Twitter, políticos y twiplomacy

19/02/2013
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Twitter, la popular red social del pajarito azul es, ciertamente, uno de los servicios disponibles en Internet más usados en el mundo, situación facilitada por su condición de microblog, y el límite de caracteres (140) que establece para el envío de mensajes. Fue creado el 21 de marzo de 2006 y lanzado al mercado en julio de ese mismo año por Jack Dorsey y tiene su sede en San Francisco, California, Estados Unidos, si bien mantiene oficinas igualmente en Nueva York, Boston y San Antonio. Para el tiempo en que Twitter vio la luz, Dorsey tenía 30 años de edad.
 
La plataforma de Twitter es muy amigable y sencilla, lo que explica que tenga unos 500 millones de usuarios en todo el mundo, quienes generan, a su vez, alrededor de 340 millones de tuits diariamente –a razón de 8 mil 900 por segundo.
 
La importancia de Twitter va más allá del ocio y la diversión –aunque parezca lo contrario. En el momento actual, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) tienen un papel muy importante en el desarrollo de los países debido a sus diversas aplicaciones en los terrenos de la economía, la educación, la salud, la cultura y, por supuesto, la política. En el caso de Twitter, permite contacto entre personas que se encuentran en latitudes remotas, en tiempo real, amén de que cuenta con un mecanismo muy eficiente de búsqueda, lo que posibilita que el usuario pueda comunicarse con individuos o grupos con necesidades y/o afinidades recíprocas. Asimismo, la brevedad de los mensajes posibilita que sean recibidos, leídos y respondidos con notable celeridad.
 
Twitter se emplea, entonces, para muchas cosas, entre ellas –y no se trata de un tema menor–, para medir la popularidad de una persona. Esto es posible porque cada vez más y más individuos se unen a esta red social y dependiendo de su profesión y del interés que despierta en los demás, es que el usuario en cuestión puede tener numerosos seguidores. Por ello no debe sorprender que la mayor parte de las personas con más seguidores pertenezcan al mundo del espectáculo. En el momento de escribir estas líneas, las diez personas más populares –o bien, con mayor número de seguidores- son Lady Gaga, @ladygaga, con 32 millones 867 mil 228 de fans; Justin Bieber, @jus tinbieber, con 32 millones 679 mil 947; Katy Perry, @ka typerry, con 30 milones 967 mil 299; Rihanna, @rihanna, con 27 millones 739 mil 268; Barack Obama, @Barack Obama, con 25 millones 553 mil 792; Britney Spears, @britneyspears, con 23 millones 074 mil 693; Taylor Swift, @taylorswift13, con 22 millones 653 mil 688; YouTube, @YouTube, con 21 millones 570 mil 839; Shakira, @shakira, con 19 millones 228 mil 950; y Kim Kardashian, @Kim Kardashian, con 17 millones 130 mil 018 seguidores. Así las cosas, de las diez personas más populares en Twitter, ocho pertenecen al mundo del espectáculo y solo una a la política –YouTube se contabiliza aparte. Siete son mujeres y sólo dos son hombres. Ah, y Barack Obama es más popular que… ¡Britney Spears!
 
Los políticos en Twitter
 
Aunque las bondades de esa rara avis in terris llamada Twitter aun están por confirmarse, un estudio del Digital Policy Council (DPC) que se publica anualmente desde 2010, afirma que 75% de los jefes de Estado del mundo tienen presencia en esta red social.1 La cifra es impresionante considerando que en 2010 sólo el 20%, o uno de cada cinco titulares del poder ejecutivo en las naciones del planeta empleaban Twitter. Sin duda, esta herramienta tiende a ser cada vez más socorrida, si se considera que ya para 2011 la cifra de mandatarios con presencia en esa red social había aumentado a más del doble (42%).
 
Claro que todo es relativo. En el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -@UN- hay 193 Estados miembros. En contraste, en el estudio del DPC para 2012, se evaluó a 164 de ellos, encontrándose que son 123 los que tienen mandatarios con cuenta personal u oficial en Twitter. Las cifras para 2010 y 2011 fueron de 33 y 69 países en esa situación, respectivamente (ver gráfico anexo). Cabe destacar también, para fines metodológicos, que, por ejemplo, entre los mandatarios más “populares” en Twitter que cita el estudio de DPC figura la Reina Rania de Jordania, quien, en términos reales, es solamente la consorte del Rey Abdullah II. Sin embargo, los artífices del estudio del DPC decidieron incluirla porque sus mensajes o tuits generalmente son en apoyo a la gestión gubernamental de su esposo.
 
Además de lo expuesto en el caso de la Reina Rania, las cifras referidas deben analizarse con cuidado. Para ello, es pertinente comenzar con una revisión de algunas de las cuentas de jefes de Estado o de gobierno disponibles en esa red social, de la información que en ellas se encuentra, y de la periodicidad con que tuitean. Comenzando por un caso muy mencionado en los medios, el del presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, efectivamente, él posee una cuenta en Twitter: @chavezcandanga, en la que los mensajes más recientes datan del 1 de noviembre de 2012, cuando anunciaba el inicio de las campañas electorales para gobernadores. Desde entonces, sin embargo, no hay referencias a ningún tema, ni arengas del Presidente, como tampoco información sobre su estado de salud, por lo que la utilidad de la presencia de tan polémico personaje en Twitter, se antoja, sin ánimo de polemizar, escasa. El registro de la actividad de Chávez es el siguiente: mil 821 tuits y 3 millones 871 mil 873 seguidores –de nuevo, en el momento de escribir estas líneas.
 
Un ejemplo contrastante es el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien, desde su primera campaña presidencial en 2008, se apoyó ampliamente en las nuevas tecnologías, lo que le valió el visto bueno de las nuevas generaciones. De hecho, Barack Obama fue el primer político de alto nivel –aunque aún no era Presidente de EU- a nivel mundial en abrir una cuenta en Twitter, lo que ocurrió el cinco de marzo de 2007 –lo que pocas personas saben es que en ese mismo mes y año, Enrique Peña Nieto creó también su cuenta, @EPN, la cual ha mantenido y usado hasta hoy.
 
En la cuenta de Twitter, @BarackObama (administrada por el equipo de campaña del mandatario, aunque algunos tuits son enviados por él mismo, firmados con “bo”) se observan 8 mil 245 tuits y 25 millones 553 mil 792 seguidores. Igual que en el caso de Chávez son pocos tuits respecto al número de seguidores, pero, en términos proporcionales, Obama y su equipo mantienen una actividad constante en la citada cuenta. En el momento de escribir estas líneas, los mensajes que se encuentran en @Barak Obama versan sobre la toma de posesión para el segundo mandato de Obama y, ciertamente, sobre la reforma tributaria que busca incrementar los impuestos de quienes perciben más ingresos, tema, por cierto, candente, que tuvo al mundo entero en vilo, en particular por la demora de los legisladores para aprobar el techo fiscal del vecino país del norte.
 
Tendencias: jefes de Estado que tuitean
 
 
Otro caso interesante es el del presidente de España, Mariano Rajoy, cuya cuenta en Twitter, @marianorajoy muestra el envío de 5 mil 195 tuits, y además el susodicho cuenta con 396 mil 459 seguidores. En el encabezado de su cuenta, Rajoy da la bienvenida, explicando que lo acompaña su equipo en esta red social. Al revisar la información provista, en el momento de escribir éstas líneas –perdón por insistir en este punto, pero los números y contenidos cambian constantemente-, los mensajes más recientes correspondían al seis de enero y versaban sobre una celebración que tuvo lugar en el Palacio Real de Madrid. El tono de los mensajes de Rajoy es meramente informativo, y prevalece la difusión de actos públicos y a veces alguna reflexión como la del cuatro de enero que a la letra dice “la diversidad y pluralidad de la cultura española es algo que define nuestro carácter abierto e integrador”.
 
A manera de comparación, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, en su cuenta de Twitter muestra menos mensajes que Rajoy, apenas mil 691, pero los seguidores que tiene casi cuadruplican a los de su homólogo español, con 1 millón 432 mil 843. De hecho, el Presidente de México ocupa la novena posición entre los diez jefes de Estado más populares en Twitter –lista que, por cierto, encabezan, respectivamente, Barack Obama y Hugo Chávez (véase el cuadro anexo). Ahora bien, en los tuits de Peña Nieto prevalece la institucionalidad, con un reconocimiento a los profesionales de la enfermería (siete de enero a las 10:30 am aproximadamente); con un recordatorio, desde Veracruz, de la promulgación de la ley agraria (seis de enero); con una felicitación a los periodistas en su día (cuatro de enero); etcétera.
 
Un ejemplo más, de amplios contrastes respecto a las figuras políticas anteriormente referidas, es el de Cristina Fernández, presidente de Argentina. En su cuenta de Twitter, @CFKArgentina, la mandataria tiene 2 mil 15 tuits, y un número de seguidores similar al de Peña Nieto, 1 millón 498 mil 250. Pero lo que más llama la atención es que la titular del ejecutivo argentino sí debate, sí contesta y sí se enfrenta a sus críticos, lo cual, además de divertido y sano, no deja de evocar el verdadero sentido de las redes sociales donde cada persona no sólo puede expresarse libremente sino también, ejercer el derecho de réplica. Para muestra basta un botón. A Cristina Fernández no le gustó que un conocido actor argentino, Ricardo Darín, hiciera declaraciones reproducidas en medios de ese país donde se cuestiona el origen del crecimiento patrimonial de los Kirchner. Acto seguido la mandataria publicó una carta donde explica que los Kirchner son los políticos más auditados en la historia del país, que ella ejerce esta réplica porque su marido, por razones obvias, no puede hacerlo, etcétera. El texto completo de la carta se puede leer en http://bit.ly/ cfkvsrd y los dimes y diretes entre Darín y ella están en http://bit.ly/rdvscfk. Mientras tanto, en Twitter, Cristina Fernández ha enviado varios mensajes en los que ironiza en torno a Darín (seis y siete de enero). En otros temas, previamente, la mandataria se refiere a los saqueos que se produjeron en el país a finales de 2012, convocando a los ciudadanos a manifestarse en paz sin violar las garantías de los demás (28 de diciembre).
 
Los ejemplos referidos revelan muchas cosas. En primer lugar, que no por tener una cuenta en Twitter, las figuras políticas son más democráticas ni abiertas a la crítica y el debate: antes bien, esta red social les permite justificarse –o intentan hacerlo, al menos- frente a sus seguidores. En segundo lugar, que no necesariamente son ellos mismos quienes envían los mensajes que aparecen en sus respectivas cuentas o portales. En tercer lugar, que muchos tienen una cuenta en Twitter porque es “políticamente correcto”, y sinónimo de popularidad, mas no porque lo deseen o entiendan su importancia. En cuarto lugar, que no existe necesariamente relación entre el número de seguidores –que presuntamente permitiría medir la “popularidad” de una figura política- y el número de mensajes o tuits que son enviados por el jefe de Estado o su equipo de colaboradores.
 
En quinto y no menos importante lugar, que no por tener una cuenta en Twitter, el país gobernado por determinada figura política cuenta con genuinos “políticos digitales” o menos aún, con políticas digitales debidamente articuladas. A continuación se analizará cada uno de estos aspectos.
 
Twitter y la democracia
 
César Cansino explica la gran diferencia que, a su manera de ver, existe entre medios de comunicación como la radio y la televisión y las redes sociales. Al respecto señala que “la primera diferencia es que los medios tradicionales siempre han sido ajenos a la sociedad, siempre han respondido a los intereses de sus dueños, por lo que la comunicación que emiten es unidireccional, vertical, del medio al receptor, sin posibilidad alguna de interacción o diálogo con la sociedad. La TV y la radio pueden tener públicos cautivos y hasta fieles seguidores o incluso teléfonos en el estudio para retroalimentarse de sus audiencias, pero su razón de ser es comunicar desde los particulares intereses y valores que representan y buscan preservar. Por su parte, las redes sociales surgieron en internet con la idea de conectar simultáneamente a miles de personas de manera horizontal, desde sus propios intereses y necesidades, sin mayor límite que su creatividad. En ese sentido, aunque Twitter o Facebook tienen dueños y sus acciones cotizan en la bolsa, su éxito reside precisamente en la libertad que aseguran a sus usuarios para comunicarse entre sí, al grado de que son los propios usuarios los que terminan ocupando las redes sociales desde sus propios intereses. Desde cierta perspectiva, si los medios tradicionales se convirtieron en el cuarto poder en la era moderna, dada su enorme penetración social y capacidad de influencia; las redes sociales se han convertido repentinamente en un quinto poder, un poder detentado por la ciudadanía por el simple hecho de ejercer ahí de manera directa y masiva su derecho a expresarse, a opinar de todo aquello que le inquieta. Por eso, si hay un lugar donde hoy se materializa la así llamada “acción comunicativa” que alguna vez vislumbró el filósofo Habermas, o sea la comunicación no interesada, horizontal, dialógica entre pares y libre del dominio de los sistemas instrumentales, ese es precisamente el que hoy ocupan las redes sociales”.2 Así, para el autor, la democracia se desarrolla y ejerce en Twitter –y claro, también en Facebook.
 
La realidad, sin embargo, es muy distinta de este escenario ideal vislumbrado por Cansino. En Estados Unidos, el país más internetizado del planeta, solo el 15% de las personas adultas que se encuentran en la red usan Twitter. Problemas como el analfabetismo digital también hacen su parte en las sociedades, donde la brecha generacional se nota mucho en el empleo de las TICs. Un tema no menos importante es que no necesariamente por ser capaces de usar un teléfono inteligente, las nuevas generaciones están empleando las TICs para fines relacionados con el desarrollo, la educación/capacitación, la mejora de la productividad y/o la consolidación de la democracia. Y si a ello se suma la clara carencia de infraestructura para las TICs en los diversos países del mundo, entonces es claro que Twitter no está al alcance de las sociedades; que quienes sí pueden acceder a esta red, no necesariamente lo hacen porque conocen, valoran o entienden su utilidad; que la información vertida en Twitter puede contribuir, sin duda al debate, pero los grandes temas que generan miles de seguidores y tuits no necesariamente tienen que ver con el desarrollo de un sistema de agua potable en Kigali, la capital de Ruanda, sino con el saco de motitas blancas que portó Lionel Messi cuando ganó por cuarta ocasión consecutiva el balón de oro de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) en su edición correspondiente a 2012. No se pierda de vista que Twitter tiene, además de las cuentas “oficiales” o bien, de aquellas personas e/o instituciones que son verdaderamente quienes dicen ser, una enorme cantidad de cuentas “no oficiales”, algunas a manera de parodia y otras simplemente para insultar o descalificar sin ton ni son. En más de un caso, las cuentas “no oficiales” tienen más actividad y popularidad que las “oficiales”.
 
Pero volviendo a la relación entre Twitter y la democracia, cuando se revisan los tuits de algunas de las figuras políticas más populares y con más seguidores, la conclusión es que, en general, el empleo de esta red social es unidireccional, dado que los jefes de Estado se dedican, a grandes rasgos, a promocionar sus acciones de gobierno o campañas, y si bien existe la posibilidad de que interactúen en ese espacio virtual con personas comunes y corrientes, al menos hoy por hoy, esa horizontalidad pregonada por Cansino, no es la norma. En este sentido, Radio Nederland Latinoamérica reportaba hace algunos meses que le envió a los jefes de Estado más Tuiteros la siguiente pregunta –en inglés– a sus respectivas cuentas en la citada red social: “¿Responde Usted las preguntas de sus seguidores?” Radio Nederland Latinoamérica afirma que se quedó esperando la respuesta de, por ejemplo, el político más popular –Barack Obama– y otros más. En contraste, un político que recientemente abrió su cuenta en Twitter, Paul Kagame -@PaulKagame-, Presidente de Ruanda, que cuenta con 2 mil 215 tuits y 95 mil 865 seguidores, fue el único en contestar con un rotundo “¡Sí respondo las preguntas de mis seguidores!”3 Por lo tanto, la relación entre Twitter y la democracia no es automática y pasará algún tiempo antes de que esta red social haga posible la consolidación de una fluida interacción horizontal entre gobernantes y gobernados. Siguiendo con esta reflexión, en Twitter ni están todos los que son, ni son todos los que están. Más allá del ocio, el chisme, el rumor, la sorna y el buen humor, esta red social aun debe evolucionar no sólo en sí misma, sino que la infraestructura requerida para contar con la conectividad adecuada, estaría llamada a mejorar sustancialmente en aras de una accesibilidad amplia, con acciones que incluyan además la educación de las nuevas generaciones –y de las no tan ”nuevas”, es decir, las de los llamados “migrantes digitales”- para su empleo apropiado en la construcción de sociedades democráticas y productivas.
 
 
¿Quiénes tuitean?
 
La pregunta parece ociosa pero no lo es. En el caso de los jefes de Estado o de gobierno, aun cuando hay cuentas personales o institucionales, no es verdad que son ellos mismos quienes envían los famosos tuits. Hablando de Barack Obama, por ejemplo, sólo aquellos mensajes firmados con el célebre “bo” son los que personalmente involucran al mandatario estadunidense y si el lector tiene la curiosidad de examinar los tuits de este personaje, encontrará que aquellos que contienen esa “rúbrica” son muy escasos.
 
* Rania al Abdullah no es jefe de Estado, sin embargo, los mensajes que envía vía Twitter generalmente son en apoyo al trabajo que desarrolla su esposo, el Rey Abdullah II de Jordania.
 
** Dmitry Medvedev es mucho más popular que el actual Presidente de Rusia, Vladímir Putin, @PutinRF quien, en su cuenta de Twitter en ruso ha enviado 654 tuits y cuenta con, apenas, 97 mil 283 seguidores. En su cuenta en inglés, el contraste es aun mayor con Medvedev, @MedvedevRussiaE, porque @PutinRF_Eng tiene apenas 97 tuits y escasos 3 mil 64 seguidores, frente a 506 tuits y 485 mil 848 seguidores del actual Primer Ministro.
 
El Papa Benedicto XVI, quien recientemente abrió su cuenta en Twitter, @Pontifex, resulta que todavía no sabe cómo emplear esta herramienta. Se cuenta que para enviar su primer tweet contó con un coach que estuvo a su lado todo el tiempo para explicarle qué hacer.4
 
En cualquier caso se sabe que 30 líderes políticos tuitean ellos mismos sin la ayuda de nadie. El jefe de Estado más Tuitero es el Primer Ministro de Uganda, Amama Mbabazi -@AmamaMbabazi-, quien se enfrasca en genuinas conversaciones con cualquier usuario que lo invita a alguna actividad, que le reporta algún problema, que le manifiesta alguna inquietud, que lo felicita por la navidad, etcétera. Otro caso parecido es el del ya citado presidente ruandés Paul Kagame, quien a menudo responde tuits de sus seguidores. En algunos casos, Twitter es un instrumento para acercar, en el mundo real, a gobernantes y gobernados, si bien con fines propagandísticos, como ocurrió con el Primer Ministro de Malasia, Najib Razak, quien, por cierto, es uno de los líderes asiáticos más populares –tiene 1 millón 141 mil 976 seguidores. Este personaje, cuando logró tener 500 mil seguidores, organizó un desayuno para agradecer personalmente al usuario número “500 mil”, quien resultó ser un chico de 15 años. A este desayuno también fueron invitados otros tres usuarios y se les permitió ir acompañados cada uno por otra persona.5 Otro caso a ponderar es el del Presidente de Venezuela Hugo Chávez quien, según los medios de ese país, obsequió una casa al seguidor “3 millones”, quien resultó ser una chica de 19 años, Natalia Valdivieso, y claro, desde entonces la joven ha sido bombardeada con mensajes tanto de felicitación como de críticas en su cuenta de Twitter.6
 
Esta estrategia, a todas luces encaminada a tener más seguidores y contribuir, en principio, a la popularidad de las figuras políticas, ha sido una táctica recurrente de parte de músicos, actores y personas del mundo del espectáculo. No queda claro, sin embargo, si una iniciativa de este tipo, a propósito de los jefes de Estado, contribuye a la democracia -o más bien a la autopromoción.
 
Tan importante como enviar un mensaje o tuit, es interactuar con los “seguidores”, algo que verdaderamente fortalecería la democracia, pero que, en las condiciones actuales, los jefes de Estado o de gobierno, fuera de los 30 que sí lo hacen, no realizan o están apenas en vías de tuitear. ¿Con qué periodicidad tuitean los jefes de Estado? ¿Cuántos, apoyados en su equipo de colaboradores, se enteran siquiera de lo que los “seguidores” comentan u opinan sobre ellos y/o sus políticas de gobierno? De hecho hay rumores de que el 75% de los jefes de Estado o de gobierno, nunca tuitean ellos mismos, y cuando lo hacen –mediante de terceros- sólo es para fines propagandísticos. ¿Contribuye ello a sociedades más democráticas?
 
Una cosa es cierta: las naciones donde sus líderes tuitean más son aquellas en que hay tradiciones de transparencia, situación que prevalece en países como Estados Unidos y Canadá, buena parte de los de América Latina, y de Europa Occidental. De hecho, según el informe del DPC, el 87% de los líderes políticos de países democráticos envían tuits -si bien ello no garantiza que lo hagan personalmente.7 Con todo, no por ser asiduos usuarios de Twitter, esas simples acciones los convierten genuinamente en líderes democráticos en el sentido planteado por Cansino.
 
La tuiplomacia
 
Otro tema a ponderar es el del tuiteo mutuo, esto es, los líderes que son seguidores de otros líderes en una interacción que se denomina tuiplomacia o bien, la diplomacia de Twitter. Un estudio publicado en el sitio Twiplomacy8 revela que el líder más seguido, Barack Obama, no le extiende la misma cortesía a otros mandatarios, salvo al Primer Ministro de Noruega, Jens Stoltenberg -@jenss toltenberg- y al Primer Ministro de Rusia Medvedev. Por lo tanto no es Obama sino el Presidente de la Unión Europea, Herman Van Rompuy -@euHvR-, el líder más interconectado con otros mandatarios o tuiplomático, dado que sigue a 11 de sus pares. En segundo lugar se encuentra la Primera Ministra de Australia, Julia Gillard -@JuliaGillard-, seguidora de diez homólogos. A continuación se encuentran la presidencia de Corea del Sur -@BlueHouseKorea-, el gobierno británico -@Number- 10gov- y el Primer Ministro de Rusia, cada uno siguiendo a nueve líderes. Lo que resulta verdaderamente asombroso, es que casi la mitad de mandatarios, gobiernos y/o líderes del mundo (120 de 264) con cuentas en Twitter, no sigue a ninguno de sus pares, lo cual llevaría a corroborar que en muchos casos la motivación política para estar en esa red social es la autopromoción y la propaganda, dando un toque de “modernidad” al gobierno o político que corresponda, pero sin que esta tecnología permita que los contactos entre las figuras políticas más prominentes, se desarrollen de manera más informal, fluida y menos protocolaria. 9 De hacerlo así, ciertamente Twitter estaría revolucionando la diplomacia. Pero al menos por ahora, no parece ser el caso.
 
Twiplomacy destaca que en el caso de los países pequeños la estrategia de sus líderes al convertirse en usuarios de Twitter consiste en lograr notoriedad en el mundo, buscando que al ser ellos seguidores de diversas figuras políticas, éstas les extiendan la misma cortesía. Por ejemplo, el Presidente de la República Dominicana, Danilo Medina -@DaniloMedina-, sigue, unilateralmente, a 71 líderes mundiales, sin que éstos actúen en reciprocidad. Otros personajes que emplean la misma estrategia son el presidente de Portugal, Anibal Cavaco Silva -@prcavacosilva- y la Primera Ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar -@KarlaBissessar-, aunque con los mismos desalentadores resultados.
 
Si al lector le parece una descortesía la situación descrita en el párrafo anterior, considere lo siguiente: el presidente Obama sigue, en el momento de escribir éstas líneas, a un número récord de usuarios de Twitter: 667 mil 399. Su estrategia, inicialmente, consistió en seguir automáticamente a quienes lo siguieran, conducta que también desarrolló el Primer Ministro británico. Sin embargo, en la actualidad solamente la Primera Ministra de Australia y la presidencia de Corea del Sur, se enlazan, en automático, con quienes los siguen. Pero eso no es todo: para quienes consideran que Twitter es el preludio de una democracia horizontal, donde los líderes se interesan por los simples mortales, seguramente será una sorpresa saber que hay jefes de Estado, como el ya citado presidente de Ruanda, Paul Kagame; el presidente de Rusia, Vladímir Putin; y el Primer Ministro de Singapur, Lee Hsien Loong -@leehsienloong-, quienes no siguen a un solo usuario de Twitter. Así, pareciera que ellos quieren ser escuchados/leídos, pero guardan su distancia respecto al resto de los mortales. En el caso de Putin, ello podría explicar por qué tiene tan pocos seguidores, en comparación, a por ejemplo, su Primer Ministro Medvedev, quien, al menos en esta red social parece ser mucho más popular que el poderoso y enigmático mandatario ruso.
 
Twitter y la necesidad de interlocución
 
Aunque los psicólogos –no todos, claro está- refieren que las redes sociales son una manifestación de la necesidad que tienen las personas de interactuar con los demás, Twitter muestra una discordancia en torno a este argumento. Idealmente, las figuras más seguidas deberían ser quienes más siguen a otros. Pero no. Volviendo al ejemplo de las diez personas más seguidas en Twitter, resulta que Lady Gaga, quien ocupa la primera posición con más de 32 millones de fans, sólo se toma la molestia de seguir a 136 mil 724 personas. Los casos más evidentes de autopromoción en la lógica de “¡síganme los buenos!, pero no me comprometo a seguir a otros”, están Katy Perry, Taylor Swift y Shakira, quienes siguen solamente a 118, 72 y 82 personas, respectivamente. En los terrenos de la política, la situación no cambia mucho. Ya se mencionó el caso de Obama, al igual que el de otros líderes que de plano optan por no seguir a nadie.
 
Con todo, es difícil explicar, salvo quizá el caso de Hugo Chávez -cuya popularidad en Twitter está seguramente relacionada con la curiosidad que despierta la enfermedad que padece, pese a que en torno a ese tema no hay ninguna información sobre el particular- la relación entre seguidores y popularidad. Por ejemplo, el Presidente ecuatoriano Rafael Correa, @MashiRafael, parece haber incrementado su popularidad gracias al asilo diplomático solicitado a su gobierno, por parte del creador de Wikileaks, Julian Assange, quien se encuentra dentro de la embajada de Ecuador en Londres, mientras se resuelve si las autoridades británicas le otorgan o no el salvoconducto que le permita partir rumbo al país sudamericano sin ser arrestado. Correa, por cierto, sólo sigue a tres personas en Twitter –a los presidentes Juan Manuel Santos, Cristina Fernández y Hugo Chávez-, en tanto que es seguido por 668 mil 654 personas. Es razonable suponer que si el incidente con Assange no se hubiera producido, la popularidad de Correa en Twitter sería considerablemente menor.
 
Pero entonces: los mandatarios que tienen cuentas en Twitter se interesaron en esa red social ¿sólo por vanidad? Son muy conocidos los casos de figuras políticas que cuando eran candidatos a la presidencia o jefatura de gobierno en sus respectivos países, eran asiduos Twitteros, básicamente asumiendo a la citada red social como vehículo para propagar sus ideas y ganar votos. Pero una vez que fueron electos, condenaron al olvido sus cuentas. Es lo que pasó con François Hollande, actual Presidente de Francia, cuya cuenta en Twitter, @fhollande, se encuentra prácticamente inactiva desde el 18 de mayo del año pasado. Otro tanto ocurrió con la actual Presidente de Brasil, Dilma Rousseff, quien, desde el diez de diciembre de 2010, literalmente“enmudeció.” En muchos casos, este silencio de los políticos ya que están en el poder, obedece a que en diversos países cualquier comunicación de parte de un Presidente o de un Primer Ministro, entraña responsabilidades legales, por tratarse de documentos/declaraciones públicas.10 En este sentido, Twitter, lejos de coadyuvar a la democracia, se convierte en un rehén de la manera más tradicional en que se ha venido haciendo la política.
 
Política digital y el futuro de Twitter
 
Es claro que Twitter no equivale, ni siquiera remotamente, a una política digital. Tampoco se puede caracterizar a una política digital en función del número de figuras políticas que poseen cuentas en las redes sociales, que tienen páginas personales o institucionales en la red, o que proclaman, cuando esto ha sido posible, la existencia de flamantes “ciudades digitales” –como ocurrió durante el gobierno de Felipe Calderón con la designación de Guadalajara como ciudad digital.
 
Una política digital no sólo debe proponerse el empleo de las TICs para el intercambio de información entre ciudadanos, empresas y gobierno, sino que está llamada a hacer más eficientes los servicios y tareas del gobierno en beneficio de los gobernados. La política digital también va de la mano de la democracia digital, la que buscaría usar las TICs a fin de mejorar el proceso democrático, sea porque los mecanismos para ello se tornan más accesibles, o porque se amplía la participación de la ciudadanía en la articulación de las políticas públicas, o bien porque se incrementan los procesos de transparencia y rendición de cuentas, o todo ello sumado a la posibilidad de que el gobierno eleve su legitimidad al contar con un mayor consenso de parte de los gobernados. En este sentido, la política digital está llamada a contribuir al desarrollo y al progreso social, estableciendo las directrices sobre el empleo y evolución de las TICs, las que, por su propia naturaleza y orígenes, están fuertemente dominadas por intereses privados. Por lo tanto, la ausencia de una política digital podría dejar a la ciudadanía a merced de los intereses muy particulares de las corporaciones de las TICs, las que pugnan por amplios márgenes de maniobra en la red, frente a las pretensiones de los gobiernos por generar normas y controles que beneficien a un mayor número de personas.
 
Mientras eso sucede, Twitter se perfila como una red social en expansión, sea que se le emplee para difundir noticias; para instigar a la revolución –como sucedió en Irán, en 2009, en el marco de la llamada revolución verde, donde la red social del pajarito azul jugó un papel importante-; para medir la popularidad de artistas, políticos, e incluso de bromistas y gente con mucho tiempo libre; para divulgar tonterías; y claro, para hacer negocios. Todo ello supone, por supuesto, que mejorará la conectividad y la accesibilidad en el mundo en beneficio de millones de ciudadanos, dado que sin esa condición, Twitter no podrá mostrar sus bondades. Para decirlo pronto: la expansión de Twitter continuará sólo si se amplía la infraestructura, la accesibilidad y la conectividad en el mundo. Sirvan al respecto, dos ejemplos. La carismática lideresa birmana Aung San Suu Kyi, cuando fue liberada del arresto domiciliario que le impuso la junta militar en Myanmar –noviembre de 2010-, anunció que abriría una cuenta en Twitter para informar al mundo acerca de la situación política imperante en su país. El problema que encontró la ganadora del Premio Nobel de la Paz fue que la infraestructura existente en el país en el terreno de las TICs era prácticamente nula, lo que le haría muy difícil incursionar a Twitter o a cualquier otra red social. De hecho, ella tiene una cuenta en Twitter, @AungSanSuuKyi, administrada por la Liga Nacional para la Democracia (NLD), pero, a pesar de tener 2 mil 588 seguidores, no ha enviado un solo tuit. Otro ejemplo más cercano para los mexicanos es el de Cuba, donde la escasa conectividad e infraestructura limitan considerablemente la participación de los ciudadanos en las redes sociales y ello al margen del recelo que las autoridades de ese país presumiblemente tienen en torno a Twitter o Facebook.11
 
Así las cosas, Twitter es una red social en expansión que está llamada a seguir sumando usuarios en el mundo, sea para seguir o ser seguidos –por las razones que sean-, aun cuando su contribución a la democracia, la paz, la libertad y el progreso, todavía está en una fase francamente embrionaria. Y por cierto, la cuenta de Twitter de esta autora es: @mcrosasg.
 
Notas:
 
1 Digital Policy Council (December 2012), World Leaders on Twitter. Ranking Report,The Digital Policy Council LLC.
 
2 César Cansino (2012), Los decálogos heréticos de César Cansino, México, Océano. Un capítulo de este libro con la reflexión anteriormente referida se encuentra en: http://textoshereticos.wordpress.com/2012/01/03/hoy-la-democracia-se-jue...
 
3 Radio Nederland Latinoamérica (2 de junio de 2012), “Los líderes mundiales son fervientes twiteros, aunque un tanto aburridos”, disponible en http://www.rnw.nl/espanol/article/los-twitter-de los-l%C3%ADderes-son-un-tanto-aburridos
 
4 Caitlin Dewey (January 2, 2013), “Which heads of state tweet, in one map”, en The Washington Post, disponible en http://www.washingtonpost.com/blogs/worldviews/wp/2013/01/02/which-heads-of-state-leaders-tweet-in-one-map/
 
5 Kris Holt (May 14, 2012), “Malaysia Prime Minister Razak invites Twitter followers to breakfast”, en The Daily Dot, disponible en http://www.dailydot.com/news/malaysia-prime-minister-razak-twitter-breakfast/
 
6 Radio Nederland Latinoamérica (31 de mayo de 2012), “Chávez obsequia una casa a la seguidora 3 millones de su cuenta de Twitter”, disponible en http://www.rnw.nl/espanol/bulletin/ch%C3%A1vez-obsequia-con-una-casa-a-la-seguidora-3-millones-de-su-cuenta-twitter-0
 
7 Ibid.
 
 
9 Twiplomacy (26 July 2012), “Twiplomacy Study 2012”, Geneva, disponible en http://twiplomacy.com/twiplomacy-study-2012/
 
10 Radio Nederland Latinoamérica (13 de septiembre de 2011), “Políticos twiteros: nueva herramienta, viejos mensajes”, disponible en http://www.rnw.nl/espanol/article/pol%C3%ADticos-twitteros-nueva-herramienta-viejos-mensajes
 
11 Radio Nederland Latinoamérica (10 de diciembre de 2011), “Cuba, una isla en las redes sociales”, disponible en http://www.rnw.nl/espanol/article/cuba-una-isla-en-las-redes-sociales
 
 
- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
 
etcétera, 19 de febrero, 2013

    

https://www.alainet.org/es/articulo/73897
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