¿Igualdad o pobreza?
27/02/2013
- Opinión
Durante más de una década el debate, la investigación y la práctica se concentraron en la pobreza extrema. Sin embargo, la clave de la nueva agenda de desarrollo podría estar en otro lado, mucho menos iluminado por el debate político: la desigualdad. Esto es lo que surge de varios meses de consultas con académicos y organizaciones de la sociedad civil que realizaron las agencias especializadas de las Naciones Unidas en la mujer y la infancia, ONU Mujeres y Unicef.
En América Latina circula como cuento de borrachos y en el Medio Oriente se le atribuye al excéntrico maestro Nasreddin Hodja. Había una vez un personaje que buscaba algo en la plaza del pueblo.
-¿Está seguro que perdió aquí la llave?, pregunta uno de los espontáneos colaboradores.
-No. La perdí en la puerta de casa.
-Y, entonces, ¿por qué la buscamos en la plaza?
-Porque aquí hay luz.
Algo similar puede estar sucediendo en la búsqueda global de una nueva “agenda” que sustituya a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) cuando éstos lleguen a su fecha de cumplimiento en 2015.
Desde el año 2000, los ocho ODM propusieron el logro de resultados concretos y medibles. El primero establece que para 2015 se habrá reducido a la mitad la proporción de gente viviendo en pobreza extrema, definida ésta como un ingreso por debajo de un dólar diario. Los otros siete fijaron metas complementarias en educación, salud y servicios básicos.
Así, durante más de una década el debate, la investigación y la práctica de las agencias de desarrollo de las Naciones Unidas, las agencias gubernamentales de cooperación de los países que donan recursos, los gobiernos de países pobres que los reciben y muchísimas organizaciones no gubernamentales se concentraron en la pobreza extrema.
Y el debate sobre la agenda post 2015 se inició reclamando más de lo mismo. John Podesta, ex jefe de gabinete en la Casa Blanca durante la Presidencia de Bill Clinton y miembro del panel de alto nivel que recomendará a las Naciones Unidas una agenda post 2015, asegura que ahora la prioridad es “llevar a cero” la pobreza extrema. El premier británico David Cameron, copresidente del panel, afirmó en el Wall Street Journal que “está a nuestro alcance la oportunidad única de convertirnos en la generación que erradicó la pobreza absoluta”.
Sin embargo, la clave de la nueva agenda de desarrollo podría estar en otro lado, mucho menos iluminado por el debate político: la desigualdad. Esto es lo que surge de varios meses de consultas con académicos y organizaciones de la sociedad civil que realizaron las agencias especializadas en la mujer y la infancia, ONU Mujeres y Unicef.
El informe fue formalmente presentado a las lideranzas globales el martes 19 de febrero en Copenhague por las economistas Jayati Ghosh, de la Universidad Nehru de Nueva Delhi, y Sarah Cook, directora del Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD). En él se denuncia que “desde la adopción de la Declaración del Milenio (en el año 2000), muchas desigualdades han empeorado, en un periodo en el que los ODM no miraron las tendencias más allá de los números promedio”. E incluso “donde ha habido rápido progreso en los valores totales del desarrollo humano, algunas desigualdades han persistido o se han vuelto más severas”.
En conclusión, no se pueden separar los resultados sociales de las políticas económicas, dijo Cook, quien reclamó “cambios transformadores y no incrementos graduales” para “desigualdades que se intersectan” porque resultan de marginalidades, etnias, discapacidades o simplemente por ser mujer.
La directora ejecutiva de ONU Mujeres, la ex presidenta chilena Michelle Bachelet, lo ejemplificó en el caso de la salud, ya que “¿cómo se explica que el gasto en salud crece pero no crecen los recursos para la salud sexual y reproductiva de las mujeres?”
Según Bachelet, desigualdad y discriminación deben ser un tema prioritario, pero al enfocarlos no pueden olvidarse las desigualdades entre países, que se mantienen debido a “promotores estructurales de la desigualdad” consagrados en la gobernanza global y citó entre ellos a las reglas mundiales de comercio.
Paul Víctor Obeng, ministro de Desarrollo y Planeamiento de Ghana, se hizo eco: “Los ODM trataron los síntomas, las metas post 2015 deben tratar las causas”.
Tony Lake, secretario ejecutivo de Unicef, argumentó que “las desigualdades debilitan el crecimiento económico mientras que la protección social y los servicios universales lo apoyan”. Combatir la desigualdad sería una “necesidad práctica tanto como un deber moral”.
El ministro danés de Cooperación, Friis Bach, por su parte, insistió en que los nuevos objetivos deben “ir a cero” (en hambre y pobreza), pero enfatizó que éstos deben ser “universales”, es decir válidos para todos los países y, por tanto, considerando la pobreza relativa y no un valor mínimo. Deben estar, además, basados en los derechos humanos, de los cuales la desigualdad es una “inaceptable negación”.
La profesora Dzodzi Tsikati, de la Universidad de Ghana, enfatizó que las desigualdades son una amenaza a la cohesión nacional y hay que tratarlas “porque solas no se corrigen”. Olav Kjorven, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y uno de los seis coordinadores de alto nivel de la nueva agenda, adelantó en un tweet las principales lecciones que extrajo de la consulta: “Impuestos justos y redistributivos y rendición de cuentas por parte de las autoridades sobre el uso de los recursos”.
La búsqueda comienza a iluminarse.
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