Venezuela: ¿qué perspectivas abre el Diálogo en México?
Análisis y reflexiones sobre un fenómeno trascendental para la vida democrática de la República Bolivariana de Venezuela y la estabilidad de la región.
- Opinión
La respuesta a la interrogante contenida en el título de este ensayo es decisiva para analizar los cambios que en este momento se registran en el mapa político nacional e internacional, signados por un hecho incontrovertible: el pueblo venezolano derrotó el plan injerencista y neocolonialista del expresidente Trump y sus lacayos, lo que, sin lugar a dudas, revela la fortaleza de la conciencia patriótica y democrática de las venezolanas y los venezolanos, su alta capacidad de organización y movilización, y la correcta estrategia basada en la paz, el diálogo y la reconciliación nacional.
Un cambio político de tal magnitud se produce en medio de fenómenos que se desenvuelven en forma simultánea y cuya intensidad solo puede calificarse como una vorágine: la pandemia del Covid-19 y su estrecho vínculo con la recesión económica mundial es una calamidad planetaria, cuyo tiempo nadie puede determinar con absoluta certeza, y que lejos de resolverse se agiganta, ésta vez con mutaciones progresivas del virus, generando pérdidas humanas que laceran el alma, y por otro lado, empujan a millones a la pobreza extrema y a la desesperación.
Toda la economía venezolana está afectada por las medidas coercitivas unilaterales del Gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea, que han vulnerado el Estado de Bienestar construido en estos años de Revolución Bolivariana, sobre nuestro país se está practicando un crimen de “lesa humanidad”, cualquiera que sustraiga el bloqueo del análisis del desenvolvimiento económico nacional en los últimos años, o forma parte del plan de destrucción de Venezuela, o es un ignorante.
Asimismo, no se puede soslayar que en Washington –durante la era Trump— se propusieron el derrocamiento del Gobierno Bolivariano del Presidente Nicolás Maduro y la fragmentación del país, y para lograr tal objetivo, han puesto en marcha un plan que consiste en bloquear a la economía venezolana, cercarnos en el terreno diplomático, desplegar la maquinaria mediática global con la que cuentan para generar las condiciones que posibiliten una invasión militar, la agudización de conflictos internos, en fin, colocarnos entre la espada y la pared.
El inicio de las conversaciones en el Museo Antropológico de la Ciudad de México, entre el Gobierno de Venezuela y una parte de las oposiciones, también pudiera ser interpretado como un viraje táctico de la Administración del Presidente Joe Biden con respecto a nuestro país, aunque hay que decir que no se observan señales positivas de Washington, y las declaraciones del Secretario de Estado, Antony Blinken, más bien, han de ser calificadas como injerencistas, además de otras maniobras arteras contra el proceso de reconciliación en el que estamos empeñados.
Este dieciséis de agosto el Presidente Maduro planteó que ya es hora de reiniciar el diálogo directo con el Gobierno de los Estados Unidos y la reapertura de las relaciones diplomáticas, es ésta una proposición de alto calibre, que viene siendo expuesta por el Jefe del Estado de manera sostenida, porque siempre ha entendido que la diplomacia y las relaciones políticas son el camino para la resolución de las controversias, su amplia experiencia como Canciller del Comandante Hugo Chávez, y la comprensión de las tendencias generales de los conflictos mundiales, así lo indica.
¿En qué punto se encuentra la estrategia trazada por el imperialismo para destruir a Venezuela? Observemos algunas cuestiones:
Al bloqueo económico financiero y comercial se suma el replanteamiento de la discusión sobre la zona en reclamación de la Guayana Esequiba, de parte de la República Cooperativa de Guyana, asunto que guarda estrecha relación con las acciones ilegales que despliegan corporaciones petroleras internacionales en ese territorio, y también hay que considerar la comprobada participación directa del gobierno del Presidente de Colombia, Iván Duque, en acciones desestabilizadoras de extrema gravedad, la posición deleznable del Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de agresividad sin límite, y las maniobras de un personajillo como Luís Almagro, que utiliza su posición en la OEA para promover invasiones y golpes de Estado.
Ahora bien, sería incompleto el análisis si se dejara al margen un hecho que reviste suma importancia, como es la heroica resistencia del pueblo venezolano, ejemplo de hidalguía y coraje, y, al mismo tiempo, hay que adicionar dos factores que también forman parte del conjunto de la cuestión puesta en la mesa de debates: las victorias electorales de fuerzas progresistas en México y en Argentina, y la ola de explosiones sociales en la Cordillera de los Andes, [2019-2020] que en algunos casos, como en Ecuador, no derivó en una victoria de las fuerzas populares, pero que en Chile abrió cauce a la elección de la Convención Constituyente, que actualmente forja una nueva Carta Magna, distinta a la que impuso la larga dictadura de Augusto Pinochet, y en Colombia, donde en varias tandas, los más diversos sectores sociales se han lanzado a la calle contra la política económica neoliberal de Duque, reclama que se cumplan los compromisos del Acuerdo de Paz, y se detenga la matanza de líderes sociales y de exguerrilleros. Los colombianos y las colombianas protagonizan una conmoción social que está en curso.
Aunque algunos reaccionarios disfrazados de izquierdistas dieron por concluida la Revolución Democrática y Cultural de Bolivia al producirse el derrocamiento de Evo Morales, es evidente que desconocían que la coyuntura del “golpe de Estado” y la imposición de un gobierno de facto, se da en un momento en el que Bolivia está en un punto alto de su inédita recuperación económica, y que la fortaleza del movimiento popular se expresaría en nuevas condiciones, en menos de un año, y mediante el voto, el MAS vuelve al poder, ésta vez con Luís Arce y David Choquehuanca en la Presidencia y en la Vicepresidencia, y con Evo Morales al frente del movimiento social.
No cabe la menor duda sobre la trascendencia que ha tenido para el conjunto de América Latina, la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador en México, en julio de 2018, y la de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, en 2019.
Y si de vorágine se trata, la victoria de Pedro Castillo en las elecciones presidenciales indica un giro de 180 grados en la política peruana, su ministro de relaciones exteriores, Héctor Béjar, anunció la salida de Perú del “Grupo de Lima”. Lo que viene en la patria de José Carlos Mariátegui en los próximos meses es un pueblo con su Presidente avanzando en la recuperación del país y una oligarquía elitista intentado torpedear el proceso de cambio.
El 24 de julio de este año, en la conmemoración del 239 aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar en la Ciudad de México, el Presidente Andrés Manuel López Obrador expuso la necesidad de avanzar hacia un nuevo relacionamiento entre los Estados Unidos y Latinoamérica en condiciones de igualdad, cuestionó a la OEA, y ensanchó el espacio político de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, institución clave en la ruta de la integración. Es éste un punto de inflexión en las relaciones entre México y Suramérica, sobre todo, cuando en esa nación están en desarrollo las conversaciones entre un factor de la oposición venezolana y el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro, bajo la premisa del prócer Benito Juárez: “entre las instituciones, como entre las personas, el respeto al derecho ajeno es la paz”, la sólida política exterior no injerencista y solidaria de los mexicanos, está de vuelta.
La heroica resistencia de los pueblos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, las rebeliones populares y los triunfos electorales de las fuerzas progresistas han estremecido al continente, se atisba un nuevo horizonte de época. Una verdad insoslayable, la decisión de la inmensa mayoría de los países, en las Naciones Unidas, de exigir el levantamiento del bloqueo a Cuba, generó la maniobra que se intentó a partir de los sucesos del 11 de junio en la isla, catapultados en minutos por el andamiaje mediático global del imperialismo, que fue respondida de inmediato por la masiva movilización del pueblo cubano.
Estos factores apuntados de manera sucinta, habría que estudiarlos en el marco de la tendencia al declive del imperialismo norteamericano, que ha de ser objeto de otro ensayo, y la posición firme del gobierno de China, presidido por Xi Jinping, y por el gobierno de Rusia, presidido por Vladimir Putin. Los venezolanos somos testigos de excepción de una corriente humanista y solidaria que adelantan estos líderes.
Y hay que anotar que el Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo, que se realizó en Caracas, entre el 21 y el 24 de junio, se convirtió en un evento de especial significación en el camino de alcanzar la unidad de las fuerzas revolucionarias.
Volvamos entonces, a la cuestión planteada al principio.
¿Cómo se expresan las medidas coercitivas unilaterales?
Venezuela no puede colocar el petróleo que extrae de sus yacimientos en el mercado mundial, lo que produce una caída de más del 90 por ciento de los ingresos que por concepto de renta petrolera había tenido hasta hace pocos años, es decir, el ingreso en divisas se ha derrumbado. Las medidas coercitivas le impiden adquirir repuestos para las industrias, vender otros productos, acceder a créditos internacionales, renegociar la deuda externa, y hasta la más elemental transacción en la banca internacional. Cualquier empresa o banco que negocie con nuestro país es sancionada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
¿Qué significa esto?
¡Un crimen de lesa humanidad!
¿Y quiénes son los responsables?
El gobierno de los Estados Unidos y los vende-patria que solicitaron las sanciones económicas.
– ¿Cómo ha soportado Venezuela la agresión económica, las incursiones de grupos mercenarios, las amenazas de invasión militar de parte de Donald Trump, y la maniobras políticas de todo tipo?
– La acción consciente del pueblo venezolano está en las trincheras de los puentes del Táchira el 23 de febrero de 2019, está en las calles de todas las ciudades y pueblos llenas de gente listas para el combate, está en la más grande movilización ciudadana de los últimos años, el 1° de mayo de 2019, luego del intento de golpe, que solo sirvió para que quedara demostrado ante el mundo que los golpistas no tienen apoyo, porque la verdad sea dicha, ni los ciudadanos que por una razón u otra no comparten en proyecto bolivariano, acompañan las aventuras de la extrema derecha neofascista.
El llamado “gobierno interino” se fue “cocinando en su propia salsa”, como lo predijo el Presidente Maduro, una trama de corrupción, de entrega de bienes de la República a Estados Unidos, un manejo gansteril de dinero de la nación, es lo que terminó siendo la fantástica, pero no menos criminal, incursión de una banda de pilluelos que decían tener un gobierno, y que en la realidad sólo era una fachada para que se perpetrara el más grande robo del siglo XXI.
Este pueblo se las inventó para sobrevivir y con base en medidas de política económica adoptadas por el Presidente Maduro, fue posible poner en marcha lo que ha venido a llamarse una economía en resistencia, se alcanzó la reanimación parcial del mercado interno, la agricultura pequeña y mediana se levantó, los técnicos reparando trenes, los científicos conteniendo al Covid-19, los médicos y las médicas escribiendo gloriosas páginas de nuestra historia. Ante cada sabotaje, más trabajo, ante tantas carencias, mayor esfuerzo, con poca gasolina, pero sin perder el entusiasmo y la alegría. Y un grito de guerra: ¡Nosotros Venceremos!
Esa actitud indeclinable del pueblo quebró a la oposición. La derecha se dividió. Unos buscan el camino de la Constitución, otros los de la violencia y la sumisión al Imperio. Y, entre tanto, la democracia revolucionaria, que no es una pieza de decoración, sino la sabia viva de la política chavista, se pone en movimiento, es así como al lado de los esfuerzos en el terreno productivo está la movilización política, el camino largo y complejo de ir a las elecciones parlamentarias del seis de diciembre de 2020, fue un punto de inflexión, dado que se abrió una compuerta institucional que le dio al Diálogo Nacional una dimensión ciudadana, es decir, no solo de encuentro entre los líderes de los partidos, sino que también, hizo posible una andanada de reuniones con los más diversos sectores de la vida nacional, lo que arrojó proposiciones políticas específicas, la captación de problemas coyunturales y unas 24 propuestas de leyes que pasaron a engrosar la agenda del parlamento.
Una Comisión Especial de Paz, Diálogo y Reconciliación Nacional, presidida por Jorge Rodríguez, quien a la vez, es Presidente de la Asamblea Nacional colocó al parlamento en el centro del debate. La polémica no se hizo esperar, y sin perder un minuto se resolvió la escogencia por vía ordinaria del Consejo Nacional Electoral, y acto seguido, la convocatoria a elecciones de gobernadores (23) con sus respectivos consejos legislativos, y de 335 alcaldes y sus concejos, es decir, una megaelección, llamada así, por ser la más grande que se realizará en veinte años de Revolución, en el país que bate record en procesos electorales.
Y en la mañana del 5 de enero de 2021, a punta de votos salieron los que pretendieron llegar al poder por la vía del golpe y/o la invasión de los marines, y ese hecho político, generó un giro en cuanto a la percepción de los pueblos con respecto a la verdad de lo que ocurre en Venezuela. Las máscaras se fueron cayendo una a una.
Pero… Volvamos a la pregunta inicial.
¿Qué perspectiva abre la reunión entre los representantes del Gobierno del Presidente Maduro y de la Plataforma Unitaria, que inició sus labores en la Ciudad de México, el viernes 13 de agosto?
Sólo tres detalles del Memorándum:
El primero: las firmas, la del Representante del Gobierno de Venezuela, Jorge Rodríguez, y la del representante de la Plataforma Unitaria, Gerardo Blyde.
¿Y qué pasó con el “gobierno interino” que “presidía” un personaje de cuyo nombre no quiero acordarme?
– Sencillamente, quedó en la nada, se acabó.
Segundo detalle: el documento contempla la discusión sobre el bloqueo a nuestra economía, lo que indica que quienes solicitaron las sanciones económicas ante el Gobierno de los Estados Unidos, tendrán que responder sobre este hecho y de manera mancomunada buscar una solución rápida al principal problema económico del país.
Tercer detalle: Aunque se mantiene el método, según el cual, “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, éste se flexibiliza, abriendo la posibilidad de avanzar en aquellos aspectos en los que se alcancen consensos y sea perentorios. Resulta obvio que los puntos que se relacionen con la participación en los comicios del 21 de noviembre, será abordados de manera inmediata.
Cabe una pregunta: ¿qué harán los gobiernos que reconocieron al “fantasmagórico” “gobierno interino” a partir de este momento?
– No les quedará otra alternativa que rectificar su decisión, y reanudar las relaciones diplomáticas con el Gobierno del Presidente Maduro.
El Grupo de Lima se está disolviendo, no solo por no alcanzar su objetivo: el derrocamiento del Gobierno Bolivariano, sino por estar en dirección contraria a la tradición diplomática latinoamericana, desde los tiempos del Grupo de Contadora y del Grupo de Río, que se formaron para buscar la paz, el entendimiento, y no para promover la guerra.
Los gringos maniobraron para hacer fracasar el encuentro en México, pero no pudieron. Duque se queda callado ante el avance de las negociaciones entre el Gobierno Bolivariano del Presidente Maduro y la Plataforma Unitaria, quizá, por el impacto de las denuncias que contra su gobierno surgen por todos lados. Bolsonaro ahora enfrenta un creciente movimiento de oposición. Piñera va de salida, con las tablas en la cabeza. PPK, el que reunió el Grupo de Lima, está preso por ladrón.
La Unión Europea, por su parte, envió una misión técnica para estudiar la posibilidad de constituir una misión de observación para las elecciones regionales y municipales del 21 de noviembre, con lo que estarían reconociendo, de hecho, a todas las instituciones de la República Bolivariana de Venezuela.
El Reino de Noruega que no está en la Unión Europea, y siempre ha desplegado una diplomacia de equilibrio es el país facilitador de las conversaciones de México, el Reino de los Países Bajos y la Federación Rusa son acompañantes, México será el anfitrión de este Diálogo, y se conformará un Grupo de Países Amigos.
El Memorándum de Entendimiento suscrito en La Ciudad de México contiene siete puntos centrales:
1.- Derechos políticos para todos,
2.- Garantías electorales para todos, cronograma electoral para elecciones observables,
3.- Levantamiento de las sanciones y restauración del derecho a activos,
4.- Respeto al Estado Constitucional de Derecho,
5.- Convivencia política y social, renuncia a la violencia y reparación a las víctimas de la violencia.
6.- Protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo venezolano,
7.- Garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado.
Por su parte, Antony Blinken, Secretario de Estado de los Estados Unidos, Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, y Marc Garneau, Canciller de Canadá, emitieron un comunicado conjunto en el que manifiestan que “podrían revisar las políticas de sanciones si el Gobierno de Nicolás Maduro hiciera avances significativos. Sobre el particular hay que decir que tal declaración revela, una vez más, que las sanciones económicas tienen por objeto atacar al Gobierno del Presidente Maduro e instalar un régimen tutelado por los norteamericanos, de corte dictatorial.
Un compendio de veinte documentos discuten ahora mismo las comisiones permanentes de Política Exterior y Contraloría de la Asamblea Nacional, sobre los dictámenes de la anterior junta directiva del parlamento, en los mismos, queda claro que el “gobierno interino”, forma parte de un entramado de acciones jurídicas, y de componendas de distintos factores, para apropiarse de bienes de la República. El fantasmagórico “gobierno interino” es solo un eslabón de una cadena de acciones para la destrucción de la República, para la imposición de una dictadura, y para que Estados Unidos controle las inmensas riquezas naturales del país, pero, por encima de todo, para intentar derrotar a la democracia revolucionaria que el pueblo defiende en todos los terrenos.
La perspectiva que se abre a partir de la contundente victoria de la estrategia trazada por el Presidente Maduro y el Alto Mando de la Revolución Bolivariana, es la de una nueva etapa en la política nacional, en la que las fuerzas políticas se colocarán en máxima tensión, de cara a los comicios regionales y municipales de noviembre, y de la batalla decisiva en 2024, por la Presidencia de la República, siguiendo, eso sí, la agenda pautada en la Constitución.
“Dentro de la Constitución, todo, fuera de la Constitución, nada”.
La línea política cuyo objetivo es la reinstitucionalización de la Asamblea Nacional, la escogencia del Consejo Nacional Electoral y el despliegue electoral, junto a la recuperación progresiva de la economía productiva y el avance de las leyes del poder popular, vale decir, de la democracia revolucionaria, está en desarrollo, y, uno, pero no el único, eslabón de esta cadena es el Diálogo, que tiene lugar en dos ámbitos, en el país, con una parte de la oposición, y en México, con la otra.
La estabilidad política del país y la recuperación de la economía está en curso, con base en la consigna que nos dejó el líder histórico de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez: Unidad, Lucha, Batalla y Victoria.
*Periodista, diputado a la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela por el Estado Aragua. Miembro de la Comisión Especial de Diálogo, Reconciliación y Paz de la AN.
NOTA ORIGINAL: https://noticiaspia.com/que-perspectivas-abre-el-dialogo-en-mexico/
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