero muchos de esos sacrificios no fueron en vano: tuvieron éxito; hoy día el sistema capitalista no mata al cuerpo, no hay necesidad, es mejor que esté sano y fuerte para fortalecer las instituciones políticas y económicas. Además, aplicar la violencia positiva es muy dispendioso y el capitalista sólo piensa en tener más dinero, le es más fácil dominarlo distrayéndolo que devorándolo explícitamente.
El conocimiento, como siempre, se concentra en unas cuantas manos, mientras que la mayoría se ahoga en océanos de ignorancia. Si no es cierta mi afirmación, que me refute más de la mitad de los que usa Facebook que pueden, con los conocimientos básicos que poseen sobre el mundo del internet, fabricar un celular o un televisor. No lo pueden hacer, el capital juega a dejar ser libre a la clase dominada, pero acaso piensan que porque el León suelta a su presa malherida la dejará ir, es solo un juego y la tecnología en manos de psicópatas es peligrosa, pero nada asegura que en las manos de un futuro sistema comunista podrá estar más consolidada, pero no queda otra que buscar construir un sistema verdaderamente humano que ponga en centro de su operar la vida y la realización de la corporalidad y la subjetividad vivientes.
No resulta arriesgado decir que el hombre del futuro, sino se rescata, será un autómata, Nietzsche lo vio claramente pues dijo que el desierto avanzaba, la nada, ya que el hombre sin espíritu es una nada, es un objeto, una cosa. Será un hombre con una desaforada cantidad de información pero sin capacidad para realizar la crítica, será una computadora animada por un pensamiento superficial y completamente lejos de su libertad. Rousseau lo vio asimismo con lucidez, pero su espíritu burgués y reaccionario no le permitió aterrizar a conclusiones razonables. Estos hombres de hoy no dejarán mayor legado a la humanidad, pues no tienen un pensamiento crítico, tienen información pero no inteligencia. La sabiduría-inteligencia o inteligencia dialéctica es creadora mientras que la mecánica es constructora, pero no puede crear pues es vacua, es un cascarón atiborrado de toda suerte de inmundicia capitalista.
No habrá hombres en el futuro, habrá máquinas. La futura sociedad será un inmenso cadáver animado sólo por su naturaleza de ser vivo, pero su espíritu, lo que lo hace humano estará en las manos de unos cuantos sujetos sin escrúpulos. A caso lo que he expuesto no es suficiente para demostrar la maldad aterradora de este sistema actual. Las ideas que surgen de una sabiduría-inteligencia es creadora incluso después de la muerte, pero la de una mecánica dura lo que un plato desechable pues es pura información mecánica y es anti ética. Sin que la gente se dé cuenta el capitalismo está matándolos espiritualmente, y que es sino el espíritu lo que hace a un hombre, hombre. Este sistema ni siquiera animaliza al humano, lo robotiza. La importancia de Han es que ha sido capaz de ver algunas cosas que el marxismo de silabario no puede. Por ejemplo, de que es imposible liberar un sujeto que es amo y esclavo a la vez de sí mismo. Solo un sujeto plenamente humano puede luchar por su libertad una roca, una máquina, un hombre mecánico, no.
La violencia es el fundamento de todo sistema vigente o de cualquier estado. La paz es una ilusión de los hombres cándidos, cobardes y de pasiones débiles. Un animal no sobrevive porque es más pacífico, es su violencia y su agresividad la que le permite sobrevivir. La violencia en sí misma no es mala, cuando es desplegada como en el caso de los animales de manera irracional, pero es altamente peligrosa cuando es ejecutada racionalmente.
La razón es una simple herramienta de la pasión. Es la ambición de poder y gloria lo que hace que el hombre ponga en práctica la razón, si esta hubiera sido ejercida para beneficiar a la humanidad, la miseria general se hubiera reducido casi en su totalidad. Pero es el egoísmo y la voluntad de poder la que rige el operar de la clase dominante, por eso es que hoy en día en vez de reducirse la miseria más se acentúa. Si la tecnología, con todo ese mar de posibilidades que puede concretar, se utilizara para el bien de la humanidad, como debería ser pensado y sentido en términos ontológicos, no estaríamos hoy bajo el dominio monárquico de la violencia negativa. Existen muchas formas de violencia, pero por razones teóricas pueden reducirse a dos: la racional y la irracional. La violencia irracional es fetichista y anti ética en cambio la racional es moral y ética.
Violencia racional y violencia irracional
La violencia no es en ningún momento racional, se dice violencia racional porque a esa determinada violencia se le aplica dosis de racionalidad. La razón no es natural en el ser humano, es un producto histórico, ningún ser humano nace siendo racional es por eso que es difícil de adquirirla, es una invención humana para alcanzar fines teóricos y prácticos. Así que la razón puede ser instrumento de la violencia racional o de la violencia irracional o de la voluntad. Coger un pez del río es un acto de violencia racional pues no altera el ciclo de la naturaleza, pero es violencia irracional si se le pone veneno a las aguas donde están para coger más y negociar.
Luchar por vivir dignamente no es un acto de violencia irracional, lo es cuando se tiene que matar a los otros para vivir en mejores condiciones.
Byung-Chul Han: algunas ideas provocadoras
Un nuevo paradigma
Byung-Chul Han está consciente de que los paradigmas son fortuitos, a saber, no son eternos y que, con el paso del tiempo, se fosilizan por lo que se torna ineludible la implementación de nuevos paradigmas. Como lo explica en su popular libro La sociedad disciplinaria y la del control fueron en su momento instrumentos adecuados para analizar la sociedad, pero ahora están desfasadas en el sentido de que no responden adecuadamente a las exigencias del contexto. Según Byung-Chul Han “La sociedad del Siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman "sujetos de obediencia", sino "sujetos de rendimiento" (Han, 2012). Estos sujetos son emprendedores de sí mismos.” Así como la sociedad progresa en conocimiento y técnica del mismo modo los modos de represión y dominación.
En la famosa sociedad disciplinaria, el sujeto se veía forzado a cumplir ciertas normas porque eran obligatorias si no se quería entrar en conflicto directo con las instancias más altas y con mayor concentración de poder. En dicha sociedad, era más obvia la dominación y por tanto el individuo manifestaba cierta incomodidad y se sentía con menos tranquilidad. Por muy buenas que sean tales consideraciones teóricas, hoy no nos sirven para interpretar y leer el contexto que determina la sociedad actual.
Hoy día, juzga Han, es a la sociedad del rendimiento a la que mayor atención se le debe prestar pues es una sociedad en transición; está en marcha hacia un cambio, existe nuevo paradigma y, por lo mismo, se debe hacer una nueva lectura de la realidad, una nueva interpretación con categorías que estén en consonancia con esta fase por la que esta sociedad transita.
Hace unos cuantos siglos la opresión era más evidente, era fácil ver quién era el que ocupaba el rol de sujeto y el de objeto. Una pequeña clase de aristócratas ociosos justificaban sus derechos a oprimir cobardemente a las mayorías con base a meras mitologías. Las ideas de Aristóteles fueron instrumentos valiosos para las clases dominantes, pues ser esclavo era algo natural y oponerse era algo contranatural, es como si los animales domésticos protestaran contra sus amos. Un perro salvaje es más peligroso que uno doméstico, por tanto los esclavos eran mejores estando bajo la tutela de un señor que viviendo por su propia cuenta.
Sin embargo, en la sociedad actual el sujeto goza de mayores libertades y por tanto es libre de realizar, siempre y cuando aquello no vaya a alterar el orden vigente de una manera muy escandalosa y peligrosa, las empresas que su voluntad le dicte. La idea de que el sujeto puede crearse a sí mismo es esencialmente individualista, pero es una de las más populares y acogidas por los sujetos de nuestro tiempo. El fracaso o el éxito de una persona no depende la mayor parte de veces del operar teórico y práctico de los otros sino más bien de sí misma.
El sujeto pierde la noción política, es un sujeto despolitizado. Las posibilidades de ser “algo o alguien en la vida” para tener éxito están abiertas, ilimitada libertad negativa, basta con desearlas y esforzarse al máximo para conseguir objetivarlas y traerlas a la realidad. Todos, con excepción de algunos cuantos sujetos afligidos por terribles y dolorosas enfermedades congénitas, pueden llegar a ser ricos en términos materiales si ellos se lo proponen, dependerá en último término de su esfuerzo que se auto-realicen, si su esfuerzo no es lo suficiente aquellos estarán condenados a vivir en la más aterradora pobreza, como lo hace más de la mitad de los seres humanos.
No queda tan claro en lo que consiste este cambio de paradigma que enfatiza Byung-Chul Han; en todo caso, es una idea muy interesante pues nos recuerda a Hegel con la dialéctica del amo y el esclavo; antes de la sociedad del rendimiento, cansada, el amo era el sujeto y el dominado era el objeto, no se le permitía subjetivarse a sí mismo, pues aquellos temían perder sus privilegios; hace unos cuantos siglos la educación era una franquicia de unos pocos privilegiados y mantener a las masas en la más profunda ignorancia era algo de carácter mandatorio.
Exceso de positividad
Los seres humanos de esta época a la que él analiza están impelidos por una idea bien determinada: alcanzar el éxito como sea posible. Y para lograrlo no les importa si es necesario dejar la piel en el trabajo. Como es lógico suponer, una vida tan ajetreada tendrá algunas consecuencias. Él ve claramente que una de las pruebas de este cambio de paradigma es la proliferación de problemas neurológicos: señala tres: "el déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad y el síndrome de desgaste ocupacional"(Han, 2012). Hay una tremenda violencia neuronal. Por lo mismo ante tanta presión el sujeto tiene que motivarse. Para ello se aleja lo más que se pueda de la negatividad y se refugia en la positividad, se satura de positividad. Se acerca a personas con ideales análogos a los propios, consume descomunalmente determinado material audiovisual, libros y muchas otras cosas que no le pongan en crisis su positividad.
Lo positivo aquí no hace alusión al análisis científico sino más bien a aquello que es igual o idéntico. Es interesante este punto pues es una crítica al material de autoayuda tan popular y abundante como pernicioso para el desarrollo espiritual de una persona. El material de autoayuda es una invitación a atragantarse de positividad. Consumir y llenar las necesidades del espíritu con semejante chuchería es indigno de un sujeto que se respete a sí mismo.
Esta visión del mundo es bastante peligrosa pues nos induce a pensar que lo que no sirve para motivar no es en ningún modo beneficioso. Si el pobre está en la calle y es indigente es por su culpa, por qué escuchar la versión de un haragán, los hombres positivos y exitosos son los que triunfan. Esta ideología macabra abraza solo la positividad del sistema y se hace indiferente con la negatividad de aquel, que es quizá lo más real y genuino.
Las personas se acercan a los que les alimentan el ego. Por ejemplo, dar un me gusta siempre a toda publicación que realiza una determinada persona en Facebook, incluso si no estamos de acuerdo con aquella, es una forma de alimentar su ego. Recuerdo, no hace mucho, que un individuo, somero en un grado indecible, me eliminó, haciéndole a si honor a su naturaleza, de su lista por no otorgar ni un solo me gusta a sus publicaciones.
Libertad paradójica
Por otro lado, es muy frecuente la idea de la libertad financiera. Las grandes empresas como Amazon, YouTube y otras de comida rápida le hacen sentir al sujeto como si él fuera en realidad el que tiene el control sobre la situación. Él elige cuando y como quiere comprar. El sujeto pone las reglas. Pero esta libertad es esencialmente falsa. La dominación en la actualidad, como ya se mencionó, es menos perceptible. Se le da la libertad al sujeto para que se realice, pero aquel queriéndolo hacer se deshumaniza y solo ajusta para conseguir lo necesario. El sujeto cree que se está realizando, pero se está des-realizando; fortalece su intelecto para deshumanizarse y no para humanizarse. El sujeto cree que es libre, pero está encadenado y es reo de sí mismo, es cárcel y centinela; es su propio amo y esclavo. Es decir, ya no está en oposición es identidad, ya no forma parte del principio de contradicción ya se anexó al sistema, es una simple determinación más. Como se busca el éxito con un extraño afán, el humano se cansa. Pero es una ideología que ha engañado a las mayorías, el éxito, entendido esto como abundancia de bienes objetivos, casi siempre es de los que están en una posición económica más alta que la del pobre.
Pero en la sociedad del rendimiento el único culpable del fracaso o el éxito en la vida es el sujeto mismo. Como no quieren ser unos pobres y fracasados, se esfuerzan desmedidamente para alcanzar el éxito, la pobreza se ha constituido como el peor de los pecados en esta época. Los sujetos que forman esta sociedad analizada por Byung-Chul Han, comparados con los de otras épocas, son muy exitosos; pero son en lo fundamental profundamente depresivos. Se tiene dinero, bienes objetivos, pero la pobreza espiritual domina apabullantemente. El sujeto se convierte en una máquina de rendimiento, incapaz de razonar profundamente, cero crítica.
Fin de los vínculos
Además de esta falsa libertad se suma otra cuestión de indudable importancia, que ve Byung-Chul Han no duda en resaltar, y es el fin de los vínculos, esto por trivial que pueda parecer a su juicio puede traer serias consecuencias para la sociedad, es algo de carácter caótico. Existen aún grandes meta-relatos, cuya misión se circunscribe a otorgar unidad teórica al discurso sostenido por un elevado grupo de personas, sin embargo estos ya no convencen a las mayorías, ahora no abarcan ni aprietan como en el pasado, estos discursos carecen del suficiente ímpetu para persuadir a los individuos de su verdad. Dios está muerto y pronto lo estarán otras grandes instituciones milenarias como la familia. El principio de identidad, impuesto por la clase opresora y que lo naturaliza en la historia fetichizándolo, lo domina todo.
El sujeto multitasking
Además, para lograr sus más preciados objetivos el sujeto debe ser capaz de realizar muchas cosas a la misma vez, a esta habilidad se le conoce técnicamente como multitasking. Esta habilidad, desarrollada debido a las presiones externas e internas del sujeto, aparentemente es un avance civilizatorio, pero para Han no es así, ya que “La técnica de administración del tiempo y la atención multitasking no significa un progreso para la civilización” (Han, 2012); en vez de ser algo beneficioso para la humanidad “Se trata más bien de una regresión” (Han, 2012). Los animales, dado que no pueden saltarse las determinaciones que les impone la naturaleza, están obligados a realizar diversas actividades con el telos único de sobrevivir, para ello deben, si quieren tener éxito, tener siempre activado el sistema nervioso central, pues en cualquier momento corren el riesgo de ser devorados por algún depredador ya sea cuando comen o duermen.
El animal salvaje, por su condición de bestia, no tiene espacio para la reflexión ni para la contemplación de lo bello, de lo grande y de su miseria existencial. El hombre contemporáneo, como el animal más salvaje, realiza varias actividades al mismo tiempo. Por ejemplo, es común que a la hora de comer se esté viendo televisión, realizando el ensayo escolar, revisando el twitter y de paso las notificaciones de Facebook.
El pensamiento profundo
La sociedad del rendimiento, actual, superficial en un grado sorprendente, quiere hacer creer a los sujetos que, implementando métodos relativamente fáciles, se puede lograr entender y desarrollar el pensamiento profundo. Esto, que es una estrategia mercantilista y repleta de mediocridad, es completamente falso.
La mayoría de los grandes pensadores, que modificaron de manera significativa la concepción que del mundo se tiene hoy día, tuvieron que gozar de suficiente tiempo y espacio para pensar profundamente, no fue de la superficialidad que afloraron sus teorías; no es autoayuda. Hoy, debido a la diversidad de distractores, no hay tiempo ni el más mínimo espacio para la reflexión y el pensamiento crítico; es al trabajo y a la adquisición del dinero, una cosa definitivamente abstracta y una institución sobrevalorada, a lo que mayor tiempo se le dedica. Como la internacional le estaba demandando demasiado tiempo, Marx la mandó a New York, de ese modo dispuso de más tiempo para desarrollar su obra cumbre, El Capital. Y es que si Einstein, por ejemplo, no hubiese dedicado el mayor y mejor tiempo, dudo mucho que hubiera desarrollado, de la manera que lo hizo, la famosa Teoría de la Relatividad.
No hay que engañarse, para pensar es requerido poseer cierta información y disponer de tiempo necesario para que aquella pueda ser digerida de manera satisfactoria y fructífera para sí, el otro y la naturaleza; no es de un momento para otro que se logra adquirir el pensamiento hondo. Existen muchos distractores, hay que liberarse de ellos para pensar con mayor claridad. En cinco minutos, por inteligente que sea un hombre, no puede captar en su integridad la riqueza y la profundidad de la teoría de la relatividad o del capital de Marx.
Pero como la ideología derivada del sistema económico capitalista y del mundo teórico neoliberal, han puesto como criterio fundamental el aumento de la tasa de ganancia y no la afirmación real de la vida digna, en todos sus estadios, de los seres humanos, el sujeto actual se auto explota y él cree que se realiza, pero en el fondo se desrealiza y se deshumaniza. El capitalismo no humaniza, deshumaniza, pero para que eso sea posible tiene que hacer creer a sus víctimas, que no son unos cuantos, que solo por el auto-sacrificio se puede llegar a tener éxito genuino en la vida.
Esta sociedad contemporánea es mucho más salvaje y peligrosa pues no solo destruyen el cuerpo, sus determinaciones objetivas, sino que además aniquila el espíritu. En ningún momento de la historia la clase dominante ha estado a favor de las mayorías oprimidas ni lo estará nunca, pues siempre ha sido y será una relación asimétrica, para que una clase viva humanamente la otra debe ser forzosamente despojada de su humanidad.
No es un discurso reaccionario en su totalidad lo de Byung-Chul Han, es real. Resulta dudoso que haya tan pocos instruidos en cómo construir celulares y que haya tantos que solo sepan usarlos. Esta sociedad es violenta, la clase dominante de hoy no emplea la violencia positiva pues no es necesario hacerlo, pero si se sintiera desafiada no dudaría en recurrir a todo su arsenal y destruir de raíz a al que osara desafiarla. Si la violencia positiva mataba el cuerpo, la violencia negativa mata al espíritu y al cuerpo, el espíritu es eso que hace humano al hombre, no es una entidad metafísica, es lo que diferencia a un hombre de una roca o un árbol, si se le arrebata su espiritualidad se le robotiza y se le convierte en una herramienta, una determinación objetiva del capital, pero no en un humano.
No es que la sociedad moderna no piense, el problema estriba en que es un pensamiento demasiado superficial e insubstancial, incapaz de ir más allá de lo aparente, inhábil para ver la violencia negativa que nos está matando, esta violencia es la manifestación positiva de la extraordinaria maldad que habita en el corazón del hombre; en nuestra época sólo el hombre que pueda contemplarse a sí mismo como esclavo de este régimen de cosas es relevante económica y políticamente.
El pensamiento real, análogo al de los grandes genios, solo puede brotar a partir del ocio productivo, el tiempo libre y con moderada disciplina. Yo creo que Byung-Chul Han ha visto cosas muy importantes: los distintos sujetos que constituyen la sociedad del rendimiento están extenuados y cansados, se auto explotan y se creen libres pero gozan de una libertad paradójica, pero, en términos generales hace una lectura defectuosa del capitalismo y es en cierta medida incapaz de advertir la causa real de estas distintas anormalidades y la magnitud de su naturaleza.
Pues bien, Byung-Chul Han nos invita a volver al mundo propiamente filosófico y dejar la superficialidad neoliberal, el error de Byung-Chul Han consiste básicamente en no haber podido identificar la violencia negativa y la positiva. Él al querer superar la sociedad del rendimiento propone una especie de negación de la violencia negativa y positiva, hay que escapar del mundo neoliberal y no ser útil para sus heliogábalos fines. Byung-Chul Han cree que es imposible una nueva revolución, pero no logra comprender que la razón de ello es porque el capitalismo domina negativamente y no positivamente, si dominara positivamente sería posible el cambio y la revolución, pero si este es descubierto y se ve amenazado entonces desplegará la violencia positiva y a partir de ello se puede lograr superarlo. Este sistema ya conquistó la corporalidad y el espacio vital del sujeto-objeto y está destruyendo sistemáticamente la espiritualidad del ser humano.
El ruido capitalista nos ensordece y no nos deja oír los alaridos del menesteroso y ver las lágrimas del indigente en las calles; se escucha por doquier implícitamente el discurso victorioso de su ideología monstruosa, esos cantos al fetiche nos impiden concentrarnos, es requerido cierto silencio para pensar correctamente. Esta sociedad capitalista nos invita a distraernos y no a pensar. Es la sociedad de la distracción, pues cuando el sujeto comienza a pensar por sí mismo y sin ningún temor, se dará cuenta de la verdadera naturaleza monstruosa de la actual sociedad.
Bibliografía
Han, B.-C. (2012). La sociedad del cansancio. Argentin: Herder.
Fuente: https://www.xn--irrupcinfilosfica-mybg.com/2021/04/byung-chul-han-karl-marx-se-equivoco.html
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